Como tantos luchadores cuya única arma es la palabra, tuvo que
exiliarse de su patria chilena con la llegada de Pinochet. La Amazonía,
Francia y Alemania han sido algunas de sus residencias. Desde hace cinco
años reside en Gijón, en donde dirige el Salón del Libro Iberoamericano.
Tras haber escrito su novela "Un viejo que leía novelas de amor", ganadora
del Premio Tigre Juan, traducida a 20 idiomas y best-seller en numerosos
países incluido España, sus éxitos se han disparado. Pero su carrera no ha
quedado sólo en la literatura. También se ha lanzado a probar suerte en al
mundo del cine como director. No es un terreno desconocido para este
autor, ya que como guionista tiene en su haber varios proyectos.
"Es terrible lo que ocurrió en Nueva York,
pero más terrible es aún el desarrollar toda la paranoia guerrera contra
una nación de pastores"
"Cuando hay una población de casi treinta y
seis millones de habitantes que están padeciendo hambre y la comunidad
internacional no reacciona, eso es un crimen contra la humanidad"
"Los orígenes del fundamentalismo islámico hay
que buscarlos, no en esa falsa interpretación del Corán, sino en una
situación de injusticia y desigualdad que es enorme"
"Pensé que Europa iba a ser capaz de recobrar
esa dignidad que tuvo Churchill, que agradeció la ayuda norteamericana,
pero nunca hizo un voto de sumisión" |
|
Texto y fotos: Lupercio
González
L e gusta meterse en lo que hace al cien por
cien, le gusta implicarse con la vida. "Mi involucración es constante -comenta
Sepúlveda-. No podría vivir si sé que hay una causa justa y no la hago mía o no
participo de ella, sea en el país donde nací, sea en el país donde vivo, sea
donde sea".
-¿Hasta dónde llega tu compromiso?
-La verdad es que yo no creo mucho en la palabra compromiso. Es una
palabra odiosa, porque uno se compromete y se descompromete con la misma
facilidad. Por eso siempre he preferido involucrarme. Esto me lo ayudó a
entender un escritor y gran amigo: Julio Cortázar. El decía que había que tener
muy claras dos cuestiones fundamentales, aunque llevaban a una tercera. La
primera es comprender cuál es el sentido de nuestra condición de artistas, de
escritores, y a ello se llega mediante un fuerte involucrarse estéticamente en
el arte y en la literatura. Luego, hay que entender cuál es el sentido de
nuestra condición de hombres. Y eso se consigue involucrándose al cien por cien
ante los sucesos sociales. Había que involucrarse desde una propuesta ética muy
fuerte. Y finalmente, había que entender cuál es el sentido doble de nuestra
condición de escritores o artistas, y además de hombres. Y eso se resuelve
otorgándole a la vida la misma estética que le damos a la literatura; y a la
literatura otorgándole la misma carga ética con la que afrontamos la vida. Eso
te lleva a una involucración constante.
-Esa ética es la que ha hecho avanzar al mundo.
-Lo más representativo de lo que estoy diciendo es la figura del
Quijote; gran capitán de hermosas causas perdidas, que a la larga no son tan
perdidas. Siempre queda algo, queda ese balance final, ese remanente ético, y es
justamente esa ética lo que hace avanzar el mundo. Con ella se ha conseguido la
declaración de los derechos del hombre, sintetizados en la Declaración de los
Derechos Humanos. Esa ética se ha concretado en conquistas sociales, laborales,
culturales, etc.
-EE.UU después de los acontecimientos del 11 de septiembre, parece que
quiere involucrarnos a todos en su particular cruzada. El presidente Bush quiere
continuar la política de un nuevo orden mundial pregonado por su padre. ¿A qué
conclusiones te lleva todo esto?
-Las conclusiones a las que me lleva son muy dolorosas. Se
suponía que después de la caída del muro de Berlín y de la guerra contra Irak,
se había establecido ya un nuevo orden internacional y, con toda la sumisión,
había un nuevo patrón a seguir marcado por los EE.UU. Ellos dictaban las normas
del comportamiento pacífico y bélico de la sociedad. Mientras, la realidad nos
decía que había una preocupación enorme por todo lo que ocurría en el mundo.
