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Muchas personas se quejan al alcanzar la edad de jubilación porque consideran que les condena de un día para otro a una inactividad injustificada.

 

CADA VEZ MAS VIEJOS

Todo ha ocurrido muy rápido desde aquel 11 de septiembre. Después de la tragedia, el miedo, la guerra, el apoyo de los gobiernos mundiales en la lucha contra el terrorismo y las medidas que cada uno de ellos adoptó, se empiezan a escuchar voces que alertan sobre la situación de los Derechos Humanos en el mundo... antes de que sea demasiado tarde.

Texto: Carolina Fernández

CARA
Son más cultos, más preparados, más exigentes y tienen más recursos económicos. Se cuidan más y llegan a la frontera de los 65 años en mejores condiciones. Tienen una perspectiva de vida mucho más amplia y no están dispuestos a quedarse en casa a ver cómo se mueven las agujas del reloj. Quieren romper estereotipos.

CRUZ
Actualmente en nuestro país, seis de cada diez jubilados perciben unos ingresos inferiores al salario mínimo. Eso sitúa a miles de ancianos en el umbral de la pobreza. Más de un millón de personas dependientes viven en la franja de la pobreza. Sólo una décima parte recibe asistencia por parte de la Administración.


En España no nacen niños. Al menos, no los suficientes. Somos el antepenúltimo país del mundo en "producción" de infantes. Con una tasa de natalidad de 1,07 hijos por mujer en edad fértil, la más baja de Europa. Es de prever que en el año 2050 seamos la nación más vieja del planeta, con un tercio de la población mayor de 65 años.
Pero ¿a qué edad empieza uno a hacerse viejo? Nadie puede precisarlo. Dice el diccionario que se puede considerar vieja a una persona que cumplió los setenta años. Pero esa no es una definición correcta, porque una cosa es haber vivido siete décadas, y otra distinta es ser un anciano, como lo están demostrando cada vez más personas que reclaman el derecho a sentirse activas durante muchos más años. La imagen clásica de la vejez apocada se está rompiendo, en favor de una mucho más dinámica. Ser mayor no es ser pobre, inculto o enfermo. Gracias a los avances en la medicina y la mejora de la calidad de vida, la longevidad ha aumentado considerablemente, y muchos de los que atraviesan la barrera de los 65 lo hacen en perfectas condiciones físicas.
Para Pilar Rodríguez, Directora General de Atención a Mayores Discapacitados y Personas Dependientes del Principado de Asturias, el fenómeno del envejecimiento es sociológicamente parecido a lo que ha significado la incorporación de las mujeres a la vida laboral y social: transformará la sociedad. Así explica el proceso: "Antes, cuando una persona se jubilaba, se suponía que la etapa vital que le quedaba por vivir iba a ser corta. Estaban unos cuantos años apartados de la vida como preparándose casi para el fenómeno de la muerte. En función de eso, y para que los últimos años de la vida pudieran vivirse sin agobios económicos, se establecía la pensión de jubilación. Pero desde entonces ha cambiado radicalmente la situación. Hoy, cuando una persona se jubila, y no digamos cuando se prejubila, pueden quedarle por delante treinta años o más de vida activa. Sin embargo no hay creados cauces ni dispositivos para que las personas de esa edad, que tienen acumulado un gran caudal de experiencias y de conocimientos, puedan ponerse al servicio de la sociedad". En etapas anteriores no ocurre esto. La sociedad tiene previstas estructuras que marcan los pasos a seguir. Sin embargo después de la jubilación hay un vacío que ahora está empezando a llenarse principalmente desde la iniciativa de las propias personas mayores, interesadas en encauzar esa fase de la vida de otra manera, con posibilidades de realización personal y social.

