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¿QUIÉN TEME LA JUSTICIA?
Foto: (c) ACNUR

 

TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL

¿QUIÉN TEME LA JUSTICIA?

Desde siempre los pueblos llevan reclamando justicia, y en este mundo cada vez más globalizado los ojos se vuelven hacia los tribunales internacionales, con autoridad para juzgar altos mandos militares y políticos sin tener en cuenta las fronteras. Pero frente al sentir de gran parte del mundo occidental, EEUU, Israel, China, Irak o Libia se oponen firmemente a un tribunal con autoridad global.

Texto: Marta Iglesias

Ya antes se venía padeciendo la falta de un organismo que juzgara atrocidades cometidas contra la humanidad, aunque la gota que colmó el vaso e impuso la necesidad de una justicia neutral para todos los países fue la guerra de la antigua Yugoslavia. Le siguieron las matanzas de Ruanda. Casi con un pie en el siglo XXI no se podía permitir que los países tratasen con semejante desprecio la vida humana y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decretó en 1993 la posibilidad de formar tribunales especiales para juzgar crímenes contra la humanidad, situaciones que pudiesen desencadenar guerras o situaciones de catástrofe masiva. Fue a partir de esta legislación impuesta cuando nacieron el Tribunal Penal Internacional de La Haya (1993) y el Tribunal Penal Internacional de Tanzania (1994). Hasta el momento no les han llovido más que críticas. En Tanzania el Tribunal no ha logrado sentar en el banquillo a ningún cargo realmente representativo. Por su parte, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya centra todas las miradas, inmerso como está en el juicio a Milosevic, acusado de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio. Es el primer dirigente de un país sometido a la justicia internacional y el juicio centraliza las esperanzas de mucha gente: víctimas de su política en la ex-Yugoslavia y ciudadanos de todo el mundo que ven un camino para que sus causas puedan ser juzgadas fuera de su país. Pero frente a los pasos vacilantes del Tribunal, se encuentran las críticas. Por un lado Milosevic no reconoce la legitimidad del tribunal que le juzga y por otro EEUU está decidido a cerrarlo. Pierre-Richard Prosper, embajador especial estadounidense para supervisar los crímenes de guerra declaró que "la integridad de ambos tribunales y el profesionalismo de las personas que los dirigen se han puesto en entredicho tras varios alegatos de corrupción y abuso de poder". Este esfuerzo estadounidense por cerrar los Tribunales Penales de la ONU "está en el contexto general de que EEUU ha vuelto a lo unilateral". Declara Magdalena M. Martín Martínez, profesora de Derecho Internacional de la Universidad de Málaga: "A este país ya hace tiempo que no le interesa ninguna organización internacional, ni ningún tema internacional. Además el coste de estos tribunales es bastante alto y depende de Naciones Unidas, del que EEUU es el principal aportador. Así que sus motivos se reducen a ahorro, por una parte, y al rechazo a los foros internacionales, por otro". De manera que el embajador especial estadounidense ya ha puesto una fecha de cierre para estos tribunales -2007 ó 2008-, con el consiguiente malestar por parte de la ONU, que es el único organismo con autoridad competente en el caso, y de Europa, que apoya masivamente estos Tribunales.

