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TEMA DEL MES - ¿ES POSIBLE LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA? 

¿Es posible la democracia en América Latina?
Foto: Colectivo de Solidaridad con la Rebelión Zapatista

 
"Los gobiernos de los EEUU han ejercido y estipulado todo tipo de acción tendente a evitar el ejercicio de los derechos de autodeterminación y soberanía política de los gobiernos de la Región"


Esta es la pregunta que flota en el ambiente una vez más, después de los últimos acontecimientos en Venezuela. También se han avivado las sospechas sobre el papel de EEUU en ésta y otras tramas golpistas.
Contesta a nuestras preguntas Marcos Roitman Rosenmann, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.

-Parece que la historia se repite. Explíqueme por qué hablar de democracia en América Latina es como si nos refiriésemos a una utopía.
-La democracia es una realidad contingente. Nunca existe para siempre y de manera permanente. Está sometida a vaivenes y responde a voluntades políticas cuya acción ética se orienta al bien común. Pero hay voluntades contrarias a dicho postulado. Es decir, existen gobiernos y prácticas anti-democráticas no sólo en América Latina. La democracia es un ejercicio cotidiano y forma parte de un proceso de afirmación de ciudadanía plena. Hoy se pretende diluir la ciudadanía desde la figura del consumidor, de esta forma no puede haber democracia, es una utopía. Asimismo, en esta dirección podemos constatar la existencia de gobiernos y élites comprometidas con procesos de involución política, restrictivas de la democracia política, social, económica, étnica y cultural. Ahí están los ejemplos de México con Fox o Brasil con Cardoso.
Los proyectos democráticos en América Latina no forman parte del ejercicio político de las clases dominantes y de un sector mayoritario de las élites políticas. Por el contrario, las luchas democráticas son una parte importante de la tradición política de los pueblos y los sectores populares de los países de América Latina. Por ello y en la medida que se articulan y constituyen alternativas democráticas al margen de la dinámica hegemónica proyectada por el poder imperial, son violentamente reprimidas por los gobiernos neo-oligárquicos. No creo que los proyectos democráticos en América Latina sean una utopía. Por el contrario son una realidad contingente articulada en las demandas sociales de libertad, trabajo, justicia y dignidad. Sólo que estos valores no son precisamente defendidos por los empresarios, gerentes, burguesías locales y poder transnacional.

-Golpes de Estado, manifestaciones masivas de la población, guerrillas, gobiernos inestables... ¿Por qué se suceden estos espectáculos y qué influencia tiene en todo este entramado EEUU?
-Vamos por partes. Golpes de Estado: Es una realidad que ha ido espaciándose en el tiempo tras la virulenta década de los años setenta, cuya máxima fue el derrocamiento de Salvador Allende en Chile en 1973. Acto al que siguieron Uruguay, Bolivia, El Salvador, Argentina, uniéndose a los golpes de décadas anteriores de Haití, Brasil y Paraguay. El retorno de los gobiernos civiles en los años ochenta pareció dar respiro a esta constante. Además el fin de la guerra fría era una circunstancia nueva que desanimaba intentonas golpistas, la justificación anticomunista ya no podía ser argumentada. Hoy sólo el caso de Venezuela rompe la dinámica. Pero ya vemos el resultado. La sociedad venezolana salió en defensa de su gobierno legítimo y a nivel internacional no hubo espacio para avalar esta acción de sedición y ruptura del orden democrático.
Respecto a las guerrillas su existencia tiene una explicación no directamente relacionada con la actual coyuntura, responde a condiciones específicas nacidas en los años cincuenta, si nos referimos a las todavía existentes. Colombia fundamentalmente. Su desaparición depende de otros motivos, tales como el diálogo, compromiso y sobre todo auténtica voluntad de negociación y reconocimiento de las partes de respetar pactos y acuerdos. Es un problema político, no de terrorismo o guerrillas y narcotráfico. Tiene raíces profundas y ello no debe desconocerse. ¿Gobiernos inestables? La estabilidad depende del grado de legitimidad de los gobiernos en su actos y en su compromiso adquirido electoralmente. Desde luego la aplicación de las políticas de privatización de la salud o la educación, las prácticas de flexibilizar el mercado de trabajo y las acciones de reconversión se acompañaron de discursos donde se pedía moderación para prosperar. Han pasado veinte años desde esta condición y los resultados son completamente otros. Desde luego la pérdida de expectativas e incumplimiento generan inestabilidad. El fracaso de estas políticas es lo más destacado. Por ello emergen respuestas y formas de protestas más radicales en cuanto el horizonte prometido se desvanece. Argentina lo demuestra. Fracasaron estas políticas neoliberales. Respecto a los EEUU, mejor dicho sus gobiernos, han ejercido y estimulado todo tipo de acción tendente a evitar el ejercicio de los derechos de autodeterminación y soberanía política de los gobiernos de la región. Cuando no han podido doblegar la dignidad se apoyan en los cipayos para promover golpes de Estado y provocar una involución política. El ejemplo más reciente es Venezuela.

-En uno de sus artículos habla del "miedo paralizante que se ha adueñado de la ciudadanía" de América Latina. ¿A qué es debido ese miedo?
-La respuesta es clara. La falta de democracia provoca miedo. Se teme practicar la diferencia y expresar la crítica. Los resultados son contraproducentes. Una sociedad que se fundamenta en el miedo no puede ser democrática. Además, el miedo es seguido de una acción social conformista donde deliberadamente se opta por la cobardía como comportamiento social inhibitorio de la conciencia y la voluntad democrática. Los espacios de democracia se reducen en beneficio de un poder cada vez más totalitario y represivo. Bienvenido el cuarto Reich.

-Como investigador y crítico en el tema, ¿qué opciones ve usted para salir de este círculo vicioso?
-¡Si lo supiera! En cualquier caso pienso en una dirección distinta. El futuro no está diseñado, es abierto y contingente. De las propuestas neo-liberales no podemos pedirle peras al olmo. Una clínica privada no tiene como fin generar políticas públicas de mejora sanitaria. Mientras más enfermos haya en una sociedad mejor para ellos. Igualmente para empresarios y élites amantes del liberalismo la sociedad está yendo bien. Hoy podemos señalar que la ruptura de este proceso de involución se logra asimilando las experiencias democráticas que han dado lugar a los mejores momentos de la historia de América Latina. La zapatista, por citar una. Ocurre que la lucha democrática es larga y nos compromete a todos. Si no asumimos nuestra responsabilidad poco o nada se puede cambiar. No se puede esperar que otros hagan si nosotros no actuamos. Ésa es la primera condición para salir del círculo vicioso. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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