¿Dónde está la cigüeña?
Para que se pueda producir el reemplazo generacional las estadísticas cifran el número de hijos por mujer en edad fértil en 2,1. En España alcanzamos sólo un escueto 1,07. ¿Por qué? Por varias razones. Las dificultades para encontrar un empleo estable es la primera de las causas. Los jóvenes rebotan de las listas del paro a las de empleo temporal, siempre dentro de la precariedad laboral, que supone ahora mismo más del 30% de los contratos. Los llamados "contratos basura" no inspiran seguridad, y sin seguridad los jóvenes y los no tan jóvenes no se embarcan en aventuras. Prefieren la estabilidad del domicilio paterno hasta entrada la treintena. "¿Cómo voy a plantearme vivir con mi compañera? Los dos trabajamos, pero lo que se gana no alcanza para poder hacer planes. Además, nunca sabes hasta cuándo vas a tener "chollo". De niños ni hablamos". En el caso de las mujeres, la situación es más grave. Por una parte, el gobierno ha dado la voz de alarma y ve la necesidad de estimular la natalidad. Por otra, no hay medidas que a la vez ayuden a la incorporación de la mujer al mercado laboral. "Ya sabes que si tienes un contrato de seis meses y te quedas embarazada te van a poner en la puerta, de manera que si te interesa trabajar haces lo posible por no quedarte embarazada. Así de simple. Si finalmente tienes un hijo, y suponiendo que no te quedes sin trabajo, o tienes donde dejarlo, o pagas una guardería que te va a costar más de lo que ganas. La gente hace números y ve que es imposible".

La hora de retirarse llega en ocasiones en un momento profesional óptimo, en el que al conocimiento hay que sumar la experiencia de muchos años de trabajo.
Foto: L.G.

¿Quién cuida de los mayores?
En muy pocos años, la población anciana de nuestro país tendrá una media de edad que oscile entre los 75 y los 84 años. Ese espectacular aumento de la esperanza de vida hay que agradecérselo en primer lugar a los avances médicos, que han mejorado las condiciones de vida de los pacientes de las enfermedades con mayor mortalidad en este segmento social, como
son las mentales, respiratorias, circulatorias y oncológicas. Paralelamente aumenta también el número de mayores que necesitan cuidados especiales, tienen mayor riesgo de dependencia y no siempre tienen la posibilidad de recibir la asistencia que demandan. En España hay actualmente más de un millón de personas dependientes que viven en la franja de la pobreza. De ellos, sólo un 10% recibe asistencia por parte de la Administración.
Previsiblemente, en los próximos años se disparará la demanda de servicios asistenciales. En España hoy en día hay casi 1.700.000 ancianos dependientes, en distintos grados. La mitad de ellos requiere ayuda semanal, medio millón precisa asistencia diaria, y unos 240.000 necesitan ayuda durante unas horas al día, o continuada para poder mantener cierta calidad de vida.
Es uno de los retos principales de las políticas sociales. "Antes eso le ocurría a una pequeña proporción de personas -comenta Pilar Rodrí-guez-. Normalmente, quien entraba en un proceso de dependencia fallecía pronto. Ahora al ser más, hay muchas más personas con problemas de dependencia que además viven muchos más años. Atender esas necesidades supone un reto clarísimo, sobre todo en procesos tan complicados como pueden ser las demencias, que necesitan cuidados y supervisión las veinticuatro horas del día. No se puede exigir a las familias que lo hagan solas. Por eso desde muchas instituciones, desde el propio Senado, que hizo una ponencia de estudio y recomendó poner en marcha el Seguro de Dependencia; la Sociedad Española de Gerontología, el Defensor del Pueblo... están reclamando ya a la Administración General del Estado que ponga en marcha una ampliación de la Seguridad Social, como ya existe en otros países europeos, para cubrir como derecho estos servicios de cuidados, que son la ayuda a domicilio, la teleasistencia, los centros de día, las residencias, etc".
Recurrir a un centro de pago queda sencillamente fuera del alcance de muchas familias españolas; por otra, la falta de control hace que se produzcan situaciones de abuso. "Estamos hartos de ver programas terribles sobre cómo funcionan algunos de esos centros debido a la falta de control. Buscan enriquecerse a costa de los ancianos haciéndoles vivir en condiciones indignas", comenta E.C., que vive con su padre, de 86 años. La familia es la solución para todo. La escasez de recursos públicos hace que tradicionalmente sean los familiares, especialmente las hijas, quienes se hacen cargo de situaciones que a veces desbordan tanto su capacidad económica como humana, de modo que la atención que recibe el anciano tampoco es la adecuada.

Muchos piden la jubilación flexible, porque a los 65 años hay decenas de actividades que se pueden desarrollar con total normalidad.

