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Foto: Jose M.
López |
INVERTIR
EN CIENCIA
¿A QUIEN LE
INTERESA?
Texto: Mariló Hidalgo
La ciencia no parece preocupar gran cosa a los
políticos, porque no es estratégica ni rentable a corto plazo. Las
empresas privadas sólo invierten en los terrenos que les son productivos y
de aplicación inmediata. Los mismos ciudadanos, que manifiestan su
admiración por los científicos en las encuestas, son los que también les
ignoran. La ciencia parece haberse reducido a unos cuantos libros,
universidades, museos o laboratorios.
Una curiosidad: ¿cuántas personas podrían nombrar a un científico que no
fuese Ramón y Cajal o Severo Ochoa?
Dejarse
seducir por la ciencia es adentrarse en un mundo desconocido, situado fuera
del tiempo porque los descubrimientos no tienen nada que ver con el reloj
humano. Es ir en busca de explicaciones basadas en la observación, la
experimentación, los ciclos, el caos, lo impredecible... Es abrir la puerta
de la investigación para aproximarnos un poco más a la comprensión de la
vida que nos rodea. Una comprensión que también pasa por el estudio del
comportamiento humano, sus derechos y su historia.
Invertir a nivel económico y humano en Investigación y Desarrollo (I+D) es
apostar por el futuro de un país. Pero, ¿hasta qué punto interesa este
tema?
Prima la rentabilidad
Presupuestos enmascarados. Ésa fue la aseveración que realizó el grupo
socialista en la Comisión de Ciencia y Tecnología cuando tuvo acceso a las
cifras previstas para el presente año. Ciertamente, existía un incremento
en los presupuestos de I+D, pero aglutinado en el Capítulo VIII, donde se
incluyen créditos reembolsables a proyectos del Ministerio de Defensa:
fragatas de defensa, Airbus o Eurofighter. Si de la cifra global de I+D se
resta el dinero destinado al famoso Capítulo VIII, nos quedan unos
presupuestos para investigación, similares a los concedidos en 1990,
aproximadamente un 0,9% PIB.
"Desde hace unos años, -explica Raúl Romeva investigador de la
Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos-, especialmente a raíz del
gobierno del PP, ha habido un incremento en las inversiones vinculadas a la
investigación y desarrollo militar, con el objetivo, más explícito por
parte del gobierno, de conseguir estar en primera fila dentro del ranking
mundial. Y no sólo en investigación, sino en producción y exportación de
armas. El presupuesto asignado a tal fin es casi la mitad de todo el
presupuesto español previsto para gasto en I+D para el 2001. Lo cual,
teniendo en cuenta las dificultades que hay para conseguir ayudas para
muchos proyectos de investigación relacionados por ejemplo con la salud, es
bastante preocupante".
También preocupa al Comisario Europeo de Investigación, Philippe Busquin,
que dio un tirón de orejas a los distintos Jefes de Estado por la baja
asignación dedicada a I+D, después de que todos se hubiesen comprometido a
un incremento en la pasada Cumbre de Lisboa. Para el Comisario Europeo
"la I+D es la razón de la mitad del crecimiento de un país". Tal
es así que el dinero asignado desde la Comisión Europea a este apartado,
es de 2,7 billones de pesetas. Su objetivo es convertir a nuestro continente
en una referencia científica para el resto del mundo.
Es cierto
que este año se aumentaron los presupuestos para I+D, pero si al total se
le resta lo que en realidad se destina a proyectos de Defensa, nos quedan
los mismos presupuestos que había en 1990. Hemos retrocedido diez años.
Los investigadores en nuestro país denuncian la situación que viven.
Coinciden en señalar que para que la ciencia y la investigación despeguen
en España hacen falta dos cosas: destinar más dinero y crear un marco
adecuado para esa actividad científica. Para el científico Manuel Toharia,
actual director del Museo de las Ciencias de Valencia, el problema es muy
complejo. "No sé ni siquiera si es cierto que la investigación no
esté despegando... Depende de los campos. Lo que sí es evidente es que en
España invertimos menos que en otros países de nuestro entorno. Pero es
también una realidad que no podríamos invertir en todo, al libre albedrío
de los científicos. El problema presupuestario es, pues, real; pero es una
condición necesaria, aunque no suficiente. Hay que regular el qué y con
quién se investiga, y a quién se le costea o no la investigación".
