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El deporte de élite ha llegado a convertirse en un auténtico fenómeno de masas que no sólo atrae al público en general, sino a intereses políticos y económicos.

 

¿EN QUE SE HA CONVERTIDO EL DEPORTE DE COMPETICION?
 

EL deporte de competición hoy es un fenómeno de masas que mueve importantes sumas de dinero e intereses, muchas veces ajenos a lo meramente deportivo.
En medio de todo esto se encuentran los deportistas que se ven obligados a llevar sus capacidades al límite del rendimiento humano. El doping hace su aparición, los listados de sustancias prohibidas se suceden y comienza una caza de brujas.

Texto: Mariló Hidalgo

Dicen los antropólogos que la afición del hombre por el deporte está escrita en los genes. Tiene su origen en el instinto cazador, guerrero, competitivo y aventurero que está vivo en el ser humano desde el principio de los tiempos. Según esta teoría, hoy al igual que entonces, el hombre estaría respondiendo psicológicamente a ese impulso ancestral a través de distintas fórmulas que en el fondo guardan la misma esencia. Por tanto, lo que separa a aquel hombre que aparece en las pinturas rupestres con una lanza en la mano preparándose para abatir a un mamut, del lanzador de jabalina de nuestros días, es sólo el tiempo.
Desde entonces en todas las culturas ha estado presente la práctica del deporte. Ha llegado a convertirse en un auténtico fenómeno de masas que no sólo atrae al público en general, sino a intereses políticos y económicos. Si en el pasado se hizo célebre la frase de "Lo importante no es ganar sino participar", hoy en el deporte de alta competición una décima de segundo o un centímetro es lo que separa el éxito del fracaso y el deportista no se conforma sino con ganar a cualquier precio.
Los resultados y las marcas deportivas tienen importantes implicaciones económicas, de ahí que exista una carrera contra reloj encaminada a buscar el incremento del rendimiento deportivo, a veces con consecuencias nefastas para el deportista. Aquellos ideales olímpicos de Citius, Altius, Fortius, hoy se encuentran en entredicho al planear la sombra del doping sobre el deporte de la alta competición.
Después del esquí, el ciclismo y el atletismo, el fútbol será el cuarto deporte que someta a sus jugadores a controles antidoping, como recientemente ha señalado el presidente de la Comisión Médica de la FIFA. Y es que los contratos millonarios, las cláusulas de rescisión, las inversiones televisivas espectaculares, Internet y la publicidad de las grandes marcas comerciales, han multiplicado los ingresos de los clubes y han convertido a los deportistas en auténticos iconos rentables que están obligados a ofrecer un espectáculo acorde con los millones invertidos. Los partidos se suceden sin apenas dar tiempo a los jugadores a reponerse de la sobrecarga muscular y de las lesiones. "En la actualidad el 80% de jugadores, especialmente los delanteros -explica Juan Manuel Gozalo, de Radio Gaceta de los Deportes de RNE-, no están jugando al 100% de sus posibilidades en los partidos. ¿Por qué? Porque reciben golpes, la recuperación no es total, son infiltrados para que no sientan el dolor, y eso además de no curar las lesiones lo que hace es ocultarlas, producir secuelas que a la larga derivan en lesiones importantes. A mí me parece que en estas condiciones no se debe jugar al fútbol".

En el ciclismo, una diferencia de unos pocos segundos, aunque sea después de cientos de kilómetros de dura competición, marca la diferencia de unos cuantos millones más o menos en el
contrato.

