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El 42% de jóvenes en edad de trabajar está en paro y las prestaciones por desempleo en la actualidad, sólo están al alcance de uno de cada tres parados jóvenes.
Foto: J.M.López

 

¿POR QUE LOS JOVENES NO SE VAN DE CASA?
 

Según datos del Instituto de la Juventud, el 77% de jóvenes españoles menores de 30 años conviven en el domicilio familiar. La falta de empleo y la dificultad de acceso a una vivienda son las primeras razones argumentadas para justificar esta situación. Mientras para unos se trata de un problema que hay que solucionar cuanto antes, existen otros sectores que se están beneficiando de esta situación y no tienen interés en que esto cambie. De momento.

Texto: Mariló Hidalgo

GENERACION BABY BOOM
Se calcula que de los más de trescientos millones de personas que habitan en la UE, más de 50 millones son jóvenes entre 15 y 25 años. Esto representa un 16,5% de la población total. Nos encontramos en un momento histórico, especialmente en nuestro país, ya que nunca se había contado con tal porcentaje de gente joven y según los demógrafos, este fenómeno no volverá a producirse en los próximos años. La gran mayoría de estos jóvenes son consecuencia del denominado baby boom, la explosión demográfica de los años sesenta a setenta y cinco. Han pasado más de veinticinco años desde entonces y esta generación cuenta ya con la edad perfecta para independizarse y formar su propio hogar, pero rompiendo todos los pronósticos, nos encontramos con una situación digna de estudio: los jóvenes rehuyen emanciparse.
Las razones que se argumentan y se han convertido en vox populi es que los jóvenes de hoy son unos egoístas, aprovechados y cómodos. "Un grupo de talluditos amarrados a las faldas de sus madres, que no madurarán en la vida. Son la generación Peter Pan". "Han cogido gusto al estado del bienestar que les proporciona su familia y no quieren cambiar". "Dicen que estudian pero en cambio nos encontramos en uno de los momentos donde existe mayor índice de fracaso escolar". "Se pone en marcha una reforma y salen a la calle a protestar... ¿De qué se quejan?" Si a esto añadimos el tema del botellón, "lo que gasta cada uno de estos chavales en vicios", tenemos ante nuestros ojos a una generación de caprichosos consumistas que han decidido vivir "sin rascar bola" el tiempo que puedan. ¿Hasta cuándo?
Según el sociólogo Amando de Miguel, "un caso tan artificial y estrambótico, tan alejado de lo que es la evolución natural de una persona, no sólo es único en el mundo, sino que lo será en la historia de España. Habrá que esperar a una encuesta sobre juventud que se haga dentro de cuarenta años. Entonces compararemos y se verá que la situación en la que estamos inmersos, que ahora nos parece tan normal, no lo es en absoluto". ¿Cuáles son las causas y qué opinan ellos de todo esto?

El 77% de los jóvenes menores de 30 años viven en el domicilio familiar. Esto conlleva una disminución del número de jóvenes que conviven con su pareja.

José M. H.. tiene 26 años y trabaja como peón en una empresa de revestimiento aislante de edificios: "Terminé mis estudios de delineante industrial y de construcción. Tuve algunas experiencias laborales en este terreno con contratos temporales. Luego hice diseño por ordenador y después de algún tiempo, no sé si afortunadamente o no, tuve la oportunidad de trabajar un breve período de tiempo en una empresa que luego quebró. Hoy, para no depender del dinero de mi madre viuda, con la que convivo, me he visto obligado a aceptar un trabajo que no está relacionado con ninguno de mis estudios y tengo contrato temporal. Sé que como yo hay muchos jóvenes en España y me pregunto si hay derecho a que esto sea así. Tengo novia desde hace tiempo pero no puedo plantearme nada serio con ella. Las razones son obvias". Según la encuesta del INJUVE sólo uno de cada cuatro jóvenes entre 25 y 29 años tiene contrato permanente. A lo largo de la juventud viene siendo habitual el haber pasado por varios empleos. Según estas cifras, uno de cada tres jóvenes con experiencia laboral sólo ha tenido empleos que le han durado menos de un año. Está claro, "los jóvenes son quienes más están padeciendo el reforzamiento del proceso selectivo y de la concurrencia que se produce en el mercado de trabajo con la crisis económica que, en la actualidad, es sobre todo una crisis de empleo -afirma el sociólogo Lorenzo Cachón Rodríguez, en su libro "Europa y los jóvenes"-. No sólo es más difícil encontrar un puesto de trabajo, sino que, cada vez con más frecuencia, ese puesto suele tener un carácter precario. Los empleos menos cualificados y menos protegidos se concentran en los jóvenes adolescentes".
España, según el último estudio realizado a los jóvenes por el Instituto de la Juventud (INJUVE), es uno de los países de la UE donde más personas jóvenes dependen económicamente de sus padres (un 62%). En 15 años esta cifra apenas ha variado. Otra cuestión que ellos argumentan en sus cuestionarios es la dificultad de acceder a una vivienda. España es el país comunitario con menos hogares unipersonales, sólo un 13,4% frente a otros países del entorno europeo como Dinamarca que cuenta con un 54,6% según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y es que nuestro país dispone del menor parque de viviendas en alquiler de la UE. De 1996 al 2000, el precio de la vivienda ha aumentado un 50%, cosa que no han hecho los sueldos de los jóvenes lo que imposibilita un acceso real a la vivienda. María Sánchez, auxiliar de clínica, se queja de no ganar suficiente dinero para poder hacerse cargo de los gastos que acarrea vivir sola. "No puedo vivir por mi cuenta -asegura- porque no me siento independiente económicamente. Los precios de los alquileres están altísimos y no puedo ahorrar para comprarme un piso porque tengo que ayudar en casa".
Si aislamos por un lado la influencia del paro, y por otro la dificultad de acceso a una vivienda, como directos responsables de esta dependencia familiar de los baby boom, ¿qué nos queda? ¿quiénes estarían interesados en mantener esta situación? ¿qué o quién gana con ello?

