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Javier Bauluz
Foto: L.G.

 

JAVIER BAULUZ

En la piel de otro

Este personaje de aspecto desenfadado y mirada en el horizonte, consiguió ser galardonado con el premio Pulitzer de Periodismo 1995, junto a tres compañeros de AP, por su trabajo fotoperiodístico en Ruanda. No es su único premio. Ha editado varios libros, ha cubierto numerosos conflictos en distintos países y sus fotografías han sido publicadas en importantes medios de comunicación tanto nacionales como internacionales.
Textos: Lupercio González 
 Fotos: Encuentro Internacional de Fotoperiodismo ciudad de Gijón

Kosovo, 1999. Miguel Gil, cámara español de Associated Press corre junto a un guerrillero kosovar durante un combate con fuerzas serbias.
Foto: Santiago Lyon

A Javier Bauluz, de una forma o de otra, le atrae el "conflicto", las contradicciones y miserias en las que se encuentra inmerso el ser humano. Y al igual que la luz es vital en la fotografía, con su trabajo fotoperiodístico quiere incidir en las conciencias de todos nosotros, para contarnos que vale la pena arriesgarlo todo si con ello aportamos nuestro grano de arena en la construcción de un mundo más justo, donde la igualdad y la diversidad vayan de la mano: una sociedad en la que quepamos todos. Es el encargado de coordinar el "Encuentro Internacional de Fotoperiodismo" que cada año se celebra en el marco de la "Semana Negra" de Gijón.

-Este último encuentro de fotoperiodismo ¿qué te ha aportado a nivel personal?
-Lo que me deja este cuarto encuentro es, como siempre, un agotamiento físico y psíquico considerable, pero también la satisfacción de haber hecho algo, de haber aportado que miles de personas hayan visto otra perspectiva de los inmigrantes, que hayan, de alguna manera, reconocido a seres humanos y a personas en las fotografías que teníamos en la exposición y en los audiovisuales. Parece que eso se logró, ya que más de treinta mil personas pasaron por la exposición. Otra cosa sería la satisfacción de haber hecho justicia con el tema del homenaje a Miguel Gil y Kurt Schork, el único que se le ha hecho en este olvidadizo país.

"Mientras una imagen revuelva un corazón, merece la pena todo el esfuerzo"

-¿Te cabrea mucho la actitud de los profesionales de este país, respecto a esta cuestión?
-Bueno, una sociedad que tiene como héroes y como ejemplo para sus hijos a unos señores en calzoncillos que dan patadas a los balones, mejor o peor, es una sociedad enferma. Y a gente como Miguel no se les hace caso. Es desde luego una de las muestras de que la profesión periodística está en uno de sus momentos más bajos. Ni siquiera los compañeros, los colegas, las asociaciones de periodistas se han preocupado de enviar un telegrama a la familia de Miguel, que no olvidemos que era periodista, era español, y murió haciendo su trabajo en tierras extrañas.

-Quizá la opinión pública está tan saturada de información que ha creado una coraza ante hechos como éste.
-Yo creo que el personal enciende demasiado la televisión, de hecho hay gente que tiene la televisión encendida continuamente, aunque no la esté viendo, porque dice que así tiene sonido de hogar. Yo creo que hay una sobredosis, no de información, sino de desinformación, y creo que eso al final "estupidiza" un poco a la gente.

-Creo que solamente fueron ocho compañeros al entierro de Miguel. ¿Por qué tan poca gente?
-Fueron ocho compañeros españoles al entierro en un pueblecito de Tarragona, y en cambio aparecieron como quinientos periodistas extranjeros. Yo creo que las cifras hablan por sí mismas. Vino gente de Japón, de Suráfrica, de París, de Londres, de Washington; otros vinieron conduciendo desde Kosovo. Lo mejorcito del periodismo internacional estaba en el entierro de Miguel. Y curiosamente, a pesar de estar a cien kilómetros de Barcelona, y a una hora de avión de Madrid, sólo estábamos los ocho españoles que continuamente estamos trabajando fuera.

El Ejido, España. Febrero 2000. Varios policías detienen a un trabajador magrebí durante la huelga de inmigrantes convocada como protesta a los ataques racistas en El Ejido.
Foto: Javier Bauluz

"La profesión periodística está en uno de sus momentos más bajos. Ni siquiera los compañeros, los colegas, las asociaciones de periodistas se han preocupado de enviar un telegrama a la familia de Miguel Gil, que no olvidemos que era periodista, era español, y murió haciendo su trabajo en tierras extrañas"

-¿Lo conocías personalmente?
-Sí, aunque no excesivamente, no puedo decir que era amigo íntimo ni mucho menos. Curiosamente con Miguel sucedía una cosa, y es que cualquier persona que lo conocía se quedaba "enamorado" de él y deseando ser su amigo y volver a verle. Era una de las cosas que tenía Miguel. Y a mí me pasó lo mismo, me quedé con las ganas de conocerle mucho más y escuchar sus historias y beber alguna caña más con él.

