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Los avances de la medicina, además de velar por nuestra salud, también pueden alargar el proceso de la muerte y en ocasiones prolongar la existencia biológica de un paciente dilatando su sufrimiento hasta la muerte.

 

EUTANASIA
¿un derecho?

Texto: Mariló Hidalgo / Fotos: Fusión

A finales del pasado año Holanda legalizó la eutanasia bajo condiciones muy rigurosas. Esto hizo que un concepto tabú, la muerte, surgiera como tema de conversación. También obligó a retomar el debate que en su día había planteado la muerte del gallego Ramón Sampedro. ¿Qué es la eutanasia? ¿Tenemos garantizado el acceso a una muerte digna?

Holanda ha dado el primer paso. El pasado año se convertía en el primer país del mundo en despenalizar la eutanasia activa, bajo requisitos muy rigurosos. El enfermo debe solicitarla y conscientemente reiterar su petición. Debe también padecer dolores insoportables. Por supuesto, está obligado a someterse a varios diagnósticos que certifiquen que el mal que padece es irreversible y es imposible su recuperación. Por último, el médico que lleve el caso deberá informar a una Comisión compuesta por médicos, juristas y especialistas en ética, que estudiarán en profundidad el caso y velarán porque la ley sea correctamente aplicada. Por supuesto, el enfermo podrá en cualquier caso rectificar su postura. Las eutanasias que no sigan estos controles seguirán siendo penadas por la ley con una condena máxima -en aquel país- de doce años de cárcel si el médico participa activamente; tres años si se limita a facilitar al enfermo medios para quitarse la vida. Todo esto ocurre en un país donde casi un 95% de ciudadanos goza de un seguro médico privado -según informaciones de la Sociedad Holandesa por la Eutanasia Voluntaria (NVVE)-, donde los cuidados paliativos están muy avanzados y además existen tratamientos de alivio del dolor en casi todos los hospitales. Aún así en 1999 se pusieron en conocimiento de las autoridades holandesas unas 2.200 eutanasias. Las razones más comunes han sido el sufrimiento insoportable, condiciones infrahumanas y la dignidad del ser humano.
Esta ley holandesa es seguida de cerca por Bélgica, donde el Senado ha empezado a dar los primeros pasos para la despenalización de la eutanasia. El pasado 16 de enero y después de año y medio de debates, el Senado belga aprobó las condiciones en las que los médicos no incurrirán en delito si ayudan a morir a un paciente.

Las últimas encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas señalan que un 70% de la población está a favor de la eutanasia.


En España, la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, advirtió que el Gobierno no tiene intención de abordar el tema, y que esta práctica está recogida en el Código Penal con penas que pueden llegar a los seis años de cárcel. Aún así, el Parlamento Catalán aprueba -con el consenso de todos los grupos parlamentarios-, el denominado "Testamento Vital" para casos de enfermedad terminal. Un primer paso, según los impulsores de esta ley, para la despenalización de la eutanasia en nuestro país. No lo cree así el Vicepresidente Primero del Gobierno, Mariano Rajoy, que asegura que "la eutanasia no encaja en nuestra legislación".
El "Testamento Vital" es un documento en el que "una persona mayor de edad -define el texto aprobado por el Parlamento Catalán-, con capacidad suficiente y de manera libre, expresa las instrucciones que deben ser tenidas en cuenta cuando se encuentre en una situación en que las circunstancias que concurran no le permitan expresar personalmente su voluntad". Para que este documento tenga valor legal deberá ser formalizado ante un notario, o ante tres testigos mayores de edad, donde por lo menos dos no tengan relación de parentesco ni intereses patrimoniales con la persona firmante. En el citado texto pueden detallarse los tratamientos médicos que no se desean recibir en caso de enfermedad incurable o dolorosa, pero en ningún caso se podrán señalar las instrucciones para acelerar la muerte o facilitar mecanismos para un suicidio asistido. Colectivos de médicos, asociaciones y juristas, se apresuran a explicar que aunque es una medida positiva que refuerza la autonomía del enfermo, no tiene nada que ver con la eutanasia que requiere otro tipo de medidas y un debate más profundo.