La nueva Corte Penal Internacional

Pero mientras que el Tribunal Internacional de La Haya y el Tribunal Internacional de Tanzania partieron de una decisión unilateral de la ONU, en este momento asistimos al nacimiento de un organismo votado sólo por los gobiernos interesados en una justicia global. Para ello nos remontamos a 1998, cuando tuvo lugar el Estatuto de Roma, en el que representantes de 180 gobiernos y ONG elaboraron un texto tipificando los delitos que podría juzgar este nuevo tribunal permanente, bautizado como Corte Penal Internacional (CPI). Tras la firma de los 120 Estados que estuvieron de acuerdo con el texto, se solicitaba la ratificación de 60 gobiernos para que la CPI comenzase su andadura. Hubo que esperar cuatro años para alcanzar las 139 firmas y las 66 ratificaciones obtenidas el pasado abril de 2002. Durante la aprobación del Estatuto, de nuevo hubo declaraciones totalmente en contra. "Solamente siete estados han dicho que no abiertamente -declara la profesora Martín-. Los únicos occidentales son EEUU e Israel, que se ha negado a firmar por lo que está haciendo en Palestina, que se considera crimen de lesa humanidad. Luego están Irán, Irak, Yemen -que son donde están los presuntos campos de terroristas-, China que ya sabemos que no tiene asimilado el tema de los DDHH, y Libia". Pero pese a que EEUU se marchó en 1998 de la reunión declarándose en contra, Clinton dejó más tarde un "caramelo envenenado" a su sucesor: el último día de su mandato firmó el Estatuto. El hecho deja a Bush en una incómoda posición, ya que aunque el Senado no lo ratifique, también le ata de pies y manos para hacer algo en contra. Tal es el caso de la ley ASPA que, encabezada por el polémico senador Helms, autopermitiría a EEUU llegar a invadir La Haya para rescatar a uno de sus ciudadanos o aliados llevado contra su voluntad ante juicio. Oyendo las declaraciones del senador puede saberse el sentir político de EEUU hacia estos foros: "El Tribunal Penal Internacional es un monstruo, tenemos que descuartizarlo antes de que crezca y acabe devorándonos". ¿A qué se debe esa oposición desmesurada? ¿Qué tiene que temer? En palabras de la profesora Martín, "para ellos eso es peligroso porque son la gran potencia del mundo, están presentes en todos los conflictos y a veces actúan de una manera que no siempre es conforme al derecho internacional. Como son los que más intervienen, los que tienen desplegadas más tropas en el extranjero y más bases militares fuera, temen que los primeros en ser procesados sean sus soldados, sus jefes militares o incluso ministros involucrados en crímenes internacionales". Y es que aunque EEUU no haya ratificado el Estatuto, si sus soldados se encuentran en algún país que sí lo haya hecho, éste tiene la obligación de entregarlo a la CPI, si renuncia a juzgarlo en su propio territorio.

Aunque EEUU no haya ratificado el Estatuto, si sus soldados se encuentran en algún país que sí lo haya hecho, éste tiene la obligación de entregarlo a la CPI, si renuncia a juzgarlo en su propio territorio.
Foto: (c) MSF

Las carencias de la nueva justicia

Pese a que la creación de la nueva CPI supone un gran avance jurídico, no es la mejor ley que podría tenerse. José Carlos García Fajardo, presidente de la ONG Solidarios y profesor de Pensamiento Político y Social en la Universidad de Madrid, nos hace la introducción: "Su sede estará en La Haya y sus actuaciones comenzarán a partir del próximo 1 de julio. Pero sólo podrá juzgar los crímenes contra la humanidad que sucedan a partir de esa fecha. No tendrá jurisdicción sobre los cometidos con anterioridad y cuyos autores viven entre nosotros, a pesar de que dichos crímenes nunca prescriben. Esta es una de las más grandes limitaciones con las que nace este necesario Tribunal Penal Internacional. Pero hay otras más que tratarán de limitar sus competencias o anular su eficacia". Hay que tener en cuenta que el texto con el que se fundó la CPI recoge sólo los puntos donde todos los países estaban conformes, por lo que no son considerados crímenes la agresión, el terrorismo o el narcotráfico, al no haber acuerdo. En la misma línea, una de las carencias más graves es el no considerar como crimen de guerra la utilización de armas de destrucción masiva, ya que las potencias nucleares -Francia, Reino Unido, Rusia, EEUU...- consideraron que en un supuesto muy grave tienen derecho a utilizar sus armas nucleares en legítima defensa. Con lo cual la CPI supone un avance legislativo en el que no hay vuelta atrás, pero al que aún le queda mucho por recorrer. "Una vez más, tocará a la sociedad civil organizarse para denunciar estas violaciones, amenazas y ataques a pesar de la impresionante e inmoral campaña mediática que EEUU ejerce sobre los grandes medios de comunicación. Junto a la celebración por la creación del Tribunal Penal Internacional debemos permanecer alerta pues quienes temen a la acción de la justicia es porque albergan intereses perversos e inconfesables", declara García Fajardo. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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