LOS ESPAÑOLES Y LA IGLESIA
|
¿Cuántos
españoles creen de verdad que la Iglesia tiene algo que ver con
Dios, o con Jesús, o con cualquier representante de ambos?
|
A nda por estas fechas caliente el
tema de las aportaciones por parte del Estado español a la Iglesia
Católica. El asunto, siempre polémico, se ve ahora más cargado por las
últimas meteduras de pata de los intermediarios divinos, caso Gescartera y
caso profesores de religión, y hace que incluso el católico-practicante
gobierno de Aznar reflexione sobre la conveniencia de seguir alimentando a
los cuervos o expulsarlos del maizal, porque se puede ser devoto, pero no
gilipollas.
Aunque bien mirado, el tema tiene dos enfoques. Uno, el de la financiación
en sí, o sea, dinero. Y otro, la razón moral para hacerlo.
El primero es el que se discute más. Cantidades, partidas, porcentajes,
subvenciones, etc. Hay que tener en cuenta que el personal de a bordo de
la Iglesia es numeroso, aunque ellos dicen que escaso, y que sus centros,
patrimonios, etc, no son precisamente lugares que se mantengan con cuatro
duros. Así, por ejemplo, el patrimonio histórico-artístico de la Iglesia
consta de 280 museos, 103 catedrales, 47 monasterios masculinos y 97
femeninos.
Mantener en pie todo eso cuesta dinero. Otra cosa es qué sentido tiene
mantenerlo, pero ahí ya entraríamos en un tema espinoso que choca
frontalmente con la forma de pensar del católico que prefiere la
grandiosidad de una catedral que solucionar el hambre de los que viven a
sus pies.
En resumen, lo que el Estado español aporta a la Iglesia ronda los 586.000
millones de pesetas, cantidad que a ellos les parece poco y a los demás
nos parece una auténtica salvajada, pero claro, es el precio que cuesta la
bendición apostólica a la democracia, es también el opio a las
conciencias, es la justificación a conductas hipócritas que nada tienen
que ver con el amor de Cristo y sí mucho con el negocio puro y duro de los
mercaderes. Es el matrimonio de conveniencia entre los políticos y los
curas, alianza que viene impuesta desde siempre y que da a este país una
especie de aureola "divina" que nunca sirvió para nada, excepto para que
vayan turistas a hacer el camino de Santiago.
Y el otro enfoque del tema es la razón moral para hacerlo. O sea, es
sencillamente plantearse una escueta pregunta. ¿Para qué coño necesitamos
a la Iglesia?
Sí, ya sabemos que España es un país católico, o al menos presume de
serlo. Pero la realidad es muy otra. Por ejemplo, el 73% de los españoles
afirman que no se confiesan nunca y, además, que no cumplen las normas
morales dictadas por su Iglesia. O sea, lo que se ha dado en llamar,
rizando el rizo de lo absurdo, católico no practicante. Como si fuera
posible combinar ambas definiciones.
Seguimos. El 71% de los ciudadanos no está de acuerdo con la Iglesia por
la condena que ésta hace de los condones. Y como no está de acuerdo pues
usa condón. Es decir, católico sí, pero con condón.
El 64% critica a la Iglesia por rechazar el divorcio, y el 53% no comparte
la opinión del Papa sobre el aborto. Genial ¿no?
Y a la hora de poner la cruz en la casilla de la declaración de la renta
que destina un tanto por ciento a la Iglesia, sólo el 35% lo hace.
Conclusión: Católicos sí, pero no se practica, no se está de acuerdo, no
se comparten puntos de vista y, al final, cada uno hace lo que le sale de
sus neuronas.
Entonces, ¿qué es lo que hace que se siga manteniendo algo que no vale
para nada, que consume bastante, que es estéticamente desagradable -no hay
nada más desagradable que un cura gordo vestido de negro y hablando- y que
encima son déspotas, autoritarios, desfasados, anticuados e inútiles?
¿Qué razón, aparte del miedo, impulsa a financiar algo así?
¿Cuántos españoles creen de verdad que la Iglesia tiene algo que ver con
Dios, o con Jesús, o con cualquier representante de ambos?
La respuesta, si la honestidad, si la sinceridad de cada uno fuera
manifestada, sería contundente.
Ahora bien, si se le ocurriera a cualquier gobierno decir a los ciudadanos
que cerraban puertas con la Iglesia, que el que la quisiera que la pagara,
que quien quisiera financiar su "salvación" que era asunto suyo,
seguramente que todos se le echarían encima. ¿Por qué? ¿Por qué se quiere
mantener algo con lo que no se está de acuerdo y no se usa? A saber.
Son esos misterios de la naturaleza humana que, en el fondo, tienen que
ver con la relación del hombre con Dios, y el miedo que éste tiene a
hacerlo directamente, tal vez porque sabe que al cura le puedes engañar,
aún sabiendo que éste lo sabe pero que calla y otorga porque él también te
está engañando a ti, mientras que a Dios no se le puede ocultar nada.
Es el juego de la hipocresía, de la imagen, de lo falso revestido de
bondad.
Sólo que este juego nos sale a todos muy caro./
MC
|