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MUNDO GLOBAL
¿MUNDO IGUAL?
U n indio de la selva amazónica,
ataviado con su atuendo tradicional, bebe una cerveza y come un perrito
caliente en la barra de un bar. ¿Qué se esconde detrás de esta imagen?
La globalización llega a todos los rincones del planeta y a todos los
ámbitos de la vida. No sólo las relaciones económicas, sino también la
cultura y la forma de vida están cambiando rápidamente. El modelo
americano se impone y pisa otras culturas menos mediatizadas.
Pero a la vez, gentes de todo el planeta están reaccionando contra este
fenómeno. Frente a la imposición de un modelo económico y cultural que
arrasa lo que encuentra a su paso, defienden las culturas locales y se
unen para proponer ideas renovadoras.
Imaginación y creatividad para una globalización más justa y menos
devastadora.
Texto: Carolina Fernández
LOS
UNOS
Son dos corrientes paralelas que
están ganando fuerza a nivel mundial. Una, la globalización que arrasa a
su paso todo lo que no favorezca los intereses del capital. Otra, la que
reacciona contra el desequilibrio y trata de buscar vías alternativas para
la construcción de una globalización más justa.
El proceso de globalización que hoy conocemos no surge de repente, sino
que lleva fraguándose desde hace décadas. Es a partir de la Segunda Guerra
Mundial cuando se intensifican las transacciones comerciales, se abren
mercados, se acelera la descolonización, y lo más importante, se crean los
pilares sobre los cuales se iba a levantar un nuevo modelo económico. En
Bretton Woods, con apadrinamiento americano, se diseña en 1945 la
estructura que conducirá a lo que hoy conocemos como globalización. El
Banco Mundial (BM) ofrece préstamos a aquellos países que necesiten dar un
impulso a su economía. El Fondo Monetario Internacional (FMI) vigila de
cerca la estabilidad monetaria y aconseja a los distintos gobiernos sobre
su política financiera. El Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT)
trabaja para incentivar el comercio a nivel internacional. La actuación
combinada de estos organismos intergubernamentales vigila la "buena
marcha" de la economía mundial en base a unos principios que claramente
favorecen a los inversores y castigan a las poblaciones locales. La caída
de los bloques y del Muro de Berlín en 1989 lanza definitivamente este
fenómeno.
"La caída de la Europa comunista deja las manos libres al capitalismo de
Wall Street -comenta Pepa Roma-. Queda entonces muy desprestigiado todo lo
que pudiera ser una alternativa al neoliberalismo". Para esta periodista y
escritora, autora del libro Jaque a la globalización, el llamado
pensamiento único es en realidad la doctrina que parte de Wall Street, que
se encargan de difundir los medios de comunicación, que imponen por todo
el mundo el FMI, la OMC, y que los gobiernos adoptan como política
nacional en sus líneas directrices. Es una política de derechas que viene
de la era de Reagan, que adopta Margaret Thatcher, y que poco a poco va
cuajando en las izquierdas socialistas democráticas. "Los socialdemócratas
se pasan a ese pensamiento único y nos quedamos sin alternativa de
sociedad y de modelo económico en todos los parlamentos y en todos los
gobiernos". Así, hasta que el neoliberalismo llega a convertirse en algo
incuestionado.
Pero ¿en qué consiste el tan nombrado neoliberalismo? "Consiste en que
todo el mundo entre en un mercado único, que se liberalicen las
inversiones, que se venda todo el patrimonio público, sobre todo en los
países del Tercer Mundo, que es donde estos organismos tienen más fuerza
para imponer sus criterios a cambio de préstamos". Durante mucho tiempo se
quiere convencer a la opinión pública de que allí donde se aplican estas
normas se dispara el crecimiento económico, pero la realidad nos demuestra
lo contrario. Crecen las cifras económicas a la vez que la desigualdad
social. La riqueza se acumula en poquísimas manos y la pobreza aumenta sin
freno. En Argentina podemos ver un ejemplo cercano: durante cuatro años
han aplicado las recetas dictadas por el FMI y el resultado, a la vista
está, es un país en la bancarrota, y el empobrecimiento generalizado de la
población.
