MUJER GUERRERO
Cuando
el Uno, el Creador, soñó al hombre, visualizó a un guerrero.
Cuando llevó su sueño a la manifestación, lo primero que surgió fue la
mujer, la Hija-Madre, y en ella habitaba el guerrero.
Luego, cuando surgió el hombre de la Madre, en él se manifestó la
faceta externa del guerrero, o lo que es lo mismo, el guerrero destructor.
Pero el auténtico guerrero, el guerrero creador y constructor, seguía
estando en el interior de la Hija-Madre, y ahí continuó a través de los
tiempos, marcando con su presencia el carácter sagrado de lo femenino, la
naturaleza del Creador, del Uno.
Así, en el desarrollo y evolución de la humanidad, el guerrero está
siempre presente, expresando la doble faceta del 1º Rayo,
Creador-Destructor.
El hombre se hizo dueño de la situación creando una sociedad patriarcal
donde la mujer era relegada a su función de procrear hijos. Mientras, se
desarrollaba el guerrero conquistador, luchador, ávido de poder, de
sangre, de extender sus dominios y su gloria.
El hombre dominaba a costa del mismo hombre. El guerrero se desarrollaba
sobre la sangre y la vida de otros guerreros. Los conquistadores y sus
imperios surgían, crecían y desaparecían.
Pero en todo ello la mujer permanecía, gracias también al mismo afán
del hombre por mantenerla apartada.
El guerrero destructor ha tenido su tiempo y en él el hombre ha
aprendido, está aprendiendo, las consecuencias negativas de usar sólo
una parte de la energía del Uno, del Creador.
Ahora llega el tiempo de la Mujer-Guerrero, de la faceta creadora y
constructora del guerrero, porque la imagen del guerrero ensangrentado
tiene que desaparecer para dar paso a la del guerrero que utiliza la Mente
unida al corazón.
Dicha imagen la anunció el Cristo con su presencia y con sus palabras,
con su negación de la violencia. Pero a la imagen amorosa del Cristo hay
que sumar la Mente poderosa del Uno, del Padre, a quien El obedecía.
La combinación de ambas es la nueva imagen del guerrero, y esa es
recogida por la mujer para el futuro.
La mujer-guerrero conquistará el mundo con su amor de Madre, con su
unidad y obediencia de Hija, con la sensibilidad de quien permanece unida
a la red humana, con el poder de quien vivió la retención y conquistó
la libertad.
La mujer-guerrero sabe que su primer escollo es el mismo hombre, que aún
no supo vencer su pasado y quiere seguir dominando y alimentando su
vanidad con la sangre de sus víctimas.
Pero también es consciente que el poder del hombre se desvanece como el
humo y que esa energía pasa a ella, al aspecto creador y constructor,
para utilizarla creando una nueva humanidad donde la espada sólo se
utilice para cortar las cadenas que el mal construyó, para liberar las
mentes de las mentiras que limitan y oscurecen la visión, para aplicar la
justicia del Uno y devolver el carácter sagrado a la vida, a todas las
criaturas vivas.
Es ya el tiempo en que el auténtico guerrero surja del interior y se
imponga con su fuerza y su poder para crear una nueva raza, una nueva
humanidad.
Y en el sueño del Uno está contemplado que esa labor le corresponde a la
mujer, recuperando así con su energía, con su aspecto femenino, el
equilibrio que en un principio existía, cuando la Idea sólo era un
sueño donde principio y fin eran una sola cosa.
Y para que así sea la mujer tiene que renacer a su verdadera condición
de Hija-Madre. Asumir su responsabilidad, liberarse de la manipulación
física y mental a la que fue sometida por el hombre, recuperar su
dignidad y coger las riendas con mano firme, confiando en sí misma y
mirando sólo hacia delante, hacia el futuro.
Y si así lo hace, el auténtico guerrero surgirá y mostrará su poder, y
con él se podrá contemplar el sueño del Uno, un sueño donde hombre y
mujer son tan sólo las dos caras de una misma realidad, y de su fusión
un hombre nuevo nacerá.
La Mujer-Guerrero se construirá cuando la Mujer-Bruja descubra y
desarrolle su poder y cuando la Mujer-Virgen vibre como Hija de la mano de
su Creador, del Uno. ∆
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