Después de tantos años, va a resultar
que Serrat es un impostor y que sus canciones no son suyas, sino de un tal
Tarrés. Menos mal que todo se explica en su último disco.
|
|
Cuentan que una vez Serrat se encontró
por casualidad a Torrente Ballester. El escritor, miope, no acertaba a
reconocer al cantante, de modo que éste insistía: Sí, me llamo Joan
Manuel, soy ese chico que canta. Pero no hubo forma. Así que cada cual
siguió su camino. Torrente a sus escritos, Serrat a sus canciones. Ese
chico que canta. "No se puede decir que aquello fuera modestia -se ríe
Serrat- además, creo que cuando la modestia aparece, muchas veces es para
esconder pecados incluso peores que la soberbia".
Modesto o no, Joan Manuel se muestra razonablemente accesible incluso
cuando, como en este caso, tiene una prisa de mil demonios. Anda ocupado con
la presentación de su nuevo disco, Cansiones, así, con
"ese", para que se note la vocación universal y de paso dejar
clara la importancia que Hispanoamérica ha tenido en su vida. Canciones con
seseo que son tangos, boleros, rancheras, sones...
Pero la gran novedad de este disco es que muestra a Serrat como un
mentiroso, que lleva toda la vida plagiando sin problemas a alguien llamado
Tarrés. Se desvela el misterio cuando ponemos a los dos artistas juntos y
vemos que se complementan: Tarrés-Serrat, Serrat-Tarrés, dos palabras que
se leen igual en ambas direcciones. Una capicúa que viene a perpetuar la
tradición literaria del doble. No es como lo de Jekyll y Hyde, pero casi:
"No es que uno sea el instinto y otro la razón, al menos, no de manera
absoluta. Ambos son relativos y viven una relación simbiótica. Yo creo que
basta con que te mires al espejo para descubrir, si aún no lo has hecho, a
tu otro yo. Todos lo tenemos".
Sí,
pero sólo ahora Serrat nos presenta al suyo. Es una manera de
redescubrirle, a través de sus canciones emblemáticas y a través de su
otra personalidad: ese Tarrés es un tipo raro, y sólo ahora sabemos que ha
estado siempre detrás de las locuras de Serrat. "Tarrés está
inventado desde hace muchos años, lo que pasa es que hasta ahora no le ha
importado no aparecer, y tampoco pensaba que a nadie le importara". No
están de acuerdo los miles de seguidores que tiene el cantautor, que llenan
teatros buscando distinguir a esa nueva estrella de la canción.
Complaciente, Serrat explica lo inexplicable: "Ese tal Tarrés/ que no
me cabe en la piel/ y saca a mi animal/ de parranda con él/.../Cuando él
no está/ se atraganta el licor/ los amigos se van/ y no me quiere mi
amor". Dicen que Tarrés se corre las juergas y Serrat paga las
facturas; Serrat es el ciudadano modélico y Tarrés pone el misterio en su
vida. Se llevan bien. ∆
|