Ochocientos millones de personas pasan hambre en el mundo, y mil
doscientos millones no tienen acceso al agua potable (FAO). Mil quinientos
millones de personas viven con un dólar diario. Un millón mueren
anualmente de paludismo y tres millones a causa del SIDA, por no poder
pagar los precios de los medicamentos establecidos por las multinacionales
farmacéuticas. El 80% más pobre de la humanidad accede sólo al 16% de la
producción, mientras que el 20% más rico consume el 84%; La deuda externa
del Tercer Mundo asciende a 2,15 billones de dólares anuales (Cumbre del
Sur. 2000). En Europa había seis millones de parados hace 18 años; hoy son
17 millones (EPA)(*). Es evidente que la globalización está exigiendo un
alto precio. La distancia entre la minoría rica y la mayoría pobre se hace
cada vez más grande. Los problemas derivados de estas políticas, como el
espectacular aumento de las migraciones, son sólo la consecuencia visible
de un proceso más profundo: el empobrecimiento generalizado del mundo.
(*)Datos recopilados por el Centro de Asesoramiento y Estudios Sociales
(CAES)
La
fuerte represión policial es la tónica en las manifestaciones de los
grupos movimientos antiglobalización.
LOS
OTROS...
Seattle, en noviembre de 1999, fue
la primera bomba que los movimientos antiglobalización lanzaron a los
grupos intergubernamentales que dirigen el timón de la economía mundial.
Por primera vez un mosaico variadísimo de grupos de diversas ideologías y
con distintos intereses, lograban hacer un bloque común y dar un mensaje
suficientemente unificado tanto a los organismos económicos como a la
opinión pública. Aunque no surgieron en ese momento, ya que la respuesta
civil llevaba ya mucho tiempo gestándose, la sorpresa fue la contundencia
del clamor social en las calles de Seattle. Cincuenta mil personas
consiguieron abortar la reunión de la Organización Mundial de Comercio, un
hecho histórico que marcó un principio simbólico para el movimiento
antiglobalización. Le siguieron otras muchas movilizaciones. A partir de
ese momento, cada vez que en algún lugar del planeta se celebra alguna
cumbre, allí están estos grupos recordando que no sólo hay que hablar de
intereses económicos, sino también de justicia social. En abril del 2000
estuvieron presentes en Washington, contra la reunión del Fondo Monetario
Internacional; en septiembre de ese mismo año Praga fue el escenario de
encarnizadas protestas contra el FMI y el BM; en agosto del 2001, la
ciudad italiana de Génova albergó la cumbre del G8. Las manifestaciones
han sido siempre reprimidas por las fuerzas policiales, lo que ha causado
bastante malestar en la opinión pública. En la Italia de Berlusconi la
actuación policial fue más brutal que nunca y se saldó con la muerte de un
joven. Otras muchas reuniones de menor envergadura fueron acompañadas de
protestas paralelas por parte de los antiglobalización.
Los medios de comunicación no han tenido más remedio que prestar atención
a estas movilizaciones, que en muchos momentos se vieron empañadas por la
actuación violenta de algunos sectores. A pesar de todo ello, no se
consiguió sin embargo aguar el espíritu de las reivindicaciones. ∆ |
Foto: M.A.Oliva |
PORTO
ALEGRE:
SOLUCIONES CREATIVAS
Unas cincuenta mil personas debatieron
durante cinco días en el Foro Social Mundial de Porto Alegre (Brasil)
sobre la situación mundial, buscando fórmulas para la transformación
social y para la construcción de un mundo más justo y solidario. Los
participantes en esta reunión se esfuerzan en demostrar que no son cuatro
locos hablando de utopías, sino que sus propuestas son válidas, aplicables
y que pueden modificar sustancialmente el curso de la globalización.
A finales de enero de 2001 se celebraba la primera reunión alternativa en
Porto Alegre (Brasil), a la que acudieron miles de personas. Porto Alegre
no es una ciudad elegida al azar, sino un enclave gobernado desde hace
años por una coalición de izquierda encabezada por el Partido de los
Trabajadores Brasileños. Es la contestación a la cita paralela que todos
los años sienta a la misma mesa a empresarios y políticos de los países
ricos en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza). Se trataba de una
primera reunión que pretendía ser la confirmación de que no sólo se trata
de protestar con pancartas, sino aportar soluciones. Podría quizás verse
en este movimiento una nueva línea de actuación para una izquierda
renovada; que sepa ser plural y a la vez permanecer unida.
