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JUGAR A LOS SOLDADITOS

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Existe un problema serio,
grave y con consecuencias futuras imprevisibles a menos que se
busque un auténtico diálogo con Marruecos y, a la vez, soluciones
definitivas. |
Son como niños. Les encanta jugar a la
guerra, hincharse de patriotismo trasnochado, de "vivas a España" con esa
voz fuerte de hombretón que enseñan en la mili, de sacar pecho con algunos
botones desabrochados para mostrar la espesa pelambrera viril que esconde un
corazón dispuesto a partirse por España.
Tanto tiempo sin mojarla y basta un trozo de roca con nombre vegetariano,
que para los más machos es símbolo de afeminado, para que se desaten las
pasiones y se enciendan los motores militares, que para eso tenemos, eso
dicen, un ejército profesional que nos protegerá de los moriscos y sus
anhelos reivindicativos.
Y mira que llenó páginas el suceso. Y mira que llenó horas de telediarios. Y
debates. Y tertulias.
Pero nada como la descripción de los hechos narrado por Trillo. Qué firmeza
en la voz, qué fuerza patriótica emanaba, qué despliegue de adjetivos y
alabanzas hacia la arriesgada operación militar que capturó y desarmó a seis
marroquís que, y esto nadie lo dijo, estaban "entretenidos" con las cabras.
Parecía que estabas escuchando la versión española del desembarco en
Normandía. Eso sí, sin disparos, sin víctimas.
Y todo por un puñado de perejil.
Pero, lo tremendo de todo, es lo que dejó al descubierto. Por ejemplo, que
la tan cacareada hermandad entre el Rey de España y el de Marruecos era una
burda mentira que ni sirvió para el acuerdo de pesca ni sirve ahora para el
asuntillo este tan nombrado.
Segundo, que el gobierno Aznar, desde su prepotencia, hace lo que le da la
gana sin contar con nadie, creyéndose que la mayoría absoluta es el
absolutismo déspota.
Tercero, que existe un problema serio, grave y con consecuencias futuras
imprevisibles a menos que se busque un auténtico diálogo con Marruecos y, a
la vez, soluciones definitivas.
Cuarto, que la UE ha demostrado que es un lacayo de los EE.UU y que éste
cuando quiera pasa por encima de ella y pisotea sus dignidades sin el menor
escrúpulo.
Quinto, que las relaciones de la UE con el mundo árabe son penosas, porque a
pesar del odio que estos, los árabes, sienten hacia los EE.UU, los prefieren
a la hora de dialogar sobre cualquier contencioso. De pena, vamos.
Y sexto. Que nos quedamos, los españoles, un tanto mosqueados por el peso
específico que España posee en la UE y el caso que se le hace, porque en
todo este rollo del "perejil" hubo demasiados comentarios jocosos,
demasiados desplantes, demasiadas desaprobaciones. Vamos, que no se vio ese
consenso, esa unidad y ese peso que Aznar trató de que nos creyésemos en el
semestre pasado.
Y una vez expuesto todo esto, reivindico el derecho a que nos dejen en paz
de una puñetera vez con todo este asunto, porque más bien parece una
teleserie de verano, diseñada para olvidarnos del mal tiempo e interpretada
como drama cuando en realidad fue una comedia, sólo que los actores no saben
sonreír, son entrenados para estar serios.
En cualquier caso fue un buen estreno para la nueva ministra de Exteriores,
Ana Palacio, que no sé a ustedes, pero lo que es a mí no me pega nada con
ese carterón en la mano. Y no es que dude de su valía ni de su valentía,
pero sí dudo, y mucho, que ese sea el cargo que más le conviene.
Sinceramente creo que le queda grande.
A lo mejor, Aznar trató de remediar el efecto bisagra de Piqué con la
antítesis, porque dudo mucho que esta señora se doble ante nadie ni haga la
pelota a nadie. Más bien creo que serviría para ministra de la Thatcher.
Y como estamos en el corazón del verano, pues hemos asistido a un culebrón
pasional, con amores y desamores, intrigas, estrategias y un poco de acción
sacada de los westerns de Almería.
Eso sí, por favor, si vuelve a haber desembarcos gloriosos, sólo pedimos que
el narrador no sea Trillo.
Preferimos a Hilario Pino./
MC |
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