JUANITO OIARZABAL
Tocar el cielo (catorce
veces... de momento)
Texto:
Rami Ramos
El sueño de Juan, Juanito, comenzó
en el 85, cuando coronó el Cho Oyu; pero no tomó forma hasta diez años después,
con la cima del Lhotse, su octavo ochomil. Entonces pensó algo así como:
"Seis más, y me meto los catorce en el bolsillo". Han sido veintidós
expediciones, catorce ochomiles y catorce años -mucho tiempo, según él- donde
le ha pasado de todo. Forman ya parte de la leyenda de Oiarzábal.
-¿Qué significa para ti ser el
sexto escalador del mundo y el primer español que ha conseguido ascender a los
14 ochomiles?
-El único significado que le puedo dar es que soy un auténtico privilegiado.
Haber hecho 23 expediciones en el Himalaya tiene su parte positiva, y es que la
gente se volcó plenamente en mi proyecto. Ahora es cuando se ven los
resultados. Soy la primera persona del país en haber hecho esta gesta y estoy
totalmente orgulloso, sobre todo porque el montañismo se conozca más, por toda
la repercusión que ha tenido.
Foto: Iosu Bereziartua |
-¿Fueron duros tus principios
como alpinista?
-Sí que fueron duros. Al principio tuve que pagarme mis expediciones;
luego te haces con un nombre, con un historial importante y la gente te va
apoyando. Pero quizás en Euskadi los principios son más fáciles que en otros
lados, porque aquí la gente está mas volcada, más comprometida con el mundo
de la montaña.
-¿La montaña es tu vida?
-Sin lugar a dudas, no podría vivir sin ella. A mí la montaña me lo
ha dado absolutamente todo: me ha dado a mi mujer, me ha dado grandes compañeros,
grandes alegrías y satisfacciones.
"Esto no ha
sido un camino de rosas, ni muchísimo menos, pero es la grandeza que tiene la
montaña: te lo puede dar todo y a la vez te lo puede quitar".
-¿Cómo combinas la montaña y
la familia?
-Es difícil. Cuando estas allá quieres estar aquí, y cuando estás
aquí deseas estar allá. Es una relación de amor-odio. Para mí es tan
importante la montaña como estar en casa con mi familia.
Foto:
Colección Juanito Oiarzábal |
-¿De dónde sacas la fuerza
para subir una montaña?
-Sobre todos de la mente: de tener una buena preparación psicológica,
saber qué es lo que quiero y sobre todo tener ganas de subir.
-¿Cuál ha sido tu última
aventura?
-Lo último ha sido una expedición a la cordillera Trasandina en
Venezuela. Ha sido una experiencia distinta, diferente a lo que suelo hacer
habitualmente. Hemos subido dos cincomiles, hemos bajado un río de aguas
bravas, hemos atravesado la selva con 24 chavales previamente seleccionados en
todo el estado. Ha sido una experiencia diferente, muy positiva y muy alegre,
porque con chavales de 25 a 35 años, uno, que ya tiene 43, se siente como un
chaval más.
Foto: J.
Vallejo |
"Ya he dicho alguna vez
que si me tengo que morir, prefiero hacerlo en la montaña y no en la
carretera"
-¿Hay montañas que te traen
recuerdos no gratos?
-Por supuesto. Quizás el momento mas duro que he padecido ha sido en el
Kangchenjunga. Fue un momento muy crítico. Pensé que me iba a morir, y gracias
a Félix y Alberto Iñurrategi pude bajar de allá. Bajando del Everest mi compañero
Antonio Miranda se mató. Escalando el Ice Tooth o "Diente de Hielo",
en el Tíbet tuvimos una avalancha de placas y mi compañero Zulu (Luis Zuloaga)
murió.
Ha habido momentos muy malos, pero yo creo que eso se compensa al final con
todos los momentos buenos. Sin lugar a dudas esto no ha sido un camino de rosas,
ni muchísimo menos, pero es la grandeza que tiene la montaña: te lo puede dar
todo y a la vez te lo puede quitar.
-¿Qué sientes cuando vas
dejando a compañeros en el camino?
-Siento una gran tristeza, porque son compañeros que han estado conmigo
desde niños, con los que he convivido, con los que he disfrutado y con los que
he pasado de todo. Por otra parte siento unas ganas tremendas de poder
dedicarles lo que hago. Ellos han sido muy importantes para mí dentro de mi
carrera alpinística.
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