  MORIR EN PAZ  

Hoy en día, el promedio de esperanza de vida aumenta cada vez más, especialmente en los países desarrollados. Los avances de la medicina, además de velar por nuestra salud, también pueden alargar el proceso de la muerte y en ocasiones prolongar la existencia biológica de un paciente cuyo estado es lamentable, dilatando su sufrimiento hasta la muerte. Es aquí donde surge un derecho que empieza a ser defendido por un gran número de ciudadanos: derecho a una muerte digna.
"Hoy en día éste es un concepto que utiliza todo el mundo -explica Juana Teresa Betancor, de la Asociación Derecho a Morir Dignamente- tanto los que están a favor como los que están en contra, porque todo el mundo quiere morir dignamente. En el fondo hay una parte de consenso no escrito que aglutina a todos estos sectores basado en el rechazo a lo que se considera trato inhumano o degradante (cuando a una persona muy deteriorada se le alarga la vida contra su voluntad). También existe un punto de divergencia entre estos sectores. Nos referimos a un grupo de enfermos terminales o crónicos, muy pequeño -si lo comparamos con las cifras de otros países-, que no llega a un 2% y que quiere terminar con su vida porque no aguanta más el sufrimiento. Estos son los pacientes que solicitan el suicidio asistido o la eutanasia voluntaria". Hay quien pasa meses, incluso años -informa la Federación Mundial de Asociaciones pro Derecho a Morir con Dignidad- con una calidad de vida tan pobre, que llega a desear vehementemente, la muerte. Lo que la mayoría de la gente piensa -según demuestran las encuestas- es que se debería permitir que los médicos ayuden a morir a un paciente incurable, si el paciente lo solicita. En la actualidad esta práctica está penada en la mayoría de los países.

Las religiones monoteístas siempre se han opuesto a la eutanasia porque ello les supone una pérdida de poder, especialmente a las jerarquías, porque son individuos que actúan por su cuenta y establecen pactos directos con Dios. La eutanasia no es más que una forma de ejercer la libertad a la hora de morir. En estos momentos hay un gran desfase entre las jerarquías eclesiásticas y la población.


Aunque hay múltiples definiciones de la eutanasia, así como clasificaciones, hemos querido simplificar términos en aras de una mejor comprensión.
Se entiende por eutanasia pasiva a la omisión de actitudes terapéuticas que prolonguen la vida de un paciente que se encuentra en situación terminal o irreversible. La eutanasia activa sería la petición por parte de un paciente incurable, de una acción encaminada a producirle la muerte para evitar sufrimientos. La eutanasia activa está castigada en el Código Penal con penas de hasta seis años de cárcel.
Cooperar al suicidio, es decir, proporcionar a un paciente los medios adecuados para que él mismo, en el momento que lo desee, ponga fin a su vida, también está castigado con penas de hasta tres años de cárcel. Bajo esta última fórmula eligió morir el tetrapléjico Ramón Sampedro, ingiriendo voluntariamente una dosis de cianuro que alguien le había facilitado, después de grabar un vídeo explicando las razones por las que se quitaba la vida: "Sres. jueces, negar la propiedad privada de nuestro propio cuerpo es la más grande de las mentiras culturales. Para una cultura que sacraliza la propiedad privada de las cosas, entre ellas la tierra y el agua, es una aberración negar la propiedad más privada de todas: nuestra Patria y Reino Personal, nuestro cuerpo, vida y conciencia. Nuestro Universo. Sres. Jueces, autoridades políticas y religiosas: No es que mi conciencia se halle atrapada en la deformidad de mi cuerpo atrofiado e insensible, sino en la deformidad, atrofia e insensibilidad de vuestras conciencias". Ramón Sampedro tomó esta decisión después de llevar 29 años solicitando a los jueces su derecho a una muerte digna.
El Colegio de Médicos de Barcelona realizó en 1998 una encuesta sobre la eutanasia. En ella un 99% de los facultativos estaba en contra de la eutanasia activa y, dentro de ellos, un 82% estaba a favor de la eutanasia pasiva. Esta práctica no es considerada por los expertos como eutanásica, ya que no va encaminada a producir la muerte del paciente, sino a paliar su sufrimiento. Si con ello se acorta la vida de la persona, siempre sería una consecuencia, no un objetivo. No habría intencionalidad. El Código Deontológico Médico recoge: "El médico está obligado a desempeñar su genuina función de ayudar y atender a morir a sus pacientes, por medio de un tratamiento competente del dolor y de la angustia. Pero traicionaría su vocación si acabara con un enfermo o colaborara a su suicidio voluntario. Nunca puede provocar deliberadamente la muerte: la medicina no está para eso. Aunque alguna ley lo permitiera, jamás el médico podrá usar el poder y las prerrogativas que la sociedad le ha concedido para ejecutar una pena capital ordenada por un tribunal de justicia o para suprimir la vida de un enfermo, aunque se lo solicitase él, su familia o un comité de cuidados hospitalarios".

