No sólo apartaron a los hombres de
las mujeres, también apartaron a las mujeres de mí. Ellas empezaron a
ocultar sus pensamientos, a tapar su fuerza, a someterse a la voluntad de
aquellos hombres enfermos que las miraban con lujuria y luego las trataban
de prostitutas. |
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EL ENCUENTRO
POR ELENA G. GOMEZ
P ensaba que era un cuento que nos
contaban cuando éramos niños para que fuésemos buenos. Creía que la bruja
sólo existía en sus mentes, pero en uno de los viajes a mi pueblo natal me
contaron la verdadera historia de aquella extraña mujer...
"Nadie sabía en realidad cuántos años tenía, sólo sabían que el abuelo del
padre de mi padre ya les contaba historias en las noches de invierno, sobre
la bruja, como todos la conocían. Decían que había sido una mujer muy
hermosa, que se había casado con el hombre más rico del lugar y que había
tenido dos hijos gemelos. Contaban que todo el mundo la quería por su
generosidad y porque siempre estaba dispuesta a ayudar a todo aquel que lo
necesitara, sin importarle quién era o de dónde venía. Decían que en su casa
siempre había un poco de pan y vino caliente para el cansado viajero y que
nunca pedía nada a cambio.
Sucedió que llegaron unas fiebres muy fuertes y que muchos empezaron a
morir. La bruja cuidó a mucha gente, decían que no dormía ni paraba, pero
todo el mundo sabía que cuando la peste entraba en una casa nadie salía con
vida. Y las fiebres entraron en su casa y su marido y sus hijos se pusieron
enfermos y murieron. La gente dijo que la bruja no había muerto porque había
hecho un pacto con el demonio, que había vendido a sus seres más queridos a
cambio de su vida y su eterna juventud. Y sin escucharla la expulsaron del
pueblo y ella se fue a vivir sola a la montaña. Suponemos que aún vive
porque aunque nadie la vio desde hace mucho tiempo, muchas veces se ve salir
humo de su chimenea y se ven relámpagos en las montañas".
Cuando terminaron de contar la historia todo el mundo se reía, algunos no se
creyeron ni palabra pero a mí me despertó un deseo muy fuerte por llegar
hasta ella, por conocerla. Sentía dentro de mí que en aquella historia una
mujer había sido condenada, rechazada y confinada a la más absoluta soledad.
Intenté muchas veces llegar hasta su cabaña, pero nunca lo logré. Regresé a
la ciudad, a mi trabajo, a mi vida cotidiana, pero una fuerza me mantenía
unida allí, a aquella mujer, a la bruja.
Cuando llegaron las vacaciones regresé al pueblo, esta vez fui dispuesta a
encontrarla. Necesitaba hablar con ella, había pensado mucho en ella, en lo
que le diría, en lo que necesitaba conocer, y también había comprendido que
había fracasado en todos mis intentos porque para llegar hasta ella tenía
que ir totalmente sola.
Así que, a pesar de las protestas de mi familia, cogí mi mochila y me
interné en la montaña. Pasaron varios días hasta que llegué a un lugar
especial. Aparentemente no había nada distinto pero sentí la necesidad de
quedarme allí, de estar en silencio.
Instalé mi tienda de campaña bajo un enorme árbol y muy cerca de un pequeño
lago. Y esperé. Nadie me lo había dicho pero yo sabía que tenía que esperar.
Y sucedió algo muy especial. El agua del lago empezó a moverse y se dibujó
el rostro de una mujer. Un rostro muy bello, con unos ojos muy profundos y
con una sonrisa llena de dulzura y pureza. Y empezó a hablar...
"Hace mucho tiempo yo era conocida por todos los hombres como la diosa, la
madre, la bruja y la reina. Los hombres crecían unidos a mí, sabían que yo
les protegía. Que ellos podían trabajar la tierra porque ella les daba sus
frutos. Podían disfrutar del amor porque con amor nada estaba prohibido.
Pero un día llegaron a nuestro pueblo unos hombres que se creían los dueños
de la tierra, y decían que todos eran unos salvajes que vivían en pecado.
Esos hombres empezaron a confundir a mis hijos. Les llenaron la cabeza de
miedo, de prohibiciones, de pecados. Empezaron a separar a los hombres de
las mujeres. Ellos, que hasta ese momento se habían dejado guiar por la mano
amorosa de las mujeres, empezaron a despreciarlas, a no escuchar sus
consejos, a negarles la palabra.
Pero no sólo apartaron a los hombres de las mujeres, también apartaron a las
mujeres de mí. Ellas empezaron a ocultar sus pensamientos, a tapar su
fuerza, a someterse a la voluntad de aquellos hombres enfermos que las
miraban con lujuria y luego las trataban de prostitutas. Empezaron a ver su
cuerpo como un lugar maligno, y se cubrieron con telas y ya no sentían el
calor del sol en su piel. Las pieles se fueron volviendo blancas,
enfermizas, y sus ojos fríos, ocultos y malvados. Y aquellas que querían
seguir unidas a mí, eran consideradas brujas y quemadas en la hoguera, una
hoguera física, pero sobre todo una hoguera llena de odio y temor por
nuestro poder, un poder que ellos, los extranjeros, no poseían.
Así, nuestros mundos se fueron separando. Pero el movimiento de la vida es
sabio. Y muchos de mis hijos que vivieron en el pasado están ahora de nuevo
en el planeta. Y me buscan, como tú. Y buscan su origen, su verdad, su
pasado.
Saben, o mejor dicho, sabéis, que hay otro mundo, un mundo paralelo al
vuestro, un mundo al que sólo llegan aquellos que creen en él. Un mundo
donde el tiempo no existe, donde se mantiene puro el recuerdo, donde el
hombre encuentra su verdadera libertad.
Un mundo que está dentro de ti, pero que para llegar a él tienes que ser
valiente y enfrentarte a todas las mentiras que aquellos hombres sembraron
en vuestros corazones. Porque el miedo, la desconfianza, la injusticia, la
separación, las crearon ellos. Porque en vuestro mundo reina la hipocresía y
os escandalizáis si veis a dos personas besándose y sin embargo nadie se
siente ofendido si ve a dos hombres luchando.
Tenéis que admitir que os han engañado, que han mutilado vuestra pureza, que
han llenado vuestras mentes de falsos conceptos y de temor, mucho temor.
Pero mi mundo no depende de esas pequeñas voluntades que llamáis humanas. Mi
mundo permanece y a él ya han regresado muchos de tus hermanos, ellos ya
vuelven a caminar libres y desnudos porque no tienen nada que ocultar.
Sus pieles se están volviendo de nuevo doradas y sus mentes vuelven a ser
capaces de soñar".
El rostro de aquella bella mujer se fundió con las aguas del lago y
desapareció.
Supe en ese mismo instante que ya nunca regresaría al mundo que había dejado
atrás. Recogí mi tienda y empecé a caminar. Llegué a un lugar donde estaba
la cabaña. Abrí la puerta y vi a una mujer muy hermosa sentada ante una
mesa, ella no se sorprendió al verme. Me esperaba. ∆ |