A principios de febrero de este año se han reunido de nuevo unos y otros.
Los magnates de las finanzas cambian Davos por Nueva York, mientras que
Porto Alegre sigue siendo la cita para los 'disidentes'. Uno de los retos
de la reunión de este año era desmarcarse definitivamente de la imagen de
'violentos antisistema' con la que a menudo se les quiere vincular,
haciendo hincapié en el trabajo serio y las propuestas eficaces sobre la
mesa. Aquí se reúnen sindicatos, movimientos radicales, ONG más y menos
grandes, colectivos indígenas, de mujeres, de agricultores, religiosos, de
empresarios, de consumidores. Todos tienen algo que decir ante este
fenómeno. Todos tienen en común la oposición a una globalización que pasa
por encima del ser humano. Proponen métodos distintos. Hay quienes
apuestan por la lucha en la calle y quienes se inclinan por el diálogo con
las instituciones, siempre y cuando no se pierda de vista el objetivo ni
se ceda terreno en lo social. La variedad y la riqueza de puntos de vista
es la característica, así como también la dificultad para aunar posiciones
y llegar a puntos en común.
Hay quien quiere ver en este movimiento una nueva línea de actuación para
una izquierda renovada; que sepa ser plural y a la vez permanecer unida.
Pero el movimiento alternativo está madurando
rápidamente. Un síntoma clarísimo es el interés creciente por parte de
numerosos personajes de la vida política por participar en lo que se mueve
dentro del movimiento antiglobalización. Es muy significativo que la
segunda vez que se celebra este foro ya esté acaparando en los medios de
comunicación una atención inusual para un movimiento "alternativo". Viendo
cómo están las cosas y la capacidad de movilización que están ganando los
antiglobalización, este año contaron ya con la presencia de representantes
políticos de varios países, con especial interés por parte de Francia. A
la vista está lo peligroso de esta situación. "Algunos políticos quieren
estar presentes -comenta Pepa Roma- . Si trasladan lo que allí se discute
a sus parlamentos, a sus programas electorales, sería estupendo, porque de
eso se trata. Ahora bien, si Porto Alegre se va a convertir en un lugar
capitalizado por unos personajes que saben que yendo allí salen en la
foto, será negativo".
Cada año tiene más capacidad de análisis y de proponer acciones para el
cambio. En este segundo Foro Social Mundial el diálogo giraba en torno a
varios temas: la necesidad de promover cambios en el comercio
internacional, para hacerlo más equitativo, dar pasos en la cancelación de
la deuda externa, los derechos laborales, el acceso al agua y a la tierra,
etc.
En la reunión de este año se han planteado propuestas que abarcan
distintos campos. Establecer un impuesto para las transacciones
financieras internacionales, que se controlen o se termine con los
paraísos fiscales, que el grupo cerrado del G8 se amplíe y se convierta en
el G16, para reunir no a los países más ricos, sino a los más grandes, lo
que incluiría a estados como China o Brasil. Además se planteó la
formación de estados más sólidos que tengan más poder de decisión frente
al empuje del mercado e incluso la supresión de FMI, que nació bajo unos
objetivos que hoy están claramente desfasados. Actualmente es un
instrumento manejado por las multinacionales y por los estados más
fuertes, sus recomendaciones van acompañadas de mecanismos de presión ante
los cuales los países más pobres no pueden sino doblegarse. Es
antidemocrático y responsable directo del empobrecimiento progresivo de
millones de personas en todo el mundo. Las instituciones como el BM o la
OMC deben ser reformadas, sus decisiones deben ser ratificadas por los
parlamentos nacionales que corresponda, y deben además someterse a unos
criterios de actuación que pasen por las normas de otras instituciones
internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo, la
Organización Mundial de la Salud y similares.