Aunque el suicidio asistido está prohibido en España, un 21% de los médicos admite que se practica.


Es curioso que los antiguos eligieran la palabra eutanasia (eu=buena, thánatos=muerte) para referirse a la muerte en paz y armonía, a la muerte digna. Hoy esta palabra es centro de un debate. Por un lado todo el mundo desearía morir con dignidad, sin agonías, "no deseas para otro lo que no quieres para ti". Las últimas encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas señalan que un 70% de la población está a favor de la eutanasia. Para la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el porcentaje se elevaría hasta un 75%, según una encuesta realizada por este colectivo entre médicos, enfermeras, familiares de fallecidos por cáncer y ciudadanos en general (ver Revista OCU-Salud. Dic 2000). Estos ciudadanos estarían a favor de "la muerte asistida a enfermos terminales y en algunos casos de dolencias crónicas". La OCU también preguntó a los médicos: un 65% de facultativos y un 85% de enfermeras aseguraron que habían recibido peticiones por parte de un paciente de morir antes, ya fuera suspendiendo (o no iniciando) un tratamiento fútil, ya mediante suicidio asistido o por eutanasia activa.
Aunque como hemos visto el suicidio asistido está prohibido en España, un 21% de los médicos del sondeo admite que se practica. "Desde la Asociación Derecho a Morir Dignamente -señala Juana Teresa Betancor- y con el apoyo de más del 70% de población pedimos que se regule legalmente el que sea atendida la petición de estos enfermos. Porque para ellos morir dignamente es que se les ayude a acabar con su vida y con ello se mantenga su dignidad en todos los sentidos". No obstante, colectivos de profesionales que trabajan con enfermos terminales recuerdan que una cosa es la opinión de la gente sana que anda por la calle; y otra muy distinta, la realidad asistencial a la que deben enfrentarse todos los días. "Los Colegios de Médicos -asegura Betancor- tienen que actualizarse. Saben que existe una eutanasia clandestina y deben proteger a sus propios médicos. Desde la Asociación siempre hemos defendido el derecho del enfermo, pero también defendemos al médico que practica la eutanasia voluntaria bajo condiciones muy estrictas. En España se practica; sería una hipocresía no decirlo. Creo que hay un gran desfase entre los Colegios de Médicos -en general- y la actuación de alguno de sus colegiados que trabajan en sectores que tienen que ver con la muerte".Según las encuestas la mayoría de la gente piensa que se debería permitir que los médicos ayuden a morir a un paciente incurable, si el paciente lo solicita.
Precisamente facultativos que trabajan con estos pacientes introducen un nuevo elemento dentro del proceso de los enfermos terminales: la medicina paliativa, que según la opinión de una mayoría de estos profesionales, podría evitar muchas peticiones de eutanasia. Critican que se pase por alto la prevención y se hable sin más de la eutanasia. El doctor Gómez Batiste, uno de los impulsores de la medicina paliativa en nuestro país, va más allá y asegura que sólo "el 0,3% de los pacientes integrados en las unidades de cuidados paliativos solicita la eutanasia". Se entiende por medicina paliativa aquella que va dirigida a atenuar el sufrimiento tanto físico como psíquico de enfermos terminales, proporcionándoles un soporte emocional y la comunicación necesaria en cada momento. "Entre sus cometidos está el tratamiento adecuado del dolor, incluso si ese tratamiento que va a recibir tiene como efecto secundario el acortamiento de la vida", asegura el presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos.

En España, la ministra de Sanidad advirtió que el Gobierno no tiene intención de abordar el tema de la eutanasia, y que esta práctica está recogida en el Código Penal con penas que pueden llegar a los seis años de cárcel.