ESTADO Y FAMILIA
¿GRANDES INTERESADOS?

"Al margen del mercado (laboral e inmobiliario) -asegura el sociólogo Enrique Gil Calvo- nos quedan otras dos instituciones a las que atribuir la prolongación de la dependencia de los jóvenes. Son el Estado y la familia. Aparece así la responsabilidad del Gobierno, cuya política tiene un claro sesgo antijuvenil, pues no ha aprovechado la bonanza económica para facilitar la emancipación de los jóvenes. Como Aznar creía contar con el voto de éstos, prefirió gobernar para los adultos de clase media (con su política fiscal) y para las personas mayores (con su política de rentas). Pero como los recursos son escasos, ello sólo fue posible en detrimento de las políticas de inserción juvenil que se vieron penalizadas en consecuencia. En suma, para comprar el voto de padres y abuelos hubo que gobernar contra sus hijos y nietos, abandonándolos a su suerte frente a las inclemencias del mercado". Las cifras indican que el PIB español sigue creciendo por encima de la media europea, no obstante este factor positivo no influye en una política de empleo juvenil que estimule la creación de empleo e incremente la flexibilidad del mercado de trabajo, ya que el 42% de jóvenes en edad de trabajar está en paro y las prestaciones por desempleo en la actualidad, sólo están al alcance de uno de cada tres parados jóvenes -indica el INJUVE-.
Habría que diseñar una política de empleo que evitara el desarrollo de trabajos y contratos precarios -como viene sucediendo-. Se debería orientar a los jóvenes en lo posible, en actividades que les ofrezcan perspectivas de futuro. Estimular a los agentes sociales para favorecer la contratación de jóvenes en los acuerdos que tengan repercusión sobre el empleo. Ayudar a los jóvenes a crear empresas e incluso cooperativas. Pero hoy el sistema implantado en España no está articulado para integrar de una manera efectiva a los jóvenes en el aparato productivo, como la mejor garantía de futuro para nuestro país.
Aunque el Estado, no es el único responsable de la prolongación de la dependencia juvenil -recuerda Enrique Gil Calvo-. "Además interviene la otra institución, que es la familia. La inhibición del Estado para fomentar la inserción de los jóvenes combatiendo su precariedad laboral ha sido suplida por la protección familiar, que corre a fondo perdido con todos los gastos que origina la prolongación de la dependencia juvenil".
Juan P. y Dolores G. confiesan que, para dos hijos que tienen -19 y 27 años-, procurarán exprimir al máximo el tiempo de convivencia juntos viendo las expectativas que existen ahí fuera. "Ya tendremos tiempo de estar solos los dos", aseguran. "Además, con lo que ganan no podrían ni pagar el alquiler de un piso. Ya no digo mantenerse. De momento en casa no les falta de nada. Saben que cuando quieran marcharse pueden hacerlo y contarían igual con nuestro apoyo", concluye Dolores.

Los precios de la vivienda son demasiado elevados para la mayoría de los jóvenes. Muchos pasan la frontera de los 30 viviendo en el domicilio familiar.

