Si
tienes comida en la nevera, ropa en el armario, un techo sobre tu cabeza y
un lugar donde dormir, eres más rico que el 75% de la población mundial. |
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CALIMERO
POR ELENA G. GOMEZ
Seguro
que más de uno se acuerda de aquel pollito que con su medio cascarón
adosado a la cabeza, se pasaba el día suspirando y diciendo: "Soy un
incomprendido".
Me llama poderosamente la atención el fenómeno "calimero",
porque cada día abundan más las personas que están protestando o
suspirando por sus desgracias. Personas cuyo campo de visión y
percepción del mundo no pasa de su propio ombligo, personas que por mucho
que tengan, por mucho que se les dé, nunca están satisfechas con nada.
Pues bien, para todas esas personas "afortunadas", porque pueden
permitirse el lujo de protestar, y "pobres", porque no valoran
la riqueza que tienen en sus vidas, quiero hoy dedicarles este búho
primaveral y hacerlo transcribiendo unas palabras que me llegaron por
correo electrónico y que, por eso de la impersonalidad de Internet, no
puedo saber quién me las envió pero al que le estoy muy agradecida.
Espero que os sirvan de reflexión y también ¿por qué no? de cambio de
mentalidad, porque para cambiar siempre hay tiempo.
Se titula "La tierra en miniatura" y dice así:
"Si pudiésemos reducir la población de la Tierra a una pequeña
aldea de exactamente 100 habitantes, manteniendo las proporciones
existentes en la actualidad, sería algo como esto:
Habría 57 asiáticos, 21 europeos, 14 personas del hemisferio oeste,
(tanto norte como sur) y 8 africanos.
52 serían mujeres y 48 hombres. 70 no serían blancos. 30 serían
blancos. 70 no cristianos. 30 cristianos. 89 heterosexuales. 11
homosexuales. 6 personas poseerían el 59% de la riqueza de toda la aldea
y los 6 (sí, 6 de 6) serían norteamericanos.
De las 100 personas, 80 vivirían en condiciones infrahumanas. 70 serían
incapaces de leer. 50 sufrirían de malnutrición. 1 persona estaría a
punto de morir. 1 bebé estaría a punto de nacer. Sólo 1 (sí, sólo 1)
tendría educación universitaria. En esta aldea habría 1 persona con
ordenador.
Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan comprimida es cuando
se hace más aparente la necesidad de aceptación, entendimiento,
tolerancia.
Otras cuestiones para reflexionar...
Si te has levantado esta mañana con más salud que enfermedad, entonces
eres más afortunado que los millones de personas que no sobrevivirán
esta semana.
Si nunca has experimentado los peligros de la guerra, la soledad de estar
encarcelado, la agonía de ser torturado o las punzadas de la inanición,
entonces estás por delante de 500 millones de personas.
Si puedes acudir a la iglesia o al templo sin temor a ser humillado,
arrestado, torturado o muerto... entonces eres más afortunado que 3.000
millones (3.000.000.000) de personas en el mundo.
Si tienes comida en la nevera, ropa en el armario, un techo sobre tu
cabeza y un lugar donde dormir, eres más rico que el 75% de la población
mundial.
Si guardas dinero en el banco, en tu cartera y tienes algunas monedas en
el cajón... ya estás entre el 8% más rico de este mundo.
Si tus padres aún viven y están casados... eres una persona MUY rara.
Si puedes leer este mensaje, acabas de recibir una doble bendición:
alguien estaba pensando en ti y más aún, eres mucho más afortunado que
los más de 2.000.000.000 de personas en este mundo que no pueden leer.
Alguien dijo una vez:
Lo que va... vuelve.
Trabaja como si no necesitases el dinero.
Ama como si nunca te hubiesen herido.
Baila como si nadie te estuviese viendo.
Canta como si nadie te estuviese escuchando."
Espero, sencillamente, que después de leer esto sientas, como yo he
sentido, que no tienes ningún derecho para pedir nada y sí toda la
obligación del mundo de compensar lo mucho que tienes en tu vida llenando
a todos los que te rodean de amor, ternura y mucha alegría.
Ser consciente de todo lo que cada uno tiene y dar a la vida más de lo
que ella te da es lo menos que podemos hacer.
Recuerda, es primavera, es un tiempo de movimiento, de transformación, de
nacimiento.
Renace cada día de tu vida y hazlo diciendo GRACIAS. ∆
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