-Alguien dijo que él era la voz de los débiles.
-Yo fui al entierro como compañero y al final tuve que hacer yo las fotos y cubrirlo informativamente. Yo había querido hacerlo como si fuera uno de los cientos de entierros que, tanto Miguel como yo, hemos cubierto en Sarajevo y en otros sitios. La madre de Miguel me dijo una cosa que a mí todavía me sorprende. Me dijo que yo era un ejemplo para Miguel, con lo cual estar en un entierro de un monstruo como Miguel y que su madre te diga eso te deja todavía más hecho polvo.
Nos dijo una frase que decía él, y era que "quería ser voz de los sin voz". Es una frase que yo he dicho muchas veces, al igual que otra que es algo así como "nadie puede decir que no sabía lo que estaba pasando".
Miguel lo practicaba, fue el único que se quedó en Kosovo durante el bombardeo de la OTAN. Consiguió las imágenes de la deportación en trenes de miles de kosovares, fue el único que entró en Grozny bajo los bombardeos rusos... Y otras muchas historias, siempre intentando dar voz y ser voz de los sin voz.

-¿Vale la pena arriesgar tanto, en este caso la vida, por obtener esas imágenes?
-Yo creo que sí... Yo más de una vez he dicho que mientras una imagen revuelva un corazón, merece la pena todo el esfuerzo. A veces, cuando en una exposición mía me escondo entre la gente y me pongo a escuchar los comentarios que hacen sobre las fotos o miro qué caras ponen o cómo reaccionan sus ojos, por ejemplo, para mí ya merece la pena. Algunas imágenes llegan y mueven algo dentro de la gente, pero si además consigues que no sólo provoquen pensamientos y sentimientos, sino además acción, es decir, que empiecen a actuar de otra manera, ya puedes darte con un canto en los dientes.

"El sentimiento y el pensamiento, sin la acción no son nada. Cada uno tiene la obligación moral de participar en la medida de sus posibilidades"

-A la hora de embarcarte en una de estas aventuras... ¿qué es lo que te atrae, qué buscas detrás de ello?
-Yo creo que a lo largo ya de tanto tiempo he buscado siempre lo mismo: mostrar el sufrimiento y la lucha de los débiles contra quien los oprime. En realidad a eso se reduce. Y a través de la ventana móvil que es la cámara, enseñar a la gente de aquí lo que les pasa a los de allí, siempre con la esperanza de que las opiniones públicas en los países democráticos presionen de alguna manera a sus gobiernos y actúen en consecuencia.

El Ejido, España. Varios inmigrantes magrebíes permanecen pensativos durante una asamblea de trabajadores en huelga tras los ataques racistas en El Ejido.
Foto:
Javier Bauluz

-¿Tú crees que un reportero se hace o se nace? ¿Tú naciste reportero o te hiciste?
-Hombre, me gustaba viajar, ver, mirar, contar, vivir, y un día descubrí que había una cosa que se llamaba periodismo, en mi caso fotoperiodismo, que permitía estar un día en una chabola miserable en Ruanda y al día siguiente en una cena con el primer ministro de Japón. Te permite estar en sitios donde sería imposible entrar de otra forma.
Y luego en mi caso es también querer contar estas historias relacionadas con derechos humanos, partiendo de la base de que para mí la información hoy en día, es una de las armas más potentes que existen. Y que habrá que usarla.

-Ahora mismo está sobre la mesa el tema de la inmigración. ¿Cómo crees que se debería enfocar?
-Un guardia civil, cuando empecé a trabajar en este tema, en el 96 me decía: "Qué más da que pongamos alambradas y muros. Eso también lo hicieron en Australia para que los conejos no pasaran. Y al final había tantos muertos al pie de la valla, que los siguientes acaban pasando por encima de los cadáveres y saltando la valla". Es decir, es como ponerles puertas al campo. Es absolutamente absurdo. Morirán más, morirán menos, se detendrán más, devolveremos a más, pero lo que está claro es que mientras no se intervenga en las causas y se intente arreglar eso en profundidad, va a seguir sucediendo. Deberíamos empezar a darnos cuenta de que esto va a ser así, querámoslo o no. Y no es una cuestión de solidaridad o de justicia. La única forma de mantener la infraestructura de esta sociedad, va a ser utilizando mano de obra inmigrante. Ellos son los que van a pagar nuestras pensiones. Como dice mi padre, a lo mejor había que empezar a traerlos en trasatlántico y ponerles una alfombra roja para que vengan a trabajar aquí, en vez de lo contrario. En menos de veinte o veinticinco años, según los informes de la ONU y de la Unión Europea, esto va a ser un país multiétnico y multicultural, con miles y miles de gentes. Y eso por una sencilla razón: nosotros nos hemos convertido en una sociedad tan enferma de comodidad y de lujo, que nos da asco hasta tener hijos. Sino asco, repelús, ¡qué horror tener hijos, qué incomodidad! Si no tenemos hijos y ahora hay tres trabajadores por un pensionista, ¿qué es lo que va a pasar? Está claro, no hace falta ser Dios, ni sociólogo ni nada para verlo. Es decir, no hay niños, por lo tanto no va a haber jóvenes, por lo tanto no va a haber trabajadores, por lo tanto, o los traemos de fuera o esto no se mantiene.

