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EL ALEPH

 

 

Los chinos son ya un peligro por cantidad, por lo tanto ahora sólo falta que lo sean también por calidad. Y eso es de lo más sencillo. Para hacer de ellos un país superpeligroso, sólo hace falta ponerlos a la cabeza del mundo.

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LA CHINA DE LA GUERRA FRIA
POR JOSE ROMERO SEGUIN

El Gendarme del planeta se ha cansado de patrullar, de hacer de oficial y caballero por las calles de un mundo rendido a sus pies. No es que no le guste el oficio, que le encanta, es sólo que ser el policía termina por aburrir, y lo que es peor, no justifica lo que necesariamente se ha de justificar por el bien de las fábricas de armas; y la bestia institucional al servicio de la paranoia colectiva que asedia a quien por ser transgresor e irrespetuoso con todos, no puede sino temer de todos, lo peor.
El caso es, que desde que cayó el telón de acero y con él la guerra fría, las cosas han ido a peor, porque no es lo mismo tener enfrente a un potencial enemigo, fuerte y digno, al que poder presentar como la gran bestia a batir y vigilar, que a un vulgar mosaico de reinos de taifas, desordenados, corruptos, desunidos y sumidos la mayor parte de ellos en la más absoluta pobreza. Porque ello no requiere ni exige sino que ayuda humanitaria, y cuando más, la ayuda de ese policía de barrio en que se había convertido el gigante americano. Nadie entendería que se obrase de otro modo, o que se continuase armando al ejército como para el Apocalipsis, ni mucho menos que se mantengan activos tantos superservicios secretos, ni tanto espía, porque, a qué se les puede mandar allí, que no sea a constatar y denunciar que existen mafias, prostitución, corrupción política y demás calamidades, cosas que bien pueden hacer los chicos de la CNN, que seguro que es más productivo y barato.
La derrota y desmembramiento del enemigo por excelencia, ha propiciado tras un paréntesis de ejercicio policial nada satisfactorio, que los Estados Unidos, hayan vuelto, buscando un enemigo digno, su mirada hacia China, una inquietante, gigantesca y desconocida República, de más de mil millones de habitantes, comunista, para colmo y en vías de industrialización. Un enorme espacio casi desconocido para el común de los mortales, que viene como anillo al dedo. Los chinos son ya un peligro por cantidad, por lo tanto ahora sólo falta que lo sean también por calidad. Y eso es de lo más sencillo. Para hacer de ellos un país superpeligroso, sólo hace falta ponerlos a la cabeza del mundo, qué importa que realmente no lo estén, qué importa cuál sea su situación real, lo que de verdad importa es que Occidente lo vea como el nuevo enemigo, como la bestia a batir y vigilar.
Por ello mandan aviones espías que son tan espías que un caza chino choca con él y curiosamente el piloto chino termina desaparecido y los americanos invisibles y espías aterrizando en una isla, donde son apresados y posteriormente repatriados, y recibidos como héroes en casa. Esa parte de la película nos suena a todos.
Me temo que en torno a este incidente que se complementa con otros como el bombardeo de la embajada China durante la guerra contra los serbios, y el más reciente lo del escudo nuclear, no es sino un intento desesperado por parte de los Estados Unidos de hacerse un enemigo con el que jugar a mirarse de reojo, a temerse, a vigilarse. Y todo con un único fin, permitir a la industria armamentística seguir funcionando al cien por cien, al ejército armándose hasta los dientes e investigando nuevas armas y nuevas técnicas de espionaje y contraespionaje. La paz hace bostezar a los magnates de las bombas y llena de telarañas los despachos y los cerebros de toda esa masa de servidores del fúnebre dicho, "si quieres la paz prepárate para la guerra".
En las manos de China está caminar hacia la democracia, no dejarse arrastrar a esta locura y seguir profundizando en su débil apertura política y en la correcta industrialización. Y no entrar en el fúnebre juego de vivir para ser el juguete de América. No creerse que son el número dos y eterno aspirante a número uno. La guerra fría sólo beneficia a los dirigentes, a los generales, a los fabricantes de armamento. A los demás, sólo les acarrea esfuerzo, corrupción, control, injusticia y miseria. Rusia jugó a ese juego y el resultado que obtuvo está a la vista.
Los americanos sabían que Rusia no era la segunda potencia mundial, ni la primera, ni la tercera, sino un conglomerado de pueblos invertidos en un absurdo juego que tenía un sólo fin, repartirse el mundo bajo la bandera de dos sistemas antitéticos, que paradójicamente coincidían en el fin último, el de esclavizar al hombre, él de someterlo y convertirlo en una mera herramienta, en un objeto útil sólo a la locura de un mundo que necesita desesperadamente del permanente enfrentamiento, de la huida hacia la depredación más terrible y maquiavélica que existe y con la que nos afligimos los hombres.
Hoy se podía aprovechar la ausencia de guerra fría para revisar el capitalismo salvaje que impera en el mundo. Se podía y se debían buscar ideologías alternativas que abogasen por un nuevo concepto de relación entre los hombres, los pueblos y entre éstos y el planeta en sí mismo.
Pero eso a quién le importa. Espiar, desconfiar, conspirar y pudrir es mucho más divertido y rentable que curar, aunar, entender y alentar a los más necesitados. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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