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año el Nobel de la Paz ha sido concedido a la ONU y a Kofi Annan "por su
contribución a crear un mundo mejor organizado y más pacífico". Todo esto
coincide con las acciones militares norteamericanas en Afganistán y el
silencio que ha mantenido la ONU durante todo este conflicto.
Hablamos del papel de esta institución con Carlos Taibo, profesor de
Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid.
-Una de las cuestiones que más ha llamado la atención durante este
conflicto ha sido el silencio de la ONU, más concretamente el de su
Secretario General. ¿A qué cree que es debido?
-Cuando Kofi Annan se convirtió en Secretario General de la ONU, la
mayor parte de los analistas entendieron que eso era así porque los EE.UU.
habían dado el plácet, es decir, que se entraba en una nueva etapa en la
cual la ONU se mostraría todavía más dócil con los intereses de los Estados
Unidos. Creo que para entender la actitud actual de la ONU, que es de
visible retirada y de protagonismo bajísimo en el conflicto, hay que invocar
la propia personalidad de Kofi Annan y este designio de supeditarse a los
intereses norteamericanos.
-También es justo en este momento cuando se les da el premio Nobel.
-Yo entiendo que el Premio Nobel es una ironía de la Academia sueca,
o si queremos interpretarlo de manera más cariñosa, que la academia sueca
llama la atención sobre la ONU en un momento en el que la ONU está
desempeñando un papel muy marginal, sin ninguna capacidad de control, sin
ninguna potestad de freno de las acciones militares en curso, con un grado
de información extremadamente bajo.
-¿Qué influencia tiene en todo esto la deuda que mantiene desde hace
tiempo Estados Unidos con la institución? Según parece se abonó una parte
justo el mismo día del atentado a las torres gemelas.
-La deuda ha sido una espada de Damocles. Probablemente ha ejercido
también una influencia, en la medida en que la ONU se ha visto atada, o ha
interpretado que si asumía comportamientos más o menos lesivos de los
intereses de los Estados Unidos era mucho más difícil que éstos abonasen la
deuda, y en consecuencia era mucho más fácil que la ONU entrase en una
crisis, ya no política, sino estrictamente financiera.
-¿Qué conclusiones cree que se van a sacar en claro de esta Asamblea
General que se está celebrando?
-Yo no creo que la Asamblea vaya a aportar ningún dato importante,
simplemente porque creo que el sistema de Naciones Unidas no está operando.
El hecho de que el terrorismo se convierta en la materia estelar de
discusión probablemente hace que tampoco debamos esperar que haya grandes
conclusiones, entre otras razones porque hay discrepancias muy radicales
entre los diferentes estados en lo que se refiere a la caracterización del
terrorismo. Hace unas semanas se filtró un documento, que creo que es muy
significativo, en el cual los Estados Unidos planteaban una serie de
demandas a la UE. Entre ellas se hallaba la de que la UE hiciese lo que
estuviera en su mano para evitar que se acometiese en Naciones Unidas una
discusión sobre el concepto de terrorismo.
-¿Podría decirse que esta Asamblea es un montaje de cara a la galería?
-Yo creo que sí. Probablemente al presidente norteamericano le viene
bien, porque identifica simbólicamente su figura con la de Naciones Unidas,
pero lo que hay en la trastienda creo que es algo muy diferente.
-Parece que por un lado EE.UU. ignora el papel de la ONU, pero por otro
la utiliza. Igualmente ignora y utiliza al Tribunal Penal Internacional...
-Sí. Es una actitud, dicho sea de paso, no exclusiva de los Estados
Unidos. Las otras grandes potencias han actuado de la misma manera. No
pensemos que es muy distinto el papel que Rusia o Francia asumen en relación
con Naciones Unidas. Históricamente, es bien sabido que la posición de
Estados Unidos ha sido utilizar a la ONU. Cuando los criterios defendidos
por la organización no eran de su interés, aplicaba el derecho de veto. Y
dices bien que ha ocurrido algo parecido con el Tribunal Penal
Internacional. Los Estados Unidos respaldan en términos generales la
aparición de una jurisdicción penal internacional, siempre y cuando no se
aplique a los ciudadanos norteamericanos. Hacen lo que está de su mano para
que el ex-presidente yugoslavo Milosevic se siente en un tribunal en La
Haya, pero se niegan a que ese tipo de jurisdicción se aplique a sus
conciudadanos, lo cual también es un indicador fehaciente de doble moral.
-¿Qué lectura hace del presente conflicto un profesor de Ciencia
Política?
-Yo creo que el presente conflicto supone un retorno a la lógica de
los estados del siglo XIX: un país, que es la gran potencia hegemónica, que
se autoatribuye un derecho ilimitado de intervención sin restricción en el
tiempo y en el espacio, que no está sometido a ningún tipo de fiscalización
por parte de agentes externos, y que se permite considerar el uso de la
fuerza como la única perspectiva que permite encarar los problemas que tiene
por delante. Creo que esto es lo que conocíamos de la lógica de
funcionamiento de los estados del siglo XIX. Esto implica una conclusión,
que es muy negativa pero que es así, y es que apenas se ha avanzado nada en
el siglo XX.
-¿Este conflicto va a cambiar algo, abre alguna puerta, o todo va a
seguir igual después?
-Yo tengo la impresión de que todo va a seguir peor, más que igual.
Las conclusiones que cabe extraer de la crisis actual implican por un lado
algo que ya sabíamos, y es que el sistema de Naciones Unidas desempeña un
papel menor; y por otro que la gran potencia hegemónica lo es en todos los
ámbitos imaginables, en lo político, en lo económico, en lo cultural, en lo
tecnológico y en lo militar. Implica en tercer lugar que aquellos que,
llegado el caso, podrían sentir el impulso de contestar esta hegemonía,
están más bien callados. ∆