Así que además de cuánto se asigna a los proyectos, otra cuestión que
está encima de la mesa y también preocupa a este colectivo es cómo se
ejecuta el actual proceso de asignación y seguimiento de las ayudas para
I+D. La lentitud de este proceso de asignación, el elevado coste que supone
su desarrollo, la subjetividad a la hora de conceder ayudas, son algunos de
los handicap que señalan los investigadores que acuden cada año a estas
convocatorias. "¿Por qué no se paga la I+D por los resultados
conseguidos, de la misma forma que se recauda por los ingresos
obtenidos?", cuestiona Juan José Villanueva, catedrático de la
Universidad Autónoma de Barcelona y director del Centro de Visión por
Computador. "Un sistema así -añade el profesor Villanueva- no es
solamente más eficaz, sino que constituiría un instrumento que permitiría
conocer a la Administración la situación real de las actividades de I+D,
tanto en el ámbito de equipos y centros, como a escala nacional, lo cual
facilitaría y agilizaría la toma de sus decisiones estratégicas en este
área".
El pasado
mes de febrero la FJI, Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios,
convocó una manifestación y cerca de 3.000 personas se pasearon por las
calles de Madrid con pancartas: "Soy un becario de investigación
¡Exprímeme!"
Conceder ayudas en base a los resultados concretamente en el tema de la
investigación es un poco utópico, aseguran algunos. Hay proyectos en el
área de botánica o zoología que son muy complejos y normalmente no se
obtienen los primeros resultados hasta un largo período de tiempo. "El
sistema de financiación", aseguran los investigadores del CSIC
Santiago Castroviejo y Antonio G. Valdecasas, "está primando un tipo
de actividad científica que produce muchas y muy efímeras aportaciones, en
detrimento de aquellas otras de más larga duración".
Cuando la Comisión Europea asignó las ayudas a la investigación para el
período 2002-2006, también definió su política marcando una serie de
proyectos en los que los científicos europeos deberían centrar su
actividad: genoma, informática, nanotecnología e industria espacial,
principalmente. El científico Manuel Toharia apoya ese criterio. "El
hecho de solicitar una ayuda -para un doctorado, para un trabajo
posdoctoral, para una línea de trabajo universitaria, etc.-, no debería
ser suficiente para que fuera concedida, y en las mejores condiciones
posibles. Y no se trata de evaluar las ayudas en función de los resultados,
lo que no siempre sería justo. Lo esencial es definir cuánto y en qué es
necesario investigar, y otorgar todo el apoyo posible a esas líneas. El
resto debería buscarse la financiación por otros cauces, si demuestran que
sus investigaciones tienen interés. A lo mejor en España tenemos
demasiados investigadores para lo que el país puede pagarse... Aunque esto
debe ser dicho después de reconocer que, en estos momentos, estamos lejos
de unos niveles mínimos de inversión en ciencia y desarrollo".
Buscar financiación fuera de nuestras fronteras es otra opción, que exige
competir con un buen proyecto. "El motor de la ciencia es la
competitividad y la productividad, entonces no debemos ceñirnos al dinero
del que podamos disponer en nuestro país", afirma Eugenio Santos,
director del Centro de Investigación del Cáncer en Salamanca. "Si los
grupos son de calidad pueden competir tanto en España como fuera de ella.
Precisamente, dos grupos del Centro están financiados directamente por el
Instituto Nacional del Cáncer de EEUU. Compitieron no sólo con los grupos
americanos sino de todo el mundo y al final consiguieron la financiación.
Eso no quiere decir que no debamos exigir a la Administración española,
pero sin permanecer cruzados de brazos esperando a que 'papá Estado' nos
solucione la vida".
El Estado
costea la formación de jóvenes investigadores, pero no les permite luego
contribuir y devolver de manera productiva lo invertido en su formación.
