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LA RUEDA DEL TIEMPO
Vivir es
recorrer los senderos del tiempo. Pero el tiempo no es un concepto plano y
mucho menos una realidad plana.
Es imposible comprender el concepto tiempo si uno no abre su mente a las
dimensiones, porque en ellas está escrito el misterio del tiempo y
también la forma de vencerlo, de trascenderlo, de escapar a su ley. Y eso
es posible.
Todo tiene un origen. Todo parte de un punto centro, que es el de la
Espiral.
En ese punto centro no existe el tiempo ni el espacio.
Todo es nada y todo es todo.
Existe la más absoluta e incomprensible oscuridad, porque la luz aún no
ha nacido.
No existe la sustancia, la materia, porque sólo hay energía.
Pero cuando la Espiral comienza a girar y surge el movimiento, el tiempo
se convierte en una realidad y el espacio comienza a manifestarse.
Y el tiempo origen crea otros tiempos menores, ciclos limitados en
espacios y regidos por objetivos que forman parte a su vez de la Idea
original, del pensamiento del Uno.
Y en todo ello la Vida desciende a través de los planos y va germinando
en los diferentes espacios regidos por tiempos diferentes.
Y la Vida que al principio, en el Origen, es sólo Idea, poco a poco va
tomando forma y manifestándose, llenándolo todo, dando sentido a todo,
porque toda la creación es para la Vida, y la Vida es lo que expresa al
Creador.
Y el movimiento de la Espiral lo abarca todo, porque todo está
comprendido dentro de ella, desde un átomo hasta una Galaxia.
Y en todo ello el concepto tiempo es el que rige el desarrollo de la Vida,
y esta se manifiesta a través del círculo y los círculos al moverse
crean esferas.
El hombre vive y desarrolla su conciencia dentro de su propio círculo,
que tuvo un principio y tendrá un fin. Y los círculos de todos los
hombres, moviéndose y girando, constituyen la esfera humana, que tiene su
propio tiempo de evolución, al igual que todas las esferas de todos los
reinos, de todas las vidas.
Los tiempos de las esferas mayores condicionan los tiempos de las menores,
al igual que el tiempo de una estrella condiciona el tiempo de los
planetas que giran en torno a ella.
En realidad, el tiempo es el guardián de la Vida y nada va más allá del
ciclo fijado para su existencia.
Por eso, quien conquiste el tiempo habrá trascendido las dimensiones y no
estará sujeto a la mecánica de los ciclos.
Pero para conquistar y dominar el tiempo hay que recorrer senderos que,
para nuestra comprensión, son infinitos. Por eso, la conquista más
cercana y posible del hombre está basada en su propia esfera, es decir,
en romper la barrera de la muerte y pasar a otra dimensión de un modo
consciente.
Y aunque así lo haga quedará sometido al ciclo de otra esfera mayor, con
un tiempo diferente, porque todo es así hasta llegar al punto centro de
la Espiral, origen de todo, principio y fin de esta existencia.
Y la finalidad implícita en todo este eterno proceso está en conseguir
la autoconsciencia, es decir, que el hombre, en principio, o cualquier
criatura viva, sea plenamente consciente del por qué y para qué de su
existencia, de sus ciclos, de su objetivo, de su capacidad y de lo que se
espera de él.
En el actual estado evolutivo, el hombre es una marioneta del tiempo
peleándose por un espacio. Al no ser consciente del sentido del tiempo,
se aferra al espacio, porque necesita poseer para sentirse vivo.
Cuando se abra la mente a la comprensión del tiempo, el hombre se
liberará del espacio y podrá recorrer las dimensiones.
Entonces experimentará las primeras sensaciones de la tan perseguida y
malinterpretada libertad.
Mientras tanto, será tan sólo una porción de sustancia, con una mente
incipiente, que se mueve torpemente por un ínfimo espacio bajo las
condiciones inexorables del tiempo. ∆
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