Hoy en día el acceso a los servicios sociales no es un derecho. "Una persona que solicita uno de estos servicios, puede obtener una plaza, o puede no obtenerla, que es lo más normal. Además, al no estar universalizados estos servicios solamente pueden acceder a ellos personas con muy bajos ingresos, de manera que la clase media, que es la que está pagando siempre impuestos, observa que no puede pagar los servicios privados porque son muy caros pero tampoco puede acceder a las plazas públicas de los servicios sociales porque están reservadas para las capas más débiles. Ese es un problema que hay que resolver de manera inmediata", reclama Pilar Rodríguez.
Izquierda Unida prepara una propuesta para el Congreso en la que reclama el reconocimiento universal y subjetivo de la atención al mayor, es decir, que cualquiera que haya estado trabajando y cotizando tenga derecho a ser atendido, con independencia de que tenga familiares que pudieran ocuparse de esa labor. "En este país se ha duplicado el PIB, no estamos en un país pobre, de modo que cualquier persona mayor, que tenga problemas o no pueda valerse por sí misma, deberá poder quedarse en su casa teniendo la atención pública necesaria para no ser una carga para nadie. Es una cuestión de dignidad, aparte de que las familias están teniendo que soportar unas situaciones que a veces son absolutamente dramáticas", comenta Susana López, responsable de Política Social e Inmigración de IU.

¿Se hunde el sistema de pensiones?
"Llevo trabajando en el área de Servicios Sociales más de veinte años, en concreto en los servicios de Atención a los Mayores, y siempre he oído hablar de esto. Personalmente creo que es un alarmismo interesado para reducir lo que es el estado de bienestar, porque estamos viendo que hay un superávit grande en las arcas de la Seguridad Social y que hay cada vez más afiliados. Para mí, el problema no es ese, sino el paro. Si todos los desempleados trabajaran, si las mujeres que están en su casa y que ni siquiera van al paro porque saben que no van a encontrar un empleo trabajaran, habría un grado de afiliación aún más importante. No tiene porqué haber ningún "crack" del sistema".
Ahí está una de las claves. El incremento de gasto social tiene como contrapartida una fuente de creación de riqueza que no tiene ningún otro sector. Por una parte, los mayores incentivan el consumo, creando nuevos mercados y puestos de trabajo. Por otra, quienes padecen algún grado de dependencia precisan la creación de nuevos servicios y la atención de profesionales, lo que finalmente se traduce en más puestos de trabajo y como consecuencia más ingresos para la Seguridad Social.

Dentro de unos años, aproximadamente un tercio de la población vivirá de las pensiones del Estado. Por ser un grupo de edad avanzada necesitará prestaciones y servicios asistenciales que dispararán los presupuestos dedicados por la Administración a este fin.

Nuevo mercado
La tercera edad puede abrir puertas a nuevas posibilidades económicas. Por una parte, aquellas personas que se encuentran físicamente bien, que son la mayoría, van a exigir al mercado que piense en ellos. Tienen dinero y tiempo libre para gastarlo. Crecerán las ofertas de turismo y de ocio; los programas de autocuidados, gimnasios con programas específicos para mayores, balnearios. En general, rechazan los productos que están dirigidos específicamente a ellos, por lo que muchas marcas deportivas, cosméticas, de ropa, transporte, telefonía móvil, alimentación, productos bancarios, etc., están estudiando sus campañas publicitarias y orientándolas para captar a un sector que tiene dinero para gastar pero que no quiere verse encasillado en estereotipos ni comprar productos para "viejos". Si los adolescentes y jóvenes han sido el filón del que se ha alimentado la sociedad de consumo en las dos últimas décadas, las grandes empresas se frotan las manos, esperando que los mayores entren en la rueda en los próximos años. Los productos de farmacia, parafarmacia y ortopedia también se desarrollan gracias a este colectivo. Es significativo que el 75% del gasto farmacéutico español corresponda a mayores de 65 años.
Las cifras ya lo dicen. Hay actualmente en España 100.000 puestos de trabajo relacionados con las residencias para la tercera edad; 60.000 empleos dependen del turismo social y otros 60.000 se reparten en campos como la ayuda a domicilio, balnearios, hogares de pensionistas, centros de día, servicios de teleasistencia o viviendas tuteladas.

Alrededor del 25% de la población mayor de 65 años necesita ayuda para las actividades de la vida diaria o cuidados permanentes.

