Lleva el apellido de
uno de los más grandes revolucionarios del siglo XX: el Che. De él ha
heredado su sonrisa y su espíritu de lucha. Aleida Guevara es también
militante en el partido comunista cubano; se declara orgullosa de pertenecer
a un pueblo que vive con la cabeza alta.
"Mi
padre soñaba con un continente latinoamericano unido, que pudiera
enfrentarse al imperialismo estadounidense con fuerza, con mucha más
potencia económica y posibilidades humanas"
"Tengo
el sueño de ver a mi país cada día mejor, más alegre, más completo,
con más posibilidades. Y tengo el sueño de que un día desaparezca el
vecino del norte como enemigo, no como pueblo. Ése es un gran
sueño"
"Las
contradicciones del sistema capitalista se hacen cada vez más gruesas,
más difíciles de resolver. La explosión de esa burbuja será muy
difícil, porque a nivel internacional tendríamos una crisis que dejaría
a la de 1929 en nada"
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Su padre y su
pueblo son las dos constantes en la vida de Aleida Guevara. Por el pueblo,
Aleida es pediatra. La medicina contribuye al desarrollo cubano y es una
forma de agradecer todo lo recibido: cariño, alegría, dignidad. Por su
padre, Aleida es conocida en todo el mundo, aunque no ejerce sólo de hija
de. Habla mucho del Che, pero también de sí misma: de su trabajo, sus
sueños, su lucha y sus valores. Unos valores que el Che representó y que
tienen hoy más vigencia que nunca.
-¿Qué ha heredado usted de su padre?
-Según los genes, la forma de la sonrisa, los ojos, la nariz y la
boca. Desde el punto de persona, creo que lo importante es quién te educa,
cómo y para qué; tú puedes ser hija de un magnífico sabio y ser
analfabeta. En ese sentido yo fui hija de un matrimonio que se amaba, que
habían luchado juntos por una causa y compartían una ideología, y por lo
tanto me transmitieron el amor y respeto que sentían por los seres humanos.
Al principio sentí eso a través de mis padres, y comencé mi camino
siguiendo el de ellos. Ahora, que he crecido lo suficiente para tener
criterio propio, también sé que ésa es mi vida y ésas son mis
convicciones. Eso es muy importante, porque puedes ser hija del Che, como es
mi caso, pero depende mucho de qué has captado de su ejemplo, de su vida.
-¿Y qué es lo que ha captado?
-Mi madre me enseñó a amarlo, a conocerlo como ser humano, como
dirigente, como estadista: a respetarlo y admirarlo como un hombre muy
completo. Yo ahora, ya grande, me leo algún libro de mi papá, como el que
escribió a los 23 años, que se llama Notas de viaje, y me siento
orgullosa de ser la hija de ese hombre. Es tan fresco, tan lleno de vida y
de sensibilidad que me da una satisfacción tremenda ser su hija.
-¿Qué recuerda de su padre?
-De papi hay muy pocos recuerdos. Yo tenía apenas cuatro años y
medio cuando él se fue para el Congo. Después él nos volvió a ver a
nosotros, pero ya disfrazado, transformado como marchó a Bolivia, hasta
años después no supe que había sido papá.
De papi, como tal, recuerdo que el primer libro que tuve me lo regaló él.
Y una vez me castigó y me encerró en el cuarto, que estaba oscuro.
Realmente me había portado mal, pero él no se dio cuenta de la luz
apagada. La cuestión es que yo le tomé bastante temor a la oscuridad, y mi
madre me compró un libro de cuentos sobre un niño que tiene un león que
le protege. Ella le contó a mi papá que yo me había entusiasmado con
tener un león para que se me quitara el miedo a la oscuridad. Y uno de los
pocos regalos que yo conservo de papi es un león de peluche que me
acompañó todas las noches. Ésas son cosas pequeñas, de la vida normal de
una niña con sus padres, pero que recuerdo con mucho cariño porque hablan
de su ternura, de su manera de entender que pudo haberse equivocado y de
tratar de rectificar el problema.
-¿Cree que los ideales del Che aún están vivos?
-Cómo no, eso no tiene discusión. Desgraciadamente, aquello por lo que
mi padre luchó y murió todavía existe en el mundo, y ahora más brutal
que en su época. Por lo tanto, el ideal de alguien que defiende una causa
justa, el derecho del hombre a vivir con dignidad, sigue siendo hoy un tema
de todos los días.
-¿Cuál es su compromiso con la sociedad?
-Yo soy cien por cien cubana. Siempre me lleno bien la boca para
decirlo porque me siento muy orgullosa de mi pueblo, lo amo
extraordinariamente. Pero no es por gusto, es porque este pueblo me dio todo
el calor humano cuando yo lo necesité. Cuando era una niña pequeña que se
había quedado sin papá, siempre hubo alguien a mi alrededor que me
abrazara, que me protegiera. Yo era también hija de muchas otras personas y
eso no se puede agradecer con otra cosa que no sea la plena entrega para que
este pueblo viva cada día mejor. Ése es mi objetivo en la vida, tratar de
ser digna de mi pueblo y pagar con lo que puedo, con amor y trabajo diario,
todo lo que recibí y sigo recibiendo.
-¿Cuáles son sus sueños en la vida?
-Hay muchos. Sueño, por ejemplo, con tener un hospital de primera
categoría, bien amplio, lleno de colores, porque me parece que los niños
enfermos necesitan un lugar con una serie de cosas que compensen un poco lo
que van a sufrir. Tengo el sueño de ver a mis hijas con niños, dedicarme
un poco a malcriar a mis nietos. Tengo el sueño de ver a mi país cada día
mejor, más alegre, más completo, con más posibilidades. Y tengo el sueño
de que un día desaparezca el vecino del norte como enemigo, no como pueblo.