La respuesta alternativa debe estar basada en la realidad. Y la realidad
es que la globalización es un proceso irreversible, así que de nada vale
atacarla sin más. Hay que reconducirla, y para eso lo que hace falta son
propuestas concretas y arriesgadas, que lleven a cambios en las
estructuras de poder. ∆
El movimiento alternativo está madurando rápidamente. Un síntoma
clarísimo es el interés creciente de algunos políticos por participar en
él. |
TODOS A UNA.
AMERICAN WAY OF LIFE.
Cada vez más, resulta una estampa
habitual ver la imagen de un indio bebiendo el refresco con burbujas más
famoso del mundo, o a un miembro de alguna tribu africana calzado con unas
zapatillas deportivas que podríamos comprar en cualquier centro comercial.
Miles de niñas juegan con Barbie en todos los rincones del planeta y ven
las teleseries americanas. Un monje oriental merienda una "cheese burguer"
en cualquier local de comida rápida de una gran ciudad. ¿Chocante? Ya no.
La globalización es mucho más que un proceso económico, es paralela e
inseparablemente un proceso cultural que hay que saber digerir y
canalizar.
Guste
o no guste, una cosa está clara: lo americano manda. O al menos eso es la
primera conclusión, la más evidente. No es de extrañar, teniendo en cuenta
que el 80% de los programas audiovisuales que se producen en el mundo
-televisión, vídeo, cine- son estadounidenses. EEUU controla el 71,5% de
todos los programas de TV que se difunden en Europa y el 80% de las salas
de cine. Entre EEUU, Japón y la Unión Europea se reparten el 90% de la
información y la comunicación de todo el planeta. De las primeras 300
empresas de información y comunicación, 144 son norteamericanas, 80 son de
la Unión Europea y 49 japonesas, según datos de la organización
Solidarios.
Con estas cifras, está claro que la deseable pluralidad de puntos de vista
se queda reducida a mínimos. La mayoría del mundo bebe de las mismas
fuentes, y eso está empezando a pasarnos la factura, empobreciendo nuestra
perspectiva del mundo. La periodista Pepa Roma explica las características
de este fenómeno.
-Lo americano arrasa.
-Hay una cultura americana dominante que es favorecida por los
grandes medios de comunicación. El flujo de información, la comida basura,
los espectáculos de entretenimiento, la televisión... La propaganda ha ido
introduciéndose en todas las culturas del mundo, y las está unificando. Si
vas a Sudáfrica, por ejemplo, no en Soweto, pero sí en Johannesburgo,
verás que las élites con poder adquisitivo se rigen por esos mismos
parámetros, que son básicamente de consumo y americanos.
La cultura americana es una cultura de masas que está diseñada para que
todo el mundo esté apaciguado. Es una forma de control que se basa en lo
receptivo, en toda esa gente que se sienta en un sillón a ver todo lo que
le echan por televisión.
"El
americanismo ha perdido mucho de su glamour. Cada vez es más visto
por todos como una cultura barata para el espíritu". |
-Occidente es más que América. ¿Qué
tiene que ofrecer Europa?
-El americanismo ha perdido mucho de su glamour. Cada vez es más
visto por todos como una cultura barata para el espíritu. Hay otra
concepción de la cultura, que es la cultura tradicional europea, del
pensamiento, de la literatura, que obliga al espectador a un esfuerzo
mental, entrega, trabajo, evolución, sensibilidad, creación. No se limita
a recibir, sino que hace una selección en función de un crecimiento
personal.
Ese es un concepto de cultura muy europeo, que aunque está muy contaminado
por la cultura de masas que procede de Norteamérica y de la sociedad de
consumo, sigue estando ahí.
Otro aspecto no americano pero sí occidental que también está ahí es por
ejemplo la cultura democrática. La cultura clásica permanece y es europea,
y sigue siendo algo por lo que se rigen las élites del saber.
-¿Existe lo alternativo?
-Pues sí. Yo creo que va a ir creciendo el circuito paralelo de
revistas, de información, de literatura. Preveo que van a salir
editoriales independientes y mucha cultura independiente en Estados
Unidos. En el cine mismamente ya hay dos circuitos muy marcados, el de
Hollywood y el del cine independiente. Yo creo que esto se irá acentuando,
que irá quedando un cine de entretenimiento para el gran público, que
además cada día es peor porque carece de imaginación. La imaginación y la
creación se están trasladando, a otras áreas más alejadas del mercado
-¿Realmente es posible el mestizaje o gana siempre la cultura
dominante?