La otra realidad es que en estos momentos acudir a un centro de cuidados paliativos no está al alcance de todos los ciudadanos, ya que la mitad de estos centros, dirigidos especialmente a enfermos terminales, se concentran en Madrid y Cataluña. La vocal de la Asociación Derecho a Morir Dignamente puntualiza la postura de su colectivo: "Por supuesto que nosotros apoyamos todo aquello que se pueda resolver con cuidados paliativos y tratamiento del dolor. Pero se ha comprobado que tanto en Holanda como en Cataluña -donde los cuidados paliativos están muy desarrollados-, no se evita que ese pequeño grupo de personas afectadas por enfermedades crueles, degenerativas o crónicas, puedan decidir que no aguantan más y deseen una muerte tranquila y digna. Desde nuestra asociación, incluso recomendamos a algunos de los enfermos que nos llegan que su caso puede tener solución con cuidados paliativos, y les ponemos en contacto con médicos de esta especialidad".
Un gran número de ciudadanos pide libertad para decidir sobre su propia vida y por lo tanto también sobre la muerte. Argumentan que se trata de un derecho constitucional: Derecho a una vida digna (art.15). Las encuestas en la calle lo dejan patente.
El Vaticano pone el grito en el cielo y censura esta iniciativa allá donde surja, al considerar que viola la dignidad de la persona. Los obispos holandeses incluso han llegado a prohibir a sus sacerdotes administrar la extremaunción a los enfermos que soliciten la eutanasia, después de que en aquel país se legalizase. La Asociación Derecho a Morir Dignamente explica la influencia que tiene la religión en un tema como éste. "Las religiones monoteístas siempre se han opuesto. ¿Por qué? Porque en el fondo se trata de una pérdida de poder: una persona libre toma decisiones aunque crea en un dios determinado. Ello les supone una pérdida de poder, especialmente a las jerarquías, porque son individuos que actúan por su cuenta y establecen pactos directos con Dios. La eutanasia no es más que una forma de ejercer la libertad a la hora de morir. En estos momentos hay un gran desfase entre las jerarquías eclesiásticas y la población".
Algunos médicos eluden hablar del tema por problemas de conciencia y religiosos. Otros prefieren no entrar en el debate de la eutanasia porque sería hablar del último eslabón de una cadena; consideran que los cuidados paliativos podrían evitar muchas peticiones de eutanasia. El Gobierno no quiere oír hablar de la cuestión y no entra en sus planes abrir un debate sobre el tema.
En el fondo de todo ser humano late ese temor a hablar de lo que todo el mundo sabe que un día u otro llegará: la muerte. El problema es que aún se ve como algo aislado, no como parte de la vida. Nos hemos acostumbrado a ver morir mal, bajo la desesperación. Así que pensamos que cuánto más tarde llegue, mejor. Para algunas civilizaciones antiguas el morir en paz era algo usual que formaba parte de sus culturas. A lo mejor no es una idea tan descabellada y sólo tenemos que mirar hacia atrás para volver a plantearnos la vida... y la muerte. ∆

  A TRES BANDAS  

Un filósofo, un abogado y un teólogo hablan de la eutanasia. Ello nos permite abordar el tema desde diferentes perspectivas.

Javier Sádaba. Filósofo

-Por derecho natural ¿no tiene el hombre potestad para decidir sobre su vida o su muerte?
-Antes de nada, desconfío mucho de lo que se entiende por "derecho natural". Los derechos los vamos construyendo históricamente los seres humanos. Desde ese punto de vista pienso que a la dignidad de la vida le compete la dignidad de la muerte; o lo que es lo mismo, la autonomía de cada uno de los individuos es la que tiene que decidir cuándo continuar viviendo no tiene sentido alguno, más aún, puede ir contra la dignidad aludida.
-¿Cuál es tu postura frente al tema?
-Estoy a favor de la eutanasia voluntaria. Naturalmente siempre que se defina bien qué es eutanasia y se realice bajo un estricto control. La voluntad de quien desea que se le aplique la eutanasia ha de ser muy clara y muy explícita. Es obvio que puede haber abusos pero ése es un problema que atañe a cualquier actividad humana, no sólo a la eutanasia.
-¿Qué influencia tienen las religiones en la opinión pública, a la hora de adoptar una postura frente a la eutanasia?
-Las religiones en general, y el catolicismo, en concreto, se oponen frontalmente a la eutanasia. Es lógico puesto que la relación creador-criatura queda lesionada según su doctrina. La Iglesia en España mantiene aún una influencia considerable y está haciendo uso de ella en este tema. En cualquier caso creo que el laicismo y la secularización avanzan. Preveo, sin embargo, una discusión dura entre creyentes y no creyentes en los próximos años. ∆

"Es obvio que puede haber abusos pero ése es un problema que atañe a cualquier actividad humana, no sólo a la eutanasia."

