Foto: J.M.López
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¿POR QUE LOS
JOVENES NO SE VAN DE CASA?
Según datos del Instituto de la Juventud, el 77% de
jóvenes españoles menores de 30 años conviven en el domicilio familiar. La
falta de empleo y la dificultad de acceso a una vivienda son las primeras
razones argumentadas para justificar esta situación. Mientras para unos se
trata de un problema que hay que solucionar cuanto antes, existen otros
sectores que se están beneficiando de esta situación y no tienen interés
en que esto cambie. De momento.
Texto: Mariló Hidalgo
GENERACION BABY BOOM
Se calcula que de los más de trescientos millones de personas que habitan
en la UE, más de 50 millones son jóvenes entre 15 y 25 años. Esto
representa un 16,5% de la población total. Nos encontramos en un momento
histórico, especialmente en nuestro país, ya que nunca se había contado
con tal porcentaje de gente joven y según los demógrafos, este fenómeno no
volverá a producirse en los próximos años. La gran mayoría de estos
jóvenes son consecuencia del denominado baby boom, la explosión
demográfica de los años sesenta a setenta y cinco. Han pasado más de
veinticinco años desde entonces y esta generación cuenta ya con la edad
perfecta para independizarse y formar su propio hogar, pero rompiendo
todos los pronósticos, nos encontramos con una situación digna de estudio:
los jóvenes rehuyen emanciparse.
Las razones que se argumentan y se han convertido en vox populi es
que los jóvenes de hoy son unos egoístas, aprovechados y cómodos. "Un
grupo de talluditos amarrados a las faldas de sus madres, que no madurarán
en la vida. Son la generación Peter Pan". "Han cogido gusto al estado del
bienestar que les proporciona su familia y no quieren cambiar". "Dicen que
estudian pero en cambio nos encontramos en uno de los momentos donde
existe mayor índice de fracaso escolar". "Se pone en marcha una reforma y
salen a la calle a protestar... ¿De qué se quejan?" Si a esto añadimos el
tema del botellón, "lo que gasta cada uno de estos chavales en vicios",
tenemos ante nuestros ojos a una generación de caprichosos consumistas que
han decidido vivir "sin rascar bola" el tiempo que puedan. ¿Hasta cuándo?
Según el sociólogo Amando de Miguel, "un caso tan artificial y
estrambótico, tan alejado de lo que es la evolución natural de una
persona, no sólo es único en el mundo, sino que lo será en la historia de
España. Habrá que esperar a una encuesta sobre juventud que se haga dentro
de cuarenta años. Entonces compararemos y se verá que la situación en la
que estamos inmersos, que ahora nos parece tan normal, no lo es en
absoluto". ¿Cuáles son las causas y qué opinan ellos de todo esto?
El 77% de los
jóvenes menores de 30 años viven en el domicilio familiar. Esto conlleva
una disminución del número de jóvenes que conviven con su pareja.
José M. H.. tiene 26 años y trabaja como
peón en una empresa de revestimiento aislante de edificios: "Terminé mis
estudios de delineante industrial y de construcción. Tuve algunas
experiencias laborales en este terreno con contratos temporales. Luego
hice diseño por ordenador y después de algún tiempo, no sé si
afortunadamente o no, tuve la oportunidad de trabajar un breve período de
tiempo en una empresa que luego quebró. Hoy, para no depender del dinero
de mi madre viuda, con la que convivo, me he visto obligado a aceptar un
trabajo que no está relacionado con ninguno de mis estudios y tengo
contrato temporal. Sé que como yo hay muchos jóvenes en España y me
pregunto si hay derecho a que esto sea así. Tengo novia desde hace tiempo
pero no puedo plantearme nada serio con ella. Las razones son obvias".
Según la encuesta del INJUVE sólo uno de cada cuatro jóvenes entre 25 y 29
años tiene contrato permanente. A lo largo de la juventud viene siendo
habitual el haber pasado por varios empleos. Según estas cifras, uno de
cada tres jóvenes con experiencia laboral sólo ha tenido empleos que le
han durado menos de un año. Está claro, "los jóvenes son quienes más están
padeciendo el reforzamiento del proceso selectivo y de la concurrencia que
se produce en el mercado de trabajo con la crisis económica que, en la
actualidad, es sobre todo una crisis de empleo -afirma el sociólogo
Lorenzo Cachón Rodríguez, en su libro "Europa y los jóvenes"-. No sólo es
más difícil encontrar un puesto de trabajo, sino que, cada vez con más
frecuencia, ese puesto suele tener un carácter precario. Los empleos menos
cualificados y menos protegidos se concentran en los jóvenes
adolescentes".
