La protesta en democracia está permitida dentro
de unos márgenes políticamente correctos. Si se traspasan esos límites uno
se convierte en un antisistema, o sea en un indeseable. |
|
IMAGINACION
POR CAROLINA FERNANDEZ
T engo unas ganas que me muero de tener
una tarde para sentarme en el cine con mi caldero de palomitas a disfrutar
de la última peli de George Lucas, El ataque de los clones. Al igual que sus
otras películas de la misma saga, dudo que ésta defraude a los millones de
seguidores que tiene por el mundo. La imaginación de este hombre es
portentosa. Y como otros hombres de imaginación portentosa, es posible que
se acerque mucho más a la realidad de las cosas en uno de sus delirios
interestelares que cualquier científico gris en toda su puñetera existencia.
Pues bien, a este hombre se le ocurrió decir durante una entrevista que una
democracia que no funcione puede ser peor que una dictadura. Y añadió además
que una dictadura conducida con mano honrada podría quizás resolver
estupendamente los asuntos de un país. Ahí escuece. Igual que los americanos
de hace pocas décadas, que se llenaban de ampollas al oír la palabra "rojo"
o algunos fascistas se revuelven al nombrar siquiera a un homosexual, aquí
saltan los resortes presuntamente democráticos al pronunciar la palabrita.
Y estoy de acuerdo, sí, en que las dictaduras han sido y son una de las
peores plagas de la humanidad. Y sé que la historia reciente y no tan
reciente está sembrada de dictadores abominables que desayunan todas las
mañanas con las cifras de muertos del día anterior. Con semejantes
antecedentes, es fácil juzgar a toda velocidad la idea de un señor, que
encima se entretiene imaginando conflictos intergalácticos.
Pero qué quieren, a mí no me disgusta dejar volar la mente imaginando otras
posibilidades, viendo que lo que tenemos hace aguas por todas partes. Hace
falta gente con imaginación que se atreva a hacer propuestas inverosímiles,
lo que sea, menos aguantarse con el mejor de los males.
Porque ¿qué tenemos ahora? La última vez que en España se celebró un
referéndum yo debía estar en el parvulario. Tenemos una Constitución con una
lista de derechos que nadie garantiza, y que son pisoteados día tras día con
total impunidad. Si alguna decisión del gobierno me afecta directamente, no
tengo ningún mecanismo dentro del sistema mediante el cual protestar y
exponer mi situación. Mi voz jamás llegará a las altas esferas. Como mucho
me queda el pataleo, la carta al director en el periódico local, o si tengo
muy mala leche organizo una plataforma ciudadana que haga un poco más de
ruido pero que finalmente se quede en nada. Si me pongo un poco farruca,
vienen los antidisturbios y me parten la cara en plena calle, a la luz del
día y sin derecho a réplica. Y si pongo una bomba en el Congreso me pudriré
en la cárcel. Si es que no me escapo antes con Bin Laden. No hay medios de
comunicación independientes en los cuales se escuche una voz distinta a la
línea oficial. Las discrepancias que se oyen son educadas, medidas,
estudiadas para no crear polémicas demasiado molestas. La protesta en
democracia está permitida dentro de unos márgenes políticamente correctos.
Si se traspasan esos límites uno se convierte en un antisistema, o sea en un
indeseable. Hoy en día sufrimos una mayoría absoluta, sin oposición, y sin
posibilidad alguna de que los ciudadanos participen. Es verdad que una
dictadura no nos permitiría ir a votar cada cuatro años; tampoco lo hacen
ahora muchos miles de españoles que están hasta las narices de sentirse
puteados legislatura tras legislatura. Es verdad que no nos consultarían
cada vez que haya que tomar decisiones que nos afecten; tampoco lo hacen
ahora. Si no somos hipócritas, no nos costará ver en ello el mismo fondo de
cualquier dictadura. ¿Cuál es la diferencia, salvando las formas? Que me lo
expliquen.
¿Y George Lucas propone una dictadura "buena"? Pues concedámosle el
beneficio de la duda. Vamos allá:
Voy a imaginar un sistema gobernado por una sola cabeza. Pongamos que será
una persona sumamente inteligente, reflexiva, constantemente preocupada por
los demás. No se emborrachará de poder en el momento mismo en que estrene el
cargo. Tendrá despierto amor y el respeto por sus semejantes, cosa que ahora
mismo suena a cuento de hadas, pero debería ser la primera asignatura de
cualquier cargo público. Eso no evitará que cometa errores, pero sí le hará
buscar siempre lo mejor para sus ciudadanos. Será una persona crítica con
sus decisiones, deseosa de aprender de los pasos dados. Construiría un
sistema basado en el equilibrio, en el reparto equitativo de bienes, con lo
cual se cepillaría de un plumazo el 99% de los problemas de nuestro mundo.
La justicia será una de sus preocupaciones fundamentales. El equilibrio
entre el hombre y el medio que le rodea no será un objetivo, sino la base
lógica sobre la cual asentar los sistemas de producción. Este "dictador"
estaría rodeado de colaboradores que no serán los perros de presa que
estamos acostumbrados, sino simplemente personas dispuestas a echar una
mano.
Y puestos a redondear el tema, añadiría que el "dictador" en cuestión sería
un caballero Jedi y se parecería a Ewan McGregor. ¿Alguien da más?
Y si después de todo esto lo llamamos "dictadura", pues vale, por mí como si
le ponemos "remolacha". Yo firmo.
¿Que una cosa así no es posible? Bueno, seguramente no, y seguramente
tampoco es el ideal, pero si no podemos imaginarnos cosas imposibles, sin
que pongan el grito en el cielo, ya no los fascistas de siempre, sino los
cuatro progres oxidados y cegatos que no arriesgan más de lo imprescindible
en sus columnas, jamás llegaremos más allá que estas pobres democracias
gobernadas por un taponcillo como Aznar, o un carnicero disfrazado de buen
cristiano como Bush, por mucho que les votemos cada cuatro años.
Aguantarse con lo malo conocido, la verdad, es de gilipollas. ∆ |