Karaokes. Dinero electrónico.
Madonna. Realidad virtual. Bosnia, Ruanda, Chechenia. Brad Pitt. La oveja Dolly. Internet.
Mónica Lewinsky. Uf. |
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EL SIGLO QUE NOS TOCA
POR ELENA F. VISPO
La
pasada Nochebuena, en un hospital de Alburquerque (Nuevo México), una mujer se despertó
mientras le arreglaban las sábanas. Patricia White Bull, una india sioux de 42 años,
llevaba dieciséis años en coma y se despertó así, porque sí, para decirle a las
enfermeras que dejaran de moverle la cama. Una vez asumido el susto morrocotudo de las
enfermeras, el pasmo de los médicos que todavía hoy no saben a santo de qué se ha
despertado, y la alegría del marido y los cuatro hijos, Patricia se recupera poco a poco,
habla lentamente y sonríe sin cesar.
Supongo que esperarán un tiempo a contarle todo lo que ha pasado en el mundo, o le irán
dosificando la información. Tendrán que explicarle que el muro de Berlín ha caído, que
el ayatolá Jomeini ha muerto y han soltado a Mandela. Habrá que hablarle de Chernobyl,
del Exxon Valdez, de la capa de ozono. Decirle que hay una nueva plaga que se llama SIDA.
Que Michael Jackson es blanco. Que hay tele basura. Proceso de paz en Irlanda. Karaokes.
Dinero electrónico. Madonna. Realidad virtual. Bosnia, Ruanda, Chechenia. Brad Pitt. La
oveja Dolly. Internet. Mónica Lewinsky.
Uf. Una vuelve la vista atrás y se pregunta cómo es posible digerir
semejante embolado. Pero lo es. Yo misma he sobrevivido a bastantes puñetazos
históricos. Sin ir más lejos, el entierro televisado de Lady Di, que me tuve que tragar
por razones que no vienen al caso y que aguanté sin un triste ardor de estómago. Incluso
cuando salió Elton John. Hay que tener las vísceras muy bien puestas para aguantar los
tiempos que corren, y Patricia de momento sólo parece contar con su sonrisa y una familia
encantada de verla, que tampoco es mal antídoto.
El caso es que, pensará ella, el siglo XXI era esto. Este follón que
mezcla nuevas tecnologías que no acaban de revolucionar nuestras vidas, con
comportamientos casi medievales. Internet con el integrismo. La colonización de Marte con
el hambre en medio planeta. Y yo con estos pelos, los mismos que hace dos meses -que era
el siglo pasado- y con un kilo de más, resaca del turrón navideño, que no hay manera de
quitarme de encima. Como todos los años, vaya.
A mí me vendieron otro futuro que no era éste, donde todo el mundo iba en naves
espaciales y la gente no tenía preocupaciones vulgares como estirar la nómina hasta el
fin de mes. Pero yo no termino de reconocer los grandes cambios que me contaron. ¿Alguien
ha visto a R2D2? ¿Es que me he cruzado con Hal 9000 en el cajero automático y se me ha
pasado? ¿Están los humanoides, replicantes, androides y demás calaña escondidos debajo
de la cama de Bill Gates?
Las leyendas sioux cuentan cómo la Mujer Búfalo Blanco, que portaba
la Pipa Sagrada (fundamental en la vida espiritual india), les enseñó todas las
ceremonias. Cuando los búfalos fueron exterminados de las llanuras, los chamanes
predijeron un tiempo de pobreza y represión que terminaría cuando la Mujer Búfalo
Blanco volviese. Pues bien, parece que ha vuelto. Porque Patricia White Bull ha despertado
en Nuevo México después de un largo sueño. Y sí, no se me indignen los filólogos
aficionados, ya sé que White Bull significa Toro Blanco y no búfalo, pero por favor no
me vengan ahora con minucias lingüísticas. Déjenme soñar a gusto.
Y un último detalle para la esperanza. Los astrólogos continúan
insistiendo en que el siglo XXI no empieza hasta el año que viene. O sea, que eso de la
última fiesta del milenio, el último bestseller del milenio, el último pijama del
milenio, el último escándalo del milenio, y todo el muestrario de chorradas que nos
hemos tragado no ha servido para nada. Porque aquí estamos, igual que hace dos meses. Y
por eso prefiero confiar en que esto no es el nuevo tiempo prometido, sino los últimos
coletazos del viejo siglo, el más sangriento de la historia conocida. Y que nos queda un
año para construir esas increíbles naves espaciales que impidan que nos dejemos la vida
en las carreteras. Un año para que el SIDA pase a ser un recuerdo lejano. Un año para
regenerar la capa de ozono. Un año para terminar con la violencia sistemática hacia la
mujer. Un año para que caduquen todas las guerras...
Nos queda un año de mucho trabajo. |