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DIVIDENDO DE PAZ

En España, el gasto militar en 1999 fue superior a la suma de los presupuestos para los Ministerios de Educación y Cultura, Trabajo y Asuntos Sociales y Medio Ambiente juntos.
Foto: (c) MSF

INVERTIR EN PAZ: SOLUCION LOGICA

Texto: Marta Iglesias 

El año 2000 ha sido bautizado como el "Año Internacional de Cultura de Paz". Sin embargo, por cuarto año consecutivo ha vuelto a crecer el comercio de armas en el mundo y los gastos militares. ¿Es una utopía la reducción de inversiones en armas y la reinversión de ese dinero en educación, salud y nutrición?

La venta de minas es otro ejemplo: destruir una de ellas cuesta entre 100 y 300 veces más que fabricarla.
Foto: (c) ACNUR

Afirma el escritor Eduardo Galeano que "comparando los datos de diversos organismos internacionales (PNUD, UNICEF, FAO, OMS, International Institute for Strategic Studies) se llega a la conclusión de que el dinero que el mundo destina a gastos militares durante once días alcanzaría para alimentar y curar a todos los niños hambrientos y enfermos del planeta, y sobrarían 354 días para el noble oficio de matar". Y es que, efectivamente, los gastos militares en el mundo suponen una inversión 60 veces superior a la que sería necesaria realizar en Salud y Nutrición básica para cubrir las necesidades de toda la población mundial. Un pequeño ejemplo ilustrativo: con el valor de un submarino nuclear se podría pagar un programa de vacunación para todos los niños y niñas del mundo. Pero, ¿alguna vez el gasto militar se ha reducido en el mundo? En 1994 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estimó que era la primera vez en décadas que disminuían los gastos en armamento. Se sugirió entonces destinar ese dinero a gastos sociales y de desarrollo, y al planteamiento se denominó Dividendo de Paz. Aunque ese ahorro de 1994 no llegó a invertirse en desarrollo humano, el concepto sobrevivió y este Año Internacional de Cultura de Paz lo recupera la Coordinadora de ONG de Desarrollo. La campaña consiste en hacernos ver que reducir los gastos en armamento no es sólo cuestión de conciencia solidaria, sino también de sentido común. El Responsable de Comunicación de la Coordinadora, Jesús Barcos, argumenta que "muchas veces, para revestir de legitimidad y necesidad las intervenciones militares, los gobiernos de toda corte todavía recurren a una equivalencia engañosa y letal, la de la autoestima colectiva. A más ejército, más prestigio del país; a más belicosos, más vitalidad nacional. Y lamentablemente, en ocasiones, el mensaje cala en la sociedad. Por eso, es preciso ser precavidos cuando se habla de intervenciones "humanitarias". Las más remotas invasiones, pasando por el colonialismo, hasta todo tipo de conflictos, se han revestido de causas nobles. Hay que analizar con detalle las consecuencias de cada intervención "humanitaria", qué beneficios humanos acarrea, si produce víctimas, y qué costes humanos y económicos supone". Y ese sentirse agredido e invertir en armas se da tanto en el primer mundo como en el tercero. En estos últimos, los riesgos de muerte debido a desnutrición o falta de higiene son treinta veces mayores al riesgo de muerte en una guerra, pero por media estos países cuentan con veinte soldados por cada médico. Burundi, sin ir más lejos, gasta en defensa el 41% de su PNB según afirma el PNUD. Si seguimos apelando al sentido común, la venta de minas es otro ejemplo: destruir una de ellas cuesta entre 100 y 300 veces más que fabricarla. Estas terroríficas armas, que siguen actuando ajenas al fin de un conflicto, hacen que cada mes más de 2.000 personas mueran o queden mutiladas. Resulta ilógico que un país las venda y luego dedique parte de sus recursos a desactivarlas, como ayuda humanitaria. Pero todavía resulta más chocante la hipocresía. Seis países controlan casi el 90% de las armas mundiales, EEUU (48%), Rusia (13%), Inglaterra (8%), Francia (7%), Alemania (6%) y China (3%). "Es muy significativo -indica Tica Font, experta en desarme de la ONG Justicia y Pau- que salvo Alemania, los otros cinco son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con derecho a veto, en un organismo internacional que tiene que velar por la paz, los que deciden establecer las misiones de paz, y sancionar a los países que vulneran tratados y derechos".