Cuando una región del mundo, como puede ser Centroamérica, está siendo afectada
por la peor sequía de la historia; y cuando hay una población de casi treinta y
seis millones de habitantes que están padeciendo hambre, repito, hambre, con
todas sus letras, y la comunidad internacional no reacciona, yo digo que eso es
un crimen contra la humanidad. Porque la humanidad tiene la capacidad de
reaccionar y de poner soluciones, y no solamente mediante la dádiva o el envío
de paquetes con harina y con arroz, que en realidad son desechos del primer
mundo.
-¿Por dónde habría que empezar?
-Por ejemplo, firmando el Protocolo de Kioto que evite el
sobrecalentamiento de la Tierra y la emanación de gases, directos responsables
de la sequía que está afectando a aquellos países.
¿Cómo? Con un respeto muy grande por esas leyes, que son fundamentales para
mantener la vida en este planeta, y sobre todas las cosas, por leyes políticas
que deban decirnos que el nivel de desarrollo absolutamente desigual que estamos
sosteniendo y enfrentando nos lleva a una suerte de suicidio colectivo. Hoy, más
que nunca, y antes de que sea tarde, es fundamental hacer una revolución en el
imaginario de consumo de la humanidad, ya hay leyes culturales que hablan de
ello. No podemos seguir con esta irracionalidad absoluta del consumo.
-Si estas son las cosas que traen ese nuevo orden norteamericano ¿dónde van a
quedar los derechos de los pueblos?
-El nuevo orden internacional existía, pero veíamos que en el Medio
Oriente el desorden internacional estaba en todo su apogeo. Cuando hay un país
como Palestina, que tiene el pleno derecho de existir como estado soberano, de
la misma manera que Israel tiene el pleno derecho de existir con sus fronteras;
y como el gran patrón, el gran líder, no hacía nada, tampoco hacía nada la
comunidad internacional. Eso nos demuestra que estábamos viviendo un desorden
muy grande. Los orígenes del fundamentalismo islámico hay que buscarlos, no en
esa falsa interpretación del Corán, o en una interpretación excesiva de los
conceptos religiosos coránicos, sino que hay que buscarlos en la injusticia y la
desigualdad. La mayoría de los países árabes aliados de este primer mundo, son
países en los que sus gobernantes son unos miserables reyezuelos, unos
miserables jeques. En Arabia Saudí, en Kuwait, en los Emiratos Arabes, se violan
absolutamente todos los derechos que hemos conquistado en esto que se llama
civilización, y nadie dice absolutamente nada.
Evidentemente, ese es el gran caldo de cultivo para los extremismos.
-Pero este fanatismo parece ir más allá de la lucha sólo por unos límites
fronterizos.
-Es que los extremistas islámicos llegan a su situación de delirio, de
locura, de paranoia, porque una sola entidad les ha abierto las puertas: su
religión. Y alguien que padece hambre, que padece la injusticia, es presa fácil
de la enajenación religiosa, política o lo que sea. Nos basta con mirar a la
Europa en el tiempo de la Inquisición para comprender eso. Bastaba con asegurar
un reparto de pan para que todo el mundo jurase que tal mujer, o tal señor
practicaba la brujería y fuera a parar a la hoguera.
-Entonces los atentados de las torres gemelas y al Pentágono ¿han convertido
a EEUU en el gran inquisidor mundial?
-Evidentemente lo atroz del ataque a las torres gemelas y al Pentágono,
es que murió mucha gente, y cada vida es preciosa. Pero, es inaceptable que la
respuesta sea un ataque militar casi mundial, de las naciones del primer mundo a
un país como Afganistán, un país que vive en el medievo, un país de pastores, y
un país que fue conducido a esa situación medieval justamente porque el primer
mundo se encargó de armar a los talibanes y a todos los señores de la guerra, de
la Alianza del Norte, que son el hipotético reemplazo de los talibán, y que no
son mejores que ellos. Todo esto Occidente lo observó impasible y no hizo nada.
