¿EN QUE CREE EL HOMBRE
ACTUAL?
¿En qué creemos? ¿Cuáles
son nuestros dioses? ¿En base a qué valoramos nuestras acciones? ¿Qué
papel juega la mente en todo ello? Nos adentraremos en la parte más oculta
del hombre. Analizaremos el mundo de las creencias y haremos un
interesante viaje.
Texto: Mariló Hidalgo
Y TÚ, ¿POR QUÉ
CREES? • Casi la totalidad
de los habitantes del planeta creen en Dios, aunque lo conciban de formas
diferentes y le den diversos nombres, según el Atlas de las Religiones (ed.
Könemann). Parece ser un hecho consumado, pero ¿por qué creemos? ¿Qué se
ha movido dentro del hombre desde el principio de su existencia para
llegar hasta aquí? ¿Está la creencia en algo superior escrita en nuestros
genes?
El sol apareciendo por el horizonte. Unas gotas de lluvia cayendo en la
tierra. Un árbol que florece, luego da fruto, posteriormente pierde la
hoja y es capaz de repetir ese proceso. Un rayo en el cielo cuya fuerza y
sonido conducen al estremecimiento. Éstas fueron las primeras cuestiones
que se planteó aquel hombre primitivo que poblaba el planeta: misterios
para los que no tenía ningún tipo de explicación. "La herramienta psíquica
más eficaz que estaba a su alcance para poder elaborar deducciones e
interpretaciones -explica P. Rodríguez en su libro "Dios nació mujer"- era
el mecanismo de la analogía y mediante él comenzó a construir una visión
del universo que fuese razonable, asumible y, sobre todo, personalizable y
accesible. Es decir, que pudiese atribuir cada hecho a alguna causa
individualizable y que ésta permitiese algún tipo de interacción humana en
pos de cambiar a su favor los caprichos imprevisibles de una naturaleza
voluble y hostil".
Enrique Miret
Magdalena, teólogo: "Vivimos en un momento donde unos rechazan la religión
que les han enseñado y otros se quedan a medio camino"
La naturaleza sirvió a aquel hombre para
conectar con otra dimensión, algo que consiguió en una medida calmar esa
angustia frente a lo desconocido y por otro lado le obligaba a seguir
preguntándose más cosas. A medida que la mente humana progresa surgen
nuevos interrogantes: el misterio de la vida y de la muerte, el porqué de
la existencia, qué o quién está al otro lado...
Para el filósofo Javier Sádaba creer forma parte de un proceso psicológico
implícito en la propia naturaleza humana. "Un ser humano autoconsciente
choca con los límites de la existencia y se pregunta si son la última
realidad. Esto forma parte de la misma constitución humana. Las creencias,
en el fondo, lo que tratan de aportar es sosiego, tranquilidad y un cierto
equilibrio emocional. Otra cosa es el precio que se paga para obtener esa
tranquilidad".
Creemos porque necesitamos creer, aseguran los antropólogos. Porque forma
parte del instinto del hombre, que le obliga a buscar algo superior allá
donde sea, y le impide cesar en esa búsqueda. ¿Está por tanto escrito en
nuestros genes? Sí y no. "En parte sí -opina Sádaba-, puesto que todo lo
que hacemos tiene su última raíz en los genes. Y en parte no, porque las
creencias son sistemas socioculturales que nos transmitimos a lo largo de
la historia. Es peligroso, en cualquier caso, reducir todo a los genes,
por condicionantes que éstos sean". Para el también filósofo José Antonio
Marina, "creer es una propiedad connatural de nuestra inteligencia". En su
libro "Dictamen sobre Dios" explica cómo el hombre llega a plantearse el
concepto de Dios. "Dios es un sustantivo -argumenta-, un concepto que
inventamos para designar una dimensión de la realidad que percibimos". El
filósofo afirma la existencia de "una dimensión divina de la realidad, que
esa dimensión divina se vuelve consciente -al menos- en el hombre, que el
ser humano es el encargado de dar sentido a esa realidad, que en él
emergen las cualidades personales y libres de la existencia, y también la
verdad, la bondad, y la belleza en su sentido estricto. En el ser humano
se prolonga la acción creadora de la divinidad, y por ello afirmo que la
realidad entera está bajo su cuidado".
Todo estaría por tanto delante de nosotros, impreso como en una especie de
holografía que habría que aprender a ver. Según esto el hombre podría ser
una especie de pequeño mundo -como mantiene la filosofía griega-, donde se
refleja el universo (microcosmos/macrocosmos). O dicho de otra forma, el
hombre sería la imagen de su creador (teología cristiana).
Javier Sádaba,
filósofo: "Las creencias tratan de aportar sosiego, tranquilidad,
equilibrio emocional. Otra cosa es el precio que hay que pagar por ello"
Para establecer un puente entre lo profano
y lo sagrado, entre el hombre y la divinidad, aparecen las religiones.
"Explicar, salvar, ordenar. Ésas son las tres funciones -precisa Marina-
que la religión se ha esforzado en realizar, sus grandes proyectos. Para
conseguirlo ha puesto en juego todas sus capacidades de invención,
metáfora, razonamiento y voluntad". Todo ello ha dado lugar a un amplio
abanico de interpretaciones, creencias, ritos, prohibiciones que han sido
transmitidas de generación en generación.
