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PASTORALES Y FASCISMO

PASTORALES Y FASCISMO

Atacar la libre expresión de unos ciudadanos, sean curas o no, es atentar contra uno de los principios más sagrados de la democracia.


Hay quien asegura que el mejor barómetro para medir la salud de una sociedad, o de una democracia, o de un pueblo libre, es la libertad de expresión.
Y se entiende por libertad de expresión el derecho que posee cada ciudadano a decir libremente lo que piensa, a manifestar su opinión abiertamente, sin que nadie por ello le amenace o le borre del mapa.
Siendo así, lo ocurrido recientemente con los obispos vascos, con su pastoral sobre la ilegalización de HB y la reacción posterior de algunos partidos políticos y de una parte de la sociedad española, nos conduce, una vez más, a la afirmación de que esta democracia que tenemos está en pañales.
Quiero dejar claro de antemano, aunque para quien lea esta sección habitualmente tiene que resultar evidente, que mi postura ante la Iglesia y todo lo que la rodea es más que crítica, es más, pienso que si desapareciera la humanidad se liberaría de una pesada carga y daría un paso adelante en libertad y en evolución mental y espiritual.
Pero eso no quiere decir que no tengan el derecho, como ciudadanos, como hombres, como españoles y como seres humanos, a expresar libremente su opinión sobre todo tipo de temas, de la misma forma que la expresamos los demás.
Y aquí radica el verdadero problema de esta historia que tanta polvareda levantó.
Me parece bastante más peligroso para la sociedad española la forma en que se tomaron muchos políticos la pastoral vasca, que la pastoral en sí misma, cuyo contenido incluso fue deliberadamente tergiversado y manipulado hasta el punto de sacar conclusiones que ni por asomo figuraban o se contenían en la pastoral.
Atacar la libre expresión de unos ciudadanos, sean curas o no, es atentar contra uno de los principios más sagrados de la democracia, porque si no se está de acuerdo pues se rebate la opinión, pero lo que no se puede hacer es decirles que se dediquen a lo suyo o exigir al Vaticano que les llame al orden por decir lo que piensan.
Creo que cosas como éstas dan la auténtica talla y clase de los demócratas verdaderos, y también quedan en evidencia los que consideran que la política es sólo asunto de los políticos, y los demás, pues a las cosas propias de su sexo.
Al final va a tener razón Arzalluz cuando dice que "lo que se espera de los curas es que digan amén a todo y que se limiten a pasear bajo palio el cacique de turno".
Además, todo ello sucede en un momento en que al gobierno le crecen enanos por todas partes. Todos aquellos sectores que no entran por su aro son demonizados por su majestad Aznar y tachados de enemigos de España.
Es evidente que asistimos a la recta final de un empacho de poder que, como siempre, acaba liando las neuronas de quien lo ostenta y confundiendo así servicio a la nación con autoservicio, pues tal parece que España es el cortijo de Aznar y del PP y los demás simples lacayos sin voz ni voto.
Pienso que es muy sintomático que este enfrentamiento haya ocurrido entre el PP y la Iglesia, es decir, entre la uña y la carne, porque eso significa que ambos poderes chocan, y eso ocurre cuando se disputan espacios sociales, comunes, cuando hay nubarrones negros en el horizonte, cuando las máscaras se caen por sí solas, cuando llega la hora de un cambio integral.
Lo que no es tan lógica es la actitud del PSOE, pero si tenemos en cuenta que hace mucho tiempo que perdió su identidad, pues entonces nada puede sorprendernos.
De cualquier forma, también es cierto que la Iglesia se ganó a pulso que le falten al respeto, que se le suban a las barbas, porque su ambigüedad, su hipocresía, su cinismo y su falta de sensibilidad social, la alejan cada día más de unos y de otros, lo que no es óbice para que mientras sean ciudadanos tengan pleno derecho a decir lo que piensan.
Si ahora apoyamos el hecho de que no se pueda opinar en contra de determinados aspectos políticos, de determinadas decisiones jurídicas, o de lo que sea, estaremos abriendo de par en par las puertas al más puro y refinado fascismo, que es lo que algunos desean y buscan, tal vez porque fue lo que mamaron.
Y para cerrar, quiero decir que yo también estoy en contra de la forma, el momento y el método que se aplica para ilegalizar HB. Me parece que los partidos políticos no tienen autoridad moral ni legal para hacer una cosa así sin contar con la opinión de los ciudadanos, y también pienso que las consecuencias sociales para el País Vasco y para España serán inimaginables.
Si esto se consuma habremos cercenado la democracia, y con ella el camino hacia la libertad, algo que sigue siendo teoría.
No he entrado deliberadamente en el contenido de la pastoral, tan sólo en el derecho a la libre expresión que se supone todo ciudadano posee en este país. ¿O no?
/ MC

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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