Muchos padres están encantados con esta situación. En el fondo temen quedarse solos y quieren retrasar lo máximo posible la partida. A cambio, ropa planchada, comida hecha, elasticidad de horarios, permisibilidad y mucha "comprensión". Dolores asegura que "eso que se dice tan a la ligera de que 'tengo unas ganas de que te cases y te marches a vivir tu vida...' como si fuese una lacra, son meras apariencias ante la sociedad que tiene estipulados determinados cánones que no se ajustan a la realidad que vivimos".
Aunque, como asegura el psicólogo Jose Mª Burdiel, "tomar decisiones sobre la propia vida y enfrentarse a los problemas en solitario, contribuye a estimular los recursos y agudiza el ingenio", las cifras muestran hasta qué punto estos jóvenes dependen de sus progenitores. Las encuestas realizadas por el INJUVE señalan que dos de cada cinco jóvenes cuentan con ingresos efectivos de sus padres -las pagas- que pueden llegar a alcanzar unas 20.000 pesetas al mes. En el caso de los chicos que comparten piso, pueden llegar a recibir una ayuda paterna de unas 45.000 pesetas al mes. Ayuda que necesita una mayoría de jóvenes que se encuentran en esa situación. Bien sea de una forma u otra, uno de cada cuatro jóvenes con 29 años, sigue recibiendo ayuda de sus padres. Ahora bien, esta protección familiar que suple en cierta forma las inhibiciones del Estado, prolongando la dependencia de los jóvenes, no puede ser realizada por todas las familias, dado el reparto desigual de bienes. Esto provoca que haya un número de jóvenes que se tengan que buscar la vida como sea por razones de supervivencia, y también que en estos momentos el índice de pobreza en España se esté cebando principalmente con los jóvenes: "El 44% del total de pobres en España (disponen de menos de 44.255 pts. al mes para vivir), tienen menos de 25 años", según un estudio de Cáritas. "La bonanza económica -señala el informe- por la que atraviesa el país que se refleja en cifras macroeconómicas impresionantemente buenas, no alcanza a la quinta parte de los españoles, que sufre serias dificultades".

Dos de cada cinco jóvenes reciben regularmente dinero de sus padres. Aunque no tengan trabajo, no sacrifican el nivel de consumo y sostienen la demanda dentro de nuestro sistema económico.
Foto: Fusión

CONSUMO GARANTIZADO: ESPAÑA VA BIEN
Trabajo no habrá para estos jóvenes, pero sí son consumidores. No son una carga para el Estado, pero sí contribuyen a mantener la demanda dentro de nuestro sistema económico y por lo tanto las cifras de bonanza. "Los hijos -señala la demógrafa Anna Cabré (Tiempo 8-1-00)- no tienen un valor económico para la familia. En todo caso, son un valor negativo porque toda su vida son consumidores respecto a sus padres". Según se desprende del estudio del INJUVE, la influencia que tiene la juventud en el consumo es superior a la que le correspondería en función de su capacidad económica. "La familia en su papel económico y de refugio -asegura el demógrafo Juan Antonio Fernández Cordón-, es lo que hace posible que el sistema funcione sin que la sociedad se rompa". Cuestión con la que está plenamente de acuerdo Enrique Gil Calvo: "Por dudosos que sean los métodos, la política económica del Gobierno parece constituir un éxito. Pese a la recesión internacional, agravada por la crisis del 11 de septiembre, el PIB español sigue creciendo por encima del promedio europeo. Pero bajo este escenario color de rosa subyacen indicadores bastante más preocupantes. A corto plazo España va bien, pero a largo plazo no marcha, pues no puede proveer el futuro de nuestros jóvenes, obligados a seguir dependiendo indefinidamente de la protección paterna de sus familias".
¿Alguien se ha preguntado alguna vez qué ocurriría si un día estos padres se ponen en pie de guerra y echan a sus hijos fuera de casa? ¿O si los hijos se rebelasen y decidieran todos a la vez, salir a la calle a buscarse la vida? El espectáculo sin duda sería dantesco. Miles de personas circulando por las calles sin dinero, sin trabajo, sin un techo donde dormir... La pobreza más absoluta. El caos. Quizá porque algo así pueda llegar a producirse algún día, Cáritas alerta sobre la situación, exigiendo medidas urgentes. "Este aspecto es tan grave -señala en su estudio sobre la pobreza en España- que merecería la pena conocer más en profundidad lo que está sucediendo con la juventud y la infancia en España, y sobre todo con el pronóstico del futuro de este sector no sólo para denunciar el hecho sino para arbitrar actuaciones y políticas sociales que mejoren, al menos en parte, esta situación".

