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EL ALEPH

 

Como le ha ocurrido a tantas naciones, España entre ellas, Argentina ha sufrido el azote de dictaduras militares, ese ha sido el factor más importante de descomposición de esta sociedad.

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A ARGENTINA, DESDE LA INGENUIDAD DEL CARIÑO
POR JOSE ROMERO SEGUIN

Se hunde económicamente un país que es parte de nuestra historia, de nuestro corazón. Argentina no nos puede inspirar pena, sino solidaridad, los argentinos deben tener las puertas de España abiertas de par en par, como nosotros las tuvimos y las tenemos en Argentina. Quién no tuvo allí un familiar exiliado o emigrado, quién no recibió de Argentina un dinero y lo que es más importante, la esperanza cuando la esperanza escaseaba aquí, de conseguir mejorar su vida y la de los suyos. Hoy el hambre y la rabia, más la segunda, golpean con furia las cazuelas, los utensilios de cocina se rebelan contra la corrupción política, los más pacíficos exponentes de lo cotidiano, se convierten así en inocuas armas con la que miles de argentinos expresan el hartazgo y la desilusión que les embarga. Sienten que no hay futuro entre ellos y ante ellos. Su vasto territorio, rico como pocos, se revela incapaz de saciar la voracidad de una oligarquía que controla e impone desde la corrupción las reglas del juego político y económico. Cómo siendo Argentina una nación rica y culta, y que en momentos puntuales de su historia ha gozado de magníficas oportunidades y de un importante esplendor económico, puede caer en el caos político y económico en que se halla.
Pregunto, puede ser que ese 80% o más de habitantes de origen europeo que conforman el capital humano de Argentina, no hayan desarrollado todavía un fuerte sentido patriótico que les haga entender que es Argentina y no sus países de origen, su nación, su futuro y su esperanza. Es decir, que no están allí para hacer fortuna, tal como pensaron sus padres o abuelos, sino que su fortuna es estar allí y hacer de Argentina un país rico y democrático. No podría este sentimiento llevar a una constante descapitalización de la nación, en función de esa idea que anida en el subconsciente de sus habitantes de situar fuera de sus fronteras su proyecto vital.
Ingenuo, verdad, pero posible dentro del marco de la psicología y el psicoanálisis, disciplinas que por cierto han tenido siempre en Argentina un importante desarrollo, es más, me atrevería a decir que es la argentina una sociedad si no obsesionada sí tendente a psicoanalizarse continuamente. Actitud ésta que pudiera derivarse de esa sensación de desarraigo. De todos modos lo que está a la vista es que como le ha ocurrido a tantas naciones, España entre ellas, Argentina ha sufrido el azote de dictaduras militares, ese ha sido el factor más importante de descomposición de esta sociedad. Los regímenes dictatoriales traen consigo tiempos en que el poder se ejercita de forma despótica, y estanca, es decir, donde el gobierno lo ejercen unos pocos, relegando al resto de la sociedad a un segundo plano. Eso produce la desmotivación política de los ciudadanos, que ven como un grupo de privilegiados trastocan su pasado y hacen y deshacen a su antojo presente y futuro. De esa forma el Estado deja de ser esa institución al servicio del pueblo para convertirse en un instrumento ajeno al pueblo, y no sólo eso, que éste lo vea como un enemigo. Y ello como es lógico, a tratarlo como algo a combatir. Esa sensación no pasa a su vez desapercibida a los que los ocupan y explotan, que temiendo óiempre la inevitable revuelta, deciden poner a salvo sus capitales fuera de sus fronteras.
Este saqueo continuo no se circunscribe sólo a la riqueza interior, sino que afecta también a la que se recibe del exterior, a través del Banco Mundial. Dinero que va a caer en manos de esa clase dirigente corrupta, que no hacen sino expoliarlo, engrosando con él sus fortunas. De ese modo la nación se endeuda mientras la clase dirigente se enriquece. La injerencia militar tan brutal y sangrienta que, aún hoy llena de lágrimas las calles y plazas de Argentina. Desestabiliza también los distintos sistemas democráticos instaurados, corrompiéndolos y de esa manera deslegitimándolos frente a su pueblo. Por otro lado, cuando un pueblo no goza de estabilidad, cuando es saqueado de forma sistemática, mientras se le conforma con políticas populacheras, esa sensación de inestabilidad, que arrastra la corrupción y el continuo desasosiego de tener que elegir entre la democracia corrupta y la corrupta y sangrienta dictadura, lleva al resto de los ciudadanos a mimetizar a sus dirigentes. Las Instituciones de Naciones Unidas, deberían actuar directamente sobre los paraísos fiscales. La evasión de capital. Vigilar que el dinero que prestan se utilizan realmente para el desarrollo económico de esos países. Que las multinacionales dejen de ser quienes marquen la política mundial, en función de sus intereses, legítimos siempre que para preservarlos o rentabilizarlos no sea necesario desestabilizar a naciones enteras. No proteger dictaduras. No subvencionar democracias corruptas. Ingenuo, verdad, pero más próximo sin duda a las verdaderas causas de la crisis argentina. Esto que escribo, no es un análisis, ni una reflexión, es sólo una pregunta y un deseo escrito en mi corazón, lleno hacia ellos de sincero cariño y gratitud. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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