España, según el último estudio realizado a los jóvenes por el Instituto
de la Juventud (INJUVE), es uno de los países de la UE donde más personas
jóvenes dependen económicamente de sus padres (un 62%). En 15 años esta
cifra apenas ha variado. Otra cuestión que ellos argumentan en sus
cuestionarios es la dificultad de acceder a una vivienda. España es el
país comunitario con menos hogares unipersonales, sólo un 13,4% frente a
otros países del entorno europeo como Dinamarca que cuenta con un 54,6%
según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y es
que nuestro país dispone del menor parque de viviendas en alquiler de la
UE. De 1996 al 2000, el precio de la vivienda ha aumentado un 50%, cosa
que no han hecho los sueldos de los jóvenes lo que imposibilita un acceso
real a la vivienda. María Sánchez, auxiliar de clínica, se queja de no
ganar suficiente dinero para poder hacerse cargo de los gastos que acarrea
vivir sola. "No puedo vivir por mi cuenta -asegura- porque no me siento
independiente económicamente. Los precios de los alquileres están
altísimos y no puedo ahorrar para comprarme un piso porque tengo que
ayudar en casa".
Si aislamos por un lado la influencia del paro, y por otro la dificultad
de acceso a una vivienda, como directos responsables de esta dependencia
familiar de los baby boom, ¿qué nos queda? ¿quiénes estarían
interesados en mantener esta situación? ¿qué o quién gana con ello?
ESTADO Y FAMILIA
¿GRANDES INTERESADOS?
"Al margen del mercado (laboral e inmobiliario) -asegura el sociólogo
Enrique Gil Calvo- nos quedan otras dos instituciones a las que atribuir
la prolongación de la dependencia de los jóvenes. Son el Estado y la
familia. Aparece así la responsabilidad del Gobierno, cuya política tiene
un claro sesgo antijuvenil, pues no ha aprovechado la bonanza económica
para facilitar la emancipación de los jóvenes. Como Aznar creía contar con
el voto de éstos, prefirió gobernar para los adultos de clase media (con
su política fiscal) y para las personas mayores (con su política de
rentas). Pero como los recursos son escasos, ello sólo fue posible en
detrimento de las políticas de inserción juvenil que se vieron penalizadas
en consecuencia. En suma, para comprar el voto de padres y abuelos
hubo que gobernar contra sus hijos y nietos, abandonándolos a su
suerte frente a las inclemencias del mercado". Las cifras indican que el
PIB español sigue creciendo por encima de la media europea, no obstante
este factor positivo no influye en una política de empleo juvenil que
estimule la creación de empleo e incremente la flexibilidad del mercado de
trabajo, ya que el 42% de jóvenes en edad de trabajar está en paro y las
prestaciones por desempleo en la actualidad, sólo están al alcance de uno
de cada tres parados jóvenes -indica el INJUVE-.
Habría que diseñar una política de empleo que evitara el desarrollo de
trabajos y contratos precarios -como viene sucediendo-. Se debería
orientar a los jóvenes en lo posible, en actividades que les ofrezcan
perspectivas de futuro. Estimular a los agentes sociales para favorecer la
contratación de jóvenes en los acuerdos que tengan repercusión sobre el
empleo. Ayudar a los jóvenes a crear empresas e incluso cooperativas. Pero
hoy el sistema implantado en España no está articulado para integrar de
una manera efectiva a los jóvenes en el aparato productivo, como la mejor
garantía de futuro para nuestro país.
Aunque el Estado, no es el único responsable de la prolongación de la
dependencia juvenil -recuerda Enrique Gil Calvo-. "Además interviene la
otra institución, que es la familia. La inhibición del Estado para
fomentar la inserción de los jóvenes combatiendo su precariedad laboral ha
sido suplida por la protección familiar, que corre a fondo perdido con
todos los gastos que origina la prolongación de la dependencia juvenil".
Juan P. y Dolores G. confiesan que, para dos hijos que tienen -19 y 27
años-, procurarán exprimir al máximo el tiempo de convivencia juntos
viendo las expectativas que existen ahí fuera. "Ya tendremos tiempo de
estar solos los dos", aseguran. "Además, con lo que ganan no podrían ni
pagar el alquiler de un piso. Ya no digo mantenerse. De momento en casa no
les falta de nada. Saben que cuando quieran marcharse pueden hacerlo y
contarían igual con nuestro apoyo", concluye Dolores.
Los precios de la
vivienda son demasiado elevados para la mayoría de los jóvenes. Muchos
pasan la frontera de los 30 viviendo en el domicilio familiar.