-Bueno, no hay que pensar que el mestizaje es, por ejemplo, lo que
está haciendo la industria del disco, o la industria americana, la gran
industria americana, que coge artistas del sur y los convierte en
estrellas de venta. No. El mestizaje es lo que hace Ketama con un grupo
africano, intercambiar culturas; lo que hace Manu Chao, que trata de
expresar el sentimiento de sitios donde ha estado, de cosas que él ha
visto. Eso es el mestizaje, y está creciendo.
-¿Qué reacciones está habiendo en contra de la invasión de lo
americano?
-Lo que está sucediendo es que por una parte se está uniformizando
la cultura pero por las bases hay una gran reacción a esa uniformización,
que es vista como forma de dominio. Está habiendo ante eso un movimiento
de regreso a las propias raíces, muy relacionado con una nueva forma de
posición política ante la globalización. A veces es una reacción
inconsciente, a veces no tiene una forma totalmente estructurada, pero sí
que hay una reacción al americanismo, en los jóvenes sobre todo.
Se ve por ejemplo en el mundo islámico, entre otros muchos ejemplos.
Estamos asistiendo a un cuestionamiento muy general de los valores de
occidente, al que acusan de consumismo barato, de falta de valores. Desde
aquí a veces se interpreta como fanatismo, y no es así. Esas son unas
minorías muy pequeñas. Las grandes mayorías están haciendo un trabajo de
recuperación de su propia cultura.
En resumidas cuentas, se podría decir que la cultura se está haciendo
desde abajo y de forma variada, mientras que desde arriba se está tratando
de aniquilar, o de uniformizar, o de comercializar, o de industrializar la
cultura a través del gran consumo, de la televisión y de esos valores que
se transmiten desde el poder mediático y económico. Personalmente creo que
triunfará la de abajo, la de la diversidad porque es donde está la
verdadera creación y la verdadera alma de las gentes. ∆
"Muchos ven la uniformización
cultural como una forma de dominio. Está habiendo ante eso un movimiento
de regreso a las propias raíces". |
LOS INDIGENAS.
LOS SACRIFICADOS.
Son aproximadamente el 5% de la población mundial, y están en franca
desventaja frente al empuje arrollador de la cultura occidental. A pesar
de ser pocos, representan más del 90% de la diversidad cultural de nuestro
planeta.
En
medio de la tempestad globalizadora, tratan de mantener su modo de vida,
su cultura, su identidad. Muchos de ellos conservan costumbres que desde
el mundo que se autodenomina "civilizado" calificamos como ancestrales o
primitivas. Desde occidente se observa con curiosidad -y con impertinencia
a veces- sus pinturas corporales, sus plumas y abalorios, sus rituales y
sus tradiciones. Se estudian sus leyendas, sus mitos y sus
comportamientos. Se sabe que la cantidad de sistemas políticos económicos
y de organización social que conocen y practican estos pueblos es
increíblemente variado. Valoran sobremanera la fuerza del grupo porque son
conscientes de que sólo así es posible sobrevivir. Los yanomamis no
comprenden la avaricia. Los esquimales no sabrían vivir sin un profundo
sentido de la solidaridad. Y se cuenta que en Borneo, los penan tienen una
sola palabra para designar los conceptos "él", "ella" y "ello", sin
embargo tiene seis formas distintas de referirse a "nosotros". ¿Qué forma
de vida se esconde detrás de eso? ¿Qué podrían enseñarnos sobre la
relación con los demás?