El ciclismo, que está considerado como uno de los deportes más duros, ya que se apoya básicamente en aspectos físicos del deportista más que estratégicos o de técnica, tampoco está exento de críticas. "Mantener un rendimiento máximo durante 21 días en una prueba como el Tour de Francia o cualquier otra por etapas, es un objetivo que se consigue en ocasiones con el uso de sustancias que están situadas al borde de lo permitido", asegura el médico José Antonio de Paz, especialista en medicina deportiva". No es ningún secreto que las vitaminas, las sales o los goteros de glucosa forman parte del tratamiento de recuperación que reciben muchos ciclistas después de una carrera. Hasta aquí todo puede entrar dentro de lo que se considera permitido, pero un día los organizadores deciden incorporar etapas más duras, más días de competición, más puertos de montaña con pendientes que nunca antes se habían hecho, más espectáculo que ponga a prueba la capacidad de estos deportistas. A menor tiempo, mejor sponsor. En el ciclismo una diferencia de unos pocos segundos, aunque sea después de cientos de kilómetros de dura competición, marca la diferencia de unos cuantos millones más o menos en el contrato. "Los ciclistas son víctimas de la hipocresía de la gente -asegura el doctor De Paz- que no sólo les solicita que recorran cerca de tres mil kilómetros a lo largo de tres semanas, sino que, además se les exige que ganen la carrera". Y ofrezcan espectáculo, lo que genera por otro lado, una infatigable búsqueda de sustancias que ayuden a luchar contra la fatiga y mejoren el rendimiento.
El esquí -como comprobamos hace muy poco con el caso Johann Muehlegg- y el atletismo -Ben Johnson o Florence Griffith-, no se libran de esta presión. "El deporte de alta competición -asegura el doctor Berral de la Rosa, profesor de Medicina Deportiva en la Universidad de Córdoba- está provocando que el cuerpo humano esté llegando a unos límites insostenibles y que el deportista de élite se convierta en un enfermo potencial que tendrá graves problemas en un futuro". La famosa Nadia Comaneci, por ejemplo, hoy sufre graves problemas en la columna vertebral. Carl Lewis padece grandes dolores a causa de una artrosis progresiva, y a todos nos sorprendió la noticia de la muerte súbita de Florence Griffith (se achaca su fallecimiento al dopaje), la mujer más rápida de la historia del atletismo, después de haber conseguido tres medallas de oro en las Olimpiadas de Seúl. "El deportista nace -continúa el doctor De la Rosa- y tiene unas cualidades que hay que potenciar para llegar a un alto nivel, pero hay que ser conscientes de los riesgos que puede provocar para su salud futura, ya que la alta competición reduce la calidad de vida".

Qué es el doping
Marcas cada vez menores, retos mayores... ¿Hay cuerpo que pueda aguantarlo? Para muchos traspasar determinados límites es sólo posible con la ayuda de los fármacos. "La mayoría de los participantes en el deporte de alto rendimiento (deportistas, entrenadores y "científicos") parecen tener asumida la inevitabilidad del doping", apunta José Ignacio Barbero, profesor de Sociología del Deporte. Y habría que preguntarse por qué.
La medicina ha sido desde siempre una aliada de los deportistas a la hora de hacer frente al sacrificio y al sufrimiento que implican determinados deportes, pero la línea que separa esta ayuda del dopaje no está clara y es objeto de polémica.
Para Juan Antonio Corbalán, ex-baloncestista olímpico, jugador del Real Madrid y de la Selección en 117 ocasiones, y especialista en Medicina Deportiva "el límite estaría en aquellas situaciones que no conforman un riesgo añadido a la salud del paciente o deportista por encima del que ya está implícito en la propia actividad física. No debemos olvidar que el deporte es una carrera hacia la excelencia y eso tiene sus riesgos". Riesgos que, lógicamente, asume cada deportista. Algún atleta en privado, considera que cualquier sistema de entrenamiento de alto rendimiento puede llegar a ser igual o más perjudicial que cualquier sustancia considerada como doping. "En mi opinión dice- es tan malo o peor incluso que cualquier sustancia dopante, una de mis sesiones de pesas en las que mi columna vertebral se ve literalmente aplastada por los 150 kilos que me toca levantar repetidas veces". Para un preparador deportivo con muchos años de experiencia, que no ha querido dar su nombre porque aún está en activo, la raya que delimita el doping de la ayuda al deportista "está en la lista de sustancias dopantes. Una lista por cierto muy polémica. Primero por la definición de doping: sustancia ajena al organismo que pueda incrementar el rendimiento en la práctica deportiva. Dicho así, el hierro o la glucosa moderna que ingiere un deportista podría ser doping. Segundo porque muchos de los medicamentos que allí se contemplan son también de uso normal".

