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Ventana Nacional
RADIOGRAFIA DE UN CONGRESO

VENTANA NACIONAL - RADIOGRAFIA DE UN CONGRESO

Estos señores del PP emanan prepotencia, endiosamiento, elitismo, un triunfalismo basado no en el hecho de poseer la mayoría absoluta, sino de creerse sin tapujos que ese es su lugar por derecho propio.


Acabamos de asistir a la celebración del XIV Congreso del PP. Todo muy bonito, todo muy patriótico y emotivo. Indudablemente, la situación de privilegio que el partido ostenta en la política nacional, con una oposición desaparecida en combate, daba al Congreso un aire triunfalista, edulcorado con grandes dosis de emotividad por la anunciada y parece que definitiva negativa de Aznar a seguir de Presidente.
Lo dicho, todo muy entrañable, todo como en familia.
Pero algo no encaja a quien observa desde una posición crítica y neutral, algo que tiene mucho que ver precisamente con la autocrítica.
El ejercicio de la política debería ser también el de la permanente autocrítica, sobre todo teniendo en cuenta que el político es una especie de empleado público que tiene que convencer al respetable para que le pague un sueldo más que decente por sus servicios.
Y si tenemos en cuenta que la competencia es fuerte, el trabajo es muy solicitado, pues entonces el esmero por mostrar lo mejor de uno mismo y, a la vez, buscar justificaciones creíbles que disculpen lo peor, debería ser la base de la puesta en escena de estos señores y señoras que escogieron esa forma de vivir como quien escoge hacer circo o montarse una ferretería, da igual.
Pero no, estos señores del PP emanan prepotencia, endiosamiento, elitismo, un triunfalismo basado no en el hecho de poseer la mayoría absoluta, sino de creerse sin tapujos que ese es su lugar por derecho propio, vamos, que no nacieron para otra cosa, que se abrió el cielo y cayeron ahí. O sea, divinos.
Claro que uno piensa en Gescartera, sólo un ejemplo, y en el hecho de que su nombre no haya sonado entre los clarines del Congreso, y parece como si faltara algo, algo que les haga más de carne y hueso, más auténticos, más creíbles.
Al modo americano utilizan el terrorismo como fórmula para poner énfasis a su política, porque saben que la palabreja remueve y conmueve. Es vendible, vamos.
Invitan a CIU a su lecho conyugal porque quieren dar la estocada al nacionalismo y aislar al PNV. Dejarle solo. De ahí también el inicio de un idilio entre Fraga y Beiras.
Lanzan piropos y prometen el oro y el moro a la familia porque es la base de su nacional catolicismo, y de paso de sus votos.
Anuncian, con mucho morro y de nuevo ninguna autocrítica, apoyo a la integración de los inmigrantes. No especificaron si era una simple integración en las listas de los aporreados por los antidisturbios.
Amenazan con más reformas educativas de esas que nadie quiere y menos comprende, pero que ellos dicen que sí y punto. Es la democracia.
Y también, cómo no, una firme negación a cualquier tipo de reforma a la Constitución, con lo cual uno se pregunta por qué este señor, Aznar, funciona como Emperador de un Imperio que no tiene, porque cuando se elaboró la Constitución se sometió a la aprobación de los españoles mediante referéndum, y si hay o no que hacer algún cambio, cosa más que creíble porque se supone que si todo evoluciona también lo puede hacer la Constitución, pues volverían a ser los españoles los que decidieron, no una sola persona, por muy endiosada que esté y muy patriota que se sienta.
Pero estos son los grandes fallos del sistema democrático actual, que hace que un porcentaje importante de ciudadanos tengan que comulgar con ruedas de molino una y otra vez y no poder hacer nada ante las apisonadoras absolutistas.
Si tuviéramos que hacer una conclusión de este Congreso y de lo que supone cara al próximo futuro, hablaríamos de una dualidad.
Por una parte se denota un endiosamiento que, por simple experiencia política, van a acabar pagando caro.
Por otra parte, la oposición debería replantearse su actitud, porque permitiendo que los populares cabalguen a sus anchas le están haciendo un flaco favor a la nación.
De cualquier forma, el punto de inflexión de esta historia estará en el momento que Aznar se retire de la primera plana. Su mano y su presencia están cortando muchas guerrillas internas que luego van a explotar.
No es oro todo lo que reluce, ni cordialidad todo lo que parece.
Y sino que le pregunten a Cascos./ MC

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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