Occidente supo que la mitad de la población, las mujeres, fueron obligadas a
retroceder una vez más al medievo, privadas absolutamente de todos los derechos
consagrados en la carta fundacional de las Naciones Unidas, y no hizo nada. Es
terrible lo que ocurrió en Nueva York, pero más terrible es aún el desarrollar
toda la paranoia guerrera contra una nación de pastores absolutamente
empobrecida. Y esto tiene visos de no quedar ahí, sino de continuar, y sabemos
que cuando al imperio -los EEUU quieren ser un imperio- se le da bula, son
capaces de agredir en cualquier parte. Ya lo hicieron, y nadie protestó.
Mantuvieron a Nicaragua y la asfixiaron después de la revolución sandinista, y
nadie protestó. Invadieron Panamá para sacar a uno de sus socios, a Noriega, y
nadie protestó. Y se han metido donde han querido con la absoluta impunidad que
les da el poder y luego, la servidumbre de sus socios europeos.
-Lo que está claro es que la dignidad de algunas naciones europeas está en
entredicho.
-Yo tengo confianza en Europa, y pensé que Europa iba a ser capaz de
recobrar esa dignidad de Tales. La misma dignidad que tuvo Churchill por
ejemplo, que agradeció la ayuda norteamericana, pero nunca hizo un voto de
sumisión a los norteamericanos. El tenía muy claro que era un europeo y que
había valores muy importantes que mantener aquí.
-Eso parece no tenerlo claro Aznar y su gobierno, que apoya
incondicionalmente a EEUU en sus acciones contra Afganistán e incluso se muestra
dispuesto a enviar soldados españoles.
-El pretendido diálogo entre Europa y los Estados Unidos, que a veces
cita incomprensiblemente el señor Aznar, es un diálogo que no existe. ¿Sobre qué
bases se da el diálogo? Una Europa que se ha concienciado y empieza a ser
pionera en leyes conservacionistas del ambiente, versus EEUU un país que se
niega a aceptar cualquier teoría del conservacionismo del ambiente. En Europa se
intenta que los derechos del hombre, y el más fundamental, el derecho a la vida,
sea enteramente respetado. Por ejemplo, mediante la tan ansiada finalización de
la pena de muerte; versus EEUU un país que hace de la pena de muerte su
principal argumento legal. Ahí no hay diálogo posible. Es decir, una Europa
empeñada en que el desarrollo tecnológico tenga sustancialmente un fin pacífico
y civil; versus un país donde todo desarrollo tecnológico está exclusivamente
destinado a fines militares. Ahí no hay ningún diálogo. Es muy triste todo lo
que ocurre, pero por lo menos puede sentar las bases para decir que no todo es
tan claro como nos lo presentan.
-¿No crees que las noticias que nos llegan a través de los grandes medios de
comunicación, más que informar desinforman?
-Existe el fenómeno de la gran desinformación . Sabemos lo que ocurre
con los grandes grupos mediáticos que están operando en el mundo. Cuando ves,
por ejemplo la CNN, tienes la visión permitida por los norteamericanos de lo que
es esta guerra. Y tú buscas otra información a través de la prensa escrita, pero
curiosamente los grupos adscritos a los propietarios de CNN, son la reproducción
escrita de la misma información, de la misma desinformación. Creo que todas las
situaciones críticas agudizan la inteligencia para buscar soluciones
alternativas. Esto ya empezó a suceder con la guerra del Golfo, luego siguió con
el gran movimiento antiglobalización. Se trató mucho el tema de la información,
tanto en la cumbre antiglobalizadora de Porto Alegre, como en los otros foros
como el de Milán. Creo que esto va a sembrar las bases para reaccionar de alguna
manera, haciendo de algún modo de contrainformación.
-¿No crees que se pasa por alto que las acciones de EEUU son terrorismo
internacional?
