Las cifras se multiplican cada día que pasa. La dimensión de la
tragedia que el Sida está causando en el continente africano es tal que el
mismo Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dio la voz de alarma. Más
de veinticinco millones de africanos viven ya con el VIH. Y la epidemia se
extiende.
- ¿Cuál es la situación del continente africano?
-Para hacernos una idea de la dimensión de la infección en
términos generales, podemos decir que más de un diez por ciento de la
población general está contaminada con el virus, y que también lo están
entre el diez y el quince por ciento de las mujeres en edad sexual activa.
Si en el mundo hay unos treinta y cinco millones de personas con Sida, pues
el 70% están en el Africa subsahariana. Es decir, casi veinticinco millones
de estas personas. Más datos: en Europa y América nacieron el año pasado
mil niños infectados. En Africa esta cifra se aproximaba a los 550.000
niños. Hay más de doce millones de huérfanos, menores de trece años,
como consecuencia directa del Sida. Hay países que van a ver disminuido el
potencial de crecimiento económico entre un 15 y un 17% como consecuencia
del Sida. Son cifras bastante expresivas de la dimensión del problema en
Africa.
-¿Qué se puede hacer para paliar los efectos del Sida?
-Esto va a prolongarse en el tiempo durante muchos años. Las ONG
estamos denunciando que nos encontramos ante un genocidio silencioso, porque
su dimensión es desconocida para la población de nuestro entorno. Por otra
parte no sé si hablar de genocidio por omisión, que es lo más doloroso,
porque hay posibilidades reales de intervenir con eficacia.
-¿Cómo?
-Las posibilidades de intervención estarían centradas hoy en la
prevención, en la educación para la salud, en la lucha de forma general
contra las enfermedades de transmisión sexual, es decir, capital humano,
conocimiento y medidas de prevención de barrera, que son los preservativos
y de otras medidas similares. La goma, que yo sepa, no es especialmente
cara, ni compleja de fabricar ni de trasladar. Otro punto son los
retrovirales. El coste que nosotros estamos pagando por ellos es
elevadísimo, pero se podrían rebajar a una proporción diez veces menor, y
probablemente más. Habría también que incrementar el apoyo económico. La
ONU calcula que una cifra eficaz para la disminución de la infección y el
tratamiento de la enfermedad sería de quinientos mil millones de pesetas
aproximadamente.
-¿Hacia qué grupos se dirigen mayoritariamente los esfuerzos?
-Hacia la población en general, pero fundamentalmente población
joven. También dirigimos una parte importante de esfuerzo a la mujer
embarazada, porque detectarlo en ellas tiene dos ventajas: por una parte
porque el tratamiento con retrovirales disminuye mucho la transmisión, y
por otra parte estás tratando precozmente a personas que están conducidas
a que evolucione la infección y la enfermedad en un plazo de tiempo
relativamente corto.
-¿Lo que hace falta es sólo voluntad política?
-Africa por sí misma no tiene posibilidades, pero hay formas de
atajar la enfermedad. Las ONG estamos en disposición de hacerlo. La gente
del primer mundo, del mundo desarrollado, está en una disposición
favorable a la contribución, pero hay que multiplicar por cien los
programas actuales.
-La Iglesia, al condenar el uso del preservativo ¿está dificultando la
labor de prevención?
-Honradamente, en el contexto en el que estamos hablando, yo creo
que tiene una incidencia muy escasa. Nosotros desarrollamos nuestros
programas, primero, integrándolos en programas de prevención de
enfermedades de transmisión sexual de las autoridades sanitarias locales.
En segundo lugar, tenemos una flexibilidad enorme para el trabajo con
organizaciones comunitarias, con líderes de la comunidad, con asociaciones
de toda naturaleza y orientación. Y en tercer lugar, que la gente responde.
O sea, no hay unas barreras, condicionantes de carácter social, cultural,
religioso.
-El Sida es un problema que afecta a muchos frentes.
-El Sida es un problema de orden humanitario por una parte, de salud
en segundo lugar, de orden social, cultural; es dramático desde el punto de
vista de la estima y de la autoestima social de las poblaciones; dramático
también desde el punto de vista de lo que limita el potencial de desarrollo
económico de todos estos países. Estamos hablando de una auténtica
catástrofe social, extendida y prolongada en el tiempo y cuyas
consecuencias, aún tomando medidas hoy, son ya irreversibles para un
período de tiempo bastante prolongado. ∆