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LA OTRA REALIDAD
Para los científicos resulta increíble que en menos de un mes se
hayan desintegrado 500.000 toneladas de hielo.
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Desde el 11-S el mundo vive
pendiente de la caza del terrorista emprendida por Bush y los suyos. Parece
como si todo se hubiera detenido y no se hablara de otra cosa. Guerra en
Afganistán, apoyos internacionales, rumores de más guerras, recuerdos y más
recuerdos de las víctimas de las torres, etc, etc.
Mientras, la tierra, la Madre tierra, sigue sufriendo las consecuencias del
desprecio del ser humano y de su política de destrucción de lo natural,
liderada por el terrorista medioambiental Bush.
Bush, como ya todo el mundo sabe, es un títere de su padre y de las
multinacionales que le utilizan para crear guerras donde hacer de oro a los
fabricantes de armas, por una parte, y para rechazar todos los planes de
control de la contaminación medioambiental, por otra.
Así, los graves anuncios, por parte de los científicos, de la situación
planetaria y sus consecuencias inmediatas para la humanidad, no hacen mella
en estas mentes cuadriculadas que sólo entienden de beneficios a costa de lo
que sea y que están hipotecando el futuro.
Las noticias sobre la evolución de los acontecimientos planetarios
relacionados con ese progresivo deterioro, son escasas y muy puntuales. Hay
que buscarlas entre los grandes titulares donde los políticos y sus
mamarrachadas lo copan casi todo. Y así, en la Antártida, por ejemplo, la
destrucción del casquete de hielo avanza a tal velocidad que está
sorprendiendo incluso a los más pesimistas. El aumento de la temperatura se
ha disparado de tal forma que ha superado con mucho el aumento medio
planetario.
Así, desde que empezó el año, varias plataformas de hielo se han roto y
desintegrado en múltiples icebergs. La primera en febrero, en el mar de Ross.
La segunda, hace unas semanas, en el mar de Amundsen, de 5.400 Km2. Y ahora,
la última, mayor que la provincia de Alava, de 3250 Km2.
Para los científicos resulta increíble que en menos de un mes se hayan
desintegrado 500.000 toneladas de hielo.
Y todo esto tendrá una consecuencia inmediata sobre las corrientes marinas,
sobre la subida de las aguas, sobre el clima planetario y todos sus efectos
para la humanidad.
Pero, a pesar de lo evidente ya, los gobiernos no reaccionan. Eso sí, no
pierden tiempo en enviar soldados y material a apoyar la santa cruzada
contra el terrorista del emperador Bush. Mientras la política medioambiental
no avanza porque se encuentra de frente con el costo que supone tomar
medidas.
Pero... ¿por qué no se desvían fondos destinados a la guerra para las
mejoras necesarias en la industria? ¿Hay dinero para bombas, para misiles,
para matar, en suma, y no lo hay para evitar una catástrofe planetaria sin
precedentes?
¿Quién es más terrorista, el que mata a varios miles de personas o el que
condena a toda una humanidad?
Tal vez ocurre que el ser humano está educado para responder emocionalmente
a lo inmediato, pero no para prever mentalmente lo posible, para anticiparse
a los hechos, para construir futuro. Sólo así se puede comprender que exista
tal conmoción mundial por un atentado, por muy salvaje que éste sea, y que
sin embargo se permanezca indiferente ante otro atentado, permanente,
conocido, calculado y consentido, sobre la tierra y su equilibrio.
La caza del terrorista, que además no da resultado, no escatima medios.
Mientras, otro terrorismo, mucho más brutal, se contempla con indiferencia.
Así es la naturaleza humana. Así de simple y así de influenciable.
Pero mientras todo aparentemente continúa, hay otra realidad que ocurre y se
mueve bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas.
Nuestro precioso planeta se muere. El hombre lo está matando./
MC |
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