
Antes el dirigente
de turno decía: "si firmo un tratado es para respetarlo". Y no
lo hacía. Ahora Bush dice: "me voy a pasar por el forro todos los
acuerdos de Kioto". Y lo hace. Se agradece, al menos, la sinceridad.
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AMIGOS COMO ESTOS
POR ELENA F. VISPO
Antes de
ser guillotinado, Maximilien Robespierre miró a la concurrencia y
sentenció: "otros vendrán que bueno me harán". Validaba así
la teoría del malo conocido y, como luego se vio, cualquier genocida
mediocre del siglo XX le da tres pasadas al Terror de la revolución
francesa.
Cuando Clinton pegó el braguetazo yo pensé que los yanquis no podían
caer más bajo, pero las botas de cowboy de George W. Bush Junior
me abrieron los ojos: siempre se puede caer más bajo. Y nada más
enterarme de que en Florida se habían hartado de contar papelitos
perforados, y de que Junior ganaba por agotamiento, empecé a sentir una
loca añoranza por Bill mondándose de la risa en las ruedas de prensa o
sacando el saxofón en los momentos de ocio.
Con Junior hemos entrado en la política del absurdo, del pa' chulos,
nosotros. Porque pongamos que tú tienes un avión espía y estás
haciendo lo propio -espiar- con los chinos. Con el consecuente peligro de
que son muchos y tienen muy mala leche. Se te cae el avión, los chinos te
lo pillan y te preguntan que de qué vas. Y tú ni das explicaciones, ni
te disculpas, y además exiges de malos modos que te devuelvan el chisme,
que para eso lo has pagado tú. Y que ni se les ocurra echarle una
miradita.
Los chinos, que son muy educados hasta que dejan de serlo, asumen que
vale, que todo el mundo puede cometer errores y que devuelven el avión -a
estas alturas ya le han sacado fotos hasta a los paracaídas-; pero que,
por favor, dejes de espiarles porque queda feo. Tú dices que harás lo
que te dé la gana. Los chinos se mosquean, por fin, y contestan que el
avión te lo va a devolver tu padre. Y a estas alturas medio mundo tiene
los congojos en la garganta, por si montáis un pollo a nivel planetario.
Pero los chinos no necesitan montarla para hacer una demostración de
poder, y a ti la chulería se te va desinflando.
A todo esto, recibís a los pilotos como héroes, cuando lo único que han
hecho es perder un avión de alta tecnología y montarla parda. Seguís
espiando como si aquí no hubiera pasado nada. Y si la comunidad
internacional se escandaliza un poco, afirmas que el problema no es tuyo,
sino de los demás, que somos unos desagradecidos y que no sabemos valorar
todo lo que los americanos han hecho por el mundo.
Pues a ver si vas a tener razón, por ejemplo, como ya se sabe que si el
dólar va bien, la economía mundial se estabiliza, uno de esos actos
generosos que Junior nos echa en cara es saltarse todos los acuerdos de
todas las cumbres del clima que en el mundo han sido. Ya se sabe que la
ecología y el capitalismo suelen ser como agua y aceite. Sin cortapisas a
la hora de destrozar la capa de ozono, las acciones de las eléctricas
suben como la espuma y todo el mundo happy: USA goes well.
Una ventaja tiene. Porque antes el dirigente de turno decía: "si
firmo un tratado es para respetarlo". Y no lo hacía. Pero ahora
Junior dice: "me voy a pasar por el forro todos los acuerdos de Kioto".
Y lo hace. También se agradece, al menos, la sinceridad. Porque los
chinos, esos que se quedaron con el avión y que son tan majos hasta que
dejan de serlo, ejecutan a cuarenta presos en un día y sale una nota de
prensa en la página quince del periódico. Pero como Junior no se corta
en decir que está a favor de la pena de muerte, tiene al respetable
escandalizado desde hace meses. Con portadas a todo color.
Otra cosa que hay que agradecer a EEUU es que dejen de ejercer de
salvadores del mundo. Porque si cada vez que hay un conflicto
internacional tienen que venir los yanquis a meter las narices y los
misiles, suele ser peor el remedio que la enfermedad. Y yo ya estaba un
poquitín harta de tanta película, tanto american hero y tanta
chorrada; a pesar de que la triste realidad es que el héroe que arrasa en
mi propio país es Torrente, que no es capaz de salvarse a sí mismo de
los estragos del colesterol o la caspa. Pero como Junior no tiene ni idea
de política internacional, no piensa meterse en nada a no ser que le pase
delante de la puerta. De Palestina, a día de hoy, ha dicho que pasa, y yo
pongo la mano en el fuego a que le das un mapa y no sabe dónde está
Jerusalén. Tengo la perversa teoría de que sus directrices en este tema
son sencillas: hacer todo lo contrario que su predecesor y, ante la duda,
abstenerse.
Agradezco también a los yanquis que me han hecho conocer mejor su país
que el mío. Sé exactamente cómo reaccionan los tornados, y no he visto
uno en mi vida. Puedo recitar entera la ley Miranda y sé que la escuela
del FBI está en Quantico; de la benemérita sólo sé que llevan
tricornio. Y que el Mississippi desemboca en Nueva Orleans, pero del
Guadiana me lo tengo que pensar. Podría jugar al béisbol mejor que a la
petanca. Me conozco Nueva York como la palma de mi mano; a cambio, nunca
he estado en Sevilla. Lo que sí he probado son las hamburguesas de
franquicia. Que me encantan, claro. Pero como son una mierda no me las
puedo comer.
En fin, George, que gracias. Y con amigos como vosotros, para qué quiero
enemigos. ∆
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