
Foto: AMREF (c) José Antonio
Carrera
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El descubrimiento de que la ablación se practica en nuestro país
ha generado un debate sobre cómo afrontar el problema. Mientras se
proponen leyes de expulsión para los inmigrantes que la practiquen, el
delegado para la Extranjería y la Inmigración ha declarado que España
acogerá y protegerá a todas aquellas inmigrantes subsaharianas y a sus
hijas que soliciten aquí residencia por temor a sufrir mutilación
genital.
Texto:
Marta Iglesias
La
práctica de la ablación se realiza en culturas en las que existe una
sistemática discriminación de la mujer" afirma Eva Biosca,
directora de proyectos de AMREF España. "La ablación consiste en la
eliminación del clítoris de las niñas de 8 a 13 años como ritual de
'iniciación y entrada a la vida adulta'. Pero esta práctica siempre se
enmarca en una problemática global de género o discriminación de la
mujer, ya que con ella las niñas abandonan la escuela para contraer
matrimonio". Esta ONG, que ha realizado varios proyectos para la
erradicación de la ablación en aquellos países de África en los que
trabaja, tiene la experiencia de 43 años para hablarnos del tema, a
través de Eva Biosca:
-¿Qué opina de las propuestas de CIU y PSOE de expulsar o
encarcelar al inmigrante que practique la ablación o la permita sobre sus
hijas?
-AMREF considera, según su experiencia, que este problema debe ser
abordado como un problema complejo y con un enfoque global, es decir, como
un problema de género y por lo tanto de discriminación de la mujer.
Según esto, el problema de la ablación se debe trabajar básicamente
desde la formación, a través de campañas de sensibilización y
formación, dirigidas a los colectivos involucrados y tanto para hombres
como para mujeres. El trabajo legislativo ha de hacerse en paralelo con
este trabajo formativo, ya que nuestra experiencia muestra que si
únicamente se prohibe por ley, la práctica se realizará de manera
ilegal, con el consiguiente riesgo añadido para las mujeres.
-Precisamente estos grupos políticos también proponen aumentar la
información. ¿Conocer más es la única manera de cambiar una costumbre?
-Sí, es la vía probada más efectiva. La Unidad para el Desarrollo
de la Mujer de AMREF ha realizado un estudio sobre la ablación en Kenia
que muestra una gran falta de información en la población afectada,
acerca de las consecuencias que esta práctica conlleva. Por ello AMREF
piensa que el trabajo ha de hacerse a través de la educación,
sensibilización y movilización de las comunidades en relación con los
efectos perjudiciales de estas prácticas y su atentado contra los
derechos fundamentales de la mujer.
-¿Las creencias religiosas o culturales justifican conductas contra
los derechos humanos?
-No, de ninguna manera. En la historia hay innumerables ejemplos
de prácticas vigentes en otras épocas, prácticas de tipo
"religioso o cultural" como la esclavitud, la guerra santa o la
explotación de los trabajadores, que se han ido erradicando porque los
derechos universales han ido prevaleciendo sobre la legitimidad cultural o
religiosa.
-¿Podría considerarse la ablación como una de las más crueles
formas de machismo?
-Efectivamente, cuando la discriminación de la mujer llega al
extremo de una agresión física como la amputación de un miembro de su
cuerpo, estamos ante una de las formas más elevadas y exacerbadas de
machismo.
-Algunas madres se oponen a la ablación, para el padre hay que
perpetuar esta bárbara costumbre, ¿sólo la mujer salva a la mujer?
-Como ya hemos comentado anteriormente es fundamental sensibilizar a
hombres y mujeres. La ablación es una práctica que tiene muchas
implicaciones en la vida de la mujer, y una de ellas es que la decisión
de practicarla en las hijas, la suele tomar el padre.
-¿Dónde puede acudir una inmigrante que ha sufrido ablación o que
teme que sus hijas la sufran?
-A Cáritas (tfno 91 444 10 00), a la Asociación de Mujeres
Inmigrantes Marroquíes (tfno 91 308 18 47), al Comité de Defensa de
Refugiados, asilados e inmigrantes (tfno 91 521 58 20), a Karibú (tfno 91
553 18 73) y a Medicus Mundi (tfno 91 319 62 73). ∆