DIVIDENDO
DE PAZ
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INVERTIR
EN PAZ: SOLUCION LOGICA
Texto: Marta
Iglesias
El año 2000 ha sido bautizado como el "Año Internacional de
Cultura de Paz". Sin embargo, por cuarto año consecutivo ha vuelto a
crecer el comercio de armas en el mundo y los gastos militares. ¿Es una
utopía la reducción de inversiones en armas y la reinversión de ese
dinero en educación, salud y nutrición?
Foto: (c) ACNUR
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Afirma
el escritor Eduardo Galeano que "comparando los datos de diversos
organismos internacionales (PNUD, UNICEF, FAO, OMS, International
Institute for Strategic Studies) se llega a la conclusión de que el
dinero que el mundo destina a gastos militares durante once días
alcanzaría para alimentar y curar a todos los niños hambrientos y
enfermos del planeta, y sobrarían 354 días para el noble oficio de
matar". Y es que, efectivamente, los gastos militares en el mundo
suponen una inversión 60 veces superior a la que sería necesaria
realizar en Salud y Nutrición básica para cubrir las necesidades de toda
la población mundial. Un pequeño ejemplo ilustrativo: con el valor de un
submarino nuclear se podría pagar un programa de vacunación para todos
los niños y niñas del mundo. Pero, ¿alguna vez el gasto militar se ha
reducido en el mundo? En 1994 el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) estimó que era la primera vez en décadas que
disminuían los gastos en armamento. Se sugirió entonces destinar ese
dinero a gastos sociales y de desarrollo, y al planteamiento se denominó Dividendo
de Paz. Aunque ese ahorro de 1994 no llegó a invertirse en desarrollo
humano, el concepto sobrevivió y este Año Internacional de Cultura de
Paz lo recupera la Coordinadora de ONG de Desarrollo. La campaña consiste
en hacernos ver que reducir los gastos en armamento no es sólo cuestión
de conciencia solidaria, sino también de sentido común. El Responsable
de Comunicación de la Coordinadora, Jesús Barcos, argumenta que
"muchas veces, para revestir de legitimidad y necesidad las
intervenciones militares, los gobiernos de toda corte todavía recurren a
una equivalencia engañosa y letal, la de la autoestima colectiva. A más
ejército, más prestigio del país; a más belicosos, más vitalidad
nacional. Y lamentablemente, en ocasiones, el mensaje cala en la sociedad.
Por eso, es preciso ser precavidos cuando se habla de intervenciones
"humanitarias". Las más remotas invasiones, pasando por el
colonialismo, hasta todo tipo de conflictos, se han revestido de causas
nobles. Hay que analizar con detalle las consecuencias de cada
intervención "humanitaria", qué beneficios humanos acarrea, si
produce víctimas, y qué costes humanos y económicos supone". Y ese
sentirse agredido e invertir en armas se da tanto en el primer mundo como
en el tercero. En estos últimos, los riesgos de muerte debido a
desnutrición o falta de higiene son treinta veces mayores al riesgo de
muerte en una guerra, pero por media estos países cuentan con veinte
soldados por cada médico. Burundi, sin ir más lejos, gasta en defensa el
41% de su PNB según afirma el PNUD. Si seguimos apelando al sentido
común, la venta de minas es otro ejemplo: destruir una de ellas cuesta
entre 100 y 300 veces más que fabricarla. Estas terroríficas armas, que
siguen actuando ajenas al fin de un conflicto, hacen que cada mes más de
2.000 personas mueran o queden mutiladas. Resulta ilógico que un país
las venda y luego dedique parte de sus recursos a desactivarlas, como
ayuda humanitaria. Pero todavía resulta más chocante la hipocresía.
Seis países controlan casi el 90% de las armas mundiales, EEUU (48%),
Rusia (13%), Inglaterra (8%), Francia (7%), Alemania (6%) y China (3%).
