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DESEQUILIBRIO
El
planeta entero es una unidad perfecta en sí mismo. Al igual que el cuerpo
humano, sus mecanismos están diseñados para restablecer el equilibrio
roto por los agentes externos, en el caso del cuerpo, y por la mano del
hombre, en el caso del planeta, aunque éste, el hombre, se comporta más
bien como un agente externo que como una parte más del todo que es el
planeta.
Los mecanismos de defensa del planeta, regidos y controlados por lo que
conocemos como 4 Elementos, Fuego, Aire, Agua y Tierra, se ocupan
permanentemente de velar por el equilibrio de fuerzas, de energías, que
constituyen la vida planetaria y sus múltiples formas de expresión.
Pero existe una forma de vida conocida como hombre que es capaz de
provocar un desequilibrio tal que sólo se pueda contrarrestar por medios
drásticos. Y es entonces cuando el hombre se encoge ante las fuerzas
desatadas de la naturaleza y cuando comprende, aunque no siempre, que
cabalga a lomos de un gigante al que tiene que cuidar y ser uno con él
para poder prolongar su existencia.
El hombre, en la actualidad, está comenzando a comprender este
principio básico para su vida, está comenzando a ser consciente de que
el planeta es un ser vivo, un perfecto mecanismo que se regula por sí
mismo y que está en sintonía con fuerzas cósmicas y con el lugar que
ocupa en el sistema solar y en la creación.
Pero, de igual forma que esto está empezando a ser una realidad, otro
problema de grandes dimensiones está empezando a levantarse, como si de
una enorme barrera se tratara, que separa al hombre del hombre y que rompe
en pedazos el poco equilibrio que existe en la humanidad.
Y a este problema podríamos llamarle "la desesperación de los
marginados", la rebelión y puesta en movimiento de los olvidados, de
los que no cuentan, de la otra humanidad.
La división Norte-Sur se ha ido acrecentando día a día, año tras año,
y ha llegado a un punto de retroceso, de efecto boomerang, con lo que el
sur, los olvidados, están empezando a invadir el norte y a constituir un
serio problema para el equilibrio económico y social de los países
desarrollados.
Porque al igual que el planeta tiene sus fuerzas, sus energías, la
masa humana, el hombre como humanidad, también tiene un equilibrio que
mantener, y hoy en día las diferencias son tan abismales, las injusticias
son tan brutales, que el hombre del Norte está empezando a comprender que
no puede pretender "vivir bien" ignorando a sus hermanos del
Sur, que las consecuencias de ese olvido se traducen en facturas a pagar
por los más poderosos, que el mismo poder acumulado a base de explotar,
incluso, al Sur, es sólo un poder ficticio que acaba estallando en las
manos de quien lo maneja. Así, el hombre, la humanidad, está en los
umbrales de asimilar dos grandes lecciones. Una, que su relación con el
planeta, con la naturaleza, debe estar basada en un equilibrio, en un
respeto y en una colaboración mutua. Y dos, que el mismo planeta, como
ser vivo que es, exige que el ser humano también sea una unidad en sí
mismo, que en la familia humana no existan grandes diferencias, que el
hombre reconozca y cuide del hombre porque, al fin y al cabo, la vida de
todos, transcurre con el permiso de ciertas fuerzas cósmicas y
planetarias que si se alteran nos ofrecen su cara más destructiva.
Las políticas, las religiones y las economías, son los grandes enemigos
de la reconciliación humana.
Pero la Tierra es una, el Fuego es uno, el Aire es uno y el Agua es una
para todos, y su poder no puede ser controlado por ningún mortal, porque
ellos obedecen a su Creador.
Y serán esas 4 Fuerzas unidas las que devolverán el sentido original a
la Vida y las que pondrán al hombre en su lugar, y el poder que éste
cree manejar lo reducirán a lo que en realidad es, una pura ilusión.
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