Los españoles, ahí donde
nos ven, estamos en la vanguardia de la vanguardia de la lucha contra el
terrorismo, gracias a que los ciudadanos hacen el trabajo de la policía. |
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ALERTA
POR ELENA F. VISPO
C iudadanos del mundo: todos los ojos
son pocos. El peligro acecha y salta donde uno menos se lo espera. Alerta.
En EEUU ya sabían lo del atentado contra las torres gemelas, pero no lo
asumieron. Tenían las piezas y no las hilaron. Me imagino perfectamente al
responsable del tema recibiendo mensajes: Oiga, jefe, que yo creo que los
de Al Qaeda están tramando algo. Oiga, que hemos detenido a un terrorista en
el aeropuerto y dice que van a atacarnos. Oiga, que esta gente está
aprendiendo a pilotar. Oiga, que piran las clases de maniobras de
aterrizaje... Blanco y la gallina lo pone, señores de la CIA, y nos
hubiéramos ahorrado lo de las torres, lo del ántrax, lo de Afganistán y una
presión en los congojos que a mí personalmente aún no se me ha quitado.
Ahora dicen que están pillando mensajes más numerosos que antes del 11-S,
pero claro, ni idea de lo que dicen porque no dan datos concretos. A lo
mejor estaban esperando algo del estilo de: Querido Muhammad,
quedamos el día D a la hora H en tal sitio. No te olvides de coger la
dinamita. Besos, Osama. Y como saben que algo hay pero no saben qué, han
dicho a la gente que esté alerta. Que al loro si ven algo sospechoso. El
problema es determinar qué es sospechoso, sobre todo si tengo una pistola y
estoy paranoica porque el presidente ha dicho que soy responsable de la
seguridad de la nación.
Lo que los americanos desconocen es que ese sistema ya se está usando en
España desde hace un tiempo. Los españoles, ahí donde nos ven, estamos en la
vanguardia de la vanguardia de la lucha contra el terrorismo, gracias a que
los ciudadanos hacen el trabajo de la policía. Lo digo porque últimamente
veo en el periódico detenciones donde la colaboración ciudadana es
fundamental. Pongamos, como pasó el otro día, que tú ves a un par de
encapuchados salir de una oficina de correos que, casualmente, está
ardiendo. Y hala, como en Starsky y Hutch, empiezas la persecución de los
delincuentes, móvil en mano, hasta que los pillan y tú sales en todos los
periódicos con nombre falso y entras en el programa de protección de
testigos.
Dejando aparte que hay que tener valor para meterse en una movida así,
reconozcamos que el tema es el sueño de todo amante del cine de acción.
Dejar de ser el vecino anónimo y seguir la estela de Schwarznegger, Stallone,
Van-Damme, Larita Croft incluso, para que todo el barrio flipe con tus
aventuras. Y para eso no hace falta ni que te quemen una oficina en las
narices, porque el problema no está centrado únicamente en los terroristas.
Los objetos también pueden ser peligrosísimos. Ya vimos hace un tiempo cómo
una galletita de birria casi se carga a Bush, pero eso no es nada. Lo
realmente mosqueante es lo que le pasó a Cañizares. ¿Dónde se ha visto que
un frasco de perfume deje al portero de la Selección fuera de combate? ¿No
resulta un poco extraño, justo antes del Mundial de Fútbol? Es muy raro eso.
Muy raro. Si aquella galleta era demócrata ¿quién nos asegura que la colonia
esa no era del Madrid, buscando venganza por haber perdido la Liga?
(Nota para los lectores masculinos: esto no quiere decir que usar perfume
sea malo. No es malo. Es bueno. Sólo hay que asegurarse de que el perfume
sea políticamente correcto y esté homologado por Camacho).
Lo que yo diga. Hay objetos traicioneros. Yo sé de una que se pinchó un día
con una rueca y terminó casada con un príncipe. Azul, para más coñas. Con lo
pesado que es eso, todo el día de acto oficial en acto oficial vestida como
un repollo. Pues haber comprado una máquina de coser en su momento, guapa,
que hay que estar a la que salta.
Así que, ciudadanos, ya sabéis lo que hay. Si por la calle las farolas
parpadean inexplicablemente: precaución. Si el móvil se os queda sin batería
cuando estáis esperando una llamada: prudencia. Si las patatas fritas están
sosas: valor. Y un último consejo: no perdáis de vista el papel higiénico.
El atentado perfecto serían rollos de váter con pica-pica infiltrados en
todos los Carrefour del país. (Menos mal que yo estoy del lado de los
buenos, porque como terrorista no tenía precio).
Que nadie diga luego que le pilla por sorpresa. Avisados quedáis. ∆ |