Se considera que el 50% de la expansión económica que ha vivido EEUU
desde la Segunda Guerra Mundial es debida a los avances científicos o
técnicos. Manuel Toharia incide en que el papel de la investigación es
crucial en un país que quiere desarrollarse, pero que a la vez hay cosas
que matizar: "Las empresas investigan, sólo aquello que les interesa a
ellas, lo que no siempre tiene por qué coincidir con lo que le interesa al
país, o incluso a la humanidad. En todo caso, en un mundo cada vez más
global, sería absurdo investigarlo todo, y a fondo, en Francia, en
Alemania, en Italia, en España, en... Lo ideal es repartirse las distintas
especialidades".
Foto: Jose M. López
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Soy becario de
investigación, ¡exprímeme!
Si una vez terminada la carrera un joven decide dedicarse a la
investigación, en cualquiera de sus ramas, lo cierto es que no lo va a
tener nada fácil. En España sólo se puede investigar en el seno de la
Universidad, y en alguno de los centros dependientes del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Hoy por hoy, la investigación que se lleva a
cabo en la empresa privada es aún escasa y se reduce a campos muy concretos
de aplicación inmediata. Si a este panorama le añadimos la falta de
presupuestos, obtendremos la lamentable situación que continuamente están
denunciando todos los investigadores.
España tiene 15.000 científicos menos que la media europea, pero es que
además se las ven y se las desean para llevar a cabo su trabajo. En este
colectivo están los investigadores ya consagrados, que dirigen los
proyectos, cuentan con un equipo de colaboradores y se pelean con la
Administración cada año por los retrasos en las subvenciones. Pero existe
otro grupo más numeroso: el personal investigador en formación.
Aquí se incluyen de manera indiscriminada estudiantes de doctorado,
becarios de investigación y otras figuras no muy bien determinadas. Todos
ellos han terminado la carrera con buenos expedientes, se han sentido
atraídos por este mundo y han decidido trabajar en investigación. De
hecho, su trabajo es básico a la hora de poner en marcha cualquier proyecto
porque forman parte implícita del personal encargado de llevar a cabo los
proyectos, y muchas veces la mayor parte del peso recae sobre ellos. Como
contraposición sufren un alto grado de precariedad laboral y profesional,
donde los becarios de investigación se llevan la peor parte.
Muchos
jóvenes deciden seguir pidiendo becas y buscan futuro en el extranjero,
donde actualmente trabajan entre 2.000 y 10.000 investigadores.
Hace aproximadamente un año que la Federación de Jóvenes
Investigadores/Precarios (FJI) comenzó su andadura. Aquí están
representadas asociaciones de casi toda España, que reúnen a unos 10.000
licenciados y doctores universitarios de todo el país. El pasado mes de
febrero la FJI convocó una manifestación y cerca de 3.000 personas se
pasearon por las calles de Madrid con pancartas: "Soy un becario de
investigación ¡Exprímeme!" o "Investigación de calidad sin
precariedad". Al final convocaron una rueda de prensa y leyeron un
Manifiesto apoyado por más de 2.900 personalidades del mundo de la ciencia,
donde se recogían sus reivindicaciones. Guillermo Franco es el coordinador
de medios y movilizaciones dentro de la Federación, y además trabaja como
investigador en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Ciencias en
la Universidad del País Vasco. "Me gusta el trabajo que hago -explica
Guillermo-. Normalmente estamos sin horario, dependiendo del experimento que
tengas en ese momento. Si gozáramos de una mejor situación laboral y
económica, creo que todavía nos gustaría más". Los ingresos que
recibe este colectivo -señalan en el Manifiesto- son a través de becas
sujetas al IRPF. No son considerados trabajadores, aunque las tareas que
realizan son equiparables a las que se llevan a cabo en contratos de
formación. No tienen acceso, por tanto, a prestaciones por desempleo, ni
seguridad social, y el trabajo que en ese tiempo desarrollen no contará
como experiencia laboral o profesional en su currículo. Por último, la
mayoría de estos becarios no serán absorbidos por el tejido universitario
ni industrial español que carece de infraestructuras.
