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PAZ

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PAZ

Paz en la tierra a los hombres de buena Voluntad". Pero los hombres y mujeres de buena voluntad no pueden hacer nada por la paz, porque se necesita algo más que buena voluntad para construir, o conquistar, la paz necesaria para que esta humanidad dé pasos reales que la coloquen en el nivel evolutivo que le corresponde.
La paz no es un tratado firmado por dos o más partes. La paz no es un engañoso simulacro de buenas intenciones, relleno de palabras bonitas escogidas para discursos protocolarios. La paz ni siquiera es un llevarse bien, un dialogar sin problemas o convivir sin conflicto.
La paz es un estado de conciencia emanado de la comprensión y aceptación del hecho de que todos los seres humanos son criaturas divinas, sagradas, hijos de un mismo Padre y con los mismos derechos y deberes.
La paz sólo es posible desde la vivencia permanente del Amor, pero no del amor que predican las religiones, no del amor que emana de la pasión o del sentimiento, sino del Amor basado en la razón superior, en la visión mental de la creación y su significado, de la parte que ocupa el ser humano en esa creación, de la aceptación de la existencia de otras humanidades que también forman parte de ese cósmico engranaje, de verse a uno mismo y a la humanidad entera como parte de un todo, como eslabones de una inmensa cadena que fue diseñado con un porqué y que debe estar unida para un mismo objetivo o finalidad.
Nunca existirá la paz mientras los hombres se sientan o se crean diferentes, mientras las religiones se crean en posesión de la verdad, mientras los pueblos se dejan manipular por sus gobiernos, mientras existan diferentes "dioses" inventados para manipular las mentes y los corazones.
Nunca existirá la paz mientras no exista justicia para todos, mientras existan desigualdades, mientras unos pocos posean el todo y muchos la parte.
Nunca existirá la paz mientras exista la cultura de la guerra, mientras la ambición, el ansia de poder y el egoísmo sean las banderas que se levanten allí donde debería estar el respeto, la cultura y los derechos humanos.
La paloma de la paz vuela más alta que las negras sombras portadoras de muerte y destrucción, pero aún lejos de la humanidad.
Los hombres aún se jactan de poseer más capacidad destructora, de invertir más en armamento. La figura del conquistador, héroe ficticio con pies de barro y corazón oscuro, aún es aclamada por las multitudes. Es un "héroe" de guerra, no de paz.
Los pueblos se unen, se alían fácilmente para la guerra aún cuando entre ellos existan diferencias profundas. Pero si tuvieran que hacerlo para crear las bases de una paz definitiva, tendrían muchos más problemas, les resultaría imposible.
Los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo no poseen, o no muestran, la fuerza suficiente para enfrentarse a aquellos, menos numerosos, que en vez de buena voluntad utilizan la voluntad al mal.
Se amparan en las democracias para legalizar su postura, pero luego actúan fuera de la legalidad democrática, como dictadores avalados por la mayoría absoluta o, simplemente, porque tienen el apoyo de otros de su misma calaña que no tienen el valor para decir no, basta ya.
Juegan con los valores, con la justicia, con los principios éticos y religiosos. Se creen protegidos y apoyados por su "dios" y en nombre de él y de la paz asesinan a inocentes, destruyen países, lo manipulan todo.
La guerra sólo es una excusa para legalizar su versión sobre la paz. Su paz es una cárcel para las libertades, su paz es el imperio de su filosofía, su paz es la sombra distorsionada de la verdadera paz. Su paz es una mentira construida con mentiras.
No existen pueblos enemigos, existen poderosos que fomentan la enemistad para beneficio de sus intereses, que arrastran a las multitudes a las guerras para colocarse más medallas, que engañan a los ciudadanos con la manipulación de la verdad para engrandecer su propia aureola y su enfermiza ambición de poder.
La verdadera paz vendrá cuando los pueblos no se dejen engañar por los emisarios de la guerra y actúen siguiendo los impulsos de su corazón.
La verdadera paz emana del corazón, y ahí todos los seres humanos son uno, sin distinción de raza o religión.
La verdadera paz es un sueño latente en muchos corazones, pero las voluntades son débiles, las mentes fácilmente manipulables, y el poder de los señores de la guerra impone su ley en la humanidad.
Lamentablemente, de momento, la paz no es posible en este planeta. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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