Foto: Fusión
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TRAS LAS REJAS
Existen en nuestro país 77 cárceles con graves
problemas de superpoblación. Son espacios sumamente acotados, repartidos
a lo largo de nuestra geografía, donde viven hacinados 51.000 ciudadanos
sin nombre: hombres y mujeres que tienen cuentas pendientes con la
sociedad.
Hablamos de las cárceles españolas que en estos momentos tienen un
índice de sobreocupación del 106%, lo que ha colocado a España en el
tercer país de la UE con más presos por habitante. ¿Qué está ocurriendo
tras las rejas?
Texto: Mariló Hidalgo
S i realmente queremos
saberlo, hagamos un ejercicio de visualización. Imaginemos cómo se
podría distribuir un espacio físico de cinco por dos metros para tres
personas, donde también se incluyen: tres literas, un retrete, un
lavabo, un armario compartido, una silla y una mesita. Imaginemos
también la ausencia de intimidad a la hora de hacer las necesidades, los
olores, la falta de espacio cuando dos personas deciden estirar las
piernas a la vez, el ruido de los ronquidos, los problemas de higiene y
el hacinamiento. En verano, la temperatura de una de estas celdas puede
alcanzar los 35 ó 40º. Pues bien, en este estado se encuentran los
presos de las cárceles de Murcia y Alicante.
Salgamos fuera de las celdas y visualicemos esta misma situación en un
patio donde, dada su capacidad, obligatoriamente se tienen que
establecer turnos. Se trata de que al final todos puedan acceder a un
pedacito de lo más cercano a la libertad: aire, cielo, sol, nubes,
caminar. Aunque también sea el lugar del trapicheo, cotilleo y recogida
de noticias ocurridas en otros lugares del edificio.
Disfrutar de actividades dentro de la prisión se ha convertido casi en
un lujo: no hay para todo el mundo. Ha aumentado la población reclusa
pero no el presupuesto, por lo tanto la posibilidad de asistir a
talleres y cursos de ocupación es limitada. Incluso el acceso al comedor
está organizado por turnos. Se generan enormes colas en los patios
esperando a que los primeros terminen, para poder entrar los siguientes.
Los funcionarios también se quejan de un aumento considerable de la
conflictividad: no dan abasto, ni pueden hacer un seguimiento de los
reclusos. Los presos que conocen sus derechos protestan y con razón,
argumentan éstos. Un dato alarmante, según cifras del Sindicato
mayoritario de funcionarios de prisiones (Acaip), "en lo que va de año
se han producido 42 muertes, de las que 4 han sido violentas, 20 por
sobredosis, 10 suicidios y 8 están pendientes de determinar" (El País,
11-8-02). La periodista Mª José Atiénzar del Centro de Colaboraciones
Solidarias(*), que además trabaja como voluntaria en la cárcel,
reflexiona que con todos estos datos encima de la mesa: "la primera
lectura es que hay cerca de 20.000 internos como 'excedente' y parece
necesario ampliar el número de centros. Sin embargo, desde otra óptica,
habría que revisar el sistema para reducir la cifra de presos
preventivos".
POR QUÉ AUMENTA LA
POBLACION RECLUSA
Existen varios motivos. Según
unos, la policía cada vez es más efectiva. Otros relacionan el aumento
de la delincuencia en nuestro país con la inmigración: inmigrante +
desempleo = delincuencia. La mayoría coincide en señalar que la última
reforma del Código Penal ha hecho notar sus consecuencias. Se han
endurecido las penas relacionadas con el narcotráfico y se ha eliminado
la redención de la pena (un día menos de condena por cada dos días
trabajados) por lo que los presos tardan más en salir. Además, Mª José
Atiénzar apunta que en estos momentos existen 11.552 internos a la
espera de juicio, lo que supone un 23%. "Si se agilizara el proceso,
quedarían suficientes plazas en las cárceles españolas", concluye. El
periodista de la ONG Solidarios(*), Cristóbal Sánchez, recuerda que "con
cierta frecuencia se repite la situación de internos que pasan más de un
año en prisión, y cuando sale el juicio, resultan inocentes. La agilidad
judicial evitaría la injusticia en ciudadanos concretos que desconocen
cifras globales" El periodista recuerda el caso de Víctor, un ciudadano
colombiano que interrumpió su doctorado en Físicas durante los veintidós
meses que estuvo preso. Al cabo de ellos, salió absuelto del juicio.