Con el valor de un submarino nuclear se podría pagar un programa de vacunación para todos los niños del mundo.
Foto: (c) ACNUR

Mientras, los países que se dedican al negocio de armas siguen teniendo necesidades. Jesús Barcos, pone los ejemplos: "Mientras Estados Unidos continua bombardeando Irak, se multiplican los norteamericanos excluidos del sistema. Uno de cada cuatro niños y uno de cada cinco ancianos vive en la pobreza, el peor historial de los países de la OCDE. Con disminuir un 5% el gasto en armamento se aseguraría el acceso universal de los estadounidenses a los servicios básicos de salud. Mientras Rusia arrasa Chechenia, 60.000 niños y niñas moscovitas duermen en la calle. En la capital rusa 700.000 niños sobreviven en orfanatos, y sólo el 5% carece de padres."

España, país exportador
Nuestro país figura en la lista mundial entre el octavo y el décimo país exportador. Pero saber con exactitud cuántas armas vendemos es tarea difícil, ya que el Informe de la Cátedra Unesco sobre Paz y DDHH afirma que el gobierno oculta información sobre el 40% de las exportaciones de armas. "En España -afirma Tica Font- es un secreto de Estado. El Parlamento no tiene derecho a saber qué exportaciones autoriza el Gobierno. Sólo lo puede conocer la Comisión de Secretos Oficiales", éstos a su vez no pueden informar o dar publicidad de la información que reciben. Y como la mayor parte de las ventas provienen de empresas públicas, "se convierte en un negocio para el Gobierno de turno". Se da la paradoja de que el segundo comprador de armamento a España es Turquía, país que las ONG denuncian por violar los derechos humanos, pero también son buenos compradores Indonesia -que invadió Timor Oriental el año pasado- y Angola, que está oficialmente embargada tras veinte años de guerra civil. Se enfrentan aquí los presupuestos dedicados a armamento con los destinados a ONG, aunque algunos comienzan a levantar la voz. Tica Font encabeza la lista de disidentes: "Primero vendo las armas y luego tengo a las ONG para prestar servicios en el mismo país. En el proceso de venta de armas, misiones de paz y asistencia humanitaria, el volumen de dinero dedicado a cada una de esas secuencias disminuye (de la primera a la última) en una proporción escandalosa".
En cuanto a las compras que realizamos, quizás los datos de la inversión en armamento para nuestro país no nos digan mucho si no acudimos a la comparación: el gasto militar global en España en 1999 fue superior a la suma de los presupuestos para los Ministerios de Educación y Cultura, Trabajo y Asuntos Sociales y Medio Ambiente juntos. Como dice Vicenç Fisas, de la Cátedra de la Unesco, "El nuevo ejército profesional español va a tener entre 130.000 y 150.000 soldados, cuando las intervenciones humanitarias demandarán 1.000 o quizás, en algún caso, 3.000 soldados".

Burundi, gasta en defensa el 41% de su PNB según afirma el PNUD
Foto: MSF (c) R. Job

Éste es un escueto esquema que indica que invertir en paz es ya cuestión de sentido común, de lógica, de coherencia. El Dividendo de Paz el la primera piedra de un largo camino, como indica Jesús Barcos, de la Coordinadora de ONGD: "Ante todos estos contrastes, podemos resignarnos, y aceptar esta dinámica belicista para el próximo siglo. O podemos discrepar. El mundo del próximo siglo puede y debe ser menos violento y tener más talla humana. La lucha contra las desigualdades es un reto real de nuestro tiempo. O se afronta, o pasaremos a la historia como una generación incapaz de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos". ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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