Si echamos un vistazo a las religiones del planeta que cuentan ahora con
más adeptos, encontramos en primer lugar al cristianismo con 1.965.993.000
fieles. Le sigue la religión islámica con 1.179.326.000. Detrás, a mucha
diferencia, se encuentran el hinduismo, budismo, judaísmo, nuevas
religiones, taoísmo, religiones tribales, etc. Hay religiones para todos
los gustos y culturas. ¿Cuál es la tuya?
¿A QUIÉN SIGUES?
• Pregunta difícil de contestar si tenemos en cuenta que la mayoría de
creyentes lo son por razones de herencia cultural y no de planteamiento
personal. "La religión -apunta José Antonio Marina- se transmite y se
acepta dentro del sistema de creencias sociales admitido por una cultura".
Cuestión sobre la que se apoya el teólogo seglar Enrique Miret Magdalena
en su libro "El nuevo rostro de Dios", para analizar el cambio que en este
sentido se ha vivido en nuestro país. "Vivimos en un momento -expone el
teólogo- donde unos rechazan la religión que les han enseñado y otros se
quedan a medio camino, sin llegar a ningún tipo de conclusión. Durante el
franquismo se vivió una religión muy coactiva, exteriorista, superficial.
Esto atrae poco y produjo, además, reacciones contrarias. Mientras los
mayores mantienen incólumes sus creencias, hay muchos jóvenes que se han
apartado del cristianismo y que buscan respuesta a sus necesidades
espirituales en otras fuentes".
Sí existe espiritualidad, pero los hechos demuestran que se trata de una
espiritualidad por libre. De los jóvenes que se definen como católicos
sólo el 32% es practicante, según una encuesta del Injuve. Pero además, un
37% está en contra del matrimonio indisoluble; un 70% no apoya la
prohibición de los anticonceptivos; el 48% está a favor del aborto. Si
tuvieran un hijo, un 49% asegura que lo bautizaría por obligación, un 36%
por costumbre y un 11% por celebrar la fiesta. A pesar de estas
incongruencias sólo el 2% de los jóvenes encuestados aseguran profesar
otras creencias. Conclusión: sin renunciar a la religión de toda la vida,
un gran grupo de católicos han decidido "pasar" de los mandatos de Roma en
asuntos tan de moda como la contracepción, la virginidad, el celibato, la
condena a la homosexualidad, etc., en los que no están de acuerdo con los
planteamientos de las grandes jerarquías. Pese a todo, siguen ahí. "Con
frecuencia, asegura Marina, los adultos no creen en lo que aprendieron de
niños, pero tampoco pueden dejar de creer, porque parte de su afectividad
está profundamente ligada a esas creencias. Por decirlo con un ejemplo muy
burdo: se puede no creer en Dios, pero seguir temiendo el castigo eterno,
o se puede no ser cristiano, pero continuar emocionándose con la Virgen de
su Cofradía".
Frente a esta crisis de valores espirituales, en los últimos tiempos ha
surgido en el ser humano la necesidad cada vez mayor de acumular, poseer
bienes y hacer de ello la razón más importante de su vida. Los que han
estudiado el tema argumentan que podría tratarse de una consecuencia
temporal del actual clima de inestabilidad social, política y económica
que vivimos- que ha desatado ese furor hacia el consumismo y otros valores
externos que empiezan a minar al hombre actual. Al abrigo de estas
tendencias, han aparecido nuevos dioses en el panorama religioso que
cuentan con muchos seguidores: dinero, poder, fama, imagen, que tienen
como objetivo la liberación del hombre por la vía del poder y el
bienestar. "A los dioses antiguos -comenta Sádaba- se van sumando también
las nuevas religiones. El impulso religioso se renueva constantemente. Y
si la gente se ve frustrada inventará magias, orientalismo, autoayudas y
lo que sea. Respecto a dónde camina el hombre de hoy, soy incapaz de dar
una respuesta más o menos concreta. Sólo me atrevería a decir que podemos
continuar muchísimo tiempo en este estado de incertidumbre, dejación,
falta de democracia y dominio casi absoluto del dinero (que por cierto, ya
se divinizó hace tiempo con el nombre de Mammón(*))". Es lo que Miret
Magdalena denomina dioses horizontales, que sólo nos permiten
plantearnos las cosas a ras de tierra, haciéndonos olvidar la dimensión
superior de la vida.
Pero repasemos lo hablado hasta aquí. Estamos diciendo que el hombre es
educado bajo una determinada religión, -la que le corresponde según su
cultura- y ese rasgo llega a definir toda su vida. ¿Por qué? "Porque la
cultura, en el fondo -asegura Marina-, es una interpretación de la
realidad, de unos valores que quedarán impresos en cada uno de nosotros.