-Sí, se ha pasado por alto. Son muchas las cosas que se han pasado por
alto. Yo creo que a los gobernantes europeos les da asco saber que los
compañeros de esta cruzada, son esos millonarios canallas, los mandatarios de
los Emiratos Arabes Unidos de Kuwait, de Arabia Saudí. Uno de los aliados
fundamentales es, no Israel, sino la figura del general Ariel Sharon, que es el
responsable de las matanzas de miles de palestinos. ¿Cuántas personas murieron
en las torres gemelas? ¿Diez mil? Todas las vidas son valiosas, pero la vida de
los palestinos que murieron también eran valiosas y nadie dijo nada. Nadie se
preocupó por sentar a Sharon ante el Tribunal Penal Internacional. Estados
Unidos es el principal opositor a la existencia de un Tribunal Penal
Internacional, porque sabe que grandes figuras, como Nixon, tendrían que
sentarse ahí. La contradicción es enorme. Claro, el sistema niega su parte de
terrorista y reconoce solamente el terrorismo del otro, y curiosamente reconoce
el terrorismo de aquel que siente que puede vencer. Yo deseo que el terrorismo
sea derrotado y ojalá que los responsables comparezcan ante un Tribunal Penal
Internacional. Lo que no puede existir es la venganza, porque cuando elevamos la
venganza a la categoría de acción jurídica, estamos sembrando un precedente
peligroso. Estamos sembrando la ley del Talión, el ojo por ojo.
-¿Hacia dónde crees que va esta humanidad?
-La gran mayoría de las personas que habitamos este planeta
tenemos una tendencia pacífica hacia la búsqueda de la felicidad. A veces se
consigue, a veces no, a veces se consigue sólo a medias. El problema grande es
que los muros que se interponen en esa felicidad tienen un sólo nombre: el
lucro. Y acompaña a la vieja historia del hombre. ¿Por qué no se paró a tiempo
el desarrollo del fundamentalismo religioso islámico? Porque está el petróleo.
¿Por qué nunca se puso, ni se pone freno a las terribles matanzas, hambrunas y
desigualdades que ocurren en Africa todavía? Porque Europa y porque el primer
mundo, es incapaz de reconocer los crímenes que fueron cometidos durante el
colonialismo. El hecho mismo del colonialismo es un hecho criminal. Basta con
ver el trazado geográfico político de Africa, esas fronteras marcadas con un
tiralíneas, que no son reales. ¿Por qué la comunidad internacional no detuvo a
tiempo el terrorismo desarrollado por el régimen del apartheid en Sudáfrica?
Porque las riquezas de Sudáfrica estaban al servicio de ese primer mundo y
necesitaban el régimen que predicaba el apartheid. Entonces ¿a dónde va la
humanidad? Evidentemente sí se dan pasos. Creo que a fines del siglo pasado
ocurrió algo bastante importante; la humanidad nunca va a terminar de estarle
agradecida a los jueces de Manos Limpias en Italia, o los jueces como Garzón en
España. Ellos demostraron que era posible someter a castigo a los grandes
criminales. Gracias a eso ya se sembró la conciencia de que hoy es más necesario
que nunca un gran Tribunal Penal Internacional.
China, por ejemplo, es la gran esperanza del primer mundo. Todos miran con una
voracidad enorme lo que está ocurriendo en el experimento chino. Un país, dos
sistemas, en donde los derechos del hombre se violan constantemente, donde hay
ejecuciones masivas; lo que se contradice absolutamente con los postulados del
otro lado.
-¿Ya nada será igual?
-Desde la caída del muro de Berlín y el derrumbamiento de la Unión
Soviética se intentó imponer, y casi lo han conseguido, una visión absolutamente
única del mundo de la historia. Apareció la gran fiebre de historiadores
revisionistas, de los que dan una versión unilateral de la historia y
aparentemente no hay discusión. Pero la humanidad empieza ya a estar cansada de
esa gente, porque quieren constatar la historia antes de tragarse
interpretaciones. Curiosamente la literatura siempre ha sido la gran fuerza que
reemplaza la historiografía oficial. A través de la ficción, a través del
desarrollo de la obra literaria, se hace un registro histórico mucho más
generoso y objetivo que el de la historia oficial. Yo creo que la humanidad
camina hacia reconocerse a sí misma una vez más, para poder establecer cuáles
son los rumbos que debe transitar. ∆ |