Diego López Garrido. Abogado

Recientemente Holanda ha despenalizado la eutanasia. Mientras, en España las encuestas señalan que más de un 70% de población está a favor del tema. ¿Por qué crees que se está eludiendo el debate?
-Por una mezcla de hipocresía y temor. Por parte de los partidos políticos existe cierto temor a dar el primer paso. Pesan mucho determinadas culturas religiosas que tienen más importancia de lo que parecen. Luego, aunque la sociedad parece estar a favor también muestra cierto pudor a la hora de plantearlo, como si estuviese haciendo algo malo.
-Aunque nuestra Constitución garantiza a todos los ciudadanos el derecho a una vida digna, ¿por qué no se recoge también el derecho a una muerte digna? ¿No existe cierta incongruencia?
-Aún no se ha dado un paso conceptural que entienda que la vida digna incluye una muerte digna. Por eso se produce la contradicción entre la vida digna que recoge la Constitución y luego el castigo que impone el Código Penal a la eutanasia activa con una pena inferior a la del homicidio. Al final no se castiga lo mismo a alguien que ayuda a morir dignamente que a uno que asesina a otro. Esto demuestra que hablamos de un tema que está pendiente de resolver. Habría que ahondar en el concepto de vida digna, cosa que no pueden hacer aquellas personas que sufren males irreversibles. Habría que ir hacia la despenalización de la eutanasia y su regulación para evitar efectos no deseados. ∆

"Los partidos políticos tienen cierto temor a dar el primer paso. Pesan mucho determinadas culturas religiosas."

Enrique Miret Magdalena. Teólogo seglar

-Qué opina sobre la reciente despenalización de la eutanasia en Holanda?
-Es un tema delicado y no se puede decir nada tajante: ni sí, ni no. Haría falta un debate serio, entre filósofos, moralistas, juristas, con el fin de ver qué consecuencias traería una legislación de este tipo. La experiencia en otros países ha desencadenado en irregularidades, ilegalidades, cosas que no se pueden consentir.
-La Iglesia en los Países Bajos ha amenazado con no administrar la extremaunción a los que se acojan a la eutanasia. ¿Cree usted que están en condiciones de juzgar?
-Aunque uno fuese contrario a ese tipo de ley, sería muy difícil establecer un juicio. Hay condiciones subjetivas que nadie puede juzgar. Otra cosa es que la Iglesia abiertamente manifieste que no está de acuerdo con esa legislación y exponga sus razones. Pero siempre dejando la puerta abierta para discutir el tema.
Aunque no se nos haya explicado a los católicos abiertamente, la Iglesia admite la eutanasia pasiva desde 1957, cuando Pío XII pronunció dos discursos en Congresos Médicos y explicaba claramente que lo más importante para un enfermo era que no existiera un encarnizamiento médico, ni se utilizasen procedimientos extraordinarios o desproporcionados que pudiesen prolongar su agonía. También hablaba de la necesidad de emplear analgésicos aunque pudiesen acortarle la vida.
-Habla usted de la necesidad de un debate serio. ¿Qué hace falta para que se lleve a cabo?
-Creo que estamos en un mal momento dentro de la Iglesia Católica porque las corrientes oficiales son muy restrictivas, negativas, con miedo a las novedades, y llamando la atención a sus teólogos para que no vayan en ninguna de estas líneas. A mí todo esto me choca porque en la Edad Media había más libertad dentro de la Iglesia que ahora -a pesar de la idea que se tiene de esa época-. En aquellos momentos se fomentaban corrientes filosóficas que luego en las Universidades se explicaban. Hoy en día esto es impensable dentro de la Iglesia. ∆

"En la Edad Media había más libertad dentro de la Iglesia que ahora."

La medicina paliativa es aquella que va dirigida a atenuar el sufrimiento tanto físico como psíquico de enfermos terminales, y según la opinión de una mayoría de estos profesionales, podría evitar muchas peticiones de eutanasia.

   MEDICINA PALIATIVA   
LA GRAN DESCONOCIDA

Para muchos es la gran olvidada en todo este debate. Si toda persona tiene derecho a ser aliviada de sus dolores, el Gobierno está obligado a garantizarle el acceso a esos servicios.