"Es muy significativo -indica Tica Font, experta en desarme de la ONG
Justicia y Pau- que salvo Alemania, los otros cinco son los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con derecho a
veto, en un organismo internacional que tiene que velar por la paz, los
que deciden establecer las misiones de paz, y sancionar a los países que
vulneran tratados y derechos".
Foto: (c) ACNUR
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Mientras, los países que se dedican al negocio de armas siguen
teniendo necesidades. Jesús Barcos, pone los ejemplos: "Mientras
Estados Unidos continua bombardeando Irak, se multiplican los
norteamericanos excluidos del sistema. Uno de cada cuatro niños y uno de
cada cinco ancianos vive en la pobreza, el peor historial de los países
de la OCDE. Con disminuir un 5% el gasto en armamento se aseguraría el
acceso universal de los estadounidenses a los servicios básicos de salud.
Mientras Rusia arrasa Chechenia, 60.000 niños y niñas moscovitas duermen
en la calle. En la capital rusa 700.000 niños sobreviven en orfanatos, y
sólo el 5% carece de padres."
España, país
exportador
Nuestro
país figura en la lista mundial entre el octavo y el décimo país
exportador. Pero saber con exactitud cuántas armas vendemos es tarea
difícil, ya que el Informe de la Cátedra Unesco sobre Paz y DDHH afirma
que el gobierno oculta información sobre el 40% de las exportaciones de
armas. "En España -afirma Tica Font- es un secreto de Estado. El
Parlamento no tiene derecho a saber qué exportaciones autoriza el
Gobierno. Sólo lo puede conocer la Comisión de Secretos Oficiales",
éstos a su vez no pueden informar o dar publicidad de la información que
reciben. Y como la mayor parte de las ventas provienen de empresas
públicas, "se convierte en un negocio para el Gobierno de
turno". Se da la paradoja de que el segundo comprador de armamento a
España es Turquía, país que las ONG denuncian por violar los derechos
humanos, pero también son buenos compradores Indonesia -que invadió
Timor Oriental el año pasado- y Angola, que está oficialmente embargada
tras veinte años de guerra civil. Se enfrentan aquí los presupuestos
dedicados a armamento con los destinados a ONG, aunque algunos comienzan a
levantar la voz. Tica Font encabeza la lista de disidentes: "Primero
vendo las armas y luego tengo a las ONG para prestar servicios en el mismo
país. En el proceso de venta de armas, misiones de paz y asistencia
humanitaria, el volumen de dinero dedicado a cada una de esas secuencias
disminuye (de la primera a la última) en una proporción
escandalosa".
En cuanto a las compras que realizamos, quizás los datos de la inversión
en armamento para nuestro país no nos digan mucho si no acudimos a la
comparación: el gasto militar global en España en 1999 fue superior a la
suma de los presupuestos para los Ministerios de Educación y Cultura,
Trabajo y Asuntos Sociales y Medio Ambiente juntos. Como dice Vicenç
Fisas, de la Cátedra de la Unesco, "El nuevo ejército profesional
español va a tener entre 130.000 y 150.000 soldados, cuando las
intervenciones humanitarias demandarán 1.000 o quizás, en algún caso,
3.000 soldados".
Foto: MSF (c) R.
Job
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Éste es un escueto esquema que indica que
invertir en paz es ya cuestión de sentido común, de lógica, de
coherencia. El Dividendo de Paz el la primera piedra de un largo
camino, como indica Jesús Barcos, de la Coordinadora de ONGD: "Ante
todos estos contrastes, podemos resignarnos, y aceptar esta dinámica
belicista para el próximo siglo. O podemos discrepar. El mundo del
próximo siglo puede y debe ser menos violento y tener más talla humana.
La lucha contra las desigualdades es un reto real de nuestro tiempo. O se
afronta, o pasaremos a la historia como una generación incapaz de
garantizar el cumplimiento de los derechos humanos". ∆
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