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ESPAÑA, CON MUCHOS HUMOS

España, con muchos humos.

El Estado español será uno de los principales responsables del incumplimiento de los acuerdos de Kioto, firmados hace tres años.


Nuestra querida "Españavabién" repite legislatura con un gobierno que trató de apuntarse un tanto "progre" al crear por primera vez en nuestra historia democrática un Ministerio de Medio Ambiente.
Dada la gravedad de la situación del medioambiente a nivel planetario, conviene que, por la parte que nos toca en esta tarta global, los españoles tengamos la memoria fresca y recordemos la surrealista gestión de este Ministerio (sobre todo teniendo en cuenta que su titular se ha mostrado dispuesta a repetir cartera si la dejan), una gestión que ha dejado gravísimas deudas pendientes. La más importante: ha desaprovechado la ocasión de darle el pistoletazo de salida al proyecto más importante de la legislatura, el Plan Hidrológico Nacional. Lo que sucedió es difícil de calificar: el proyecto estaba preparado, pero cuando la ministra se decidió a presentarlo ya vencía la legislatura, y se consideró que no era un tema adecuado para airear en plena campaña. Un trabajo inútil que, conviene recordarlo, elaboraron funcionarios cuyo sueldo pagamos entre todos los españoles.
También hubo episodios trágicos, como el vertido de las minas de Aznalcóllar que alcanzó Doñana, y el rifirrafe entre administraciones, más preocupadas por sacarse el muerto de encima de encima que de poner soluciones sobre la mesa.
Las organizaciones ecologistas no se cansaron de denunciar la mala gestión de este departamento y la ausencia de diálogo con las organizaciones sociales. Greenpeace, WWF/Adena, Ecologistas en Acción y Amigos de la Tierra señalaban, cumplidos los tres años de la anterior legislatura, que la conservación del medio ambiente no sólo no había mejorado, sino que había empeorado notablemente. Las críticas llegaron también del Interior del Ministerio. Las discrepancias internas de altos cargos, que se desmarcaron de la política de Isabel Tocino (por cierto, gran defensora de la energía y las centrales nucleares), son, como poco, una muestra de desunidad, de falta de objetivos comunes y, en definitiva, de la fragilidad de nuestra política medioambiental.
Pero pongamos datos. Según Ecologistas en Acción, el Estado español será uno de los principales responsables del incumplimiento de los acuerdos de Kioto firmados hace tres años, que aún en el caso de que se cumpliesen a rajatabla, serán insuficientes para frenar el cambio climático, como señalan recientes estudios científicos. En cualquier caso, España ya supera en un 23% el nivel de emisiones de CO2 de 1990. No es de recibo que nuestro país continúe emitiendo gases de efecto invernadero muy por encima de la media mundial, cuando las emisiones a nivel global deber reducirse radicalmente.
En nuestro caso, continúa el aumento de gasto energético. El consumo eléctrico ha crecido en un 6,5% en 1999, y el de productos petrolíferos ha aumentado un 4,5% respecto al año pasado. Los ecologistas denuncian que no hay una auténtica gestión de la demanda, que no existen planes de ahorro, que se hace oposición activa a la introducción de impuestos ambientales sobre los combustibles y que se continúa con la construcción de infraestructuras para el transporte privado cuyas emisiones se estima que podrían crecer un 73% para el 2010.
Los ecologistas señalan también que los anunciados efectos del Cambio Climático en nuestro país ya no son especulaciones lejanas, sino que comienzan a concretarse. En ese sentido la alarma sobre el aumento del nivel del mar la ha dado el CEDEX, organismo dependiente del Ministerio de Fomento, que anunciaba a finales del año pasado que la subida del nivel del mar recortaría las playas gallegas entre 80 y 100 centímetros al año. En el Mediterráneo, las mediciones en la costa de Girona indican que el nivel del mar está aumentando del orden de 1 centímetro cada 3 años.
Dicen que el deterioro es ya tan evidente que hasta las compañías de seguros y las entidades bancarias internacionales están preocupadas: cada vez son más reticentes a financiar proyectos que dañen el medio ambiente.
A lo mejor, ahora que los bancos y las aseguradoras ven peligrar sus intereses, las cosas empiezan realmente a cambiar.
Los caminos del señor son infinitos. / C.V.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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