CENTRO
REINA SOFIA PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA
Texto: Marta Iglesias /
Foto: C.R.S. Estudio de la violencia
Se abre el milenio con un problema muy
grave por resolver: la violencia y sus efectos. Convencidos de que esto
necesita ser estudiado científicamente para ponerle punto
final, en el Centro Reina Sofía promueven estudios sobre la
violencia, actividades de docencia
sobre el tema y animan a los jóvenes
licenciados a este tipo de investigación.
Violencia, la cuenta pendiente
Dado
que la violencia es un fenómeno de extraordinaria complejidad, se
necesitan también soluciones en varios frentes. Según Teresa Farnós de
los Santos, Coordinadora del Departamento Científico:
"Simplificando, habría que intervenir en los canales de
socialización del ser humano". Impulsar programas de desarrollo
personal y actitudes relacionadas con los valores éticos (paz,
tolerancia, justicia, solidaridad), sería un primer paso.
-¿Qué factores influyen en el crecimiento de la
violencia en una sociedad?
-Dado que la violencia es un fenómeno de extraordinaria
complejidad, los factores que inciden en su manifestación son múltiples.
Entre ellos los hay culturales y educativos: una crisis
generalizada de los valores éticos (predominando el hedonismo, el
individualismo y la competitividad), la pérdida de respeto a los
símbolos de autoridad, la desvalorización de las instituciones
(educativas, políticas, judiciales, policiales), las ideologías
destructivas y los fanatismos, las actitudes xenófobas...; políticos
y sociales: el aumentos de los contenidos violentos en los medios de
comunicación, el fácil acceso a las armas, las drogas, el desempleo, la
falta de recursos económicos, las disparidades sociales...; e individuales:
padecer algún tipo de trastorno mental o de la personalidad, proceder de
una familia desestructurada donde la violencia es habitual, las carencias
afectivas, la desmotivación, la frustración...
-¿A qué atribuyen en el CENTRO REINA SOFÍA el
incremento de la violencia hacia las mujeres?
-La violencia de género no es un fenómeno nuevo, sino que ha
existido desde el principio de la humanidad. De hecho, nosotros pensamos
que lo que puede estar aumentando es la conciencia social acerca de este
problema. Lo relativamente nuevo es la aparición de distintas
organizaciones implicadas en la lucha por la defensa de los derechos de
las mujeres que, además de revelar cifras espeluznantes, están
desarrollando una gran campaña de divulgación en contra de la
discriminación sexista. Esto se ha traducido en una mayor independencia
emocional y económica de las mujeres, así como en una mayor
concienciación social, gracias al trabajo de los medios de comunicación
y a las campañas institucionales, en un mayor apoyo a las víctimas, etc.
Todo ello ha contribuido a que el número de denuncias esté creciendo,
dado que la mujer es menos sumisa y resignada que antes y se siente más
capaz de enfrentarse al abuso de poder masculino que, en ocasiones,
lamentablemente, puede conducirla a la muerte.
-¿Cree que nuestro sistema de justicia, con sus penas,
consigue reducir la violencia social?
-Creo que nuestro sistema de justicia es adecuado en su
intención, pero carece, por una parte, de los recursos tanto humanos como
materiales para poder alcanzar su propósito. Y, por otra, parece que los
recursos humanos existentes no están lo suficientemente preparados en
todos los casos para abordar esta problemática. En este sentido, nosotros
creemos que es necesaria la formación y especialización de jueces y
fiscales en los casos de violencia, principalmente en los de violencia
doméstica. Cabría destacar finalmente que nuestro sistema penitenciario
tiende más a la represión, cuando debería tender a la reinserción y
rehabilitación.
-¿Cómo explicarían los ataques a grupos
minoritarios, como inmigrantes o gitanos, que no representan ninguna
amenaza social ni numérica?
-Volviendo a la biología, se ha demostrado que el temor al
extraño es innato. Ya contamos, pues, con una predisposición al rechazo.
Si sobre esta predisposición inciden determinadas ideas culturales, se
corre el riesgo de la segregación o discriminación por considerar al
extraño como distinto y al distinto como inferior. Los grupos
minoritarios son considerados otro grupo, se observa este matiz en el
lenguaje que habitualmente se utiliza para designarlos: sudacas, moros,
negros, gitanos... y en que se les atribuyen ciertas características
negativas (sucios, vagos, delincuentes) unificando a ese grupo y
diferenciándolo del mayoritario. El siguiente paso es que se les
responsabilice de todo el malestar social: delincuencia, desempleo,
inseguridad ciudadana, etc..., que conduce a la hostilidad y al rechazo
absoluto. ∆
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