ONG y mayores
Aunque aún son minoría, cada vez son más las personas mayores que se asocian, conscientes de que son un sector de población amplio con voz, con voto y con derecho a participar y a exigir. No hay todavía una conciencia común que los unifique y les cuesta agruparse, pero se dan cuenta de que son un bocado suculento para políticos (casi siete millones de votantes) y un mercado poco explorado para los empresarios. Tienen un peso creciente en la sociedad española. Aunque no es sencillo unificar posiciones, comprenden que es importante estar preparado para defender sus propios derechos e intereses. Incluso llegó a plantearse la posibilidad de ofrecer el voto unido para aquel partido que presentase las propuestas más atractivas para los mayores. Pero hasta llegar ahí aún queda mucho camino por recorrer. De momento, se puede decir que el 8% del voluntariado tiene más de 65 años, y que es una cifra que en los próximos años veremos crecer, sobre todo en el terreno de la solidaridad con los mismos mayores.
Participan en diferentes iniciativas de voluntariado que van desde la cooperación al desarrollo, actividades de protección civil, o el voluntariado social; ayudan a otras personas mayores, desde los que necesitan un poco de compañía, hasta los que precisan algún tipo de asistencia. "Esa es una posibilidad muy importante para ofrecer a las personas mayores, pero no surge espontáneamente, hay que apoyarlo, por eso es importante que desde las instituciones públicas se prevean programas y apoyos para crear entre todos estas vías", comenta Pilar Rodríguez.
Las actividades intergeneracionales hacen que las personas mayores entren en contacto con las generaciones más jóvenes, tanto para transmitir sus conocimientos como para hacer actividades en común. Resultan experiencias muy positivas para todos. ∆

 

    MAYORES EN EL MUNDO   

El envejecimiento ya no es una cuestión exclusiva de los países desarrollados. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, advierte que es un tema general de un mundo en transformación "a causa de la globalización, la migración y los cambios económicos".
En los países desarrollados los mayores suponen ya el 20% de la población; si se mantiene la tendencia enseguida alcanzarán el 25%. En los países menos desarrollados son ya el 10% del total, y se prevé que en los próximos años se acerquen al 20%. Claro que la esperanza de vida no es para todos igual. Mientras que en Europa se sitúa en torno a los 82 años para las mujeres y 75 para los hombres, en países subdesarrollados, como Nigeria, está en torno a los 40 años.
En los países que aún se encuentran en vías de desarrollo la situación de los mayores es dramática. Viven en la extrema pobreza y excluidos de la sociedad. Y mientras que en los países desarrollados, aún con deficiencias, existe una red de protección social, en grandes áreas de Africa, Asia y América Latina no existe ningún tipo de cobertura, y los mayores sufren las consecuencias de una débil o inexistente red de protección social: difícil acceso a la atención sanitaria, falta de sistemas de pensiones, viviendas deficientes, y nulo acceso a actividades de desarrollo personal. Estas situaciones se agravan en caso de guerra, desastres naturales, epidemias, hambre... Los ancianos sufren especialmente las consecuencias de cualquiera de estas situaciones, sin embargo son los menos tenidos en cuenta por los organismos nacionales e internacionales.
Dentro de esto, las mujeres mayores se llevan la peor parte, cuando a la edad y al género se le suma la pobreza. Ellas suelen ser el colchón que amortigua los efectos de situaciones extremas, como la guerra o la enfermedad, asumiendo dentro de la familia las labores de cuidadoras, a la vez que sufren las peores condiciones: soledad, escasos ingresos económicos, mayores dificultades de acceso a cualquier tipo de servicio, etc.
Los mayores continúan siendo los eternos marginados. Según recoge la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España, la situación que viven los mayores de todo el mundo tiene numerosos puntos en común: "Graves dificultades económicas, limitaciones en el acceso a los servicios de salud, ausencia de servicios sociales, graves carencias en vivienda y condiciones de vida, exclusión de la cultura y educación, trato inadecuado, escasa participación en la vida social y política".
La UDP, una de las organizaciones con más antiguedad de nuestro país, que este año celebra su 25 aniversario, denuncia que en los países en desarrollo, las exigencias de privatización de los sistemas de Seguridad Social, suponen una discriminación para los mayores. "Los efectos del pago de la deuda externa impide destinar recursos económicos al desarrollo de políticas de bienestar social para las personas mayores. Los programas para reducir la pobreza no incluyen a las personas mayores, a pesar de que están aumentando el numero de mayores en situación de pobreza". ∆

