| |
Y LO QUE FALTA...
Falta mucho por destapar, y el pueblo americano tiene la
responsabilidad de continuar hasta el final de esta increíble
historia
|
L o dijimos. Después del 11-S,
cuando todos los medios de comunicación se deshacían en apoyos al
superhéroe americano, Bush, y lo convertían en la esperanza mundial
contra el terrorismo, nosotros arriesgamos una teoría que en aquel
momento era hasta peligrosa, por el ambiente enrarecido que se
respiraba. Y nuestra teoría, basada en que todo lo ocurrido el 11-S no
sólo era conocido por el gobierno Bush, sino que había sido
consentido, ya ha tomado forma en una primera parte.
Ahora ya es conocido que sabían lo que se estaba cociendo y que iba a
suceder exactamente lo que sucedió, es decir, que pilotos suicidas
estrellarían aviones contra lugares públicos o del gobierno. Sólo
falta la segunda parte, más difícil de descubrir, pero no imposible, y
es que todo ello fue permitido para conseguir carta blanca mundial
para poner en marcha un plan que llevara a los EE.UU. a establecer un
"nuevo orden mundial", lógicamente liderado por ellos, con sus
condiciones y con veladas amenazas a quien no entrara por el aro.
¿Por qué lo sabíamos? Muy sencillo, si cuando ocurre algo de tamaña
magnitud como fue lo del 11-S, se mantiene la mente fría y serena, no
dejándose arrastrar por el apasionamiento que provocan los hechos, las
víctimas, entonces se empieza a sumar dos y dos, y ocurre que el
resultado es tan evidente que produce más escalofríos que los hechos
en sí, porque el pueblo americano sufrió una convulsión general ante
el horror de lo sucedido y la pérdida humana, pero aún será peor
cuando se descubra que todo forma parte de un plan dirigido por Bush
padre y su séquito, que utilizando la marioneta de Bush hijo, buscan
poner en marcha el soñado "nuevo orden mundial" que tanto pregonó y
persiguió Bush padre.
Y qué mejor forma de conseguir ese liderazgo mundial que impactando al
mundo con unos hechos que les coloquen como víctimas y a la vez como
justos vengadores de tal afrenta.
Tal y como dijimos en su día, la idea parece sacada de una película de
terror, elaborada por unas mentes enfermas, pero eso, por muy duro que
parezca, tampoco sería una novedad. La realidad es que ya se están
descubriendo los primeros síntomas de la gran mentira y poco a poco
irán saliendo a la luz los siguientes.
Sería importante, muy importante, que los países que concedieron carta
blanca a la administración Bush reflexionaran antes de que semejante
psicópata convirtiese al planeta en un campo de batalla generalizado
donde, como se comprobó en Afganistán, lo único real es que las
fábricas de armas de los EE.UU se ponen las botas, pero los resultados
reales son nulos, porque no sólo no se destruye al objetivo, Bin Laden,
sino que ya se da por hecho que va a volver a golpear y esta vez con
más intensidad.
¿Y para eso se masacraron miles de civiles? ¿Y para eso se están
gastando millones de dólares?
Hasta el propio congreso de los EE.UU se está planteando ya la validez
de esa historia a la que absurdamente bautizaron como "Libertad
duradera". Pero, además, todo indica que se está mascando algo gordo,
y que Bush ya no es aquel héroe que prometía vengar las víctimas,
destruir el terrorismo, devolver la dignidad a los americanos. De
hecho, su popularidad está bajando.
Ningún héroe se forja sobre la venganza, ningún héroe surge del ojo
por ojo. En realidad, no existen los héroes, sólo en las películas .
Además, la realidad cruda del conocimiento previo de que iba a suceder
el 11-S, es demasiado fuerte como para permitir que se eche tierra al
asunto, es más, si el Congreso de los EE.UU no investiga el asunto,
debería ser la comunidad internacional la que exigiese aclarar los
hechos, porque no se puede seguir prestando ayuda sin condiciones a
quien sólo pretende el poder mundial, el dominio sobre todo y sobre
todos, aún a costa del dolor y el sufrimiento de los que le votaron.
Falta mucho por destapar, y el pueblo americano tiene la
responsabilidad de continuar hasta el final de esta increíble
historia, sólo que los culpables no están tanto fuera de casa sino
dentro, haciéndose pasar por héroes.
La duda está en saber si el pueblo americano está preparado para
asimilar semejante lección./ MC |
| |
|