Lo cierto es que es imposible trazar características en común. De hecho,
incluirlos a todos en el mismo apartado y ponerles el sello de "pueblos
indígenas" no deja de ser una licencia que se concede la cultura
dominante. Si acaso podría decirse que todos conservan, de formas
distintas y en distintas intensidades, un mismo tesoro: el contacto con la
naturaleza y con la tierra, algo que la cultura occidental ha ido
progresivamente perdiendo. La naturaleza es la fuente de todos los
remedios que necesitamos, pero su conocimiento está lógicamente en manos
de quienes no han perdido el contacto con la tierra. Empresas de varios
sectores han visto en este conocimiento la gallina de los huevos de oro,
una incalculable fuente de beneficios con un coste ridículo. Ahora mismo
existe una lucha titánica entre las modernas industrias farmacéuticas para
apropiarse de los conocimientos de estos pueblos y registrarlos para
beneficio propio. Por eso las multinacionales persiguen la sabiduría
indígena, por los enormes beneficios que ello le reporta. Para elaborar un
medicamento, un laboratorio necesita experimentar con alrededor de 10.000
plantas. Cuando echa mano del conocimiento de las tribus del Amazonas, o
de Papúa Nueva Guinea, se elabora un fármaco por cada dos plantas que
estudia, con la consiguiente multiplicación de las ganancias. Desde
anticonceptivos hasta neutralizadores de veneno de serpientes, desde
anticancerígenos hasta laxantes. La naturaleza es la farmacia más
completa, si se sabe dónde buscar.
La globalización económica tiene mucho que ver con todo esto. Aunque hay
otros factores históricos, como los efectos devastadores de la
colonización en el continente africano por ejemplo, nunca antes la presión
sobre estos pueblos había sido tan fuerte como hoy en día. Las
multinacionales hacen estragos. Los gigantes del petróleo, las madereras,
las nucleares, las biotecnológicas, las fábricas de armas... todas juntas
escriben la historia de estos pueblos, que se ven indefensos ante el
empuje de las grandes empresas, que buscan explotar todos los recursos sin
tener en cuenta el desastre humano y ecológico que en muchos casos dejan a
su paso. En el Amazonas, por ejemplo, cada año que pasa la selva pierde
metros cuadrados en favor de las empresas allí instaladas, y los indios
tienen más dificultades para sobrevivir en su medio. La explotación de los
recursos naturales, con el consentimiento de los propios gobiernos, y la
contratación de mano de obra barata son los reclamos. Así, pierden sus
territorios.
En otros casos, han ido perdiendo sus costumbres, incapaces de resistir
las embestidas de la sociedad de consumo. La presión económica y cultural
les está obligando a retroceder.
En el caso de algunos pueblos, como los indios americanos, incapaces de
asimilar la nueva cultura que les estaba siendo impuesta, se pagó el
precio de varias generaciones desestructuradas, desarraigadas y con graves
problemas de alcoholismo entre sus jóvenes, un camino que hoy intentan
enderezar empezando a educar a las nuevas generaciones en las tradiciones
de su pueblo.
Muchas organizaciones en todo el mundo luchan por preservar estas
civilizaciones, ayudándoles a mantener sus derechos frente al empuje del
mercado y al desinterés manifiesto de sus propios gobiernos. En un mundo
globalizado, aquello que no puede seguir el ritmo vertiginoso que marcan
las comunicaciones, no tiene muchas posibilidades de sobrevivir. Sin
embargo, es mayor el peligro de quedarnos con una sola forma de ver el
mundo, y dejar que se pierda para siempre tanta variedad. ∆
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LENGUAS
PERDIDAS
Según el último informe de la UNESCO, entre 3000 y 6000 lenguas
vivas del mundo están en peligro de extinción. No pueden competir con el
empuje de otras mucho más sólidas y que cuentan con el respaldo de medios
globales. Una lengua no es para sus hablantes únicamente un medio para
comunicarse, sino el símbolo de toda una cultura que posiblemente sea
olvidada si se pierde el lenguaje que lo abandera.
Sólo
hay veinte lenguas que sean habladas por millones de personas. De las
cerca de 6000 que existen en la actualidad únicamente la mitad cuentan con
más de 10.000 hablantes, muy pocos, si tenemos en cuenta que una lengua
tiene posibilidades de sobrevivir sólo si cuenta con más de 100.000
hablantes. Se espera, además que en unos años el número descienda
radicalmente. Mucho se perderá con cada una de ellas.