En base a esta definición, el Comité Olímpico Internacional elaboró una lista de sustancias prohibidas que se va actualizando cada año a medida que se descubren otras nuevas. Pueden ser elementos químicos de muchos tipos: anabolizantes, analgésicos, narcóticos, anestésicos locales, corticoides, hormonas. O el denominado dopaje sanguíneo que consiste en utilizar fracciones de sangre para mejorar el rendimiento. No obstante, muchos especialistas coinciden en señalar que este es un tema muy controvertido y politizado. ¿Por qué? Miembros de la Comisión Nacional de Antidopaje aseguran que no existen informes que demuestren por qué unas sustancias son malas por encima de un determinado porcentaje. "No existen informes -insisten- y a la hora de analizar el asunto nunca se cuenta con los médicos. Los gobiernos están haciendo listas de sustancias sin preguntarnos qué pensamos". Para el doctor José González especialista en Medicina Deportiva, "el dopaje es todo aquello que supone una adulteración de la competición y lo que atenta contra la salud del deportista. No se puede considerar sólo dopaje a los anabolizantes y la eritropoyetina (EPO), sino también la aceleración de la recuperación forzada de los deportistas -inyectando suero tras el esfuerzo, por ejemplo- y el entrenamiento tres veces al día, como sucede en algunos equipos". Está claro que nos encontramos ante un fenómeno confuso. "En este marco, las implicaciones de carácter ético, social o político no tienen mucho sentido y el problema del doping se reduce, en la práctica, a la lista de sustancias prohibidas, a los procedimientos de detección, al esfuerzo por evitar a toda costa dar positivo en los controles", explica el profesor Barbero.

 

"Si el deporte fuese sólo amateur no habría ni un solo científico que perdiera su tiempo investigando sustancias dopantes. Todos los que intervienen son mercaderes de una situación muy rentable, a costa de la salud de los deportistas"
Foto: Fer

Se buscan culpables
Parece ser que al final son los médicos los principales responsables del dopaje y los deportistas las víctimas, al menos eso aseguran los principales responsables del dopaje de la Real Federación Española de Fútbol, por ejemplo: "El facultativo de cada club debe viajar y estar presente en todos los entrenamientos porque el deportista no tiene por qué saber lo que toma, es responsabilidad del profesional sanitario. Cualquier producto que facilita el médico al jugador, debe ser prescrito con receta". No obstante, los hechos parecen demostrar que la cuestión es más compleja. El ex-baloncestista y doctor Corbalán cree sinceramente que "si el deporte fuese sólo amateur y nadie ganara un duro, no habría ni un solo médico y ni un solo científico que perdiera su tiempo investigando sustancias dopantes. Todos los que intervienen son mercaderes de una situación y un mercado que ahora mismo es muy rentable y que se está realizando a costa de la salud de los deportistas". Postura que apoya y amplía Juan Manuel Gozalo: "La responsable de todo esto es la sociedad competitiva en la que vivimos, que exige permanentemente marcas, esfuerzos, sacrificios y éxitos. Después está el dinero que se mueve en el deporte donde se ganan millones y triunfos. Y por último, están los protagonistas, que son los que mandan. Si juegan tantos partidos -en el caso de los futbolistas-, es porque ellos quieren. Si se plantaran y se negaran a jugar 70 partidos al año porque ven que eso puede acabar con su salud... esto se terminaba. Pero son ellos los primeros que están interesados en esto. Son pocos años de profesión -cuatro o cinco- y a cambio hacen una buena bolsa, así que eso mismo les genera un estado de ansiedad que en muchas ocasiones les incita a echar mano de cualquier cosa para aumentar su rendimiento. Así que creo que el dopaje es una batalla perdida con muchos intereses creados: los dirigentes deportivos permiten que cada día se encuentren nuevas drogas y fármacos y aumente la lista de prohibidos -llegará un momento donde el deportista no podrá tomarse un vaso de leche con una aspirina-. Por otro lado, tampoco se impide que a un deportista se le siga sacando el alma en los partidos, las carreras, etc. porque eso es bueno para el deporte español, para sus medallas y sus éxitos". Se trata de un juego lleno de intereses. "El control antidoping -aclara el profesor Barbero- y los esfuerzos por burlarlo se asemejan a un juego de persecuciones en el que el cazador resulta casi siempre desbordado por la habilidad, sabiduría y poder de su presa. Se fuerza al descubrimiento de nuevos productos y procedimientos no previstos originalmente por quienes diseñaron las prohibiciones; se fomenta una espiral en la que, según relatan algunos autores, se ha llegado incluso a experimentar la implantación de chips musculares".