Por todo ello la FJI propone las siguientes medidas para dignificar sus
situación: Supresión del actual sistema de becas, convirtiéndolas en
contratos de formación; derecho a tener representación colectiva propia y
reconocimiento institucional de todas las asociaciones de Personal
Investigador en Formación (PIF); aumento de los fondos destinados a la
formación de investigadores; afirmación y vitalización de una red de
investigación y desarrollo española sólida a través de un incremento en
el gasto de I+D; y promulgación de una legislación de mínimos que
unifique las características de los contratos y las retribuciones para este
colectivo.
"El
presupuesto asignado a la investigación y desarrollo militar es casi la
mitad de todo el presupuesto español previsto para gasto en I+D para el
2001." (Raúl Romeva investigador de la Cátedra Unesco sobre Paz y
Derechos Humanos)
Al final, muchos de estos jóvenes deciden seguir pidiendo
becas y buscan futuro en el extranjero, donde actualmente trabajan entre
2.000 y 10.000 jóvenes investigadores. "Si fuésemos tratados mejor en
el período de formación -asegura Guillermo Franco-, y se nos contratase
temporalmente para tener algún derecho aunque luego no tengamos plaza, la
gente respondería de otra forma. Podríamos empezar con una beca, luego
continuar con contratos y luego, que los que estén mejor preparados puedan
optar a contratos en condiciones, aunque eso suponga salir unos años al
extranjero para especializarse. Esa "fuga" sería temporal, no
definitiva como es ahora". No deja de ser desalentador el hecho de que
el Estado costee la formación de estos jóvenes y no les permita luego
contribuir y devolver de manera productiva lo invertido en su formación.
Desde la universidad insisten en señalar que nos encontramos ante la
generación de jóvenes científicos y tecnólogos mejor preparados de la
historia del país, y no se está aprovechando. Todos los investigadores
coinciden en la necesidad de elaborar un plan general donde se establezcan
las bases y los objetivos para la ciencia en España. Recientemente el
Ministerio ha empezado a reaccionar y ha anunciado -a través de la prensa-
la convocatoria de 800 plazas para investigadores en el sector público, con
un contrato de cinco años y otros cinco opcionales. El coordinador de la
Federación de Jóvenes Investigadores lo considera una medida insuficiente:
"Estos contratos especiales serían para cinco años, luego te evalúan
y dependiendo de ello, te pueden prorrogar o no el contrato. Todos los que
trabajamos en esto es porque tenemos vocación, pero cuando pensamos en ese
futuro que hoy por hoy no tenemos, te acabas quemando tú solo".
Foto: C.A.C. S.A.
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La investigación al
alcance de tu mano
Romper el cerco que separa la investigación y la ciencia con la sociedad
es otro de los retos pendientes. Quizá por ello en los últimos tiempos
abundan iniciativas encaminadas a generar un ambiente científico dentro de
nuestra sociedad, tan ajena a lo que ocurre en estos ámbitos. Se convocan
jornadas de puertas abiertas donde instalaciones y proyectos se acercan al
gran público, acompañados de todo tipo de explicaciones. Se crean museos
interactivos, carpas itinerantes, espacios virtuales que ponen la ciencia al
alcance de la mano.
Dentro de este tipo de iniciativas hay una que destaca por su
infraestructura y originalidad. Es el Museo de las Ciencias de Valencia, un
gran edificio futurista que se ha convertido en el mayor museo de estas
características en España y uno de los centros culturales más modernos de
Europa. Su director, Manuel Toharia explica lo que supone este proyecto
dentro del panorama actual español: "La ciencia no siempre es popular.
Algunos experimentos, algunas líneas de investigación llegan a ser
conocidos; pero en general, y no sólo en España, el gran público
desconoce y por tanto infravalora el trabajo de los científicos. El Museo
de las Ciencias, en particular, y la Ciudad de las Artes y las Ciencias en
general, pretenden fomentar en el gran público la idea de que la ciencia es
necesaria para el país, utilísima para la sociedad, y sumamente rentable
si se ejercita correctamente. ¿Cómo? Promocionando la cultura científica
como parte inseparable de la cultura integral de todos los ciudadanos".