La mayoría no tiene posibilidades de competir. El inglés arrasa. Domina,
con mayoría aplastante, todos los foros. Es la lengua que predomina en
Internet, la que todo el mundo que quiera moverse en el mundo global debe
conocer si no quiere perderse. Sólo el 10% de la población mundial lo
habla, sin embargo, es el idioma utilizado en el 80% de las páginas web.
La explicación es que domina el mercado. La mayoría de las transacciones
comerciales que se producen en el mundo se llevan a cabo en inglés, una
lengua sencilla, sin las complicaciones gramaticales de otras, como el
español sin ir más lejos. Es el esperanto que se buscaba, e Internet es su
medio. "El inglés es un idioma muy fácil que merece ser aprendido por todo
el mundo, pero no merece tener un dominio exclusivo sobre todos los
demás", comenta el periodista Miguel Jiménez, del Centro de Colaboraciones
Solidarias.
Las lenguas que tienen más posibilidades de desaparecer son originarias de
países o de pueblos que no tienen acceso a Internet, como por ejemplo los
pueblos indígenas. La tecnología crea diferencias a veces imposibles de
salvar.
"Hay muchos idiomas que han nacido muertos porque han nacido en
comunidades muy pequeñas, de quinientas personas como mucho. Además, ni
siquiera los propios estados las defienden"
¿Qué ocurre cuando desaparecen todas las personas que hablan una
determinada lengua? "Cuando se pierde una lengua se pierde una cultura, se
pierde una filosofía de ver el mundo, se pierde una historia, que suele
ser la historia de un pueblo dominado por otro. La mayoría de las lenguas
que hayan desaparecido en los últimos años son lenguas de comunidades que
han sido asesinadas, como puede ser el caso de los indígenas; o en otros
casos evangelizadas, como sucede en Africa, con lo cual acaban con toda su
cultura".
La convivencia cultural es difícil. Lo que denominamos mestizaje es un
proceso complejo en el que intervienen múltiples factores sociales,
culturales, políticos, etc. Lo deseable sería que los movimientos
migratorios entre distintos países, se reflejasen en una mayor riqueza
cultural, pero no siempre es así. No hay en general integración porque no
hay voluntad ni por recibirles ni porque no se aíslen. "La cuestión es que
no nos importa, porque consideramos que nuestra forma de pensar es la
mejor, que es lo que piensa la mayoría de la gente de sus propias ideas.
Si realmente pensáramos en un mundo realmente globalizado de una forma un
poco más abierta, aceptaríamos ideas de otras culturas. ∆
"Cuando se pierde
una lengua se pierde una cultura, se pierde una filosofía de ver el mundo,
se pierde una historia" |
FUSION OPINA
El fenómeno de la
globalización está enfrentando en este momento y a nivel planetario dos
fuerzas opuestas. De un lado, el egoísmo, representado por los gobernantes
de la mayoría de los países. Los ricos, que no tienen reparos en explotar
donde sea necesario con tal de que beneficie sus intereses. Los pobres,
que a menudo ceden ante las presiones del mercado, y tampoco tienen
reparos en hipotecar a sus gentes, sus recursos naturales y su patrimonio
con tal de conseguir el beneplácito de las instituciones que supuestamente
velan por la buena marcha de la economía mundial, y que acaban siendo
generadoras de desequilibrio, pobreza e injusticia social.
Del otro lado una corriente creciente de solidaridad trata de restaurar el
equilibrio, o por lo menos, de frenar una globalización que lleva camino
de crear una división cada día más profunda entre ricos y pobres. Crece
una idea de la unidad que traspasa las fronteras. El mundo es visto como
uno, y los problemas deben ser tratados con conciencia global, sin que
primen los intereses locales sobre los generales. Las ideologías
particulares quedan superadas por el respeto a la diversidad. La
preocupación por los demás está uniendo a miles de personas en todo el
mundo, que reconocen que el único camino posible pasa por el equilibrio.
La responsabilidad de crear un mundo distinto al que los gobiernos más
poderosos del planeta imponen, está haciendo que muchas mentes se unan
para buscar nuevas fórmulas, diseñar nuevos caminos, abrir nuevas
posibilidades. No basta con utopías. La imaginación tiene que generar
ideas realistas y muy prácticas que ayuden al cambio.
El pulso no ha hecho más que empezar. ∆ |
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