Abuela de vocación, le apasiona contar historias. En
su discurso de entrada a la Real Academia habló de la literatura como
puerta a un bosque mágico, en el que las palabras cobran vida. Ana María
Matute se mueve en ese bosque como Pedro por su casa, y de vez en cuando
regala llaves, en forma de libros, para que todos sus lectores puedan
entrar.
"¿Sabes qué es un premio? Ese
muchacho o esa muchacha que viene con ‘Olvidado Rey Gudú’ y me dice: es el
mejor libro que he leído en mi vida, lo he leído tres veces"
"La vejez no es mala, es
maravillosa. En mi caso hace que el amor sea más grande"
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Texto: Rami Ramos / Fotos: M.A.Oliva
Ana María
Matute nos recibe en su casa de Barcelona. Ella misma abre la puerta y nos
encontramos ante una anciana frágil, que camina con muleta -"tengo alguna
vértebra magullada"- y a la que hay que hablar en un volumen parecido al grito.
"Estoy bastante sorda", advierte. Y luego rectifica: "No: soy bastante
sorda". Y se ríe.
Esa risa lo cambia todo, y la aparente debilidad se desvanece como un sortilegio
creado por alguna de las hadas de sus historias. La fuerza llega en todas sus
palabras, se enlaza con sus gestos, rubrica sus frases. "Si estás viva, estás
viva", afirma. Y basta mirarla.
-Escribió literatura cuando aquello no era
cosa de mujeres. Se separó durante el franquismo, cuando nadie lo hacía... ¿No
tiene la sensación de haber ido contra corriente?
-Sí que habían escrito mujeres, tampoco hay que ser tan drástico. Antes que
yo estaba Carmen Laforet, lo que pasa es que yo fui una de las pioneras, eso sí.
Con lo de ir contra corriente, ¿a ti que te parece?. Yo creo que he estado
siempre en el momento adecuado, diciendo las cosas que tenían que decirse.
-¿Qué hace una mujer como usted en la Real Academia Española, donde hay
mayoría absoluta de varones?
-Hay una cantidad de señores venerables a los que yo respeto mucho y que
tienen una labor, sin cobrar una peseta, muy grande y muy buena. Solamente puedo
decir eso.
-Ha obtenido casi todos los galardones literarios: Premio Nacional de
Literatura, Gijón, Planeta, Nadal, varias nominaciones al Nobel... ¿Qué es lo
más importante de recibir un premio?
-¡Bah! La mitad se olvidan, los más importantes no están. Yo los premios
importantes los recibí cuando era muy joven, cuando empezaba a escribir y me
ayudaron a salir adelante, ahora me importan una higa. ¿Quieres que te lo diga
más claro o te lo dibujo? No me importan. ¿Sabes qué es un premio? Ese muchacho
o esa muchacha que viene con Olvidado Rey Gudú y me dice: "es el mejor
libro que he leído en mi vida, lo he leído tres veces". Éste es el mejor premio.
-¿Cree que se fomenta actualmente la lectura en los jóvenes?
-No lo sé, no estoy en ese mundo, pero creo que hay deficiencias. A los
niños no se les tiene que obligar a leer, hay que hacerles comprender que es un
placer.
-¿Usted tiene nietos?
-No me dejan ser abuela, ya querría. Tengo muchos sobrinos, sobrinos-nietos,
y no hay nada que me guste más que sentarme con ellos, se ponen alrededor mío y
yo les cuento cuentos, como a mí me gustaba que me los contaran. Es maravilloso.
-¿Le gusta la soledad?
-No sé si me gusta, pero es mi habitáculo. Es algo que me va.
-Cuando era pequeña y la castigaban estaba encantada de que la dejaran sola
en una habitación.
-Encantada de la vida, me dejaban en un cuarto oscuro, el cuarto de los
armarios, y me lo pasaba fenómeno. Una vez (ya lo he contado tantas veces que me
da vergüenza volverlo a contar) me saqué un terrón de azúcar que había en mi
bolsillo, lo partí y salió una luz azul. Os juro que es verdad, y yo pensé "soy
maga". Lo que estaba siendo era escritora.
-Que es ser una especie de maga.
-Claro que sí. Escribir, como todo lo importante en la vida, es magia.
-¿Qué le ha aportado la vejez, si no le importa que la llame vieja?
-Qué me va a importar, la vejez no es mala, es maravillosa. Te da muchas
compensaciones, por lo menos a mí, y creo que en general. Te da una
condescendencia, no en el sentido de "qué buena que soy", sino que cuando ves a
alguien subiéndose por las paredes tú piensas: "ya te bajarás". ¿Entiendes? Pero
con mucho cariño, con mucho amor. La vejez tal vez hace que el amor sea más
grande, por lo menos en mi caso.
-¿Tiene miedo a la muerte?
-Siempre le he tenido mucho miedo, porque no sé lo que es.
-Sin embargo, cree que hay algo más allá.
-Estoy totalmente convencida de que mis pensamientos, mis deseos, mi amor,
todo lo que yo he tenido que no es carnal, no se va conmigo, eso no desaparece.
-Ha afirmado que no se siente orgullosa de pertenecer a la especie humana,
pero que sigue creyendo en el ser humano. ¿Por qué esa persistencia?
-¿Conoces la saga del Rey Arturo? ¿Sabes que hay un muchacho que encontró el
Grial? Por eso creo: hay que encontrar el Grial.
-¿Usted lo ha encontrado?
-Yo creo que, particular y modestamente, sí, pero que yo lo haya hecho no
significa nada. Para mí el Grial es el amor, para otros no sé. Yo he conocido el
amor de una manera profunda, tremenda. Es la exaltación de lo mejor de ti mismo.
Cuando amas todo te parece maravilloso, todo el mundo es bueno.
-¿Muchos problemas de la humanidad se arreglarían con eso?
-Por supuesto, con el amor, con la comprensión, con el saber meterte en la
piel del otro.
-¿Cómo descubrir ese amor mágico en la vida?
-Al igual que la amistad, que se parece mucho al amor, se encuentra, no se
busca. Llega y te ilumina, te incendia y ahí está. Y te puedes pasar toda una
vida sin encontrarlo, me lo decía mi amor: ¿no te das cuenta, Ana María, de que
la mayoría de la gente nace, vive y muere, sin saber lo que tú y yo conocemos?
Pues sí, y me da mucha pena. ∆ |