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Monge y Pedro Arrojo, miembros de COAGRET (Coordinadora de Afectados por
Grandes Embalses y Trasvases) son los encargados de hacernos ver por qué
se cree que no funcionará el PHN: "El PHN carece de un análisis adecuado
de la realidad, los grandes trasvases que propone impulsan una política
hidrológica y un modelo de desarrollo insostenible, además de promover un
desarrollo territorialmente más desequilibrado e injusto y provocar
grandes impactos ambientales. Este PHN, que además es manifiestamente
inviable desde el punto de vista económico, apuesta por un modelo de
desarrollo que favorece unas zonas en detrimento de otras menos
desarrolladas. Pero tampoco apuesta por una política de desarrollo de
todas las zonas receptoras, sino de grandes grupos de poder de
constructoras e hidroeléctricas, convirtiendo un bien público como es el
agua en beneficio privado, a través de los mercados privados de aguas
públicas impulsados por el gobierno en su reforma de la ley de aguas".
-¿Qué alternativa proponéis?
-La alternativa pasaría por diseñar un PHN que contemple los
principios de la Nueva Cultura del Agua: aprovechar el agua como recurso,
aprovecharla como patrimonio, y gestionarla desde políticas de control de
la demanda y no con políticas de aumento de la oferta. Se trata de aplicar
un enfoque moderno de gestión de aguas en línea con la nueva Directiva
Marco de Aguas aprobada recientemente en la UE.
-¿Qué intereses hay creados alrededor del PHN, entonces?
-Tras este PHN se esconden por un lado los poderosos y
tradicionales grupos de poder de constructoras e hidroeléctricas,
directamente beneficiarios de una administración servil a esos intereses
del mercado de votos. Pero por otro lado, ha aparecido en España un nuevo
grupo de poder en torno a las expectativas de mercados de aguas creadas
por la reforma de la ley de aguas que el Gobierno del PP ha impuesto; este
nuevo lobby viene dirigido por las principales multinacionales de gestión
de aguas, encabezadas por empresas como Lyonaisse des Eaux, Vivendi, etc.
-El
primer principio de la Marcha Azul fue "aprovechar el agua como recurso",
¿de qué manera la estamos desaprovechando?
-El nivel de eficiencia con el que usamos el agua es desastroso:
basta echar un vistazo a la tecnología utilizada en la agricultura, o al
estado de las redes de tuberías en las grandes ciudades, para entender la
enorme cantidad de agua que se desaprovecha por el deficiente estado de
infraestructuras o la utilización de técnicas de riego obsoletas. En
concreto se estima que perdemos en las grandes redes urbanas entre el 30 y
el 40% de los caudales, mientras en los grandes regadíos perdemos más del
50% en promedio de las aguas reguladas en los grandes embalses. El
problema no es sólo técnico, sino cultural. Tenemos que cambiar nuestra
mentalidad y poner los medios adecuados para evitar el despilfarro del
agua que existe en nuestro hogares y centros de trabajo, entre otros
sitios.
-La Marcha tuvo muy buena acogida en Francia, sobre todo en villas
donde se construyó algún embalse. ¿Significa eso que la política del agua
afecta a más países con los que hacer causa común en el Parlamento
Europeo?
-En efecto, como se suele decir "en todas partes cuecen habas". En
Francia también nos hemos encontrado con proyectos absurdos de embalses
que se quieren hacer bajo la presión de intereses particulares amparados
por la inercia de las viejas ideas y de la manipulación del dinero público
para ganar votos. En todo caso, la Marcha Azul ha tenido mucha
repercusión, ya que la defensa de los principios de la Nueva Cultura del
Agua es algo que une a múltiples sectores de toda Europa. Además existe ya
legislación comunitaria, como la Directiva Marco de Aguas, de obligatoria
transposición al derecho interno de los Estados, que apuesta por un modelo
de política hidrológica manifiestamente contrario al que alberga este PHN.
Esta legislación debe hacerse cumplir en todos los Estados miembros,
motivo por el que algunas autoridades comunitarias se han mostrado ya en
desacuerdo con este PHN.