Cuando Manolo era
ministro, sí que mandaba. Él era joven y aquellos eran otros tiempos.
Pero luego vino la democracia y se jodió todo. |
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MANOLO (OTRO MUNDO)
POR ELENA F. VISPO
Manolo
mira por la ventana: ondia, otra vez lloviendo.
Cuando hay lluvia la cadera molesta. Y cada vez más, que los años no
pasan en balde. Y claro, en un país donde llueve el 80% de los días,
cómo va a estar uno. Jodido.
Menos mal que la cabeza le rige, menos mal. Su terror más íntimo, el que
le desvela las noches, es acabar como esos viejos de los asilos que
inaugura, con la mirada vacía. Y que no le dejen morir en paz, como le
pasó a don Francisco. Pobre don Francisco. Como un pelele. A él no le
pasará eso. En realidad, está íntimamente convencido de ser inmune a la
muerte. Y si un día viene a por él, que le encuentre ocupado.
Controlando. Mandando. Aunque sea a rastras. Si no le encuentra en la
cama, a lo mejor pasa de largo, porque él la mirará de frente y le
dirá: no me voy contigo, no puedo. ¿Quién se va a ocupar de esta
gente sino yo? Eso le dirá. Lo tiene ensayado. Con cariño, con
elegancia, pero sin dar pie a discusión. Con mano dura, que es como mejor
se entienden las cosas.
Cuando Manolo era ministro, sí que mandaba. Él era joven y aquellos
eran otros tiempos. Incluso tenía una calle que era suya, para hacer lo
que le diera la gana. Pero luego vino la democracia y se jodió todo. Y
venga a decir que qué demócratas somos todos. Y venga diálogo. El
diálogo es lo que peor lleva, desde siempre. Pero bueno, había que
sobrevivir, con democracia o sin ella, así que tuvo que acostumbrarse a
esa y a otras tantas tonterías. Menos mal que vino el chaval a relevarle.
En eso, mira tú, no tuvo problema en soltar el cargo. El chaval está
más acostumbrado a las modernidades y la democracia le llena más la
boca. Y con el chaval en Madrid, él pudo volver a casa y construirse un
feudo a medida. Mejor. En su casa ordena y manda él, y el chaval tiene
que tragarse una serie de chorradas que de qué. Porque lo de los
catalanes clama al cielo. Y de los vascos mejor no hablar. Por el paredón
los pasaba él a todos y no había más problema. Antes estábamos mejor,
piensa Manolo.
Cuando llegó la democracia, a Manolo se le afiló el instinto. Es un
superviviente. Y precisamente por eso le va bien ahora, porque sabe lo que
tiene que hacer. Llamar la atención. Salir todos los días en los
periódicos, mejor si es en portada. Y para eso hay que dar titulares:
frases cortas, impactantes, con el mensaje condensado y muy clarito. La
gente se queda con la copla y ya tienes media campaña montada. Mira lo
bien que le fue al chaval con aquello de España, que no decía nada pero
la mitad del país lo repetía por las esquinas.
En realidad, eso es lo que hace Manolo. Porque gobernar, lo que se dice
gobernar, el país se gobierna solo. Y si hay algún problema se marca un
decreto y ya está. Pero lo de los titulares tiene su intríngulis y
además es divertido. Como el otro día, je, je, que metió baza en
aquello que dijo el del Manzano. El titular no era malo, eso de que las
parejas de hecho -otro invento moderno, mariconadas- se pegaban más que
los matrimonios. Lo que pasa es que este chico, aunque va por buen camino,
no está curtido del todo. Y claro, se le echaron encima.
Un motín de subversivos, eso fue aquello, y al pobre Manzano le hubieran
crucificado de no haber sido por él. Total, tres pájaros de un tiro: le
echó una mano al chico, estuvo en el candelero unos cuantos días, y
además dijo lo que tenía que decir. Lo que es evidente, vamos. Que la
gente no se casa y luego quiere los mismos derechos que unos que han
pasado por la vicaría. Habrase visto. Y encima se han puesto de moda los
profilácticos esos y la gente no tiene hijos. Con lo mal que anda la
natalidad. Pues eso ni es matrimonio ni es nada, dice Manolo y lo mantiene
las veces que haga falta.
Hay a quien le parece mal que diga esas cosas, eso Manolo lo sabe. No
lo entiende, no le importa, pero lo sabe. Y quieras que no, le produce
tensión y la tensión no es buena. A su edad. Entonces a Manolo lo que de
verdad le relaja es la música popular y de vez en cuando invita a sus
amigos a un concierto. Y luego le critican, pero es que tiene muchos. Si
invita a empanada, es normal que aparezca un gentío. La gente le quiere
tanto, y se contenta con tan poco. Una queimada, un pulpito y a correr. Y
así los tiene entretenidos:
-Dicen que Fraga se hizo un pazo con fondos públicos.
-Ya. ¿Has probado la empanada de xoubas?
-¡Ei, Carballeira!
Y mientras todos cantan oliñas veñen, oliñas veñen e van,
Manolo, contra viento y marea, permanece. Non te vaias, rianxeira.
Sigue lloviendo. La cadera se queja. Se endereza en la silla
-anatómica, comodísima, parece hecha a su medida, puede que lo esté-,
aprieta los dientes y se dice: aguanta, Manolo, aguanta.
Que aún tienes para rato. |