Nunca puede funcionar nada
cuando estás esperando que algo o alguien te dé lo que tú necesitas,
porque además eso es totalmente imposible. |
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LA MEDIA NARANJA
POR ELENA G. GOMEZ
E staba sentada al final de la
cafetería. Sola. No era especialmente bella pero tenía algo que llamó mi
atención. La cafetería estaba llena de gente. Yo, después de tantos
kilómetros conduciendo sin parar necesitaba hacer un alto, tomar algo fresco
y coger fuerzas para poder seguir ruta. Me acerqué a su mesa y le dije.
-Hola, no hay ningún sitio libre, ¿podría sentarme aquí para tomar algo?
-Sí, sin problema -contestó-, pero tienes que estar totalmente callado
porque estoy trabajando.
Me senté, pedí un refresco y me quedé en silencio contemplándola, reconozco
que sin ningún disimulo. Ella escribía.
Después de un rato que a mí me pareció una eternidad le pregunté.
-¿Eres periodista?
-No, soy escritora -respondió educadamente, pero con una mirada que me
taladró.
-Perdona -dije-, ya me callo.
-Gracias, me gusta mucho venir aquí a escribir, a observar el comportamiento
de la gente, sus movimientos, sus costumbres, y ver como todos repiten una y
otra vez las mismas pautas de conducta. En realidad, lo curioso es que cada
uno se cree que es diferente a los demás y, sin embargo, todo el mundo se
mueve por los mismos patrones que le inculcaron.
Pasaron algunos minutos, ella siguió escribiendo y yo seguí en silencio
observando a la gente y tejiendo en mi cabeza historias sobre aquella
misteriosa mujer. Pero, confieso, soy un hombre muy curioso y cuando me di
cuenta ya estaba haciéndole otra pregunta.
-Y ¿sobre qué escribes?
Ella, con un suspiro de resignación, dejó el bolígrafo, tomó un trago de
agua y contestó.
-Estoy haciendo la historia de una mujer investigadora que en un experimento
atraviesa un túnel del tiempo y aparece en una sociedad futura. Allí conoce
a una mujer y empieza una amistad muy profunda entre ellas.
-¡Ah!, un libro para lesbianas -interrumpí.
-Pues no -dijo sin ofenderse-, pero espero sinceramente que tú no seas de
esos hombres que se escandalizan ante una muestra de amor, sea cual sea la
forma que se manifieste y que sin embargo no se inmuta ante tanta violencia,
muerte e injusticias, porque eso sí que es de enfermos, ¿no te parece?
-Sí -respondí-, fue un comentario muy simple por mi parte. Vuelvo a pedirte
disculpas. Pero, por favor, sigue contándome sobre tu libro -le pedí.
-Es un libro para mujeres, para hablar de muchos de los tabús, de los
complejos y de los engaños que viven las mujeres y que les hacen prisioneras
de sí mismas, porque la auténtica liberación de la mujer no está en manos de
los hombres, aunque muchas así lo crean, la mujer sólo podrá sentirse libre
cuando comprenda lo que significa ser mujer.
-Entonces, ¿es un libro para feministas?
-No -contestó-, tampoco es un libro feminista porque yo tampoco soy
feminista, yo no considero al hombre como un enemigo, el hombre, al igual
que la mujer, está confundido, tiene una visión distorsionada de lo que es
él y también de lo que es la mujer.
Me quedé en silencio, ahora empezaba a darme cuenta por qué me había sentido
atraído por aquella mujer. Y seguí bombardeándola con preguntas.
-¿Y de que engaños hablas?
-De muchos, ahora estoy escribiendo un capítulo que se titula "La búsqueda
de la media naranja".
Me puse colorado, en el fondo yo siempre estuve buscando a la mujer
perfecta, pero ella o no se dio cuenta o simplemente no me hizo ningún
comentario y siguió hablando.
-En el libro la mujer de este mundo le habla a la otra de cómo viven las
mujeres. Le explica que la mujer, aunque ya dio muchos pasos de liberación,
sigue encadenada a tópicos y aquella que no siga el juego que la sociedad
tiene establecido queda marcada y separada porque su comportamiento es raro.
Así la mayor parte de las mujeres ya ni siquiera se plantean algo distinto,
su aspiración es tener un marido porque sino no podrán ser madres y si no
son madres, ya se sabe, serán unas mujeres frustradas.
-¿Y que opina de eso la mujer del futuro?
-Ella tiene otra visión distinta, le explica que todo ello sucede así porque
la mujer desconoce que la media naranja no está fuera sino dentro de cada
uno. Que nunca pueda funcionar nada cuando estás esperando que algo o
alguien te dé lo que tú necesitas, porque además eso es totalmente
imposible. Por mucho que una persona ame a otra, por mucho que la conozca,
nadie puede estar en el interior de otra para hacer siempre lo que aquella
quiere. Además, si fuese así, nadie viviría su propia vida sino lo que los
demás quieren que viva.
-Y me imagino que esta mujer del futuro tendrá otra idea sobre las mujeres
¿no?
-Totalmente distinta, ella mira hacia la mujer de la que la protagonista le
habla como de una antepasada, una mujer que vivió en un tiempo remoto y que
no conocía su naturaleza. Le enseña que la liberación de la mujer empieza en
ella misma, en saber que ser mujer es encontrarse con su naturaleza
femenina, con su capacidad para decidir lo que tiene que hacer con su vida,
y que es ella y sólo ella la única responsable de sus actos.
Me dibujó una mujer muy completa. Una mujer que es capaz de sentirse niña y
descubrir cada día la pureza y la alegría de todo cuanto le rodea. Una mujer
que se siente madre, por encima de cualquier aspecto humano maternal, madre
de la vida, pero sobre todo madre porque es sensible a la necesidades de
todos cuantos la rodean. Una mujer valiente que no permite que ningún
obstáculo se interponga en su camino para conseguir sus propias metas. Pero
sobre todo una mujer que no admite la dependencia, una mujer que hace un
pacto secreto, un pacto dentro de no venderse a nada ni a nadie.
-Me pasaría horas escuchándote -le dije-, pero tengo que continuar mi
camino. Nunca olvidaré tus palabras porque estoy seguro que esa mujer de la
que tú hablas está empezando a nacer ya en muchas mujeres, mujeres que son,
sin duda, la semilla del futuro". ∆ |