Unos valores que nunca se llegan a pensar, sólo se viven". ¿Por qué hay
que creer esto o aquello? El filósofo responde que es lo que nuestra
cultura piensa: "La sociedad legitima las creencias religiosas y, en un
proceso circular muy frecuente en estos asuntos, utiliza a su vez la
religión como gran legitimadora". Cultura-religión, religión-cultura. Este
círculo genera una serie de normas que acomodan y adormecen las
conciencias, ya que en todo momento ponen delante una especie de código de
conducta con el que comparar las acciones (moral) y obrar en consecuencia.
Otra cosa es hasta qué punto se sigue dicho código, pero éste sería otro
tema. "La rebelión moderna contra la religión -advierte Sádaba- ha
consistido en liberar a la moral de la religión. La ética es autónoma y no
tiene por qué buscarse un fundamento fuera. Las religiones, sin embargo,
han intentado justificar desde ellas mismas la moral. Es lógico, puesto
que de esta manera se completa el dominio sobre el entendimiento y sobre
la voluntad. Sólo añadiría que intereses los hay por todas partes y que
encontrar una moral realmente desinteresada es verdaderamente excepcional.
Y admirable".
José Antonio
Marina, filósofo: "Explicar, salvar, ordenar. Esas son las tres funciones
que la religión se ha esforzado en realizar"
Pero no debemos olvidar que en todas las
culturas y en todas las épocas siempre hubo gente que nadó
contracorriente, e introdujo cambios importantes en la sociedad. Son esas
personas que reflexionando y criticando esos códigos de conducta (ética)
buscaron torres más altas desde las que divisar el panorama y fueron los
primeros en elegir otros caminos que se saliesen de lo establecido, de la
rutina. Dicho en palabras de Marina ("Etica para náufragos") son aquellos
que "se ponen a salvo del gran sumidero en que puede convertirse el mar de
la realidad". ¿Cómo? Utilizando la mente, la inteligencia, el propio
potencial... y creando. "Crear es sacudir la inercia -explica el
filósofo-, mantener a pulso la libertad, nadar contracorriente, cuidar el
estilo, decir una palabra amable, defender un derecho, inventar un chiste,
hacer un regalo, reírse de uno mismo, tomarse muy en serio las cosas
serias. Todo esto es el tema de la ética, que no es una meditación sobre
el destino, sino una meditación sobre cómo burlarse del destino, es decir
del determinismo, de la rutina, de la maldad y del tedio".
Foto: M.C.Prieto |
¿TE ATREVES A
PENSAR OTRAS COSAS?
• Hagamos un viaje arriesgado. Después del itinerario por las
creencias y religiones volvemos a centrarnos en el hombre para iniciar un
nuevo recorrido. Y lo vamos a hacer de la mano de teorías innovadoras que
hoy vuelven a unir al hombre con el resto de lo creado y su creador.
Pensamos que puede ser interesante.
Asegura un grupo de científicos que "es la participación del ser humano,
como ser consciente, el que lleva a la existencia de nuestro Universo". A
esta teoría se la denomina, "Teoría del universo autoconsciente" y cuenta
hoy con muchos seguidores. Según ésta, el universo para existir necesita
de una conciencia que, valga la redundancia, sea consciente de su
existencia.
La existencia de las cosas, por tanto, vendría determinada por el grado de
creencia en ellas: crees en algo y le das fuerza con tus actos o
creaciones. Esto, -según estos científicos-, abre la posibilidad de
interactuar en un universo sin límites. Sin límite para creer -todo lo que
el individuo sea capaz de imaginar-, y sin límite para crear. ¿Algo así
como si alguien hubiese puesto el universo a nuestros pies? El profesor de
Matemática Aplicada, J.C. Gorostizaga(**) está convencido de que la
consciencia es una propiedad fundamental para el Cosmos, sin la cual no
puede llegar éste a la existencia. "Tengo una fe enorme en la mente y en
el espíritu humanos, y en el producto de su infinita creatividad. Creo
-continúa-, que la inteligencia humana está hecha a la imagen y semejanza
de la divina, y de la misma manera que la mente humana necesita de un
cosmos donde residir sus aspectos físicos, el universo necesita de mente
humana para su desarrollo pleno".
Cultura-religión,
religión-cultura. Este círculo genera una serie de normas que acomodan y
adormecen las conciencias.
Un reducido grupo de científicos, biólogos,
filósofos apoyan esta línea argumental para explicar el origen del
universo y el papel del hombre en todo ello. Una teoría bastante criticada
por sectores tradicionales que la consideran ingenua y materialista. No
obstante, la consideramos interesante y ahí está.
Después de este viaje, que esperemos no haya sido muy denso, queremos
terminar con la pregunta del principio: Y, ¿tú en qué crees? ¿te atreves a
pensar otras cosas?
(**)
www.terra.es/personal5/jcgorost/creacionismo
Para más información: -"Etica para náufragos" y "Dictamen sobre Dios" de
José Antonio Marina (Anagrama) • "Diccionario de Ética", de Javier Sádaba
(Planeta) • "El nuevo rostro de Dios", de Enrique Miret Magdalena (Temas
de Hoy) • "Enciclopedia de las religiones" de César Vidal (Planeta) •
"Psicología, ética y religión", de Esteban Pérez-Delgado (Siglo XXI).. |