"Hay que ser conscientes de los riesgos para la futura salud del deportista, ya que la alta competición reduce la calidad de vida"

Recientemente el caso Guardiola puso encima de la mesa una vez más, las lagunas que existen en torno al tema del doping -tanto a la hora de detectarlo, como de sancionarlo-. Según asegura un preparador deportivo, "nadie ha sabido aclarar aún si ingirió o no nandrolona, o si hubo un error en los análisis o error en los suplementos nutricionales (vitaminas) que él tomaba". Como se ha demostrado, no existen cauces serios ni dosis que puedan comprobarse, además "según el laboratorio al que vayas te da un resultado u otro -señala Juan Manuel Gozalo-. Y ocurre otra cosa muy curiosa. Mientras a él esto le supone tres meses de retiro, a un ciclista le puede costar dos años de sanción. Existe una doble moral que discrimina según qué deporte. No es lo mismo sancionar a un futbolista que está metido en un poderoso círculo económico, político e informativo que mueve masas, que a un ciclista que, hoy por hoy, está más desprotegido".
En estos momentos, teoría y práctica no van de la mano. Para el profesor Barbero, ese discurso del juego limpio, la salud, la igualdad entre los competidores no coincide para nada con lo que tiene lugar en la práctica: uso de fármacos, influencia de los comités. "Se trata de una situación que muchas personas vinculadas al deporte de alto rendimiento califican, en privado de hipocresía generalizada, y que no puede ser abordada de forma aislada ni con remedios parciales. El dopaje puede servir, pues, de pretexto para cuestionarse los significados y funciones del deporte en la sociedad actual y, de paso, para reflexionar sobre el tipo de cultura física dominante", concluye.
Es curioso que en torno a esta cuestión se hable tanto de prohibición, de ética, de buenos y malos, y quede de lado un tema tan importante como la educación del deportista. Los valores que se inculcan a ese joven que empieza. Cómo se le enfoca el sentido del deporte, el esfuerzo, la lucha, la superación, la dignidad o el cuidado y respeto de su cuerpo. Dónde queda en todo ello la preparación de su mente y de su espíritu para poder enfrentarse a todas las adversidades que le vengan. ¿Quién le enseñará a soñar sin límite y a no esclavizarse por ello? Padres, profesores y entrenadores tienen aquí una parte muy importante. Pero también el espectador, el periodista, el empresario, el político, el socio de un club, el deportista, los directivos, la publicidad...

 

"El cuerpo humano está llegando a unos límites insostenibles. El deportista de élite se convierte en un enfermo potencial que tendrá graves problemas en un futuro"
Foto: J.M.López

 

Doping y listas negras
Por Miguel Vicente Pedraz
Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. INEF de la Universidad de León

