(5.642m.)
puso el punto final a esta aventura, que más tarde recreó en el libro
"Las Siete Cumbres".
Cada uno de estos sucesos es una milésima parte de lo vivido en cada
pico, pequeños apuntes que juntos configuran una vida. Y como la vida
sigue, actualmente Portilla, recién recuperado de un grave accidente
-por supuesto, de montaña-, prepara ya nuevas expediciones.
-¿Que es para ti la montaña?
- Es mi vida. Prácticamente todo lo que he vivido está
relacionado con ella, incluso a mi mujer la conocí en una montaña. La
necesito para ser feliz; y si yo no soy feliz difícilmente voy a hacer
feliz a la gente que me rodea. Si alguien me dijera que dejase de
escalar por miedo, o por estar con las personas que quiero, dejaría de
ser yo mismo. La montaña es una pasión y eso es muy difícil de
explicar. Michael Ende decía "las pasiones son un misterio".
"A
veces es más importante el camino que recorres para llegar a la
montaña que la montaña propiamente dicha, pero si no hay una cumbre al
final del camino me cuesta más recorrerlo"
- ¿Qué lugar ocupa en todo esto la aventura?
- Yo no me considero un aventurero, simplemente empecé a hacer
montaña de chavalín y descubrí que era una pasión. Y precisamente
eso me ha llevado a visitar sitios en los que vives verdaderas
aventuras. A veces es más importante el camino que recorres para llegar
a la montaña que la montaña propiamente dicha, pero si no hay una
cumbre al final del camino me cuesta más recorrerlo.
-
¿Qué experimentas cuando haces cumbre?
- Depende. Si es una cumbre asequible, una gran alegría porque
he terminado de subir y ya sólo tengo que bajar. Si es una gran
montaña no hay una gran satisfacción, ni alegría o euforia, como se
piensa. Cuando llegas al Everest o a una cumbre de 8.000 metros, estás
tan agotado... Tu capacidad cerebral está por debajo del treinta por
ciento por la falta de oxígeno. El cansancio, el miedo, todo esto hace
que en ese momento no tengas una especial sensación de triunfo. Yo
siempre digo que cuando realmente disfruto ese momento es después,
cuando se lo cuento a los amigos.
- ¿Y qué te encuentras cuando vuelves?
- Acusas progresivamente el cambio de ritmo: primero las
bicicletas en Nepal, luego el avión; y cuando llegas a tu ciudad y ves
pasar los coches tan deprisa y a la gente corriendo, al principio no lo
entiendes, necesitas un periodo de adaptación. Cuando vienes de una
expedición llegas demasiado deprisa, gracias a los actuales medios de
transporte. Y tu cuerpo llega antes que tu alma, porque a veces el
espíritu te lo has dejado allí, con los monjes budistas o en el campo
base; pero tu cuerpo ya está cruzando una acera con peligro de tu vida,
porque todavía no has aterrizado.
- Ahora puedes contar todo esto, pero los principios
fueron duros...
- Yo empecé a trabajar muy joven, a los trece años, porque en
casa no había dinero. Trabajaba y estudiaba, estuve en una taberna,
eché alguna vez una mano a mi padre en su carnicería y a los
dieciséis años empecé a trabajar en una notaría. Lo dejé a los
veintidós años para dedicarme a escalar, porque era lo que realmente
me apasionaba y no hacer testamentos ni poderes.
"Siempre
sueñas con llegar a la cima con buen tiempo pero si cambia y llevas
días sin comer, sin beber ... esto es lo que hace que sea
especial"
- ¿Cómo te financias actualmente?
- Al principio hacía de todo, era capaz de vender mi alma al
diablo por ir a escalar montañas. Ahora ya no, con los años te haces
más conservador. Tengo algunos patrocinadores que me ayudan y otras
expediciones las pago de mi bolsillo. Por ejemplo, el proyecto de las
siete cumbres lo financié con lo ganado trabajando en el Everest como
cámara de televisión. Ahora mismo estoy relacionado con varios temas,
desde comercial de prendas de montaña muy técnicas, a colaborar con el
diseño y la imagen de algunas casas comerciales... un poco de todo.
- En los Alpes te visitó la muerte. ¿Cómo son esos
encuentros?
- En los Alpes he vivido una de las situaciones más duras de
los casi veinticinco años que llevo haciendo montaña y es que tuve una
fractura abierta de tibia y peroné. Un bloque prácticamente me cortó
la pierna y estuve once horas colgado de una cuerda, con torniquetes,
pensando que iba a morir. Fue realmente duro porque no podía permitirme
el lujo de morir, tengo una mujer y un hijo. Pasé once horas intentando
no perder el conocimiento, porque sabía que mientras sufría estaba
vivo. Y bueno, tuve suerte y un helicóptero y mis compañeros me
salvaron la vida.