PROBLEMAS DE NATALIDAD
A primera vista se preguntarán qué tiene que ver la natalidad con el tema que nos ocupa. Veamos los datos.
Según cifras del INJUVE, los jóvenes se independizan cada vez más tarde: El 77% de los jóvenes menores de 30 años viven en el domicilio familiar. Esto conlleva una disminución del número de jóvenes que conviven con su pareja y por lo tanto, incide en la tasa de natalidad tan baja que existe en nuestro país. "En España, asegura el demógrafo Fernández Cordón, es bajísimo el porcentaje de jóvenes con descendencia porque ni se casan ni se emparejan y tampoco tienen hijos". Si no hay niños hoy, los demógrafos aseguran que puede haber problemas en el futuro. De hecho las previsiones aseguran que en el 2050 España tendrá nueve millones y medio de habitantes menos que ahora. Esto incidirá especialmente en los estratos más jóvenes lo que a medio plazo provocará una disminución del número de trabajadores, hará que la carga social de los pensionistas se haga insostenible y que se tenga que recurrir a la mano de obra extranjera para poder equilibrar la balanza. A nivel popular ronda la famosa tasa de natalidad de 2,1 niños por pareja, para que se produzca lo que denominan reemplazo generacional. Cuestión bastante discutible por algunos sectores. "Esa tasa es lo más absurdo que uno se pueda imaginar, asegura Anna Cabré- porque nadie sabe cuántos puestos de trabajo habrá en el futuro. A lo mejor una tasa de 2,1 es insuficiente, o a lo mejor sobra. Además, la sociedad siempre puede recurrir a traer niños de otros lugares. Es decir, inmigrantes".
Los datos confirman que nos encontramos en un momento histórico ya que aquí, al igual que en el resto de países de la UE, "nunca la juventud ha tenido el peso demográfico como el actual", comenta Lorenzo Cachón. Una juventud con muy buena preparación intelectual dirigida principalmente a llenar los niveles medios y altos en la escala de la fuerza del trabajo. Por tanto van quedando vacantes los niveles inferiores que en la actualidad están siendo ocupados por los inmigrantes. Otro dato más que, junto a lo hablado anteriormente, obligaría a revisar las directrices de nuestra política de inmigración.

Detrás de los fenómenos juveniles como el botellón, habría que analizar cuestiones más profundas como la falta de perspectivas laborales o la ausencia de una política juvenil por parte del gobierno.

Como decimos, la natalidad es uno de los temas que más preocupa a los políticos en este momento por sus consecuencias en el futuro. Nuestro país tiene la tasa de fecundidad más baja del mundo y en el 2050, el 44% de la población tendrá más de 60 años. Lo curioso de todo esto es que cuando se habla de este tema no se suele mencionar a los jóvenes.
Fue famoso aquel discurso del Presidente Aznar a primeros de año en la clausura del XIV Congreso del PP donde habló, entre otras cosas, de la situación demográfica en nuestro país, que calificó de catastrófica. En este discurso, donde confesó su preocupación por el tema, dijo que habría que "dedicar recursos crecientes y urgentes en favor del bienestar de los mayores. Apoyar mucho más a las familias con hijos. Que los padres pudiesen tener los hijos que deseen y, al mismo tiempo, siguieran desarrollando sus profesiones". También habló de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, horarios flexibles, igualdad de condiciones laborales... pero no habló de los jóvenes. Tan sólo se refirió a ellos cuando dijo que el nivel educativo de los jóvenes españoles era el más bajo de la UE y que por tanto su primer objetivo sería la educación porque "el futuro se decide en las aulas".
Es imposible sintetizar aquí la complejidad del tema que nos ocupa. Este problema, como otros que vive nuestra sociedad, está interrelacionado con otras cuestiones que no se pueden excluir en este debate. Adoptar la postura del avestruz o querer mirar sólo hacia valores tangibles a corto plazo, no hace más que retrasar las posibles soluciones al problema. Incluso podría llegar a convertirse -como señalan algunos expertos- en una bomba de relojería social.
El desaparecido escritor y filósofo español José Luis Aranguren escribió, en uno de sus artículos dedicado a los jóvenes, que "ellos, aún sin saberlo todo, introducen la novedad en la vida y en la historia; nosotros completamos su conciencia y comprendemos la realidad a través de ellos. En las manos de los jóvenes está el futuro del mundo. Procurar descifrar ese futuro, intentando descifrarles a ellos, es nuestra tarea". ∆

 

Sólo uno de cada cuatro jóvenes entre 25 y 29 años tiene contrato permanente. Uno de cada tres jóvenes con experiencia laboral sólo ha tenido empleos que le han durado menos de un año.
Foto: Fusión