Texto: Marta Malde.

De esta idea parte Marcos Gómez Sancho, director de la Unidad de Medicina Paliativa del Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín y Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Las Palmas. Con él hablamos de eutanasia y de esa parte tan desconocida de la medicina, los cuidados paliativos.
-Hay personas para las que levantarse cada mañana es un suplicio debido al dolor que padecen. En estos momentos, ¿todo ciudadano tiene acceso a tratamientos para aliviar ese dolor?
-Desgraciadamente es verdad que existen muchas personas que aún no han obtenido un correcto alivio de su dolor. En la mayoría de los casos esto es debido a la falta de formación de muchos profesionales. Hoy estamos en condiciones de garantizar, a la inmensa mayoría de enfermos de cáncer y de otras patologías en situación avanzada y terminal, un correcto alivio de su dolor a través de programas de cuidados paliativos. Desde 1994, año en que se cambió la legislación, es bastante fácil para los profesionales poder prescribir opióides o potentes analgésicos a un enfermo. Desgraciadamente hay pacientes con un dolor tremendo para quienes cada día es una cruz. Yo les diría que antes de elucubrar otras "soluciones", cambien de médico, que busquen a uno que sepa utilizar analgésicos y sea sensible al dolor para que así les apliquen nuevas medidas.

-Si ese dolor es producido por una enfermedad terminal ¿qué salidas tiene ese paciente?
-En este tipo de pacientes no se trata de ver sólo el dolor como algo aislado. El dolor físico de una persona afectada por una enfermedad terminal tiene, además de los componentes neurofisiológicos y neuroanatómicos, un componente psicológico social y espiritual que nunca debe olvidarse. Por ello el objetivo de la medicina paliativa es la atención integral del enfermo y familiares a través de un equipo multidisciplinar formado por médicos, enfermeras, voluntarios, psicólogos, trabajadores sociales, sacerdotes, etc.

Marcos Gómez Sancho: "Hoy estamos en condiciones de garantizar, a la inmensa mayoría de enfermos de cáncer y de otras patologías en situación avanzada y terminal, un correcto alivio de su dolor a través de programas de cuidados".

-¿Cómo se puede garantizar una existencia digna?
-Dignificando a la persona y atendiendo todos los aspectos de la esfera del ser humano, físicos, psíquicos y espirituales, sin olvidar algo muy importante, sus familiares. A veces lo pasan peor que el propio enfermo, o es éste quien se pone peor al ver cómo lo está viviendo la familia. Hay que atender muy bien a los familiares. Muchas veces una demanda de eutanasia viene condicionada porque el enfermo considera insostenible su situación personal, por el sufrimiento que padece o porque se considera una carga para sus seres queridos. Yo creo que debería sonrojarnos el hecho de que un semejante nuestro pida que lo matemos. La sociedad tiene que decir qué está dispuesta a hacer para que sus ciudadanos no tengan que pedir que les maten. A mí esto me parece un escándalo.

-¿Es usted partidario de aliviar el sufrimiento de un enfermo -si éste lo solicita- aunque ello suponga acelerar el proceso de su fallecimiento?
-Sin duda. Lo primero es el principio de autonomía del enfermo que es el que decide qué se debe hacer, y la labor de su médico es informarle adecuadamente. La mayoría de las veces, es muy difícil decir si ese supuesto acortamiento de la vida se debe a la dosis de morfina o a la debilidad extrema en la que los enfermos se suelen encontrar en ese momento. Identificar esta actuación con algún tipo de eutanasia, es incorrecto. Lo que se llamaría eutanasia indirecta, se basaría en el principio del doble efecto: el objetivo sería aliviar el dolor al enfermo, lo secundario y no deseado, es que como consecuencia se le puede acortar la vida. Aquí lo que se mide es la intencionalidad de quien lo ejecuta.