Ése es un gran sueño.
-El pueblo cubano sigue viviendo momentos muy duros. ¿Qué hace que
siga resistiendo?
-El conocimiento de nuestra propia realidad, de nuestra historia y
de nuestro entorno. Hemos tenido la oportunidad de vivir dos épocas
diferentes. Una, en la que éramos siervos de los vecinos del norte. Algunos
nos llamaban su gran prostíbulo, y no estaban muy equivocados. La mayor
parte de nuestras tierras pertenecían a Estados Unidos, tenían un dominio
total de nuestra política y nuestra cultura, el pueblo en ese momento era
prácticamente analfabeto, la mortalidad infantil era tremenda.
Y rompimos eso. Fue difícil, pero lo rompimos. Formamos un pueblo culto y
preparado, que se ha acostumbrado a vivir con la cabeza alta. Creo que, en
la actualidad, es el único país en el mundo capaz de mantener un no ante
Estados Unidos, con dignidad y valor. No se puede renunciar a eso cuando
naces ya con esa posibilidad, cuando conoces cómo vivió tu pueblo y cómo
vive, las cosas que ha logrado y las cosas lindas que todavía podemos
hacer. ¿Para qué ir marcha atrás? ¿Qué nos puede brindar esa otra
sociedad: un Haití, un Santo Domingo, una Jamaica? Hay que resistir y no
sólo eso, sino mantener un pueblo en desarrollo.
-¿Cuál es la situación actual?
-Difícil. A partir de 1990, con la caída del campo socialista
europeo, Cuba vive momentos de crisis extraordinarios. Es como si
desapareciese la Comunidad Europea, y España, que durante estos años ha
dejado de producir cosas que otro país le da, se queda sin eso. Con la
diferencia de que ustedes tienen muchos más recursos que nosotros, y un
nivel de desarrollo tecnológico mayor que el nuestro. Ahora piensen en un
país del Tercer Mundo que no solamente está así, sino además bloqueado
por la potencia capitalista más importante del planeta, y te darás cuenta
de que hemos pasado una epopeya.
Te voy a poner ejemplos claros. Puede faltar papel higiénico, porque no hay
pulpa, no somos un país de madera. Somos un país superlector, pero no
tenemos papel para hacer libros. Nosotros, que estamos acostumbrados a comer
grandes cantidades de caramelos y chocolates, tenemos que exportar la mayor
parte de nuestro azúcar para poder comprar petróleo. Cuando paseaba ayer
por la calle decía a unos amigos que hay tres cosas que me vuelven loca:
una librería, una juguetería y una confitería. Me imaginaba como
reaccionarían mis niñas, mis niños en general, pudiendo disfrutar de
esto. Pero tenemos otras cosas que son muy importantes: tenemos dignidad y
tenemos lo básico para vivir. Nos pueden faltar caramelos, pero no nos
falta arroz y hay leche para todos los niños de Cuba. Trabajamos muy duro y
nos queda mucho por hacer, no estoy diciendo que Cuba sea perfecta. En una
revolución hecha por hombres y mujeres es lógico que metamos la pata de
vez en cuando. Lo lindo es que sabemos rectificar esos errores. Creo que
tenemos que trabajar todavía con más eficiencia, sacar más provecho del
horario de trabajo. Tenemos que aprender técnicas más modernas, para poder
ser más rentables como empresa y como pueblo. En fin, montones de cosas.
Pero, eso sí, con mucha alegría y muchísimos deseos de vivir.
-El motivo de esta visita a España es el proyecto Medicuba. ¿En qué
consiste?
-Es un proyecto de carácter europeo, con el objetivo de romper el
bloqueo al que somos sometidos, y a través de la solidaridad conseguir
financiación para comprar materias primas, y que Cuba pueda desarrollar su
industria farmacológica. De esa manera Cuba ahorra energía, desarrolla su
propia producción interna, da trabajo a miles de compañeros y además
usamos mucho mejor el medicamento. Yo siempre pongo un ejemplo que es el
más conocido, que es el Ibuprofeno, un antiinflamatorio no esteroideo, muy
bueno por cierto, que en general en Europa se hace en tabletas de 600 mg. y
nosotros hemos comprobado que con 300 es suficiente.
-¿Qué opina de la globalización?
-La globalización, desgraciadamente, va acompañada de una
política neoliberal, que es la que se ha implantado en América Latina.
Nuestro continente ha sido como la cobaya de este experimento y es bestial,
porque la globalización trae como consecuencia que los más poderosos, en
este caso EEUU, invadan el planeta con sus teorías, su cultura, su
música... Entonces estamos perdiendo nuestras naciones, nuestras culturas.
Y América Latina es un continente riquísimo en cultura, porque tenemos
mucha mezcla.
Hay muchísimos datos en relación a esta política que está viviendo el
mundo. El ajuste neoliberal ha creado en sólo catorce años 74 millones de
pobres, y hay una cuestión importante, que esto a su vez ha traído el
desarrollo de una burbuja financiera. El dinero se usa en la especulación,
se gana muy rápido, se multiplica, pero no se invierte en economía real y
por lo tanto carece de valor real. Esto trae como consecuencia que se vayan
separando los dos grandes polos del capitalismo: lo que se produce y su
valor. Las contradicciones de este sistema se hacen cada vez más gruesas,
más difíciles de resolver. La explosión de esa burbuja será muy
difícil, porque a nivel internacional tendríamos una crisis que dejaría a
la de 1929 en nada. Pero habrá que buscar una solución, ¿cuál? El único
sistema social que no explota, que no humilla y que no tiene esas
contradicciones es el socialismo. Quién sabe, a lo mejor por ahí hay
alguna esperanza para nosotros. ∆
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