-El ideal de cada persona es llegar a ser ciudadano del mundo. ¿Puede lograrse?
- Yo creo que hay cosas que van avanzando. Hoy en día los fabricantes de coches, por ejemplo, tienen que decir que su coche es el más ecológico si quieren vender más, es decir, se va caminando despacio hacia una justicia internacional y de respeto de los derechos humanos.
Al señor Pinochet le ha costado un buen disgusto pensar que todo el monte es orégano; al señor Milosevic por fin le pararon los pies, muy tarde pero le pararon los pies.
Sí hay una serie de cambios y de valores que están impregnando al conjunto de la sociedad occidental, que es por suerte o por desgracia la que dirige este mundo. Pero, evidentemente mientras siga habiendo más pobres y los ricos sean cada vez más ricos; mientras los capitales puedan viajar libremente e invertirlos donde quieras y en el sitio donde más barata te salga la mano de obra; mientras no haya más justicia en la distribución de las riquezas; mientras sigamos colonizando América a través de las empresas españolas que están arrasando Latinoamérica y haciendo un montón de barbaridades, mientras todo eso siga sucediendo estamos mal.
Hay avances en ciertas cosas, mientras que otras siguen sin cambiar lo suficiente. Lo que está claro es que la historia no se mueve sólo mirando. La historia se mueve participando y moviéndola y hablando y haciendo cosas.

"La única forma de mantener la infraestructura de esta sociedad, va a ser utilizando mano de obra inmigrante. Ellos son los que van a pagar nuestras pensiones"

-Cuando surgen determinados problemas las ONG son los colectivos que primero acuden a ofrecer su ayuda. Pero en los últimos tiempos el número de organizaciones ha crecido notablemente. ¿Corren el peligro de acomodarse?
-Las ONG son como los partidos políticos o como los dentistas, o como todo, las hay buenas, malas, mejores, etc.
Yo empiezo a ser un poco crítico hacia el papel de las ONG, porque creo que deberían empezar el momento de participar más de la vida ciudadana, de los momentos sociales, de la política en el buen sentido, y no limitarse a coger una subvención y ejecutar un proyecto. Creo que también hay que presionar más para que las políticas de los gobiernos vayan encaminadas hacia el respeto de los derechos humanos, justicia social, etc.

-En este país, en este momento ¿cómo ves la libertad de expresión?
-La libertad de expresión, en teoría existe, pero qué más da que tú tengas libertad de expresión si no tienes un megáfono para que te escuchen.
Si los medios de comunicación están por un lado muy frívolos, por otro lado muy políticamente correctos, por otro lado temerosos de perder sus anunciantes, etc, pues hombre, estamos un poco fastidiados. Teóricamente hay libertad de expresión, tú puedes decir lo que te dé la gana, pero qué más da si nadie te puede escuchar.
Por otro lado, creo que deberíamos empezar a usar el medio que ahora existe para que esa libertad de expresión realmente pueda funcionar, que es Internet. De momento es más o menos libre. El problema que tiene Internet es que es como una gran biblioteca en la cual está todo, pero si no sabes en qué estante está ni cómo se llama el libro que buscas, estás un poco perdido. Pero lo que está claro es que si quieres enviar una información, sencillamente vía correo la puedes rebotar a cincuenta amigos, esos cincuenta amigos a otros cincuenta amigos. Una información que antes era prácticamente imposible hacer llegar más que a tus colegas del bar, ahora puede circular entre cientos de miles de personas.
Habrá que empezar a buscar formas de organización en este medio.

 "Yo creo que hay una sobredosis, no de información, sino de desinformación, y creo que eso al final ‘estupidiza’ un poco a la gente"

-Por último ¿cómo ves el futuro?
-Pues que no basta con ver ni con mirar. Que el sentimiento y el pensamiento sin la acción no son nada, que cada uno tiene la obligación moral de participar en la medida de sus posibilidades. No se le pide a nadie que se vaya a Kosovo a pegar tiros, ni nada por el estilo, pero sí creo que dedicar un poco a los otros, sea aquí o sea de fuera, es fundamental. Y además hay una cosa que está clara, te sientes mucho mejor. Eso es lo que la gente no sabe. No sólo es un trabajo y algo muy peñazo sino que además lo pasas bien, lo disfrutas, y luego cuando te miras en el espejo te dices: anda, qué bueno soy. Así que aunque sólo sea por propio egoísmo, merece la pena. El futuro, como siempre, es decir, con nubes y claros. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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