"Lo primero es aliviar al paciente, luego la demanda de eutanasia suele desaparecer. Yo creo que contra la eutanasia hace más un buen programa de cuidados paliativos que mil discursos"

-¿En alguna ocasión un paciente le ha expresado el deseo de adelantar su muerte?
-En cuidados paliativos este tipo de solicitudes es muy raro. Es más frecuente al principio, cuando llegan a la Unidad, desesperados por el dolor, porque a lo mejor se le está aplicando un tratamiento de analgésicos leves. En estas condiciones creo que todos pensaríamos lo mismo, en la muerte. Así que lo primero es aliviar al paciente, luego la demanda de eutanasia suele desaparecer. Yo creo que contra la eutanasia hace más un buen programa de cuidados paliativos que mil discursos. Aunque por mi parte debo decir que siento un profundísimo respeto por cualquier persona que demanda que se termine con su vida. En el caso de Ramón Sampedro sólo conozco lo que se ha publicado y no puedo opinar. Considero arriesgado hacer una ley general para aplicar en casos muy puntuales. El hecho de legalizar o despenalizar la eutanasia tiene sus riesgos. No creo que aquí debamos seguir el ejemplo de Holanda. Allí se han hecho las cosas al revés, se ha comenzado la casa por el tejado. Han comenzado terminando con la vida de los pacientes antes de elaborar un buen programa para atenderlos(*). ∆

(*)Los cuidados paliativos están cubiertos por la Seguridad Social pero no existen en todas las provincias. Para más información sobre este tema, dirigirse a: Unidad de Cuidados Paliativos. Hospital Gregorio Marañón. C/ Doctor Ezquerdo 46. 28007 Madrid.

Para más información: 
- Asociación Derecho a Morir Dignamente: Avenida Portal de l’Angel, 74t-B. 08002 Barcelona. Tlfno. 93 412 32 03
- Eutanasia en Holanda: www.euthanasia.org/sp_dutch.html
- Federación Mundial de Asociaciones Pro Derecho a Morir: www.euthanasia.or/spanish.html
- Diario Médico: www.diariomedico.com
- Cuidados Paliativos: www.paliativos.com //  www.unicies.cesga.es  //  www.secpal.com 

FUSION OPINA

La muerte no suele ser un tema normal de conversación. Pero la legalización de la eutanasia en Holanda ha hecho que el tema se introduzca en nuestras vidas y salte la polémica.
Cuando hablamos de eutanasia nos estamos refiriendo a un acto voluntario, libre, de una persona que, padeciendo una enfermedad incurable, terminal e irreversible, decide poner fin a su vida.
Esto no es algo nuevo. Para los antiguos era algo tan natural como el acto de nacer. Formaba parte de la vida.
Es en el transcurso de la historia, cada vez más influida por la religiones monoteístas, -en el caso de la mayoría, la religión Católica-, donde se empiezan a imponer condiciones para nacer, vivir y morir. Condiciones que, lógicamente, un grupo de intermediarios que velan por sus monopolios controlan, deciden y juzgan. Así que cuando surge una cuestión como ésta: decidir sobre nuestra propia existencia, se argumenta que "nadie tiene derecho a morir porque no existe un derecho a la muerte" o que "la voluntad individual no es fuente de legalidad". Vamos, que nuestra muerte no nos pertenece y que hagamos lo que hagamos siempre vamos a necesitar a un tutor para actuar de acuerdo a la ley de turno. Una ley por otro lado algo incongruente, ya que no penaliza el suicidio pero, en cambio, sí sanciona el suicidio asistido y la eutanasia activa. ¿No es suicida el enfermo que decide no existir más?
Afortunadamente el ciudadano de a pie está abandonando el miedo o pudor que le produce el tema (un 70% de encuestados, según el CIS) y se ha puesto en la piel del "otro", el que vive postrado en una cama o padeciendo largas agonías. Y ha pensado que, si eso le pasase a él, le gustaría que existiera una ley que amparase y protegiese su libertad: la de vivir o morir, la de decidir cruzar voluntariamente el umbral. Y si una persona después de haber valorado todo, llega a este punto, sólo merece una cosa: respeto. Y nadie está capacitado para juzgar si esto es correcto o no.
La vida es la aventura más maravillosa que cualquier ser humano tiene ante sí. Pero como dijo Ramón Sampedro antes de morir, "la vida debe tener un sentido para quien la vive y si una persona no quiere vivirla, no se le puede obligar a seguir sufriendo".
Sin hipocresías. La eutanasia seguirá existiendo con o sin ley. Sólo hay que mirar las encuestas para comprobar que, a pesar de estar al margen de la ley, tanto el suicidio asistido como la eutanasia activa se practican en nuestro país. A ver hasta cuándo se pueden seguir cerrando los ojos a las evidencias. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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