LA SEDUCCION DEL PODER
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La rueda del
poder en su eterno girar seduce por igual a unos y a otros, les
moldea, les transforma y acaba convirtiéndoles en engendros de sí
mismos.
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Hace
tiempo, cuando el PSOE campeaba a sus anchas por la mayoría absoluta, los
populares iniciaron una oposición basada en denunciar el felipismo, o
sea, algo así como el poder absoluto que ostentaba Felipe González tanto
en su partido como en el país.
La oposición y su estrategia fue poco a poco subiendo de tono y, con
algunas alianzas en la prensa y otros medios de comunicación, amén de
las meteduras de pata de los socialistas, consiguieron bajar del pedestal
al "dios" Felipe y subir ellos al poder.
La promesa que se vendía era clara y contundente, fin de la corrupción,
auténtica democracia interna y externa, transparencia, legalidad,
honestidad.
El pueblo, cómo no, tragó. ¿Quién se resiste a una campaña tan bien
orquestada?
Han pasado unos años. La historia ha dado una vuelta completa sobre su
propio eje. Hoy, los populares ostentan la mayoría absoluta. Hace pocos
días, un ex ministro, un hombre que ha demostrado ser tan honesto que no
podía seguir siendo político, y menos ministro, el Sr. Pimentel, ha
dicho que los populares habían caído en lo mismo que habían denunciado
de los socialistas, es decir, en el Aznarismo, que, además, suena peor
que Felipismo.
Y no sólo porque lo haya dicho Pimentel es cierto, no, sino porque hoy
tenemos a un ministro, el Sr. Piqué, investigado y encausado por diversos
delitos, ¿y qué hace Aznar? Pues lo que hizo Felipe, lo protege.
En este tiempo ha habido más casos de corrupción en las filas del PP,
pero parece ser que eran y son avatares de la política y de la vida
pública, mientras que lo del PSOE era una vergüenza nacional y les
costó el poder.
Pero es que además no existe la transparencia prometida, ni la
honestidad, ni la democracia interna de partido. Aznar, cada día más, se
comporta como un caudillo que derrocha desprecio hacia todo lo que no sea
él. Su reciente actitud ante la visita de Bush es más propia de un nuevo
rico engreído y creído, que de un presidente de una nación donde la
democracia, y por tanto las demás fuerzas políticas, merecen una
consideración y un respeto a sus opiniones.
O sea, que la rueda del poder en su eterno girar seduce por igual a unos y
a otros, les moldea, les transforma y acaba convirtiéndoles en engendros
de sí mismos, caricaturas cómicas que producen risa o sonrisa, según el
caso, pero que nunca emanan dignidad y mucho menos lealtad con los suyos y
con lo que representan.
Pero unos y otros aprovechan su paso por la poltrona para enriquecerse,
para burlarse del pueblo que confió en ellos, para hacer y deshacer a su
antojo amparándose en unas leyes "democráticas" que de tan
rancias que se quedaron apestan y piden una revisión.
Como ya está demostrado, el poder se traga a los honestos, hay
excepciones, así que bueno sería crear un sistema que lo impidiera, unas
leyes que funcionaran solas, que dieran menos poder o menos capacidad de
usarlo a todos los que vivieran a costa del pueblo, que son muchos.
El resto sería fácil, simplemente con que el pueblo tuviera más acceso
a poder echar a la calle a los listillos que se aprovechan de su
situación.
Pero mientras la democracia sea una cosa que se vota cada cuatro años,
los parásitos, los chupópteros, los engreídos, los estirados, los
lameculos y los intocables, florecerán a costa de la savia extraída a
los ciudadanos que, por cierto, también podrían desapijotarse un poco./
M.C
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