
TEMA DEL MES -
PELEAR POR LA ENERGIA

"Con el poder en manos de Karzai, Washington consigue en
Afganistán una posición más que aventajada a la hora de explotar las
riquezas de una región que guarda un quinto de las reservas
mundiales de petróleo"
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Actualmente, la mayoría de los
conflictos que estallan en cualquier parte del mundo tienen un origen común,
a veces explícito, a veces encubierto: el acceso a los recursos naturales y
a las fuentes de energía.
Los ejércitos de hoy en día pelean por el petróleo, por el agua, por las
tierras fértiles, por los minerales, etc. Así, se configura, según nos
comenta el periodista Miguel Jiménez, el mapa de las guerras actuales.
-Hay numerosos conflictos bélicos desarrollándose hoy en día
en el mundo, sin embargo sólo se le da eco a una pequeña parte. ¿Por
qué?
-De los cerca de cincuenta conflictos bélicos que sacuden el
planeta apenas diez tienen una presencia continuada en los medios de
comunicación. La mayoría de estos conflictos se producen en países del
Tercer Mundo, especialmente en Africa, y son silenciados ante la
comunidad internacional bien por esconder ciertos intereses económicos
o políticos de los Estados occidentales, o sencillamente, por razones
ligadas a los intereses comerciales de los propios medios. Sin
embargo, en muchas ocasiones, cuando uno de estos conflictos olvidados
llega a las páginas de los periódicos del Norte o alcanza a
convertirse en un breve de las noticias del telediario, la noticia no
es analizada en la totalidad que requiere, sin ir más lejos, no se
cuenta al lector o al telespectador, el porqué de ese conflicto.
-¿Y cuál es el porqué? ¿Cuáles son las razones de estas guerras?
-El mundo está plagado de conflictos más o menos trascendentes, más
o menos crudos, más o menos silenciados: el conflicto por Cachemira entre
India y Pakistán, las guerras que asolan Liberia, Guinea o Sierra Leona, las
luchas larvadas en la región del Cáucaso, el problema del Sáhara Occidental,
la grave guerra del Congo... Y sin embargo, sólo unos pocos de ellos, como
los conflictos relacionados con el terrorismo de Irlanda o el País Vasco, o
el violento desmembramiento de Yugoslavia, tienen sus raíces en un odio
basado en la situación política, social o étnica verdaderamente compleja,
fruto de los avatares de la historia. Son problemas que poco tienen que ver
con la riqueza de su suelo, con las materias primas con que cuentan, o
incluso, con la economía de los actores enfrentados, porque su base radica
en la política, en la historia. Pero otros conflictos, como los que antes
comentaba, jamás se comprenderían si no tuviésemos en cuenta las grandes
riquezas que entran en juego. ¿Hubiera tenido sentido la guerra de Biafra si
esta región de Nigeria no fuese uno de los principales yacimientos de
petróleo?
-Con el fin de la Guerra Fría se esperaba que el número de conflictos
bélicos se redujera drásticamente, sin embargo no ha sido así. ¿Qué papel
representan en estos conflictos los factores económicos?
-Lo cierto es que la ideología ha dejado de ser el factor clave que
provocaba los enfrentamientos, ahora es el factor económico el que juega un
papel fundamental en el estallido de las guerras. A pesar de todo, no
siempre los medios de comunicación occidentales mencionan este aspecto clave
cuando hacen referencia a estos conflictos. En multitud de ocasiones,
contiendas tan complejas como la de Sudán, se reducen a una simplísima lucha
entre musulmanes y cristianos. Cuando la guerra entre el Gobierno del norte
y los grupos rebeldes del sur de Sudán es, en gran medida, una lucha por el
control de los recursos naturales.
-¿Qué otros intereses, aparte de la anunciada cruzada antiterrorista, se
movieron en el ataque de EE.UU. contra Afganistán?
-La reciente Guerra de Afganistán fue un acto de venganza contra el
país que acogía a la organización terrorista de Bin Laden, Al Qaeda, pero
con su actuación sobre Kabul, EEUU también ha logrado una victoria
estratégica impresionante en una región que no es rica, salvo en opio, pero
que está rodeada por las repúblicas ex soviéticas que sí lo son. Hasta la
caída del régimen talibán, Afganistán era el quebradero de cabeza de las
multinacionales rusas, inglesas y americanas que, por seguridad, debían
esquivar este territorio situado en la ruta de paso hacia el mar. Los
intereses económicos occidentales precisaban un Afganistán en paz o con vías
comerciales seguras que permitiesen acceder al gas y al petróleo de
Turkmenistán y Kazajistán, al oro de Uzbekistán, a la plata y el uranio de
Tayikistán. Con el poder en manos de Karzai, Washington consigue una
posición más que aventajada a la hora de explotar las riquezas de una región
que guarda un quinto de las reservas mundiales de petróleo.
-¿Y la anunciada ofensiva contra Irak?
-Las recientes amenazas de George W. Bush a Saddam Hussein vienen a
ampararse en su lucha contra el terrorismo internacional y su famoso "Eje
del mal" pero, en realidad, EEUU juega con el recuerdo continuo del 11-S
para eliminar a un dirigente al que apoyaron durante los tiempos de Jomeini
y el miedo a una expansión de la revolución islámica, y que ahora se les ha
hecho incómodo. Partamos de cero: ¿Se lanzaría EEUU a una campaña contra
Irak si este país no fuera uno de los mayores productores mundiales de
petróleo? La respuesta es clara.
Pero además se presenta una coyuntura muy favorable: tras el 11-S y la
guerra afgana, EEUU se siente legitimado para eliminar a Hussein. Irak no
puede hacer frente al gigante americano tras los muchos años de bloqueo
internacional; el temor a un cambio de poder en Arabia Saudí (principal
aliado de EEUU en la zona y primer productor de petróleo del mundo)
propiciaría una grave crisis mundial que con la "conquista" de Bagdad podría
minorarse; y además, Washington cuenta con el apoyo destacado de Gran
Bretaña, Italia y España, entre otros, que saldrían beneficiados de la
eliminación de Saddam Hussein como dirigente del país.
De todas formas, Irak no es el único país donde se acoge a terroristas, o
capaz de crear armas de destrucción masiva, lo que sorprende es la prioridad
de Washington por este Estado. Después de todo, si en 1991, tras la Guerra
del Golfo, no derrocaron a Saddam Hussein fue porque no encontraron un
sustituto mejor, ahora lo que pretenden es terminar el trabajo comenzado
entonces. Por ello ya han entablado conversaciones con varios líderes de la
oposición iraquí. Aún así, y a pesar de la agresiva política exterior
estadounidense, el principal responsable de la situación de pobreza en que
se encuentra la población iraquí sigue siendo Saddam. ∆ |