-
¿Cómo asumes las tragedias que se viven en la montaña?
- Cuando dices que la montaña lo es todo, es difícil de
explicar y difícil de entender. Cuando digo que es todo me refiero a
eso: te da los mejores momentos, los más gratificantes, pero a veces te
quita a tus compañeros o te quita la vida. Este juego es muy difícil
de entender, por eso el alpinismo se sale del concepto de deporte
normal. A lo largo de la vida tienes tiempo de convivir con la muerte,
con la vida, con el nacimiento de los hijos... la diferencia es que
aquí son sensaciones muy intensas en un periodo muy corto de tiempo.
- ¿Compartes la filosofía de Messner: la montaña,
tu mochila y tú?
- Yo pienso que la montaña es libertad, que no hay que ser profeta
de nada y cada uno que vaya a buscar lo que quiera encontrar. Si Messner
quiere ir con su mochila a buscar unas sensaciones, las encontrará, y
otras personas buscarán otras cosas. Yo elegí esto porque nadie me
dice lo que tengo que hacer, sólo hay unas normas éticas de
comportamiento. Y eso es lo que más me gusta, que no me digan si tengo
que subir con oxígeno o sin él, con clavos o sin clavos. Si voy a la
montaña es para realizarme como persona, busco mis vivencias, no ser
mejor que otros ni vivir lo que otros. La montaña es lo que cada uno
quiera de ella.
- ¿Cómo llevas la soledad en la montaña?
- Me encanta. Si puedo elegir, siempre prefiero ir con amigos; pero
si me he propuesto un reto, un proyecto, una aventura y no puedo elegir,
pues me voy solo, como fue el caso del Vinson u otras montañas del
Himalaya.
- ¿Cómo aplicas en tu vida la frase "sueña en
grande y atrévete a fallar"?
- Yo necesito sentirme vivo; proponerme proyectos, aventuras, que me
pongan a prueba, donde me demuestre a mí mismo si soy capaz de
conseguirlo. Cuando subes dando un paseo, y llegas a la cumbre con sol y
buen tiempo, pues bueno, queda ahí. Pero si has subido en medio de una
tormenta, si las cosas se han complicado, no porque tú lo busques, sino
porque afortunadamente esta actividad se desarrolla en la naturaleza y
ésta es imprevisible, éstos son realmente los retos, lo que hay que
superar. Siempre sueñas con llegar a la cima con buen tiempo pero si
cambia con la tormenta, el mal tiempo, llevas días sin comer, sin
beber... pues todo esto es lo que hace que sea especial.
"Cuando
vuelves de una expedición llegas demasiado deprisa, gracias a los
actuales medios de transporte. Y a veces el espíritu te lo has dejado
con los monjes budistas o en el campo base; pero tu cuerpo ya está
cruzando una acera con peligro de tu vida, porque todavía no has
aterrizado"
-¿En montaña se aprende más de los errores que de
los aciertos?
-Yo personalmente suelo sacar más partido de los fracasos. Cuando
aciertas se supone que todo lo has hecho bien, cuando fracasas puede ser
por varios motivos: porque has hecho cosas mal, porque no estabas a la
altura , o porque causas ajenas a ti estaban por encima, condiciones
meteorológicas, condiciones de la propia montaña.
-¿Qué
nuevos retos tienes en mente?
- Quiero acabar un proyecto que estaba haciendo en las caras norte
de los Alpes. Hay seis paredes en los Alpes, que no son las más
difíciles pero es donde tuve el accidente y este verano voy a volver a
intentarlo. Llevo dos años sin poder hacer prácticamente montaña,
entre operaciones y rehabilitaciones.
- Acabas de salir de una lesión importante que te
podía haber costado la vida y ya estás pensando en la montaña.
¿Cómo se explica ese ansia de aventura?
- Ya he dicho que es difícil de explicar. Yo necesito ir a la
montaña y vivir esas sensaciones; necesito escaparme, que me dé el
aire, ver las estrellas por la noche... Desgraciadamente vivo en la
ciudad, donde las estrellas casi no se ven y los edificios no te dejan
ver la luna, entonces de vez en cuando me escapo y duermo fuera. Ni
siquiera uso tienda porque me gusta dormirme viendo las estrellas, me
gusta que me moje la lluvia, el frío y el calor. Decía Serrat que el
sol sólo es el sol si brilla en ti y la lluvia sólo es lluvia si te
moja al caer. Y yo creo que es verdad.
"Yo
elegí la montaña porque para mí era la libertad. Sólo había unas
normas de comportamiento éticas y eso es lo que más me gusta, que no
me digan si tengo que subir con oxígeno ó sin él, con clavos o sin
clavos: yo busco mis vivencias, no busco ser mejor que otros ni vivir lo
que otros"