 

La jubilación es una etapa para hacer aquello que antes no se pudo. Desde perfeccionar aficiones, como la pintura o la artesanía, hasta aprender casi cualquier cosa, incluyendo una carrera universitaria en alguna de las universidades de mayores que existen en el territorio español. Además de dedicarse a uno mismo todo ese tiempo del que no se pudo disponer durante la vida laboral. Ejercicio físico adaptado a las circunstancias de cada cual y una vida saludable propician una vejez sin problemas.
Estamos a la cola de Europa a la hora de hablar de servicios a los mayores. Nuestras pensiones son de las más bajas y las residencias públicas no cubren ni de lejos las necesidades actuales: hay menos de 3 camas por cada 100 mayores, frente a las 6 de la UE.
Actualmente en nuestro país, seis de cada diez jubilados perciben unos ingresos inferiores al salario mínimo. Eso sitúa a miles de ancianos en el umbral de la pobreza. Es uno de los grupos más desfavorecidos, junto con los jóvenes y las mujeres, según denuncian los estudios de Cáritas. Hay que tener en cuenta, que las pensiones españolas son bajísimas, en los últimos puestos de la Unión Europea.
Las personas mayores se han convertido en los beneficiarios de casi el cincuenta por ciento de los recursos humanos y económicos que Cruz Roja Española destina a programas sociales. Ayuda a domicilio, teleasistencia, traslado de alimentos elaborados a domicilio, cuidados de enfermería, atención doméstica, compañía, gestiones, visitas hospitalarias o cuidado personal, son las acciones que la Institución realiza con este colectivo.
La geriatría fue reconocida como especialidad en el año 1978. Dado el progresivo envejecimiento de la población, se convertirá probablemente en la especialidad médica con más futuro, ya que se exigirá cada vez más una atención especializada que el médico de familia u otros especialistas no pueden ofrecer. A pesar de eso, hoy sólo existe como especialidad en 43 de los 790 hospitales españoles. Harán falta también más profesionales relacionados con el campo de la gerontología, abarcando aspectos no solamente médicos, como la fisioterapia, sino también psicólogos: harán falta pedagogos, trabajadores sociales, animadores socioculturales, terapeutas ocupacionales, monitores deportivos y culturales, etc. Sea bajo el abrigo público o bajo la iniciativa privada, serán profesiones en auge.

 

 FUSION OPINA

El hecho de vivir más tiempo no debería ser considerado en ningún caso como un problema: es más bien un logro histórico que hay que agradecer a la mejora en la calidad de vida, el acceso más generalizado a la sanidad, una alimentación más completa, etc. A partir de los 65 años aún puede quedar un tercio de la vida por delante.
En algunas culturas del mundo, los ancianos son respetados y venerados. Las generaciones más jóvenes reconocen en ellos una fuente de sabiduría, la que da la experiencia, y confían en su consejo. Pero no es nuestro caso. Nuestra sociedad no está pensada para los ancianos. El ritmo de vida, los modos de relación, la sociedad de consumo, el ocio, está diseñado para una sociedad que vive demasiado rápido, que idolatra la juventud no como un estado temporal sino como un valor en sí mismo. Pero ¿qué ocurrirá cuando las sociedades vayan haciéndose más viejas? Habrá que plantearse no sólo un cambio de hábitos, sino de valores. Empezaremos a hablar de respeto, para empezar, a aquellos que han vivido más que nosotros. Una sociedad que deja que sus mayores vivan en el umbral de la pobreza, sin sus necesidades mínimas cubiertas, que no atiende a aquellos que dependen de otros para tener una mínima calidad de vida, o que sencillamente permite que se mueran poco a poco de aburrimiento porque no les ofrece nada mejor que hacer, es una sociedad que no conoce la dignidad.
Harán falta medidas concretas; de nada sirven las advertencias si no van acompañadas de cambios en la estructura de la sociedad y en la administración que nos preparen para el cambio que supondrá en unos años el envejecimiento de la población. Al fin y al cabo es lo que todos queremos: tener una larga vida y llegar a viejos. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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