"Hay
cerca de 20000 internos como ‘excedente’ y parece necesario
ampliar el número de centros. Pero desde otra óptica, habría que
revisar el sistema para reducir la cifra de presos preventivos" |
Existe otra situación que
sin duda también contribuye a este incremento de la población
carcelaria. Nos referimos a los presos reincidentes: reingresan más del
50% de los que salen. Una cuestión que pone en tela de juicio, una vez
más, los objetivos que la Constitución contempla para el actual sistema
penitenciario: reeducación y reinserción. Una carencia de la norma que
es equilibrada por otros organismos que han decidido poner su granito de
arena. Hablamos de las asociaciones, ONG y voluntarios que trabajan con
los presos. "Las asociaciones de voluntarios, señala Atiénzar, formamos
parte de un equipo de personas que actúan para favorecer la
rehabilitación y la posterior reinserción social de los presos. Las
actividades y talleres de formación, deportes, cultura, la reeducación
en valores, en habilidades sociales y laborales son nuestra tarea. Los
voluntarios aportamos el plus de humanidad, un acompañamiento dentro del
proceso de recuperar su autoestima. Los presos valoran esta presencia y
les mantiene en contacto con la vida normal que hay afuera. Es fuerte la
necesidad de ser tratados como seres humanos que padecen soledad y
también les anima compartir sus proyectos de futuro".
"En las prisiones hay conflictividad y drogas -reconoce Atiénzar- eso
parece justificar las políticas duras, pero el carácter represivo que
domina en los centros se debe muchas veces a la dificultad de mejorar el
tratamiento con los recursos disponibles actualmente".
Aunque el robo ocupa el primer lugar de los delitos cometidos, seguido
por el narcotráfico y los delitos contra las personas, a estas alturas
nadie niega ya que el tema de las drogas es el factor que determina la
mayoría de las infracciones. Cristóbal Sánchez está convencido de que
existe un círculo vicioso en torno al tema que urge romper: "los
pequeños traficantes, consumidores a su vez de sustancias tóxicas, o los
atracadores con síndrome de abstinencia y, por lo tanto, delincuentes
compulsivos, son los que en mayor medida caen en manos de la policía.
Abordar el problema social de las drogas significaría reducir el daño de
éstas en cuanto a factores de criminalidad. Se dan pasos importantes,
aunque muy lentos, para introducir programas de desintoxicación en las
prisiones. Falta un debate social sobre las drogas". En estos momentos
además de programas de desintoxicación y metadona, en algunas cárceles
se ha instalado también un Plan de Intercambio de Jeringuillas (PIJ). Y
es que las cifras están ahí. En una encuesta realizada por los
profesores universitarios Julián Ríos y Pedro Cabrera, el 56% de los
presos de primer grado de las cárceles españolas se declara
drogodependiente.
Como vemos, el panorama es complicado. Incluso se habla ya de una fecha
como tope para el desastre: el año 2005. Existe sobreocupación en las
cárceles y muchas son las causas que lo originan. Lejos de entrar en
ellas, lo primero que ha hecho el Gobierno es estudiar la creación de
cuatro nuevos centros penitenciarios que ya tienen ubicación: uno en
Madrid, otro en Levante y dos en Andalucía. Sólo falta asignarles un
presupuesto.
OTROS PUNTOS DE
VISTA
Si, como dicen, la cárcel es el
espejo de la sociedad que la rodea, ¿en qué sociedad vivimos? "En la
cárcel -reflexiona Atiénzar- se reflejan la falta de educación y
oportunidades, la marginalidad y exclusión que afectan a algunos
sectores de la sociedad. Somos bastante contradictorios. Queremos un
alto grado de seguridad, que las prisiones estén lejos de nuestros
pueblos, surgen brotes de intolerancia o se criminaliza a los
extranjeros asociando el incremento de los delitos con la llegada de
inmigrantes, cuando hay 38 millones de presos españoles y algo más de 12
millones de extranjeros en nuestras prisiones. Mejorar las condiciones
de vida de los internos para que puedan volver a ser ciudadanos con
todos sus derechos y deberes es importante, pero evitar la exclusión y
ofrecer oportunidades es una necesidad social que nos afecta a todos:
instituciones, empresas, voluntariado".
"La cárcel no es una institución al margen de la sociedad, es un reflejo
de ella -opina Cristóbal Sánchez-. Es una institución producto de
decisiones generales". El periodista reproduce lo que le comentaron hace
tan sólo unas semanas dos internos: "Raúl, un interno argentino en Soto
del Real, me decía: 'Vos que sos periodista, decile a la gente que aquí
tenemos dignidad'. Y Antonio, un compañero suyo: 'dentro es como fuera,
que no se engañe nadie'". Ahora sólo falta juzgar a la sociedad y actuar
en consecuencia. Ése es el reto. ∆
(*) Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS). ONG Solidarios.
www.ucm.es/info/solidarios
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