Muchos padres están encantados con esta situación. En el fondo temen
quedarse solos y quieren retrasar lo máximo posible la partida. A cambio,
ropa planchada, comida hecha, elasticidad de horarios, permisibilidad y
mucha "comprensión". Dolores asegura que "eso que se dice tan a la ligera
de que 'tengo unas ganas de que te cases y te marches a vivir tu vida...'
como si fuese una lacra, son meras apariencias ante la sociedad que tiene
estipulados determinados cánones que no se ajustan a la realidad que
vivimos".
Aunque, como asegura el psicólogo Jose Mª Burdiel, "tomar decisiones sobre
la propia vida y enfrentarse a los problemas en solitario, contribuye a
estimular los recursos y agudiza el ingenio", las cifras muestran hasta
qué punto estos jóvenes dependen de sus progenitores. Las encuestas
realizadas por el INJUVE señalan que dos de cada cinco jóvenes cuentan con
ingresos efectivos de sus padres -las pagas- que pueden llegar a alcanzar
unas 20.000 pesetas al mes. En el caso de los chicos que comparten piso,
pueden llegar a recibir una ayuda paterna de unas 45.000 pesetas al mes.
Ayuda que necesita una mayoría de jóvenes que se encuentran en esa
situación. Bien sea de una forma u otra, uno de cada cuatro jóvenes con 29
años, sigue recibiendo ayuda de sus padres. Ahora bien, esta protección
familiar que suple en cierta forma las inhibiciones del Estado,
prolongando la dependencia de los jóvenes, no puede ser realizada por
todas las familias, dado el reparto desigual de bienes. Esto provoca que
haya un número de jóvenes que se tengan que buscar la vida como sea por
razones de supervivencia, y también que en estos momentos el índice de
pobreza en España se esté cebando principalmente con los jóvenes: "El 44%
del total de pobres en España (disponen de menos de 44.255 pts. al mes
para vivir), tienen menos de 25 años", según un estudio de Cáritas. "La
bonanza económica -señala el informe- por la que atraviesa el país que se
refleja en cifras macroeconómicas impresionantemente buenas, no alcanza a
la quinta parte de los españoles, que sufre serias dificultades".
Foto: Fusión |
CONSUMO GARANTIZADO: ESPAÑA VA BIEN
Trabajo no habrá para estos jóvenes, pero sí son consumidores. No son una
carga para el Estado, pero sí contribuyen a mantener la demanda dentro de
nuestro sistema económico y por lo tanto las cifras de bonanza. "Los hijos
-señala la demógrafa Anna Cabré (Tiempo 8-1-00)- no tienen un valor
económico para la familia. En todo caso, son un valor negativo porque toda
su vida son consumidores respecto a sus padres". Según se desprende del
estudio del INJUVE, la influencia que tiene la juventud en el consumo es
superior a la que le correspondería en función de su capacidad económica.
"La familia en su papel económico y de refugio -asegura el demógrafo Juan
Antonio Fernández Cordón-, es lo que hace posible que el sistema funcione
sin que la sociedad se rompa". Cuestión con la que está plenamente de
acuerdo Enrique Gil Calvo: "Por dudosos que sean los métodos, la política
económica del Gobierno parece constituir un éxito. Pese a la recesión
internacional, agravada por la crisis del 11 de septiembre, el PIB español
sigue creciendo por encima del promedio europeo. Pero bajo este escenario
color de rosa subyacen indicadores bastante más preocupantes. A corto
plazo España va bien, pero a largo plazo no marcha, pues no puede
proveer el futuro de nuestros jóvenes, obligados a seguir dependiendo
indefinidamente de la protección paterna de sus familias".
¿Alguien se ha preguntado alguna vez qué ocurriría si un día estos padres
se ponen en pie de guerra y echan a sus hijos fuera de casa? ¿O si los
hijos se rebelasen y decidieran todos a la vez, salir a la calle a
buscarse la vida? El espectáculo sin duda sería dantesco. Miles de
personas circulando por las calles sin dinero, sin trabajo, sin un techo
donde dormir... La pobreza más absoluta. El caos. Quizá porque algo así
pueda llegar a producirse algún día, Cáritas alerta sobre la situación,
exigiendo medidas urgentes. "Este aspecto es tan grave -señala en su
estudio sobre la pobreza en España- que merecería la pena conocer más en
profundidad lo que está sucediendo con la juventud y la infancia en
España, y sobre todo con el pronóstico del futuro de este sector no sólo
para denunciar el hecho sino para arbitrar actuaciones y políticas
sociales que mejoren, al menos en parte, esta situación".
