uestro país envejece. Desde 1997 España
experimenta un crecimiento demográfico cero y no se ven razones que indiquen
que esta tendencia vaya a cambiar. Esta situación, que sin duda provocará
cambios en la estructura de la sociedad, preocupa a los estadistas
políticos. Pronostican al actual sistema de pensiones un futuro incierto .
-Con este panorama que se presenta a causa del envejecimiento de la
población ¿cuáles serían las soluciones lógicas y razonables?
-En el contexto de la II Asamblea Mundial del Envejecimiento y del
foro de ONG, que también ha tenido lugar paralelamente a dicha Asamblea, el
mensaje es que el envejecimiento de la población plantea, a nivel global,
unos retos muy importantes a la sociedad actual, pero también plantea una
serie de oportunidades. Hay que afrontar los retos pero también hay que
tener en cuenta las oportunidades para equilibrar un poco el punto de vista
a la hora de afrontar el envejecimiento de la población. De alguna manera el
envejecimiento de la población va a afectar a las economías dentro de los
países; a la estructura de las familias. Pero también supone un capital de
personas mayores que son millonarias en ocio y tiempo libre, y que además,
están contribuyendo al desarrollo económico y social de este país, ya que
son un nuevo colectivo cada vez más numeroso y con más conciencia de su
identidad. Ellos son conscientes también de que les falta una presentación y
un papel que jugar en la sociedad actual. Es decir, que se les reconozca. El
envejecimiento podemos verlo como una oportunidad e intentar que este
colectivo contribuya y se implique en el desarrollo económico y social.
-¿Qué futuro se espera, si sigue esta situación?
-Yo lo veo positivo; depende de cómo se miren las cosas. Hace años
también había muchos estudios que avisaban de la hecatombe, de la quiebra de
los sistemas públicos de protección social y son predicciones que por una u
otra razón, ninguna de ellas se han cumplido. Yo creo que son predicciones
catastrofistas detrás de las cuales hay ciertos intereses.
-¿Qué se necesita realmente en este tema?
-Lo que hace falta es voluntad política de los Estados para afrontar
el reto del envejecimiento, y en concreto en España, hace falta voluntad
política para incrementar el gasto social, que es de los más bajos de la
Unión Europea. Falta voluntad política para reorientar el sistema de salud,
que está pensado para pacientes agudos y no para crónicos. Hace falta
voluntad política para crear una red sociosanitaria, y falta también una
voluntad política para potenciar lo que llama la OMS un envejecimiento
activo, que es un envejecimiento que retrasa la dependencia y ahorra costes
sociales. Hay que tener voluntad política para desarrollar estas políticas
sociales, con las que se crearían muchísimos empleos. Como pasa en otros
países, sería una prestación no graciable, sino una prestación de derecho.
Toda persona mayor dependiente, por el hecho de necesitar servicios de ayuda
o servicios de respiro o guarderías, por ejemplo, tendría derecho a ellos.
-¿De qué depende que se produzcan estos cambios?
-Hay estudios que indican que se crearían cerca de un millón de
puestos de trabajo en este país, si realmente se dedicaran recursos y medios
para atender al envejecimiento. Por eso yo creo que todo es cuestión de
perspectiva y de voluntad política.
-Hay quienes señalan que una de las soluciones al sistema de pensiones
sería que viniesen más inmigrantes.
-Es una solución, porque cuando hablan del envejecimiento de la
población se habla de que hay un desequilibrio entre activos y pasivos. No
sé ahora mismo los datos exactos, pero sí se está demostrando que la
inmigración es también una de las soluciones, porque contribuyen con sus
cotizaciones a mantener a la población mayor. Qué duda cabe, que eso también
forma parte del pacto social que toda sociedad de bienestar debe fortalecer
y debe considerar.
-La contribución que directa o indirectamente asumen los mayores está
siendo vital para esta sociedad.
-Sí eso es cierto, y además cuando hablamos de las contribuciones de
las personas mayores a la sociedad, tenemos que pensar también en cuántos
matrimonios mantienen a sus hijos hasta edades muy elevadas, bien porque no
se han independizado, o porque no pueden trabajar. Tenemos el problema de la
carestía en la vivienda. Es muy difícil comprar una vivienda o buscar una
independencia para poder vivir autónomamente cuando no hay medios, o cuando
no hay trabajo. La persona mayor contribuye de una manera invisible, pero
muy importante, a la cuestión social, al sostén familiar y al desarrollo
económico de esta sociedad. ∆