No es ningún secreto que la
paz ha nacido siempre de la semilla maldita de la humillación, de la
derrota y no del convencimiento. |
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LA MADRE DE TODAS LAS GUERRAS
POR JOSE ROMERO SEGUIN
P alestinos y judíos no son sino el
provocador dedo que un mundo le mete al otro en el ojo, un mundo dividido
por culturas y religiones que no son sino miserables disculpas para
ignorarnos, eso sí, perfectamente diseñadas, y que por supuesto no valen
nada si lo comparamos con el valor intrínseco de cada hombre.
La razón no se puede defender a fuerza de tiros, bombas y operaciones de
exterminio, es así, y todos lo sabemos, ellos tal vez mejor que nadie, pero
la historia se ha escrito así, con la sangre de hombres y pueblos, y eso
también lo sabemos y lo saben, y no sólo eso, sino que lo aceptamos y
reconocemos como la más efectiva de las fórmulas para gobernarnos y trazar
los rumbos de nuestra convivencia.
No es ningún secreto que la paz ha nacido siempre de la semilla maldita de
la humillación, de la derrota y no del convencimiento.
No queremos explorar nuevas formas de convivencia, por eso a lo más que
llegamos es a sofisticar el discurso, a disfrazar la brutalidad, a
ignorarnos paradójicamente dentro del marco de mayor protección y atención
en que se haya actuado jamás. Hoy más que nunca, todos estamos o parecemos
dispuestos a socorrer al que sufre, pero nadie a poner remedio al
sufrimiento, nadie a gritar que ya basta de hipocresía, y no lo hacemos
porque vivimos del sufrimiento y de la hipocresía.
La política y los políticos envenenan el mundo, y es que han hecho de ella
oficio. Copar el gobierno se ha convertido en el más próspero de los
negocios, cuando debiera ser el más generoso de nuestros actos sociales.
Hoy todos afirmamos que entendemos, y argumentamos sobre esa base, pero la
verdad es que no entendemos nada, y sin entendimiento caminamos por la vida
llenos de estúpida compasión, de hipócrita tolerancia y envenenados por
toneladas de información interesada que impone una visión maniquea en todos
los conflictos, la que finalmente nos hace perder la noción de que, quienes
se están matando son seres humanos como nosotros.
Estados Unidos ayuda a los judíos, y no por la presión que puedan ejercer
sobre ellos los grandes empresarios de ese origen que tienen sus negocios
allí instalados, ellos saben mejor que nadie que el capital no tiene patria
ni consideración hacia nada ni nadie que no sean sus propios intereses. Los
banqueros judíos están finalmente más interesados en el dólar que en el
dolor de sus hermanos. Si los Estados Unidos ayudan a Israel, es simple y
llanamente porque a los Estados Unidos le interesa mantener vivo el
conflicto en esa zona del mundo. Y qué mejor excusa para ello que esa, la
del contencioso entre judíos y palestinos.
Arabia Saudí por su parte está más interesada en proteger los privilegios de
sus dirigentes, que en preservar los legítimos derechos de los palestinos y
árabes en general. Subvenciona por ello a su dios y éste llena de fanatismo
las mentes de los hombres, mientras, la familia Real disfruta y dilapida a
sus anchas la oportunidad que le ha brindado la naturaleza para hacer de esa
zona una de las más prósperas del planeta.
La seguridad y la impunidad se pagan, y los obtusos miembros de las
organizaciones terroristas las venden como si de cualquier mercaduría se
tratase, lo hacen las organizaciones árabes y las occidentales. Su idealismo
no alcanza, tienen necesidad de recursos para alcanzar sus siniestros fines,
y no hallan mejor instrumento que tomar el dinero de los banqueros y de los
sátrapas a cambio de brindarles impunidad. Curioso proceso de liberación
este de proteger a los que explotan, corrompen y pudren al ser humano.
Por encima de la mesa se habla de paz y se exige justicia, por debajo, las
naciones árabes animan a los palestinos a echar a los judíos y subvencionan
a los terroristas. Por otro lado los Estados Unidos venden armas a los
judíos y los animan a preservar a cualquier precio sus fronteras.
El cuento, como veis, es viejo, una vez se ha echado suficiente leña al
fuego y éste arde, se abre la maravillosa oportunidad de ser además de
pirómano, bombero.
Y si es fácil engañarnos a los que vemos el conflicto desde fuera,
imaginaros a los que lo sufren en sus propias carnes. Es por ello que no
resulta extraño ver a los soldados israelitas avanzar alegremente con sus
tanques sembrando muerte y desolación a su paso, convencidos de lo justo de
su causa. Ni a los suicidas palestinos vestirse de explosivos y estallar en
nombre de su patria y de su dios en medio de un puñado de pacíficos
comensales en un restaurante, o de los viajeros de un autobús.
Quién se puede creer realmente que, palestinos y judíos no hubiesen llegado
ya a un acuerdo, sin en vez de tratar de entenderse a través de siniestros
terceros y tercos politicastros, se sentaran en una mesa y discutieran hasta
llegar a un acuerdo tan terrenal y sencillo como es el de convivir.
Olvidándose de dioses que no viven en este planeta, y acordándose sólo de
sus hombres, mujeres y niños. Qué mejor razón que ésta, qué puede haber más
hermoso que eso, que no sea la estupidez de un orgullo, que parece ser y no
por casualidad, siempre, recién estrenado. ∆ |