Cuando Bush dice que "el que no
está conmigo está contra mí", más que amedrentar, amerdenta.
Sospecho que un alto porcentaje de los países que apoyan a los EE.UU. no
lo hace por convencimiento, sino por cagaos. |
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LAS COSAS POR SU NOMBRE
POR ELENA F. VISPO
H ace un par de meses se montó una
polca en Brasil por culpa de una campaña publicitaria. Se trata de unos
carteles en contra de la droga, que renuevan el eslogan de tanto en tanto:
"la droga es de mal gusto", "la droga es triste" "La droga es idiota". Así.
Pero la última frase de esta campaña ha sido ¡oh! infinitamente más agresiva
(noten la ironía, si son tan amables) y el autor se ha atrevido a poner: "La
droga es una mierda". Y los defensores de la moral brasileña han puesto la
voz en grito y han pedido que se retire la campaña: ser grosero no es manera
de combatir las drogas. Esto que parece tan fuerte, a mí en cierto modo me
da una alegría: muchos creíamos que en España teníamos la patente de la
derechona rancia y caduca, pero no, mira, está repartida por el mundo.
Droga é uma merda. Y con ello, medio Brasil en pie de guerra, como si
no tuvieran otras cosas por las que escandalizarse, léase deforestación,
movimiento de los Sin Tierra, atropellos contra las tribus indígenas, etc. A
todo esto, el autor de la campaña lo único que dice es que, se ponga uno
como se ponga, la droga es una mierda y eso lo sabe todo el mundo.
Pues yo no sé que manía hay ahora de no querer nombrar a las cosas como son.
Para preparar la Conferencia Mundial contra el Racismo de Durban se tiraron
horas (días) decidiendo si la palabra holocausto debía escribirse con
minúscula o mayúscula, en singular o en plural. Pues en vez de holocausto
podían haber puesto mierda, directamente, y nos hubiésemos enterado todos
igual. Pero no contentos con eso, no hubo acuerdo sobre si los países
occidentales deberían pedir perdón por la esclavitud y, en caso de que sí,
qué tipo de perdón deberían pedir. Como no querían pedirlo, se propuso usar
una expresión similar, que podría ser pesar o arrepentimiento. Con estos
precedentes, así les salió la Conferencia: una Conferencia de Mierda.
En el fondo, la palabra es lo de menos. Porque, ya puesto, qué más te da ser
un muerto que una baja. O un daño colateral, que es el ejemplo típico de
manipulación del lenguaje, y no por sabido es menos merdoso. Cuando Francia
hizo sus pruebas nucleares en Mururoa hubo quien pidió que no se usase la
palabra bomba: mejor decir artefactos que explotan. Tal que así. Pero da
igual en qué idioma le mentes la madre a Chirac, que el hecho fue el mismo.
¿Sabían que el final de la guerra de Vietnam se retrasó semanas porque los
políticos no se ponían de acuerdo en la forma de la mesa de la reunión? (Hay
que ver la cultura que da el Trivial) Pues las palabras son como las mesas
de las reuniones: el lugar donde tendríamos que ponernos de acuerdo y el
objeto de las disputas más encarnizadas. Y no creo que la culpa la tengan
ellas, pobrecitas palabras, sino que los humanos no hemos aprendido a
usarlas en condiciones. (Para demostrar este punto me remito a Crónicas
Marcianas. Por ejemplo).
Droga é uma merda. Y como la droga hay ejemplos a punta pala. Cuando
Bush dice eso de que "el que no está conmigo está contra mí", más que
amedrentar, amerdenta. Y no hablo de los tratados medioambientales,
que siguen sin cumplirse, sino de que sospecho que un alto porcentaje de los
países que apoyan a los EEUU no lo hace por convencimiento, sino por
cagaos. Y eso que, a España concretamente, no nos dejan bajarnos los
pantalones tanto como quisiéramos. Con la ilusión que le hubiera hecho a más
de uno ver a la legión española cubrirse de gloria matando moros, como en
los viejos tiempos. Con la cabra hispánica a la cabeza.
Droga é uma merda. Y qué me dicen de la política española, que yo he
dejado el telediario por las noticias del guiñol. Como el príncipe no dice
si se casa o no, sigo de cerca esta pseudo-monarquía que se está creando en
nuestro gobierno, donde parece que lo más importante es la sucesión, yo que
creía que las cosas en España se decidían por votación. Primero Fraga y
ahora Aznar: todos buscando al sucesor del sucesor. Porque no tenemos más
que hacer, claro.
Droga é uma merda. Y, por cierto, la nueva ley de universidades
también. Tiene el mérito de que ha conseguido poner de acuerdo a profesores
y alumnos, cosa que no pasa todos los días, pero no creo que se trate de
eso. Si hasta parece que no quieren que la gente estudie, por qué será.
Droga é uma merda. Pues sí. Qué menos que llamar a las cosas por su
nombre. ∆ |