 

Una lectura del mundo y las personas jóvenes

Por Mª Jesús Martínez
(Responsable del Programa de Jóvenes de Cáritas Española)


En buena parte del mundo occidental, lo que caracteriza el estado de la juventud actual son las dificultades que tiene para elegir modos de vida autónomos y discernir qué conductas le vienen impuestas por una sociedad marcada por un sistema neoliberal y por el mercado o qué conductas coinciden con la satisfacción de sus necesidades reales. Los pensadores contemporáneos señalan que los problemas que hereda el siglo en general, y esta juventud en particular, son el desempleo estructural, el control político de la economía globalizada, las migraciones y la relación entre crecimiento y ecología.
Ante un planeta en búsqueda de armonía, los seres humanos nos estamos convirtiendo en expertos alentadores del desequilibrio, sustentado en la globalización del sistema (neoliberalismo), que impone la explotación, exclusión y marginación de las personas, colectivos y pueblos; en definitiva, la unidimensionalidad de ser (alineación desde los grupos dominantes e imposición del pensamiento único) a través de los instrumentos del poder (FMI, Banco Mundial, OTAN, Medios de Comunicación...).
Libertad: un derecho universal
En la actualidad estamos denunciando un orden económico y político (no sólo en el ámbito nacional, también en el internacional) organizado para perpetuar el injusto reparto de los bienes de la Tierra y la permanente insatisfacción de las necesidades vitales de las personas y colectividades.
Ciertamente parece difícil parar el proceso globalizador, pero también es inevitable el resurgir de las disidencias, una nueva cultura de la resistencia crítica, probablemente nos estemos convenciendo de aquello que firmaba Sartre, "mi libertad es inútil sin la libertad de los otros".
Fuera de nuestras fronteras algunos ejemplos notables son el movimiento zapatista mexicano, el papel del indigenismo en la crisis ecuatoriana, el movimiento de los Sin Tierra de Brasil, etc. También en el Estado español es reciente la lucha parcialmente ganada del movimiento antimilitarista, con cientos de insumisos disidentes del sistema, juzgados, encarcelados, hoy victoriosos al ver cómo el servicio militar obligatorio ha sido abolido, o el actual movimiento europeo antiglobalización, con importante participación española.
En boca de muchas personas está la opinión de que, tarea de la juventud es hacer balance crítico del mundo que hereda; quizá por ello, la realidad es que muchos de estos movimientos están integrados, cuando no liderados por gente joven. Pero también resulta paradójico, cuando no hipócrita, observar cómo muchos de estos jóvenes han sido alentados por una sociedad y por sus dirigentes para movilizarse por sus ideales y, a la vez, se han visto perseguidos, condenados por reivindicar y luchar por ellos. ∆

 

 FUSION OPINA

Hay demasiados jóvenes que hoy no disfrutan del placer de: hacerse preguntas; experimentar en terrenos desconocidos y arriesgados; poder decir "no" a todo aquello que venga hecho, masticado o elaborado donde uno no tenga la oportunidad de pensar lo que quiere; poder mirar al mundo sin límites; creerse de verdad que existe una vida por delante donde todo está por crear, un libro con páginas en blanco que cada uno debe escribir y donde nadie puede ocupar su lugar.
A cambio experimentan una extraña situación: viven hasta los treinta años en el domicilio familiar -muchos padres están encantados porque así no están solos-, sin trabajar, sin responsabilidades; con la comida preparada; la paga mensual; libertad de horarios; viviendo el día a día sin plantearse nada más; y para más inri, son tratados como niños por una sociedad que les ha llegado a denominar generación Peter Pan.
El Estado, por otro lado crea un sistema educativo que alarga su formación académica. Las expectativas de empleo para los jóvenes en nuestro país son prácticamente inexistentes, a pesar de su preparación. Pero al permanecer estos jóvenes -que suponen el 24,4% de la población total española- en casa de sus padres, el problema está "controlado": no trabajan, pero tampoco están por las calles. No pasan hambre. No reivindican. No causan alarma social...
Sin duda, una situación cómoda que todos consienten, donde los jóvenes permanecen anulados y la sociedad adormecida.
El sociólogo y profesor universitario José Carlos García Fajardo, habla en estos casos del "supremo recurso a la rebelión cuando se cuestiona a la ciudadanía el poder de decidir su propio destino". ¿Por qué no?
Dicen los estadistas que nunca la juventud ha tenido tanto peso demográfico en Europa como en este momento y, que este fenómeno no volverá a producirse en los próximos años. Posiblemente, éste sea el momento de decir: Ahora o nunca. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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