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Un informe de la UCE pone de manifiesto el oscurantismo que reina en torno a este tema. Es francamente difícil contrastar los precios en el mercado.


DENUNCIA A LAS ELECTRICAS

La luz también es oscura
Texto: Elena F. Vispo. ⁄ Fotos: nan

Una asociación de compañías con ganancias sospechosamente infladas. Una reunión privada para discutir el asunto. Un ingeniero que se niega a colaborar. Una denuncia presentada ante la Audiencia Nacional. No es una película, pero sí un tópico: la  realidad supera a la ficción. Según la denuncia presentada por un ex-empleado del sector, las empresas eléctricas podrían estarse embolsando miles de millones anuales a costa del pequeño consumidor.


U
sted llega a casa por la noche y enciende la luz. Calienta la cena en el microondas, se sienta a ver la televisión... Y mientras hace todo eso, el contador sube. Muchos actos cotidianos implican usar la electricidad, y por eso hasta el más pequeño consumidor está obligado a instalar un equipo de medida en su casa, para que la factura que reciba esté de acuerdo a su consumo. Ese contador se puede alquilar o comprar, y los particulares suelen optar por el alquiler. Son unas cien pesetas, una cantidad mínima desde el punto de vista del consumidor, pero un fuerte ingreso para las compañías eléctricas que la cobran; también para los fabricantes, que ven como sus productos se venden igual. Es un negocio seguro que ahora está siendo cuestionado. 
La posible trampa salta a la luz por una denuncia que pone un ex-trabajador del sector eléctrico, argumentando que el precio de los contadores es abusivo. A raíz de esta denuncia, la UCE (Unión de Consumidores Españoles) ha elaborado un informe que combina las cifras comparativas con un relato casi policiaco, en el que pone de manifiesto el oscurantismo que hay en torno a este tema. En el informe hay muchas preguntas, pocas con respuestas claras, muchas conjeturas y poca forma de probarlas. Y hay, sobre todo una llamada a la transparencia del Ministerio de Industria.  Teniendo en cuenta que el Ministerio fija un precio para los alquileres, un máximo del 1,25% del precio de venta, también es posible hacer la operación inversa: calcular el precio de venta a partir del alquiler. Por ejemplo, según los cálculos de la UCE, un contador de tarifa simple costaría poco más de 8.000 pesetas. Con estas cifras en la mano, el informe cuenta el difícil camino de la verificación: en las tiendas de material eléctrico no se vende ninguna clase de equipo disponible en alquiler, de modo que la UCE se dirige a los almacenes de suministros, casi inaccesibles para el particular. El precio orientativo para ese contador simple resulta ser de unas 11.000. Tres mil pesetas más que las estimadas, pero a esto hay que sumarle el 27% de impuestos y los gastos de instalación, que por supuesto corren por cuenta del usuario. Ante tanta complicación y semejante desembolso, el usuario en cuestión suele optar por un sencillo alquiler de unos veinte duros. 
Pero para una visión global del asunto hace falta introducir un elemento más: los precios sobre los que se calcula el alquiler, que son precios de catálogo y no   reales. Esto quiere decir que esos veinte duros están calculados en base a un precio irreal, ya que el mercado siempre es al por mayor -ya hemos visto que las ventas a particulares son mínimas, por no decir inexistentes- y por lo tanto se beneficia de importantes descuentos. Según informaciones confidenciales de la UCE, pendientes de confirmación, los contadores de tarifa simple cuestan unas 5.000 pesetas en el mercado.

Lo que para el usuario es un pequeño alquiler supone fuertes ingresos para las eléctricas: un negocio seguro, ahora bajo sospecha.

Resumiendo: como al usuario se le pone difícil y caro comprar un equipo de medida, opta por alquilarlo, convirtiéndose en una fuente de ingresos segura para las compañías eléctricas. Además, el precio de alquiler parece estar calculado muy por encima de lo que deberían, de modo que los ingresos son aún mayores. Si realmente se cumpliese lo del 1,25% del precio de venta, el contador estaría amortizado en menos de siete años. A partir de ahí, lo que siga cotizando el particular durante el resto de su vida son ganancias limpias para las compañías eléctricas. Sea como sea, ellas siempre ganan. 
La solución a este enigma pasa por la transparencia de las empresas eléctricas, pero sobre todo por la libre competencia, que hará que las compañías ajusten precios para atraer al consumidor. En la práctica esa competencia no afecta para nada al pequeño consumidor, ya que el mercado está en manos de tres grandes compañías -Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa-, repartidas por todo el territorio de modo que comparar servicios y contratar con quien mejor nos parezca es casi una utopía. Eso sólo lo pueden hacer las grandes empresas, y no todas: de hecho, ha habido que modificar el calendario de la liberalización, porque en tres años sólo ha abierto mercado para 8.000 grandes consumidores, de los veinte millones de usuarios que hay. El usuario doméstico, que es quien paga la energía más cara y está más indefenso ante los defectos del servicio, no tiene más remedio de momento que aguantar con lo que tiene. Mientras, la denuncia sigue su curso y esperamos el veredicto; a ver si arroja algo de luz sobre el asunto.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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