Gran parte de los esfuerzos que actualmente se están dedicando al estudio del fenómeno doping se plantean como primera necesidad llegar a una definición precisa de las sustancias y manipulaciones que se consideran fraudulentas con el objeto de evitar malentendidos y poder determinar claramente quién, en esto del deporte, es leal a los principios y quién es un impostor. Desde mi punto de vista soslayan "olímpicamente" explicar por qué unas cosas se permiten y otras se prohíben, maquillando las definiciones con muy aparentes monsergas que ya nadie puede deglutir. Ya sabemos lo que dice el discurso oficial: se prohíben aquellas ayudas artificiales que atentan contra la igualdad de oportunidades y perjudican la salud del deportista. Y para decidir cuáles son esas ayudas, que hablen los técnicos.
Este discurso se elabora sin demasiadas complicaciones: unos cuantos principios de pseudoética y alquimia, algunos redentores distinguidos, unos pocos acólitos laureados y dispuestos a enarbolar las banderas de la "virtud", también cómo no, algún proscrito que siendo la excepción pueda confirmar la "Regla", y los componentes del ritual ya están dispuestos. En todo este carnaval, el doping es el tabú en tiempos de abstinencia; vulnera los "principios de ética y salud deportiva"; adultera las esencias beatificadas en el "código sagrado" de la autenticidad y de la honradez; mixtifica y corrompe el "verdadero deporte", lo convierte en un sucedáneo, etc. Y, después de todo, la única objetivación posible de doping es la lista de pócimas que los oficiantes de la "Regla" dictaminan.
Con el mito, en este caso, no se resuelve el problema; por el contrario, es precisamente la mejor manera de evitarlo. Y es la mejor manera de evitarlo porque elude cuestionar el propio código establecido. Elude cuestionar, por ejemplo, la propia "esencia" del deporte: los de la selección y especialización temprana que, me parece a mí, en nada contribuyen a la salud y a la formación; la ética del entrenamiento intensivo y exhaustivo; la instrumentación del deportista al servicio de intereses de clase; la instrumentación del público, el fanatismo; el racismo y el clasismo y el machismo y muchos más "ismos", bastante más inherentes al tinglado deportivo que los mandamientos del "fair play" y el "corpore sano". Para escapar a estos trances y mantener la farsa, con sus pingües beneficios, construye una ética de altos vuelos (donde no faltan ídolos, sermones y fanfarrias) la cual una vez naturalizada y consagrada, no permite el más mínimo repaso: adhesión incondicional y cómoda supervivencia en el olímpico lecho de las apariencias.

Los contratos millonarios, las cláusulas de rescisión, las inversiones televisivas y la publicidad de las marcas comerciales, han multiplicado los ingresos de los clubes y obligan a los deportistas a ofrecer un espectáculo acorde con los millones invertidos.

Pero los "virus" contra la pureza del deporte siempre han estado presentes. Primeramente fueron las mujeres las que, no contentas con ser portadoras de las guirnaldas que engalanaban a los vencedores, se empeñaron en emular las gestas varoniles atentando, en los mismos albores de las olimpiadas modernas, contra uno de los principios más inquebrantables de las esencias del deporte (también entonces se esgrimían razones médicas para disuadir su participación). Después, o quizás al tiempo, ha sido la "lacra" del profesionalismo que, según los baroncitos desocupados que se inventaron la sustancia del deporte, vulnera los principios de igualdad y lealtad (aquí las razones no son médicas, menos mal). También la deportiva neutralidad ideológica, política, cultural, etc. tuvo sus virus y, aunque la hipocresía de la mitología deportiva se empeñó en esconderlos, a veces, no le quedó más remedio que recurrir a la respiración artificial. Pero, con mejor o peor fortuna, estos mitos, poco a poco, se han ido derrumbando. Y es que, más tarde o más temprano, todos los mitos caen.
Ahora es el mito del atleta natural el que se tambalea, y resulta que el "virus" que lo contamina es endémico. Los cruzados de la pureza, en nombre de los dioses del Olimpo, toman posiciones, enarbolan sus banderas y dispuestos para la guerra santa, nos amenazan con las antiguas murgas de las esencias del deporte.
No sé cuanto tiempo pasará para que los elixires milagrosos se admitan sin rubor. Pero cuando esto suceda, cuando las listas negras desaparezcan, estaremos todos un poco menos engañados. ∆

Para más información: "Drogas y deporte: farmacología del doping" del Instituto Deusto de Drogodependencias (1995) • "Perspectivas de la actividad física y el deporte", Revista del Inef. Universidad de León (1993). En internet: www.inef.unileon.es  • www.diariomedico.com  • www.elmundo.es  • www.saludalia.com.