PROBLEMAS DE NATALIDAD
A primera vista se preguntarán qué tiene que ver la natalidad con el tema
que nos ocupa. Veamos los datos.
Según cifras del INJUVE, los jóvenes se independizan cada vez más tarde:
El 77% de los jóvenes menores de 30 años viven en el domicilio familiar.
Esto conlleva una disminución del número de jóvenes que conviven con su
pareja y por lo tanto, incide en la tasa de natalidad tan baja que existe
en nuestro país. "En España, asegura el demógrafo Fernández Cordón, es
bajísimo el porcentaje de jóvenes con descendencia porque ni se casan ni
se emparejan y tampoco tienen hijos". Si no hay niños hoy, los demógrafos
aseguran que puede haber problemas en el futuro. De hecho las previsiones
aseguran que en el 2050 España tendrá nueve millones y medio de habitantes
menos que ahora. Esto incidirá especialmente en los estratos más jóvenes
lo que a medio plazo provocará una disminución del número de trabajadores,
hará que la carga social de los pensionistas se haga insostenible y que se
tenga que recurrir a la mano de obra extranjera para poder equilibrar la
balanza. A nivel popular ronda la famosa tasa de natalidad de 2,1 niños
por pareja, para que se produzca lo que denominan reemplazo generacional.
Cuestión bastante discutible por algunos sectores. "Esa tasa es lo más
absurdo que uno se pueda imaginar, asegura Anna Cabré- porque nadie sabe
cuántos puestos de trabajo habrá en el futuro. A lo mejor una tasa de 2,1
es insuficiente, o a lo mejor sobra. Además, la sociedad siempre puede
recurrir a traer niños de otros lugares. Es decir, inmigrantes".
Los datos confirman que nos encontramos en un momento histórico ya que
aquí, al igual que en el resto de países de la UE, "nunca la juventud ha
tenido el peso demográfico como el actual", comenta Lorenzo Cachón. Una
juventud con muy buena preparación intelectual dirigida principalmente a
llenar los niveles medios y altos en la escala de la fuerza del trabajo.
Por tanto van quedando vacantes los niveles inferiores que en la
actualidad están siendo ocupados por los inmigrantes. Otro dato más que,
junto a lo hablado anteriormente, obligaría a revisar las directrices de
nuestra política de inmigración.
Detrás de los
fenómenos juveniles como el botellón, habría que analizar cuestiones más
profundas como la falta de perspectivas laborales o la ausencia de una
política juvenil por parte del gobierno.
Como decimos, la natalidad es uno de los
temas que más preocupa a los políticos en este momento por sus
consecuencias en el futuro. Nuestro país tiene la tasa de fecundidad más
baja del mundo y en el 2050, el 44% de la población tendrá más de 60 años.
Lo curioso de todo esto es que cuando se habla de este tema no se suele
mencionar a los jóvenes.
Fue famoso aquel discurso del Presidente Aznar a primeros de año en la
clausura del XIV Congreso del PP donde habló, entre otras cosas, de la
situación demográfica en nuestro país, que calificó de catastrófica. En
este discurso, donde confesó su preocupación por el tema, dijo que habría
que "dedicar recursos crecientes y urgentes en favor del bienestar de los
mayores. Apoyar mucho más a las familias con hijos. Que los padres
pudiesen tener los hijos que deseen y, al mismo tiempo, siguieran
desarrollando sus profesiones". También habló de la incorporación de la
mujer al mercado de trabajo, horarios flexibles, igualdad de condiciones
laborales... pero no habló de los jóvenes. Tan sólo se refirió a ellos
cuando dijo que el nivel educativo de los jóvenes españoles era el más
bajo de la UE y que por tanto su primer objetivo sería la educación porque
"el futuro se decide en las aulas".
Es imposible sintetizar aquí la complejidad del tema que nos ocupa. Este
problema, como otros que vive nuestra sociedad, está interrelacionado con
otras cuestiones que no se pueden excluir en este debate. Adoptar la
postura del avestruz o querer mirar sólo hacia valores tangibles a corto
plazo, no hace más que retrasar las posibles soluciones al problema.
Incluso podría llegar a convertirse -como señalan algunos expertos- en una
bomba de relojería social.
El desaparecido escritor y filósofo español José Luis Aranguren escribió,
en uno de sus artículos dedicado a los jóvenes, que "ellos, aún sin
saberlo todo, introducen la novedad en la vida y en la historia; nosotros
completamos su conciencia y comprendemos la realidad a través de ellos. En
las manos de los jóvenes está el futuro del mundo. Procurar descifrar ese
futuro, intentando descifrarles a ellos, es nuestra tarea". ∆ |