Para ello, el Museo de las Ciencias "Príncipe Felipe" dispone de
talleres experimentales, animación pedagógica, modernas exposiciones que
reflejan los aspectos más diversos de la Ciencia y la Tecnología a nivel
mundial, todo ello repartido en tres plantas.
Nos
encontramos ante la generación de jóvenes científicos y tecnólogos mejor
preparados de la historia del país, y no se está aprovechando.
¿Qué supone dirigir un proyecto de esta índole para un científico
como Manuel Toharia? "Montar primero y dirigir después, un gran centro
de divulgación científica es una tarea al tiempo estimulante y agotadora.
Es un reto profesional: darle contenido a un continente espectacular. Es un
reto museológico: que los contenidos compitan con el continente no en el
aspecto formal, que sería ridículamente imposible, sino en el aspecto
conceptual, con la potencia de los conceptos que se exponen. Es un reto
divulgativo: que todo el mundo, sea cual sea su edad y su nivel cultural,
entienda la mayor parte de lo que se expone. Y es un reto personal: nadie
había creado y dirigido un centro de estas características. En conjunto,
no estoy disgustado de las salidas que le hemos ido encontrando a todos
estos retos", concluye Toharia.
La Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde se encuentra ubicado el Museo,
es un conjunto de formas futuristas a orillas del Turia, que se ha
convertido en muy poco tiempo en un centro lúdico de difusión científica
y cultural. Allí podemos encontrar tres grandes edificios: L'Hemisfèric
(Planetario, cine IMAX y láser Omniscan), L'Ocenogràfic (una ciudad
submarina con delfinario, orcario y representación de los distintos
ecosistemas marinos) y el Palau de les Arts (edificio con todos los
adelantos científicos y técnicos para representaciones de ópera, danza y
teatro, principalmente).
Convivir con la ciencia, el arte, la investigación es acariciar la vida en
sus distintas expresiones. Para ello basta con alargar la mano. ∆
Más información: Federación de Jóvenes Investigadores:
www.precarios.org • Ciudad de las Artes y las Ciencias: www.cac.es
(Tfno. 902 100 031).
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FUSION OPINA
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Desde que el hombre es
hombre ha sentido dentro de sí la necesidad de conocer, de indagar en todo
cuando le rodea para poder comprender los mecanismos que rigen todo este
complejo/sencillo mundo. Siempre ha estado convencido de que detrás de lo que
pueden ver sus ojos y su mente alcanza a descifrar, hay incógnitas maravillosas
que esperan ser descubiertas. Quizá por ello toda persona que conecta con esa
inquietud no pone límites a su entrega, a su esfuerzo y a su tiempo. Para este
pequeño grupo de buscadores, la investigación se convierte en el eje de su
vida y no llegan a entender cómo los responsables políticos, pueden no
reaccionar ante estos interrogantes y además consideran la investigación como
una actividad marginal.
Basar el progreso de un país en el desarrollo de su industria militar y
estratégica, es señal inequívoca de que ese país está enfermo y eso a la
larga produce consecuencias lamentables. La historia recoge muchos ejemplos.
Para potenciar la ciencia y la investigación hace falta dinero y voluntad
política, ambos crearían el marco adecuado para el desarrollo de dicha
actividad.
En España se dedica un escaso 0,9% PIB a I+D. Las ayudas llegan tarde, mal y
nunca. Las becas tardan en convocarse. Y los becarios, base del futuro
investigador del país, son explotados en penosas condiciones y sin ningún tipo
de derechos. Todo ello ha propiciado además una "fuga de cerebros" al
extranjero que pone en peligro la base investigadora en España.
El ciudadano de a pie se mantiene bastante al margen de esta polémica. Hoy por
hoy se presta más atención a las declaraciones de un cantamañanas en
la televisión que a lo que puede descubrir un investigador que además ha sido
financiado por la propia sociedad.
Hemos entrado en una nueva era que nos ha sorprendido con grandes
descubrimientos que a su vez nos conducen a otras tantas incógnitas. Quizá sea
la ciencia la que nos aproxime un poco más a los tesoros que guarda la vida y
nos ofrezca participar en ellos. Nunca es tarde. ∆
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