 

Sustancias y efectos

El Comité Olímpico Internacional publica periódicamente una lista de sustancias prohibidas, subdivididas en tres grupos principales de agentes dopantes:
-Sustancias Dopantes: Estimulantes (incrementan la alerta, reducen la fatiga e incrementan la competitividad y hostilidad), narcóticos (reducción del dolor agudo), agentes anabolizantes (incrementan la masa y fuerza muscular), diuréticos (ayudan a perder peso rápidamente) y hormonas peptídicas (entre ellas la hormona del crecimiento y la eritropoyetina 'EPO').
-Métodos de dopaje: Dopaje hemático (técnicas y fármacos que, modificando la composición de la sangre, mejoran su capacidad de transportar oxígeno a los tejidos) y manipulación farmacológica, química o física de la orina sometida a análisis.
-Sustancias sometidas a algunas restricciones: alcohol, marihuana, anestésicos locales, corticosteroides y betabloqueantes.

Efectos
- Los anabolizantes pueden producir en las mujeres una virilización, aumento del hueso tricoides y alteraciones en la función sexual. En ambos sexos puede generar alteraciones hepáticas y hasta posibles tumores cancerosos tardíos. Por otro lado el aumento de la masa muscular sin que los ligamentos estén preparados para ello puede provocar roturas como el tendón de Aquiles o en el rotuliano.
- El uso continuado de narcóticos puede generar dependencia. Además aumenta la toxicidad cardíaca con posibilidad de arritmias y muerte súbita.
- La autotransfusión (dopaje hemático) y la EPO son los dos métodos más empleados por los deportistas como antídotos para resistir la fatiga. Especialmente la EPO, tiene graves efectos colaterales -según los especialistas médicos- sobre todo, derivado del aumento de la viscosidad de la sangre: hipertensión, crisis epiléptica, anemias de hierro, leucemia, reacciones alérgicas, anomalías en los glóbulos rojos por hiperestimulación de la médula ósea, alteración en la coagulación de la sangre, etc. ∆

 

 FUSION OPINA

Existió un tiempo en que el deporte era simplemente deporte. Es decir, ejercicio físico, superación sana, competición limpia.
El hombre siempre quiso dominar su cuerpo, usar la mente para sacar el máximo rendimiento. A todo ello, sumar la sensación de salud, de bienestar, de "estar en forma".
Pero un día, la sagaz mirada del especulador se pasó sobre el deporte, y vio que podía ser un buen negocio. A partir de ahí, el deporte perdió su pureza y el deportista se convirtió en una máquina de hacer dinero. Pero para hacer dinero hay que ser el mejor, y para ser el mejor hay que exprimir el potencial del cuerpo. Y el cuerpo tiene una lógica, una respuesta lógica.
A partir de ahí entra el estimulante, el método prohibido, el forzar la máquina para que ésta dé más rendimiento.
Entonces el deporte muere y se convierte en empresa, y los deportistas en empleados, asalariados, víctimas de su propio afán.
Ya no sirve hacer deporte, sólo vale ganar. Es más, tampoco vale ganar, hay que batir records, superar niveles, hacer lo imposible.
Los que alcanzan el olimpo son envidiados por los que comienzan y sueñan llegar tan alto. Y los cuerpos protestan y se rompen.
Y los deportistas "dioses" se molestan lo justo. ¿Para qué más?
Ya no se busca el equilibrio "mente sana en cuerpo sano", ahora la mente cedió su terreno a la cuenta bancaria, y el cuerpo se entregó a la droga que lo potencia y lo destruye.
¡Qué fácil sería hacer que todo volviera a sus orígenes! ∆

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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